Experto cervantista abrió ayer el congreso sobre el gran escritor del siglo XVI en la Universidad de Oviedo
Discípulo de José Manuel Blecua y Martín de Riquer,
Francisco Rico, reputado filólogo y académico de la RAE desde 1987,
llevó ayer su cátedra de Literaturas Hispánicas Medievales de la
Universidad Autónoma de Barcelona al campus de Humanidades de la
institución asturiana. Lo hizo para abrir con toda erudición el VIII
Congreso Internacional de la Asociación de Cervantistas. A él, autor de
la principal edición crítica del Quijote, correspondió la lección
inaugural que siguieron una parte importante de los más de cien expertos
que han sido invitados al encuentro. Invitados que escudriñaron con él
doce páginas del Quijote en las que éste ha hallado errores de copista,
licencias de editor y hasta alguna incorrección que al propio Cervantes
se le quedó en el tintero. Está convencido Rico de que, "una parte muy
significativa" del texto del caballero de la triste figura, "no responde
al original que dejó el autor". Durante la conferencia cifró esa parte
en un 8%. Luego, terminada ésta, queríendo ser más benévolo y algo menos
alarmista, lo dejó en "un cinco por ciento".
Se trata de elementos que "afectan muy poco a la lectura
definitiva", dijo, aseverando inmediatamente: "En realidad hay cosas de
las que nunca tendremos certeza absoluta". Y puso un ejemplo: "A lo
mejor Cervantes no inició su historia como todos conocemos. 'En un lugar
de la Mancha', sino, por ejemplo, 'en una aldea de la Mancha' y fue un
corrector el que creyó apropiado hacer el cambio".
Elucubraciones aparte, Francisco Rico tomó ejemplos
palpables, que se han cotejado y comparado hasta llegar a conclusiones
hoy definitivas, como una referencia a una fiesta, que él considera es "siesta" o una mención al escudero, que en realidad, era al barbero.
También asumió añadido del editor la única vez que en el texto al
Quijote se le apellida "el de la Mancha", apostillada con el único
objetivo de ampliar una frase para doblarla en una nueva y así ampliar
un texto que había quedado corto.
Fueron muchos los ejemplos que el especialista puso sobre
la mesa. Todos seguidos por el público gracias a una serie de
fotocopias en las que aparecían señalados los elementos confusos o
erróneos. Todos recorridos para llegar a una conclusión esencial "El
Quijote no está textualmente quieto y es de gran ignorancia practicar
una sumisión radical al texto impreso".
Asegura Rico que éste se renueva constantemente y que es "el filólogo el que está obligado al progresivo perfeccionamiento de
esos textos originales. Somos como los restauradores de las obras de
arte o como directores de una orquesta", dijo para cerrar su intensa
disertación, que fue clausurada entre aplausos y en la que explicó,
entre otras cosas, que el propio Cervantes llegó a corregir el
manuscrito, una vez entregado el original a la imprenta. "Mientras la
censura daba cuenta de él hizo varios cambios, muchos de los cuales no
ejecutó".
Pese a todo El ingenioso hidalgo don Quijote de la
Mancha es una obra maestra, que despertó la atención en el mundo entero "desde siempre" y eso, explica Rico, pese a que es "una niñería, una
obra ingenua, llena de disparates, incluso en la sintaxis, pero que es
sumamente atractiva por un personaje central insuperable. Un personaje
del que el lector se enamora y al que quisiera seguir los pasos, como
hace Sancho. Es el arquetipo humano lo que convence".
Y convenció a muchos, desde su publicación en 1605. "El
Quijote fue un betseller siempre, extremadamente apreciado y valioso,
que atrajo la atención de gentes tan dispares como Hitler o Einstein".
¿Qué puede tener un libro que guste por igual a escoria y a grandes
hombres? se pregunta el experto. La respuesta vuelve a ser el personaje
central de la obra que, pese a ser publicada a principios del siglo
XVII "su popularización llegó en el XVIII con la edición de volúmenes de
bolsillo en cuatro tomos que permitieron a todo tipo de clases sociales
acercarse a él".
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