El sentido profundo de la obra de Carlos Fuentes
Sergio Ramírez conversa con Gabriel García Márquez y con el finado Carlos Fuentes, entre tantísimos encuentros de escritores.foto.fuente:eltiempo.com |
A lo largo de toda su carrera literaria Carlos Fuentes llevó adelante
la vasta tarea de hacer de la invención un instrumento aleccionador de
la historia, o al revés, en ese constante juego de espejos que fue su
escritura, hacer que las aguas revueltas de la historia entraran en el
territorio ilimitado de la invención. Que la historia se leyera como una
novela, y viceversa, haciendo que los acontecimientos de la vida
pública cumplieran el terrible papel que tienen sobre las vidas humanas,
que es el alterarlas y trastocarlas, muchas veces destruirlas, y casi
nunca redimirlas. El sistemático capricho del destino vuelto literatura.
La suya fue una tarea ecuménica, y por tanto ambiciosa, libro tras
libro, y ningún otro escritor latinoamericano recuerda tanto a Balzac
como él, aun en la manera de armar su propia geografía agrupando en un
vasto mapa personal, 'La edad del tiempo', los territorios conquistados.
En este sentido, siendo un escritor de nuestra modernidad, que él mismo
ayudó a crear, fue un escritor que por totalizador parece nacido en el
siglo XIX, cuando la narración quitaba brazos y piernas a la historia
misma, a la antropología, a la geografía, a la demografía, para echar a
andar la novela que busca contarlo todo, decirlo todo, interpretarlo
todo, y desde los acontecimientos vueltos a relatar, y desde los
personajes concebidos como entes incesantes, darle un sentido al pasado,
a la vida presente, y aun al futuro. Un sentido que en Fuentes nunca
deja de ser ético.
Artemio Cruz mira al pasado con cinismo y busca en él lecciones que
en su lecho de muerte ya nunca le podrán ser útiles, porque la
revolución en la que luchó ha sido carcomida por la polilla de la
retórica y ya no sirve para pensar el mañana. Pero su contemporánea,
Laura Díaz, puede mirar el futuro a través de los ojos de su nieto, que
se apagarán ante los fogonazos de la masacre de Tlatelolco. La historia
que sigue traicionándose a sí misma. Pero en Fuentes el futuro, no solo
de México, sino de toda la América Latina, será siempre una ambición
desmedida, como lo es su ambición de contarla. Aunque todo haya sido
contado, todo está por contar. Y su 'Cristóbal Nonato' es un relato para
mirar al futuro, lo mismo que lo es 'La silla del águila'.
Fuentes inscribió la imaginación en el mapa múltiple de América
Latina, y una novela como 'La Campaña' cumple esa ambición tan suya del
recorrido total por el continente. En tiempos del fragor de las luchas
por la independencia, Baltasar Bustos, el intelectual ilustrado, salta
de un país a otro, encandilado, y podemos verlo como la reencarnación
del propio Fuentes en el pasado, y el mismo Fuentes encarna a Bustos
para el futuro.
Pese a las malas lecciones, el libro de la historia
seguirá abierto para ser reescrita. Y la lección es que toda lucha es interesante.
seguirá abierto para ser reescrita. Y la lección es que toda lucha es interesante.
Los ideales no terminan nunca de cumplirse pero siempre valdrá la
pena pelear por ellos, y la escritura lo único que hace es tratar de
navegar en las aguas agitadas del curso de los acontecimientos. Ideas,
sueños, acciones, todo va siempre desbocado. Baltasar Bustos persigue a
través de América a Ofelia Salamanca, una mujer que a la vez es la
historia, la historia donde los próceres terminan siempre en el
pudridero, o sus cabezas de bronce cubiertas por los excrementos de los
pájaros en la plaza pública.
Fuentes, en la hora de su muerte, me queda el haber aprendido mi
devoción por la narralección total e incesante que él quiso seguir
haciendo sin tregua hasta la última hora, sabiendo que debía robarle
tiempo al tiempo, viajando de un lado a otro del continente, como
Baltasar Bustos, con la imaginación encendida a cuestas. Y me queda su
ejemplar devoción, no menos incesante, por la ética, convencido de que
las convicciones existen para defenderlas, y que uno tiene la obligación
de no callarse nunca. Fuentes queda de cara al futuro, de pie en esa
frontera entre el papel del escritor y el del ciudadano, entre la
imaginación y la convicción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario