La noción de desarrollo sostenible será el eje de la cumbre del medio ambiente Río+20. Contaminar menos garantiza más producción y futuro, afirman expertos
¿Qué es la economía verde? foto. fuente:Revista Ñ
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La noción de desarrollo sostenible fue propuesta en 1987
por una Comisión de las Naciones Unidas presidida por la noruega Gro
Harlem Brundtland y sirvió de introducción a la Conferencia de Río 92.
El cambio climático, la concentración de la tierra, la amenaza a la
biodiversidad y los recursos naturales son hoy temas que preocupan tanto
a gobiernos como a movimientos sociales.
“Lo que se comprende
como desarrollo sostenible no es un destino sino más bien un proceso
dinámico, complejo, que implica adaptación, aprendizaje y acción. Supone
reconocer y comprender las interrelaciones entre todos los aspectos de
la vida humana, como la economía, la sociedad y el medio natural, y
actuar al respecto pero con una mirada más responsable y de mayor
plazo”, cuenta a Ñ Martín Santiago Herrero, Coordinador Residente de la
ONU en Argentina y Representante del Programa de Naciones Unidas para
el Desarrollo (PNUD).
A dos años del terremoto en Haití en el que
murieron casi 300 mil personas, el 85% de la población sigue viviendo en
la pobreza extrema e instituciones como Médicos sin Fronteras alertan
sobre la posibilidad de una nueva epidemia de cólera. Las tormentas
tropicales y las inundaciones dejaron sin hogar a miles de personas en
América Latina. Según informes de Unicef, más de una tercera parte de
los afectados son niños que sobreviven en la indigencia.
En la era
de la sustentabilidad, la vieja idea que apoyaba el crecimiento
económico ilimitado a cualquier costo fue reemplazada por la importancia
de crear condiciones de producción de largo plazo que no pongan en
riesgo la vida y el futuro de la humanidad. La regla de oro del
desarrollo sostenible se basa en que ningún recurso renovable debe ser
utilizado a un ritmo superior al de su regeneración, a la vez que ningún
recurso no renovable debe aprovecharse a mayor velocidad de la
necesaria para sustituirlo por otro.
“El panorama muestra mayor
complejidad entre factores como los efectos de los patrones de
producción y consumo y de la escasez de recursos, la innovación, los
cambios demográficos, los cambios en la economía mundial, la creciente
desigualdad y la gran urbanización”, agrega Herrero.
El Green New
Deal (Nuevo Acuerdo Verde) nació de un plan propuesto por una comisión
presidida por el economista Joseph Stiglitz. Varios de los principios de
este Acuerdo Verde están basados en el New Deal original, del
presidente estadounidense Franklin Roosevelt, quien luego del crack
del 29 ideó ese método para intentar salvar a Estados Unidos de la
Gran Depresión: volver a políticas de pleno empleo, aceptando una
inflación moderada; generar una nueva distribución de las rentas a
partir de una reforma fiscal; reforzar el Estado social y el consumo
colectivo.
“De una manera general, los movimientos sociales
comparten una visión crítica sobre el Acuerdo Verde: en primer lugar por
la incapacidad de sus promotores de aplicar sus políticas en relación a
las medidas de austeridad impuestas por el neoliberalismo. En segundo
lugar, por la insuficiencia de las propuestas en relación con la
profundidad de la crisis”, explica Gustave Massiah, representante del
Centro de Investigación e Información para el Desarrollo y uno de los
fundadores del Foro Social Mundial. Massiah, ingeniero, urbanista y
economista, que desde los años sesenta participa del Movimiento
Anticolonialista, Antiimperialista y de Solidaridad con el Tercer Mundo,
sostiene que los movimientos sociales consideran que los trabajadores
siguen quedando subordinados al capital y que la reforma propuesta no
pone en tela de juicio las causas estructurales que llevaron a la crisis
actual.
Por otra parte, estudios recientes recopilados en el
Informe sobre Desarrollo Humano 2011 del PNUD afirman que la inversión
en economía verde supondría reducir en un tercio las emisiones de
carbono actuales para el año 2050. “La inversión de sólo un 2% del PBI
mundial en diez sectores clave como la agricultura, la construcción, la
energía, la pesca, los bosques, la manufactura, el turismo, el
transporte, el agua y el manejo de los desechos, puede poner en marcha
una transición hacia una economía baja en emisiones de carbono y que
aproveche los recursos. Por esto creemos que el cambio es posible”,
detalla el representante del Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo en Argentina.
Según Herrero, en el contexto del
desarrollo sostenible, una economía verde está centrada en las personas
porque promueve mayores niveles de equidad social. En términos
prácticos, el crecimiento en los ingresos y en el empleo debería ser
impulsado por las inversiones públicas y privadas que reduzcan la
contaminación, mejoren la eficiencia energética y de recursos, y eviten
la pérdida de biodiversidad. “Aún en un contexto como el actual, de
graves crisis económicas y financieras, no cuesta imaginar que con un
impuesto de 0,005% al mercado de divisas, podría recaudarse no menos de
40 mil millones de dólares por año. Se podría suministrar electricidad a
los 1.500 millones de personas que actualmente no están conectadas a
las redes de suministro de manera costeable y sostenible, sin
incrementar las emisiones mundiales de carbono ni siquiera en un 1%”,
ejemplifica Herrero.
La noción de desarrollo sostenible, que ha
ido variando con los años, será el centro de análisis de la próxima
cumbre de Río+20: “Es una oportunidad única para pensar integralmente y
revisar el modo actual e histórico de concebir el desarrollo.
Personalmente veo a la conferencia como la reunión de los vínculos: une
los actos de la generación presente con las posibilidades de las
generaciones futuras; une lo local con lo global y supone una revisión
de la concepción de desarrollo, abandonando la de mero crecimiento
económico por otra que ubique a todas las personas y su bienestar en el
centro de su dinámica”, concluye Herrero.
Desde la óptica de los
movimientos sociales, Massiah no es tan optimista: “los Estados han
iniciado una nueva ofensiva para eliminar del Documento cualquier
referencia a los derechos fundamentales que podrían debilitar la
preeminencia de los Mercados. En esta situación, la Cumbre de los
Pueblos (que se desarrollará paralelamente a la de Río+20) tendrá una
gran importancia para el futuro”.
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