En tiempos de internet, y aunque parezca paradójico, existe un interés creciente por el libro de artista, el fanzine especializado o las obras que cuidan la calidad del papel
Librería MUTT, en Barcelona, España, especiliazada en fanzines y libros de arte. fotos.fuente:lavanguardia.com |
La entrada de la librería MUTT. |
Vivimos entre mensajes apocalípticos. Entre las primas de riesgo, los
rescates, y las noticias de caníbales y vampiros, parece que el mundo
se acaba. En este sentido, presentaban la digitalización, desde el auge
imparable de revistas online o de libros electrónicos, como si fuese a
fulminar en dos días una tecnología que ha sobrevivido a siglos: el
papel. Pero, paradójicamente, observamos cómo crecen - o fidelizan a sus
clientes - las librerías que tienen el valor añadido como arma. El
papel, como la energía, no muere. Se transforma.
Hablamos con Juanjo Fernández, de MUTT,
una librería y galería donde encontramos títulos de arte contemporáneo,
diseño, ilustración, moda, arquitectura, y fotografía. Entrar a su
local es darse cuenta de que los límites entre el librero especializado y
el galerista no son tan claros como podría parecer. La prescripción,
sea de un joven pintor o de un editor independiente, es la base del
trabajo.
Preguntamos a Ángeles Loring, de la librería independiente Loring art,
por el resurgimiento del fanzine. “Hay mucho interés, y cada vez
notamos más autoediciones”, nos responde. No es tan extraño, de hecho,
“la gente tiene ganas de expresarse y éste es un formato económico que
puede resultar muy atrayente”. Hay más blogs que nunca, pero la red aún
no ofrece la posibilidad de realizar auténticas proezas con la
papiroflexia, los troquelados o los de juegos de gramaje.
De hecho, el ejemplo de que internet no es una competencia, sino un complemento, es el funcionamiento de La Rara,
una librería exclusivamente online con un fondo constituido por libros
de artista, ediciones limitadas, y catálogos especializados. Mar
Batalla, responsable del proyecto que comenzó su aventura en 2006, nos
cuenta que “además del trabajo de difusión y venta, asesoramos en
peritaje, tasación y búsquedas bibliográficas, tanto a particulares como
a bibliotecas, museos y otras instituciones”.
Sea a través de un clic, o paseando por largos pasillos llenos de
volúmenes, el interesado por el libro como objeto siempre va en busca
del tesoro perdido. Desde Librería el Astillero,
orientada al arte y literatura del siglo XX, reconocen que su intención
“es trabajar exclusivamente online” (el 80% de sus ventas ya son por
internet), aunque también ofrecen un lugar físico en Barcelona. Reducir
los gastos gracias a la red puede ser una solución para muchos negocios
de este tipo, que suelen pagar un alto alquiler. Ellos, sin ir más
lejos, disponen de un fondo de 12.000 títulos accesibles desde su página
web. Se muestran optimistas ya que suelen dedicarse, entre otras cosas,
a revistas de los años setenta y ochenta. “Estamos teniendo perspectiva
sobre todo lo que se hizo”, nos relatan, y por lo tanto existe una
posibilidad de mercado real.
Pero, con el libro digital, ¿el libro en papel está en riesgo?
Fernández cree que “no tendría por qué pasar, siempre y cuando los
editores cuiden más que nunca el diseño”. Añade que hay que “tener muy
en cuenta lo que pasa en la calle”. Loring, por su parte, defiende que
“dependerá del tipo de libro” ya que hay un incremento de la edición
independiente y de lo que genéricamente se ha denominado “libro de
artista”.
Los asiduos a estas librerías quieren encontrar ejemplares, sean
novedades o auténticas reliquias, que no suelan hallar en otros sitios.
Pero, si se es hábil con las redes sociales, el abanico de expande.
Plataformas como facebook y twitter han ayudado a que muchos curiosos,
que antes no hubieran entrado a sus locales, ahora descubran universos
de formas y colores que niegan la idea de revista o libro como algo
rígido. La experimentación también está en cómo presentamos el
contenido. El mensaje y el formato, a veces, se confunden para compartir
protagonismo.
Especialización y exclusividad. Ahí, en estos dos ingredientes,
radica la apuesta de la mayoría de estos libreros independientes que ven
internet como una puerta abierta para atrapar a nuevos adeptos de la
bibliofilia. Les pedimos que nos recomienden otras librerías que no
hayamos mencionado aquí. Juanjo Fernández, de MUTT, cita Fatbottom, un lugar para buscar cómics sorprendentes. Loring cita a Kowasa, especializada en fotografía, Pati de llibres o Abracadabra, dedicadas al infantil, o Pròleg, que se ocupa de “feminismos”.
Todos han encontrado, de este modo, su rol en la cadena editorial. Y
crean redes - de papel - más potentes de lo que parecía con la aparición
de la World Wide Web.
No hay comentarios:
Publicar un comentario