31.1.15

Taller de Escritores Universidad Central

Inscripciones abiertas hasta el 6 de febrero
INICIO: El Taller sesionará del 3 de marzo al 6 de mayo.
DIRECTOR:  Isaías Peña Gutiérrez.
INFORMES: 
Depto. de Humanidades y Letras, Cra. 5ª No. 21-38 .Conm.: 323 9868, ext.: 4302. Telefax: 342 3790              mireyinn@gmail.com

Colombia, Cuba y Brasil acaparan premios de concurso literario "Casa de las Américas"

Los colombianos Adelaida Fernández Ochoa y Nelson Romero Guzmán, se alzaron con galardones en las categorías Novela y Poesía, respectivamente
Adelaida Fernández Ochoa, autora colombiana de La hoguera lame mi piel con cariño de perro

Nelson Romero Guzmán, autor colombiano de Bajo el brillo de la luna./elespectador.com

Escritores de Colombia, Cuba, Brasil y República Dominicana, Argentina, Chile y México acapararon este jueves los principales premios del 56 concurso literario "Casa de las Américas" 2015 en el fallo anunciado hoy por el jurado en La Habana.
En esta edición del concurso, el premio de novela lo ganó "La hoguera lame mi piel con cariño de perro", de la colombiana Adelaida Fernández Ochoa, "por proponer una vuelta a África como un mítico retorno, en un tránsito que desarma con lúcida reflexión el conjunto de ilusiones que articulan el pensamiento esclavista (...)", argumentó el acta del jurado.
Otro autor colombiano, Nelson Romero Guzmán, se alzó entre 235 obras con el premio de poesía, la categoría más concurrida, con el cuaderno "Bajo el brillo de la luna", por la "ingeniosa sucesión de los recursos verbales que fluyen con asombrosa riqueza de imágenes, así como los soportes estructurados de una angustia vital (...)".
Asimismo, el cubano José Ferrán Oliva obtuvo el galardón al mejor ensayo de tema histórico-social, con su análisis económico titulado "Cuba año 2025", en el que fueron valorados sus "aportes relevantes" a la comprensión de la historia económica de Cuba y la necesidad de transformaciones, en el primer cuarto del siglo XXI.
En la literatura brasileña, resultó ganador el libro "Minha vida sem banho", de Bernardo Ajzenberg, mientras que en la categoría de Literatura Latinoamericana en Estados Unidos el libro premiado fue "Un kilómetro de mar", del dominicano José Acosta, y en Literatura para niños y jóvenes el galardón fue para "El niño congelado", de la cubana Mildred Hernández.
Los premios honoríficos de poesía "José Lezama Lima" y "Ezequiel Martínez Estrada" (ensayo) fueron entregados a "La novela de la poesía", de la argentina Tamara Kamenszain; "Intelectuales indígenas en Ecuador, Bolivia y Chile. Diferencia, colonialismo y anticolonialismo", de la chilena Claudia Zapata.
El galardón honorífico de narrativa "José María Arguedas" fue concedido a "El libro uruguayo de los muertos", del mexicano Mario Bellatin.
Tras evaluar 662 obras en concurso, los evaluadores del Premio Literario Casa de las Américas 2015 también otorgaron menciones a autores como los argentinos Débora Mundani y Juan Mattio, por sus novelas "El río" y "Tres veces luz", y sus compatriotas Alejandro Castro y María Malusardo, en poesía, por sus títulos "La estación" y "El sastre", respectivamente.
Argentina, con 173 obras, fue el país con mayor representación en el certamen, seguido de Cuba (142), Brasil (71), Colombia (65), México (34) y Perú (33), según datos facilitados por los organizadores antes del cierre de la convocatoria.
Entre los integrantes del jurado encargado del dictamen final participaron el historiador e investigador colombiano Alfonso Múnera y la escritora Piedad Bonnet; la argentina Ema Wolf, Premio Alfaguara 2005; el editor español Ignacio Echeverría, las chilenas Nona Fernández y Marta Harnecker.
Completan el jurado el ecuatoriano Edgar Allan García, la investigadora francesa Sylvie Josserand, el crítico panameño Manuel Oreste Nieto y la escritora cubana Zuleica Román.
Desde su creación en 1959, el Premio que convoca la institución cultural cubana "Casa de las Américas" ha reunido miles de obras de autores del continente y más de un centenar han resultado galardonadas, de acuerdo con datos de sus promotores

Diez autores que empezaron a escribir después de los 50 años

Empezar a escribir no es como iniciarse en el deporte, los años no pesan

Frank McCourt, autor de las Cenizas de Ángela, empezó a escribir a los 66 años./libropatas.com
Y aquí tienes unas buenas pruebas de que nunca es demasiado tarde: 10 escritores que quizá comenzaron a escribir antes de los 50, pero no consiguieron publicar hasta bien entrados en la madurez.

1. Daniel Defoe

Hasta los 59 años, Defoe estuvo muy ocupado para ponerse a escribir ficción. Fue comerciante (aunque casi siempre endeudado), tuvo 8 hijos, estuvo en la cárcel tanto por motivos económicos como políticos, viajó por toda Europa, fue recaudador de impuesto y tuvo una agitada y activa vida política. De hecho, su primera incursión en la escritura fue escribiendo panfletos.  A los 59, escribiría y publicaría su primera novela ‘Robinson Crusoe’, a la que seguirían ‘La vida del capitán Singleton’ o ‘Fortunas y adversidades de la famosa Moll Flanders’. Hoy es considerado como uno de los padres de la novela inglesa.

2. Laura Ingalls Wilder

La autora de ‘La casa de la pradera’ comenzó a escribir ya bien pasados los 50 años, cuando su hija (también escritora) la animó a dejar por escrito sus (duras) vivencias de infancia y juventud como pionera, que incluían difteria, la muerte de un hijo, la ruina económica o el incendio de su casa. Comenzó publicando esos textos en un periódico, ya bien entrada en la cincuentena, y con 64 años publicó su primer libro:  ‘La casa de la pradera’.

3. Frank McCourt

Otro caso paradigmático es el del escritor  Frank McCourt, quien no empezó a escribir hasta que se jubiló, tras años trabajando como profesor. Su primer libro se publicó cuando tenía 66 años, y ganó un premio Pulitzer. Se trata de ‘Las cenizas de Ángela’, una novela autobiográfica en la que cuenta su infancia en Irlanda.

4. Marqués de Sade

Aristócrata, ateo, libertino y revolucionario, pasó 27 años de su vida en cárceles y manicomios varios. De hecho, comenzó a escribir con 40 años, mientras estaba encarcelado en La Bastilla. La primera obra que publicó fue ‘Justine’, ya con 51 años. Por supuesto, se prohibió, pero eso no  impidió que circulase de mano en mano durante todo el siglo XIX (al igual que muchas otras de las perversas novelas del autor).

5. Charles Perrault

Perrault nació en una familia burguesa acomodada, lo que le permitió estudiar derecho y llevar una vida dedicada al estudio y a ser secretario y bibliotecario de la Academia Francesa. Aunque escribió durante toda su vida, se trataba básicamente de aburridas odas, discursos, diálogos, poemas, y obras que halagaban al rey y a los príncipes. No sería hasta los 55 años cuando escribió ‘Cuentos de mamá ganso’ lo que supondría el inicio de un nuevo género literario: los cuentos de hadas, y también de su fama como escritor.

6. Giuseppe Tomasi di Lampedusa

El príncipe de Lampedusa no tuvo especial interés por la creación literaria hasta los 58 años, cuando tras asistir a un Premio Literario se puso a escribir ‘El gatopardo’. Lo terminaría 2 años más tarde, pero las editoriales lo rechazaron sin muchas contemplaciones. No se publicaría hasta un año después de su muerte, y sería todo un exitazo en Italia.

7.Raymond Chandler

Chandler es otro de los que dan mucha esperanza. Y es que comenzó a escribir con 44 años, cuando perdió su trabajo en una empresa petrolera en plena Gran Depresión, y pensó que era el mejor momento para dar un vuelco a su vida. Poco después publicaría sus primeros relatos, y la primera novela ‘El sueño eterno’ se publicaría cuando tenía 51 años.

8. Alberto Méndez

El autor de ‘Los girasoles ciegos’ estuvo relacionado con la literatura durante toda su carrera profesional, ya que trabajó en diversas editoriales, pero no sería hasta sus últimos años de vida cuando escribió los cuatro relatos ambientados en la Guerra Civil que componen su única obra. Tenía 63 años cuando se publicó.

9. Isak Dinesen

La autora de ‘Memorias de África’ (cuyo verdadero nombre era Karen Blixen) pasó la mayor parte de su vida en ese continente, regentando una plantación de café. La caída de los precios le obligó a venderla y volver a su país Dinamarca, cuando contaba con 46 años. Es entonces cuando comienza su carrera literaria bajo diversos seudónimos, y publica una colección de cuentos con 50 años, poco antes de sacar su obra más famosa.

10. Sam Savage

Savage fue mecánico de bicicletas, carpintero, pescador de cangrejos, editor de poesía y tipógrafo, antes de escribir, ya con 65 años, su primera obra The Criminal Life of Effie O.’ una novela en verso. Aunque es más conocido por ‘Firmin’, publicada cuando contaba con 66 años.

Diez años de BCNegra: nueve hitos para ilustrar la revolución de lo criminal

 El festival de novela negra que invade Barcelona celebra una década. Repasamos sus hitos
El escritor Marcelo Luján recrea una escena policiaca. / Samuel Sánchez./elpais.com

Si Manuel Vázquez Montalbán viera en qué se ha convertido el festival que nació dos años después de su muerte como homenaje a su figura literaria y a su detective Pepe Carvalho se quedaría alucinado. Creado a la sombra de la Semana Negra de Gijón, en 10 años BCNegra ha pasado de la modestia y el sólo apto para fanáticos a ser una referencia mundial, un escenario por el que han pasado y pasan las principales figuras del género negro. La celebración de su décima edición (hasta el sábado 7) nos sirve para mirar a la novela negra y ver cómo ha evolucionado y cómo se ha convertido en el género más vendido. Mucho más que una moda, la ficción criminal ha pasado de lo marginal al éxito absoluto. ¿En qué se basa esta revolución?

1.- De la clandestinidad al riesgo a morir de éxito

Cuando nació BCNegra, sólo existía en España un festival, el de Gijón, pionero y referencia durante décadas. Antonio Lozano, periodista y uno de los implicados desde el inicio, lo recuerda así: "Escritores, público y presentadores formábamos una modesta comisión de investigación. Espacios reducidos, presupuestos ajustados y escaso pica pica en la fiesta de cierre. Todo compensado con ilusión y entrega". La situación diez años después no puede ser más distinta. "Fuera de Gijón no había nada", comenta por teléfono Paco Camarasa, comisario de BCNegra. "No había librerías, ni clubes de lectura, ni todas las colecciones que hay ahora en cada editorial. Gijón sigue siendo el faro que nos ilumina, pero ahora hay 14 festivales más". Getafe, Salamanca, Valencia, Cuenca, Pamplona y un sinfín de puntos se han unido a la fiesta. ¿Demasiado? Expertos, lectores y escritores creen que no.

Misha Glenny, Kostas Vaxevanis, José Martí Gómez, Ernesto Ekáizer y Carles Quílez, en la mesa redonda sobre la corrupción en BCNegra 2013, con el aforo del teatro lleno. /Albert García

2.- Las editoriales se entregan

Hace una década era raro encontrar alguna editorial con sello de novela negra; en 2015 la situación ha dado un vuelco total. "Ahora, la novela negra se publica tanto en sellos especializados, como en colecciones de literatura general: no hay discriminación. Hemos pasado de que lo raro fuera publicar novela negra a que lo raro sea no publicarla", resume Anik Lapointe, responsable durante años de la serie negra de RBA y ahora al frente de Salamandra Black.
BCNegra tiene parte de culpa en esto y toda la responsabilidad en un fenómeno fascinante: que el principio de año se haya convertido en un hervidero de publicaciones para llegar con libro fresco a la gran fiesta. "La primera semana de febrero se eligió a propósito porque no hay nada en esa fecha y los periodistas no tienen ninguna novia. ¿Qué hemos conseguido? Que hace unos años nadie publicaba novedades y este año habrá unos 20 libros para presentar en BCNegra", resume ufano Camarasa.

3.- Larsson y el botín escandinavo

Han vendido decenas de millones de ejemplares en todo el mundo, han llevado nombres impronunciables de pueblos y detectives al lenguaje común de miles de lectores, la literatura negra de los países del norte de Europa es en responsable del auge del género. En BCNegra han estado siempre. Henning Mankell recibió el segundo Premio Pepe Carvalho en 2007, pero fue en 2010 cuando la explosión de la trilogía de Stieg Larsson desboca el fenómeno. Ese año estuvieron en el festival Ann Holt y Arnaldur Indridason. El círculo de complicidad entre este boom y el del festival se cierra en 2013 con la concesión del Pepe Carvalho a Maj Sjöwall.

4.- Más y mejores lectores y cómplices


Lectores y escritores a las puertas de la librería Negra y Criminal el año pasado en la famosa firma de libros con vino y mejillones para los asistentes.
Los aficionados a lo criminal siempre han sido un grupo un tanto especial. Ahora son legión, y con un entusiasmo desconocido en cualquier otro género. "Son más, son más listos, leen mejor", observa Camarasa. "El entusiasmo creciente de los lectores de siempre y de los nuevos adeptos al género se ha notado en blogs, webs, Twitter, en club de lecturas", resume Lapointe.

5.- La televisión y la novela negra, juntas en el crimen

La edad de oro que está viviendo la televisión tiene un marcado carácter negro. The Wire, Los Soprano, Boardwalk Empire, Fargo, True Detective o Breaking Bad son sólo algunos de los ejemplos. En los últimos años se ha producido una contaminación entre los dos ámbitos, reflejada en el festival el mismo año pasado en forma de mesa redonda. Autores de la talla de Dennis Lehane o Richard Price han pasado de un lado a otro con notable éxito. El último en iniciar el viaje, pero en este caso de la televisión a la novela es Nick Pizzolatto, responsable de True Detective, creador de Galveston, uno de los libros del año en el superpoblado y ultracompetitivo mundo de la ficción criminal.

6.- De Montalbán a Zanón, llega una nueva generación

A finales de los setenta, Montalbán gana el Planeta y Andreu Martín, Jorge Martínez Reverte y Juan Madrid publican sus primeras novelas. Son los padres del género en España. En estos primeros años del siglo XXI, el relevo lo han cogido escritores como Carlos Zanón, Alexis Ravelo, Rosa Ribas o Víctor del Árbol. "Están publicando y vendiendo, no venden 100.000 pero venden", asegura Camarasa. Y se dan fenómenos editoriales como el de Dolores Redondo. Entre las dos generaciones han sabido mantener el pulso y el listón bien alto Lorenzo Silva (responsable, además, de Getafe Negro) y Alicia Jiménez Barlett, premio Pepe Carvalho 2015.

7.- Prestigio, premios y dinero. Lo criminal es 'mainstream'


Andrea Camilleri tras recibir el Pepe Carvalho./Gianluca Battista
El género negro ha contado siempre con el lastre, azuzado por ciertas prácticas editoriales que no han ayudado, de ser un mero entretenimiento, un hermano pequeño de otros géneros literarios de más fuste. Imaginamos que los críticos se olvidaban de Jim Thompson o Dashiell Hammett, pero ahí quedó la mancha. La entregada inmersión de John Banville, Pierre Lemaitre y otros en el género parece que han dado la vuelta a la situación.
Los premios y el dinero también han llegado. En 2013 se celebró en BCNegra un acto titulado El tercer planeta. Cuando la novela negra se lleva el premio, que sirvió para celebrar que un autor del género, Lorenzo Silva, ganara el Planeta en 2012. Como muestra de la fortaleza del género, otro jugador del equipo negro, Jorge Zepeda Patterson, se lo ha llevado en 2014. La novela negra es mainstream.

8.- Una constante: el amor por lo italiano y lo Mediterráneo

BCNegra nunca ha olvidado su pasión mediterránea y especialmente italiana. Por Barcelona han pasado desde 2005 Gery Palazzotto, Massimo Carlotto, Roberto Saviano, Marco Malvadi o Maurizio de Giovanni. Esta historia de amor vivió su bella culminación el año pasado, con la entrega del Pepe Carvalho a Andrea Camilleri, quizás el mayor responsable no escandinavo del boom del género en España. Prueba de que ese interés no desfallece es la presencia este año de una de las voces más interesantes que han surgido en los últimos años en la ficción criminal italiana: Antonio Manzini, bien acompañado por Donato Carrisi. Petros Markaris, premio Pepe Carvalho en 2012, visionario griego y hombre que arrastra, literal, a cientos de personas cada vez que habla y a miles cada vez que escribe sobre su maltratada Grecia, completa el panorama.

9.- Otra constante: la corrupción

Como género por excelencia para preocuparse de la realidad social, la novela negra, y por extensión los festivales, tratan el tema con especial fruición. No hay edición de BCNegra en la que no haya actos mucho más pegados a la realidad. En estos diez años España ha dado mucho material a la ficción. Falta por producir la gran novela de la corrupción en España, que habrá de ser negra por definición. Aquí, una gota de esperanza: "Hace 10 años había muy pocos corruptos en la cárcel. Ahora cada vez hay más. El que la hace, puede salir en una novela pero además puede acabar entre rejas", zanja Camarasa, comisario y alma de BCNegra. Feliz décimo cumpleaños.

'Un señor llamado John Connolly'

Antonio Lozano
No sé si encaja como hito del festival en un sentido global o histórico, pero la visita de John Connolly en 2010 sin duda supuso un hito particular y sospecho que también para todos aquellos que se cruzaron en su camino. Comencemos por lo personal. Cuatro o cinco años atrás había coincidido por primera vez con el autor irlandés, de visita promocional a Barcelona con uno de sus “Charlie Parkers”, no logro recordar cuál -es lo que tienen las series, ejércitos que suelen admirarse por la fuerza épica del conjunto antes que por actuaciones individuales -pero sí que charlé con su responsable en un encuentro con lectores en la librería Negra y Criminal y que luego nos fuimos a cenar una paella en grupo por la Barceloneta, a tocar del mar. Se abusa del término “encantador”, un comodín empleado bajo cualquier comportamiento mínimamente afable, pero Connolly lo encarnó en todas sus letras. Con todo, mi impresión es que no hubo tiempo de conversar con calma y que este periodista pasaría a ese limbo donde moran tantos y tantos compañeros con los que el autor se topa fugazmente en sus giras internacionales. Craso error. Cuatro o cinco años después, cuando el escritor regresó a la Ciudad Condal invitado por Tusquets y el Comisario Camarasa, la primera imagen que dejó en el firmante es recibirlo en el hall de su hotel con un regalo: un pack de DVD con las dos primeras temporadas de una serie de televisión que recordaba haberle recomendado durante aquella lejana paella degustada junto a la playa.
Y ahora lo colectivo. Los asistentes al acto en el que Connolly presuntamente debía hablar del Mal en sus novelas y aprovechar de paso para promocionar su última entrega traducida, Los amantes, se toparon con una lección magistral sobre la naturaleza y las aspiraciones del género negro, donde cualquier mención a su propio universo fue orillada de cara a rendir tributo a su mayor inspiración, su dios particular, ese Ross McDonald que utilizó como hilo conductor para conducir al público a las entrañas del noir. La periodista Laura Fernández y un servidor éramos los teóricos encargados de entrevistarlo pero, a la hora de la verdad, nuestros cuestionarios fundidos en una larga cita desarrollada en una cafetería del centro de la ciudad quedaron en papel mojado y nos limitamos a ejercer de felices comparsas. Desde el minuto uno, Connolly se levantó, agarró el micro y durante una hora encandiló a todos con sus conocimientos y un punto de showman que sabe cuándo colocar los chistes y donde lanzar los dardos (Dan Brown fue crucificado con argumentos irrebatibles). Nunca este periodista, que ya ha participado en un buen número de actos en el festival, ha escuchado al público reírse tanto y romper a aplaudir con tata frecuencia (definitivamente esto sí es un hito). En la hoja de servicios del creador de Charlie Parker también cabe resaltar que mostró idéntico entusiasmo en una librería bien modesta de Terrassa el día antes (o el día siguiente), frente a 15 personas como mucho. Después hemos vuelto a coincidir en Dublín y en Madrid, me ha incluido en los agradecimientos de un libro de cuentos policíacos que editó porque simplemente le sugería a una autora, me ha regalado más DVD y animado a que le pida prestada su casa en Maine. Y todo esto ha hecho el hombre que quizá mejor ha teorizado desde la ficción sobrenatural sobre las raíces y los componentes del Mal.
 Blog Elemental | Primer informe, por ALEXIS RAVELO

Convertir las puertas de la casa en bibliotecas

Una opción sorprendente








Fuente:elplacerdelalectura.com

30.1.15

Distrito invertirá $900 millones en bibliotecas comunitarias

 27 bibliotecas comunitarias de Bogotá podrán impulsar los programas de promoción a la lectura y escritura, y fortalecer de manera integral sus servicios
Niño leyendo en una biblioteca comunitaria de barrio./Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte./elespectador.com

En el evento de clausura del Primer Encuentro de Bibliotecarios Comunitarios, que se llevara  a cabo -hoy- viernes 30 de enero en la Biblioteca Pública Virgilio Barco, la Administración Distrital, a través de la Secretaría de Cultura, recreación y Deporte, hará la entrega de estímulos por un total de 900 millones a 27 bibliotecas comunitarias de Bogotá.
El evento, ha contado desde el día de su inicio con la presencia de profesionales especialistas en formulación y gestión de proyectos, promoción de lectura, servicios bibliotecarios y escritura digital.
Desde el pasado 27 de enero, se lleva a cabo el Encuentro de Bibliotecarios Comunitarios, con el objetivo de impulsar los programas de fomento a la lectura y escritura, y fortalecer de manera integral los servicios de las bibliotecas.
En el evento, organizado por la Red Capital de Bibliotecas Públicas- BibloRed, un programa de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, también han sido entregadas dotaciones de libros, enseres y objetos digitales, con el objetivo que las enseñanzas puedan ser utilizadas como herramientas permanentes de gestión para el sostenimiento y desarrollo de estos espacios.
El acto especial del próximo viernes-hoy-, contará con la asistencia de Clarisa Ruiz, secretaria de Cultura, Recreación y Deporte, se llevará a cabo a partir de las 8:00 a.m., en las instalaciones de la Biblioteca Pública Virgilio Barco, ubicada en la Carrera 60 No. 57 – 60.

Los escritores en la República

 Hoy creo que debates de escritores en periódicos hacen parte de la democracia y de la literatura

El oficio de escribir, el oficio de transgredir y debatir./eltiempo.com
Hace ya medio siglo, la idea del compromiso de los escritores con la sociedad hizo carrera en Europa y América Latina, empujada por las teorías de Jean-Paul Sartre, expuestas en uno de sus libros menores: ¿Qué es la literatura? Muchos caímos por un tiempo en ese espejismo.
Desde entonces, el compromiso de escritores e intelectuales (los clérigos, según el célebre bautizo de Julien Benda) con las causas de la justicia pasó a ser argumento político de la izquierda. Un argumento incompleto: la condena de las atrocidades del nazismo dejaba de lado las atrocidades del comunismo y o gulag estalinista.
La historia es larga y ha sido muy contada. De una u otra manera, los escritores latinoamericanos nacidos entre los años 20 y 40 sentimos la presión moral y política del compromiso sartreano. La izquierda lo había convertido en imperativo, al tiempo que reducía la figura del intelectual a la de un perro que no dejaba de ladrarles a la burguesía y al capitalismo, incapaz de ladrar y morder al otro sistema en discordia: el comunismo y el “proletariado” en el poder.
Con el imperativo del compromiso se escribieron más obras malas que buenas. La carga ideológica desactivaba muchas veces el poder explosivo de la verdadera literatura. El predominio de lo político sobre cualquier otra expresión de la realidad le quitaba tres patas a la mesa. Lo político, entendido como un compendio de creencias partidistas, no es sino uno de los tantos elementos, el menos explícito.
Desde Malraux hasta Javier Cercas, pasando por Jorge Semprún o José Saramago, lo político está subordinado a la condición humana y no a los odios y esperanzas de una clase social, por justa que sea su causa.
La corriente del compromiso languideció y murió hacia los años 70 del siglo pasado. Ni la realidad era tan limitada, ni el compromiso de los intelectuales se reducía a la cacería de injusticias en la burguesía y el capitalismo. Tony Judt dejó un magnífico libro sobre las tendencias intelectuales de Francia en la segunda postguerra: Pasado imperfecto.
En casi todos los países de la órbita occidental, los escritores literarios empezaron desde hace al menos tres décadas a ocupar las páginas de opinión de publicaciones impresas y portales. Esta multiplicidad de pareceres ha llenado el hueco dejado por los liderazgos individuales, cuando las luces de un “maestro” iluminaban o encandilaban una época.
En Colombia, cada día es mayor el número de poetas, novelistas y ensayistas, académicos o autodidactas, que opinan de política en diarios nacionales y regionales. Esta opinión contrasta a veces con la de los especialistas. Una nueva especie de intelectual y escritor ejerce su “compromiso” ciudadano en los medios.
La universidad, que vivía encriptada en sus claves y lenguajes cifrados, está haciendo presencia en los medios con un lenguaje comprensible que no le ha exigido reducir la complejidad de las ideas. El oficio de escribir en los periódicos le devolvió su componente ético y publico a la función intelectual.
Hoy creo –después de haber sucumbido a la tentación del compromiso– que los debates de los escritores en los periódicos hacen parte de la democracia y de la literatura. Se atacan o defienden modelos de sociedad y sistemas políticos, pero la producción de herejes se ha reducido al mínimo. Solo las dictaduras los fabrican.
En su nuevo compromiso, el escritor, desdoblado en periodista, introduce en la agenda diaria cierta intemporalidad crítica, necesaria para no verse arrastrado por el vértigo de la información. Su desafío ya no es imponer un dogma, sino deshacerse de los que aún existen.

Fallece Collen McCullough, autora de ‘El pájaro espino’

La escritoria australiana muere a los 77 años en la isla de Norfolk. Saltó a la fama en 1977 al publicar la saga romántica que luego se adaptó a la televisión
La escritora australiana Collen McCullough. / Patrick Riviere./elpais.com
La novelista australiana Collen McCullough, que en 1977 saltó a la fama por su obra El pájaro espino, ha fallecido este jueves a los 77 años de edad en un hospital de la isla de Norfolk. También fue autora de novela histórica. Toda su obra suma 25 libros.
McCullough (Wellington, 1 de junio de 1937-Norfolk, 29 de enero de 2015) trabajó como neurocientífica en los Estados Unidos antes de dedicarse a escribir a tiempo completo. La saga romántica entre un sacerdote y una mujer, que a comienzos de los años ochenta fue adaptada como una miniserie de televisión, ha vendido treinta millones de ejemplares en todo el mundo. La miniserie fue protagonizada por Richard Chamberlain, como el sacerdote Ralph de Bricassart, y Rachel Ward, la hija de un granjero de la que se enamora el cura.
McCullough nació en Wellington y vivió en la isla de Norfolk, donde se casó y pasó la mayor parte de los últimos cuarenta años. Trabajó como neurocientífica en el Great Ormond Street Hospital de Londres antes de mudarse a los Estados Unidos como profesor e investigador en neurología en Yale donde escribió sus dos primeras novelas. Su primera obra fue Tim (1974), sobre el romance de una mujer de mediana edad con un discapacitado intelectual, fue llevada también al cine en una película protagonizada por Piper Laurie y Mel Gibson. Luego publicó El pájaro espino en 1977.
Pero McCollough no solo escribió novelas de amor, en 1990 cambia de género e inicia la saga A Creed of the Third Millennium publicada entre principios de la década de los noventa y el año 2007 sobre los emperadores romanos.
Su última novela Bittersweet fue publicada en 2013. En España, Ediciones B ha anunciado que el 15 de abril publicará esta novela bajo el título de Agridulce. Según la editorial, el libro supone el regreso de McCullough a la novela épica y romántica ambientada en Australia, "escenario de su obra más famosa".
Shona Marty, editora de HarperCollins, ha recordado que "fue una de las primeras escritoras australianas en tener éxito en el escenario mundial".

La resistencia del libro en papel

 El crecimiento del libro digital se estanca por segundo año y los expertos reconocen el error en sus previsiones 
Un niño lee un libro./ Stefka Pavlova./lavanguardia.com
¿Se había creado una burbuja en torno al libro digital? Una vez disipada la atracción de lo nuevo y el vértigo apocalíptico que se apodera de los seres humano ante toda innovación, los amantes del libro en papel pueden respirar tranquilos. Los pronósticos de que en el 2017 las ventas de libro electrónico en Estados Unidos superarían a las de papel no sólo no se cumplen, sino que los datos del 2014 confirman la tendencia, apuntada ya en el 2013, de que las cifras de crecimiento acelerado del formato electrónico siguen frenándose.

La venta de libros digitales apenas crece en el mercado estadounidense. Si en el primer semestre del año pasado había alcanzado el 23%, la cifra bajó en el último cuatrimestre hasta el 21%, según el último informe Nielsen Books & Consumers, publicado por la revista Publisher Weekly. En cambio, el libro impreso de tapa blanda subió del 42% al 43% en el mismo período y la tapa dura llegó al 25%. (El resto son audiobooks).

Por temas, los libros digitales más vendidos son los de misterio (32%) y de amor (36%), aunque también en este segmento el libro impreso mantiene su liderazgo (37% y 52%, respectivamente). El informe muestra que los libros digitales pierden terreno en literatura juvenil, a pesar de la buena acogida de series como Divergent o las obras de John Green (Bajo las estrellas).

El Nielsen Book Scan señala también un aumento de ventas en Estados Unidos del número de ejemplares impresos, con un alza del 2,4% en 2014 (635 millones de unidades), mientras en el Reino Unido bajaba el 1,3%. Dos informes más refuerzan la idea de que al libro en papel aún le queda una larga vida. Las librerías londinensas Foyles y Waterstones han anunciado que las ventas de libro físico aumentaron en Navidad un 8% y un 5% respectivamente respecto al año 2013, lo que llevó a la revista Time a preguntarse si el libro digital había dejado de ser un icono significante de moda.

"¿Prefieres un libro impreso o un e-book?" Esta es la pregunta que la editorial especializada en autoedición ArtGerust hizo a 1.600 jóvenes españoles de edades comprendidas entre los 15 y los 25 años. En el sector de la población más identificado con los tablets, videoconsolas y smartphones, el 65% de los jóvenes lectores prefiere el libro impreso al formato digital. ¿Los motivos? La venta de segunda mano, la textura del papel, su olor, la posibilidad de coleccionarlo, la de compartirlo o llenar las estanterías, la moda retro o que no tienen edad aún para tener una tarjeta de crédito con la que hacer sus compras on line...

El comportamiento de los jóvenes y los niños está alimentando el resurgimiento del papel: en EE.UU., las ventas de lo que allí llaman "young adult fiction" subieron un 12% en el 2014, mientras que la "adult fiction" cayó cerca de un 8%.

Como dato complementario, en el Reino Unido sigue el auge de libros físicos para niños y ahora uno de cada cuatro títulos que se vende es literatura infantil. Y para remachar, una autora cuyos vídeos en Youtube la convierten en una estrella seguida por millones de personas, publicó un libro, Girl online (ella puso la firma a un texto escrito por un "negro"): por cada libro digital vendió cuatro en papel.

La preferencia de los jóvenes por el papel la confirman otras encuestas. The Bookseller recoge que el 73% de los lectores entre 16 y 24 años prefiere el papel, otro sondeo de la consultora Nielsen señala que sólo el 20% de los norteamericanos de 13 a 17 años compra libros digitales, frente al 23% de los de 18 a 29 años y el 25% de los de 30 a 44 años. Como contrapunto, los expertos citan que el auge del libro físico en Navidad se explica porque pocos deciden regalar libros digitales.

En España, el libro digital es muy poco aceptado. Según la encuesta del CIS realizada a 2.477 personas mayores de 18 años el pasado diciembre, el 79,7% de los lectores asegura que prefiere leer libros en papel que en pantalla. El porcentaje sube al 80,1% en las edades de 18 a 24 años, mientras que el número de españoles que muestra su poca o nula predisposición a leer libros electrónicos en el futuro es muy alta: el 46,6%.

Núria Cabutí, consejera delegada de Penguin Random House, señala que "no es que el libro digital haya bajado en Estados Unidos, sino que ha dejado de aumentar al ritmo que lo hacía antes, con subidas del 20% o el 40%. Ahora sólo aumenta un dígito".

"Lo que sí está pasando -señala la editora- es que no se está cumpliendo la incorporación de los jóvenes y los niños al digital tal como se preveía, pues continúan comprando papel. Este segmento sigue en auge, favorecido por obras que son verdaderos fenómenos literarios".

¿Cómo quedará repartido? "En unos cuantos años, tal vez un 60% papel y un 40% digital, o un 50%-50%. Lo que sí tiene muy claro mi grupo es que hay que seguir invirtiendo en digital y nuestra estrategia va dirigida a cuidar muy bien los dos formatos. Creo que las cifras forman una curva normal en un momento en que un nuevo tipo de lectura se está introduciendo".

Hay más factores que explican la resistencia del libro físico frente al electrónico. Numerosos estudios señalan que lo leído en lectura analógica se retiene mejor en la memoria que si es leído en pantalla. Otro informe de la University of Texas Southwestern Medical Center señala que leer antes de dormir usando una pantalla activa, es decir, que emite luz (como la de las tabletas o smartphones), altera el ritmo biológico y puede provocar que tardemos más en conciliar el sueño al encontrarnos más activos, menos cansados y por lo tanto, predisponernos a un descanso menos reparador, con un 50% menos de melatonina.

El futuro -se inventarán nuevas tecnologías- es que quienes comparten la lectura en digital y en papel irá creciendo y cada lector elegirá el momento, el lugar, el género literario o el formato que desee a su conveniencia.

Cifras en EE.UU. y España

EE.UU.

El libro digital se estanca

En EE.UU., el libro digital empezó el 2014 con el 23% y acabó con el 21%

Sube el libro impreso

El número de libros impresos sube un 2,4%

ESPAÑA

Más lectores en papel

En España, el 79,7% sigue leyendo principalmente en papel y sólo el 11,1% lo hace en formato digital. El 8,7% los dos por igual

FUTURO

El 46,6% de españoles que conocen el libro electrónico dicen que es poco o nada probable que usen en el futuro el formato

JÓVENES

En España

El 80,1% de lectores españoles de entre 18 y 24 años prefiere el libro en papel

En Gran Bretaña

El 73% de los británicos de entre 16 y 24 años

En EE.UU.

Sólo el 20% de adolescentes de entre 13 y 17 años compra libros digitales.

FACTURACIÓN TOTAL

En España, el libro digital apenas llega al 3,7% de la facturación total

Emili Bayo, VI Premi Crims de Tinta con la novela 'Puta pasta'

Emili Bayo, ganador del VI Premi Crims de Tinta de RBA --dotado con 5.000 euros-- con la novela Puta pasta, un galardón que ha dado el pistoletazo de salida a la BCNegra en un acto la noche de este jueves
Emili Bayo, VI Premi Crims de Tinta con la novela  Puta pasta./lainformacion.com
Según ha informado la editorial en un comunicado, 40 novelas optaban al galardón, que ha tenido como jurado al escritor Carlos Zanón, el librero Paco Camarasa, la comisaria de los Mossos Cristina Manresa, el bibliotecario Jordi Canal y el editor Jordi Rourera.
Enmarcada de lleno en el género negro, es la historia de Marc Tramós, un negro literario en horas bajas que acepta participar en un robo cuando Verónica, una amiga de la infancia convertida en secretaria de un diputado, le convence de entrar en casa de éste y robar una bolsa con más de 12 millones de euros.
El jurado ha destacado la audacia y equilibrio con que se estructura la novela fraccionando la acción con tres puntos de vista que dan una perspectiva diferente a los hechos: el de Tramós, un inspector de Hacienda y el de un subinspector de policía.
"Bayo fusiona con originalidad y eficacia los elementos más reconocidos del género, personajes como la 'femme fatale', el protagonista inopinado y el cínico", ha expresado RBA .
Asimismo, la novela incluye un punto de humor y de farsa, así como referencias a los clásicos literarios y cinematográficos del género negro y policíaco.
La novela está ambientada en Barcelona y en parte de Lleida en 2010 y proyecta su foco crítico a la sociedad: un tiempo de crisis, corrupción, impunidad y personajes extraviados que no podrán ganar nunca.
Los ganadores de las pasadas ediciones han sido Marc Pastor ('La mala dona'), Carles Quílez ('La solitud de Patrícia'), Teresa Solana ('Negres tempestes'), Agustí Vehí ('Quan la nit mata el dia') y Andreu Martín ('Societat negra').

29.1.15

Juan Esteban Constaín ganó el Premio de Narrativa

Con su libro  El hombre que no fue Jueves, el escritor payanés fue el ganador de este galardón
 
Juan Esteban Constaín tiene 35 años y es columnista del diario El Tiempo. Su novela ganadora se titula  El hombre que no fue jueves./eltiempo.com
La historia de la posible canonización del escritor británico G. K. Chesterton es el hilo conductor del libro El hombre que no fue Jueves, del escritor payanés Juan Esteban Constaín, por el que se hizo merecedor del Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana, que se entregó ayer, en Medellín.
El galardón, en su primera edición, fue entregado en el Museo de Arte Moderno de Medellín. También fueron finalistas la cartagenera Margarita García Robayo, por Lo que no aprendí, y el bogotano Ricardo Silva, por El libro de la envidia.
Una bolsa de 40 millones de pesos y una escultura del maestro Hugo Zapata recibió el ganador.
Destacar la diversidad de sus orígenes y la variedad de sus temáticas, que reflejan el pulso de la actual literatura colombiana es el objetivo del premio, que en su primera edición es auspiciado por la universidad Eafit, el Hay Festival, el grupo Familia y Caracol Televisión.
La convocatoria fue abierta para libros publicados entre el 1.º de diciembre de 2013 y la misma fecha del 2014, y que hubieran sido escritos por autores colombianos o extranjeros con más de cinco años de residencia en el país.
El galardón recibió 112 propuestas, de las cuales siete eran libros digitales. Un total de 47 editoriales diferentes postularon destacados trabajos.
Constaín, así como Silva Romero, son columnistas de EL TIEMPO. Los tres autores finalistas son menores de 40 años (Silva Romero los cumple este año, mientras que Constaín cumplirá 36 y García, 35).
El jurado estuvo conformado por Piedad Bonett, Nicanor Restrepo, Darío Jaramillo Agudelo, Mario Jursich, Alexis de Greiff y el autor mexicano Enrique Krauze.

Sobre su obra

Constaín explicó a EL TIEMPO que fue por casualidad que encontró esta historia, mientras leía una noticia en un periódico argentino: se trataba de un curioso proceso de canonización que alguna vez se discutió en los corredores del Vaticano, al genial escritor británico G. K. Chesterton.
“Me pareció maravilloso; parecía como salido de una novela del propio Chesterton –relató el autor, antes del lanzamiento del texto en la pasada Feria Internacional del Libro de Bogotá–. Era increíble: una petición, elevada por los seguidores del maestro, para que la Iglesia iniciara el proceso de su canonización. ¡Y lo mejor es que Roma estaba dispuesta a tomársela en serio! Un amigo me dijo cuando estaba haciendo la investigación: ‘Falta el milagro’. Le respondí que no, que allí estaba: ‘Qué más milagro que los libros y el arte de Chesterton’ ”.
Constaín es historiador con énfasis en lenguas clásicas. En el 2003 publicó Librorum, obra filológica e historiográfica sobre los textos antiguos del Colegio Mayor del Rosario de Bogotá.
También escribió la novela ¡Calcio!, con la que obtuvo, en el 2010, el Premio Espartaco de la Semana Negra de Gijón (España), a mejor novela histórica.
Allí aborda el cuándo y el dónde se jugó el primer partido de fútbol. Es autor de Los mártires (2004), un libro de relatos sobre escritores, y El naufragio del imperio (2007).
Relatos suyos han aparecido en las antologías 27 escritores colombianos (Planeta) y Calibre 39. Así mismo, Constaín es docente universitario y conferencista.

El aleph del hambre

Martín Caparrós viaja por el mundo de la pandemia a través de siete países y más de 100 testimonios
El escritor Martín Caparrós, durante la presentación de su última obra,  El hambre. / Marta Pérez./elpais.com

El hambre es una cosa tan bestia que, pura defensa, no deja de ser comerse a sí mismo. Esa pandemia que cada cinco segundos le quita la vida a un niño menor de 10 años o que solo hoy mismo se llevará de manera directa o indirecta a 25.000 personas (más que el ébola, el sida y la malaria juntos) era la única sombra perenne que el cronista argentino Martín Caparrós se iba encontrando a lo largo de sus reportajes sobre migraciones, guerras… La imposibilidad de conseguir comida. No podía, pues, aplazarlo más. Y ahí, tras cinco años de trabajo, nació El Hambre (Anagrama), surgido de esa necesidad del gran periodismo de escribir para entender y con la idea “delirante y estúpida”, dice el autor, de abarcar un tema “del que todos sabemos más o menos y que suele arrastrar ese aire de cliché de niñería bien intencionada cuando se aborda”.
Afirma Caparrós (Buenos Aires, 1957) que el afán omnívoro por saber de todo lo que envuelve el fenómeno del hambre quizá le haya hecho construir una especie de aleph, caleidoscopio infinito desde el que puede seguirse la gente que sufre el hambre hasta quien especula con pingües beneficios con él, pasando por los que trabajan precariamente y duro para apenas paliarla. En cualquier caso, es un cartesiano paseo de más de 600 páginas en el que, para evitar “la pornografía de la miseria” si sólo se quedaba en explicar los jirones de vida de los necesitados o el “ladrillo ilegible” si caía en traducir los ingentes informes, ha optado por una mezcla entre el ensayo y la crónica. Con esa idea, cada capítulo transcurre en un lugar del mundo que ilustra un aspecto del problema, intercalados por una historia del hambre hasta nuestros días.
Todo empezó para el autor de El interior, Una luna o Contra el cambio y Un hiperviaje al apocalipsis climático cuando una joven madre de un pueblito en el fondo de la nada de Níger, le respondió que lo que le pediría a un mago sería una vaca para poder tener leche y hacer buñuelos y así comer y ganarse algo para comprar más comida. Cuando Caparrós insistió en que al mago le podía pedir cualquier cosa, le respondió: “¿Seguro? Pues dos vacas”. “Ahí me vino el tortazo: el horizonte del deseo más grande limitado por la miseria del hambre”, resume hoy el periodista. Níger le servía como ejemplo del supuesto “hambre estructural”, inevitable (terreno árido e inculto; sequías cíclicas…). “Pero esto tiene sentido hasta que sabes que el país es el segundo productor de uranio del mundo, que explotan los chinos, que no dejan nada ahí, claro”. En Níger, la gente necesita el 70% de su sueldo para comer, apunta Caparrós en su afán de convertir las cifras en conocimiento.
Si la India sirve al autor para denunciar el modelo claramente en desarrollo, sin hambrunas, pero que mantiene a buena parte de una población desnutrida (250 millones de personas) de manera endémica generación a generación, y Sudán del Sur como paradigma de los estragos que genera un conflicto armado infinito, Bangladesh es especialmente hiriente porque es el hambre “usado como instrumento para hacer funcionar la economía: es el segundo exportador mundial de tejidos, gracias a mujeres que trabajan 12 horas seis días a la semana cobrando 200 euros al mes; sin esa amenaza del hambre eso no sería posible”. Es aquí donde Amena le contará a Caparrós, si no se lo dice a nadie, su "secreto", hablando muy bajito: a veces, pone a hervir agua y le agrega algo, una piedra, una rama, cuando los chicos no miran. "Entonces ven que estoy cocinando algo y yo les digo que va a tardar, que se duerman un ratito, que después los despierto. Y entonces se duermen más tranquilos".
La parada en EE UU también permitió una triste carambola: la visita al Chicago Mercantile Exchange (la bolsa que decide el precio de los alimentos en el mundo, especulación financiera que alcanzó su último hito en 2008 con la crisis de producción de granos), y a uno de los pueblos con mayor porcentaje de obesos (un 37%, poco más que la media nacional). “Los gordos son los malnutridos de los países ricos: sus cuerpos descontrolados lo están por la comida basura, que consumen por su bajo precio”. En EEUU hay, fija Caparrós, unos 50 millones de personas en “inseguridad alimentaria”: no saben dónde comerán todos los días, algo que tamizan entidades privadas de beneficencia pero más organismos públicos, generando ese “asistencialismo clientelar” que el autor también halló en su Argentina natal, donde visitó uno de los grandes basureros de Buenos Aires, con gente alimentándose de productos (incluso aún congelados) ahí tirados (el 30% de la comida que se compra en un supermercado en España se tira; y de ése, la mitad sin consumir).
Cierra Caparrós su periplo por la miseria alimentaria (saldada con cerca de un centenar de testimonios) en Madagascar, que considera paradigma del hambre del futuro: grandes empresas y estados adquiriendo inmensas extensiones de tierras de cultivo, cuyos frutos se llevan directamente a sus países, restándolo de los propios lugares naturales donde, paradójicamente, necesitan la comida. Ahí, el campesino paga el kilo de arroz prácticamente al mismo precio que los ejecutivos de Chicago…
Hijo de psiquiatra y psicoanalista comunista y periodista que arrancó en la sección policial del diario Noticias en 1973 bajo las órdenes del combativo Rodolfo Walsh, Caparrós se pregunta a lo largo del libro “¿Cómo carajo conseguimos vivir sabiendo que pasan estas cosas?”. Él, que define el hambre como “la metáfora más violenta de la desigualdad en la que vivimos y toleramos vivir” lo tiene claro: “No soy neutral; con este tema creo que dejo claro que quiero pringarme; el libro no deja de ser un panfleto… obeso”, se permite como única concesión al humor.
En su opinión, la única solución para una tremenda injusticia (en el mundo viven 7.000 millones de personas y se produce comida para más de 12.000 millones) es “claramente política: se ha de implantar una forma moral de la economía que redistribuya la riqueza y luego hallar la fórmula política que permita esa economía moral”. Tiene claro que el argumento (capitalista) de implantar más desarrollo no garantiza la desaparición del hambre, “se estiran las desigualdades, como demuestra la India” y que las religiones fijan esta situación alimentaria: “Dios interviene sólo para justificar esas cosas; ya lo decía Teresa de Calcuta: ‘Hay algo muy bello en ver a los pobres aceptar su suerte, sufrirla como la pasión de Jesucristo’”.
Durante la elaboración de este artículo, un par de horas, han muerto unas 86 personas por hambre.

Ya no puedo vivir sin ti, Juan Ramón

El conmovedor diario de la escultora Marga Gil, que se enamoró en secreto del poeta y Nobel español, se publica 83 años después de quitarse la vida
Marga Gil Roësset, pintora y escultura española, en 1932. /elpais.com

“No lo leas ahora”. Fueron las últimas palabras que Marga Gil Roësset dijo a Juan Ramón Jiménez, en la casa del poeta en la calle Padilla, de Madrid, mientras dejaba sobre su escritorio una carpeta amarilla. Guardaba la revelación de su amor imposible por él, que la había llevado a una decisión fatal. Marga salió del despacho del escritor, fue a su taller, en el que había trabajado en los últimos meses, y destruyó todas sus esculturas, excepto un busto de Zenobia Camprubí, la esposa de su amado. “No lo leas ahora”… Abandonó el lugar para cumplir el destino que había previsto. Pasó primero por el Parque del Retiro; luego tomó un taxi hasta la casa de unos tíos en Las Rozas y allí se disparó un tiro en la sien.
Era el jueves 28 de julio de 1932. Ella tenía 24 años; él, 51. Ocho meses antes había conocido al poeta y a su esposa, con quienes entabló una sincera y afectuosa amistad. Pero en la joven pintora y escultora, a quien Juan Ramón y Zenobia llamaban “la niña”, también se desató en silencio una pasión amorosa no correspondida. Amenazadora. Hasta que ese amor colonizó toda su vida y la convirtió en tragedia.
“…Y es que…
Ya no puedo vivir sin ti
…no… ya no puedo vivir sin ti…
…tú, como sí puedes vivir sin mí
…debes vivir sin mí…”.
Ese deseo lo plasmó con su letra angulosa en una de las hojas de la carpeta que entregó a Juan Ramón Jiménez (1881-1958). Las escribió en las últimas semanas de ese verano. El autor le hizo caso. “No lo leas ahora”. Un poco de sombra cubrió su corazón para siempre. Un poco de luz salió de allí para su obra poética. Ese otoño del 32, él quiso rendirle homenaje publicando el manuscrito del diario de Gil, pero no pudo. En 1936, salió casi inesperadamente al exilio por la Guerra Civil. Ochenta y tres años después del suicidio de Marga Gil y de la voluntad de Juan Ramón Jiménez (JRJ), ese deseo del poeta se convierte ahora en realidad. Se titula Marga. Edición de Juan Ramón Jiménez y está editado por la Fundación José Manuel Lara. Suma un prólogo de Carmen Hernández-Pinzón, representante de los herederos de JRJ; un texto de Marga Clarck, sobrina de la artista, y escritos del poeta y su mujer sobre Marga Gil. Un relicario literario acompañado por facsímiles de las anotaciones de la escultora y varios de sus dibujos y fotos.
Una de las páginas del diario de Marga Gil Roësset. / EL PAÍS
Amor, silencio, alegría, desesperación, amor. El desconcierto se plasma en la nota que la joven dejó a Zenobia Camprubí: “Zenobita… vas a perdonarme… ¡Me he enamorado de Juan Ramón! Y aunque querer… y enamorarse es algo que te ocurre porque sí, sin tener tú la culpa… a mí al menos, pues así me ha pasado… lo he sentido cuando ya era… natural… que si te dedicaras a ir únicamente con personas que no te atraen… quitarías todo peligro… pero eso es estúpido”.
Esa confesión figuraba en aquel diario extraviado tantísimos años. Desde 1939, cuando tres asaltantes —Félix Ros, Carlos Martínez Barbeito y Carlos Sentís— robaron la casa de JRJ mientras se hallaba en el exilio. El poeta, quien ganaría el Nobel de Literatura en 1956, siempre estuvo inquieto por el destino de esos documentos. Siempre preguntaba por ellos a su gran amigo Juan Guerrero. Lo recuerda Carmen Hernández-Pinzón, hija de Francisco, sobrino del autor de Espacio y representante de sus herederos. Parte de ellos fueron divulgados en 1997 por el diario Abc. El suicidio de Gil afectó mucho a JRJ y a su esposa. “Los dos quedaron muy abatidos, y él no quiso escribir durante un tiempo. Nunca la olvidaron”, dice Carmen.
Ese “No lo leas ahora” es un asomo al amor que revitaliza la vida y, a su vez, esteriliza a quien no es correspondido, mientras vive de migajas secretas que son el triunfo de su existencia:
“…Y no me ves… ni sabes que voy yo… pero yo voy… mi mano… en mi otra mano… y tan contenta…
…porque voy a tu lado”.
Ahora todos lo saben. Y ella fue más que ese feliz y fatal susurro amoroso. “Quiero que se la conozca como la genial artista que fue y sigue siendo. Muchas estudiosas y especialistas en las vanguardias del siglo XX han dedicado su tiempo a investigar su obra”, cuenta Marga Clarck. La publicación del diario le parece importante, ahora que la figura de su tía se empieza a reconocer. Confía en que sirva “para que ella pueda navegar sola porque su obra es muy potente. Y Juan Ramón quería que ella pasara a la historia como artista”.
El poeta lo sabía. Ese amor desconocido era parte feliz de su vida, aunque no lo pidiera. Era suyo, también. Un rincón de su casa lo inmortalizó. Tras la muerte de Marga, mandó hacer un aparador de roble sobre el que puso el busto de Zenobia esculpido por “la niña”. La cara del amor de su vida cincelada por la mujer que no soportó vivir sin él.

JRJ y Marga en 2015

Monumento de amor, reunirá las cartas entre JRJ y Zenobia donde, además, se ve que se refería a Marga y su hermana como “las niñas” (Residencia de Estudiantes).
Escritos de Zenobia. (Fundación José Manuel Lara).
El silencio de oro. JRJ. Incluye una treintena de textos inéditos (Linteo), con edición de José Antonio Expósito.
Exposición: Lo de Marga. Fotografías de dibujos, esculturas y pinturas de la artista; artículos de prensa que hablan de su trabajo y textos de JRJ sobre ella.

Una espina es la pata

La semana pasada murió en París el poeta entrerriano, nacido en Mansilla, Arnaldo Calveyra. Su obra había empezado a difundirse con mayor vigor en la Argentina en los últimos años, y el propio poeta tendió puentes con la literatura y la escena poética local 

Arnaldo Calbeyra, poeta argentino, una semblanza de recuerdo./Pablo Piovano./pagina12.com.ar
Instalado en París desde los años 60, fue amigo de Julio Cortázar y a lo largo de los años consolidó una obra ascética y oblicua, un puente tendido entre culturas, territorios y lenguajes diferentes.Suele pensarse que la novela tiene mucho que ver con nuestro día a día: su progresión casi siempre lineal que va revelando misterios escalonados funcionaría como gran condensador de esa dirección única que significa vivir, en tanto seguir adelante. Tal vez la sensación provenga de esas lecturas relativamente largas que se leen de a poco cada noche, como una sombra diaria que se extraña cuando se termina. La lógica de la existencia, sin embargo, tiene mucho más que ver con la poesía. Por lo menos, con la poesía tal como hoy la entendemos: con su marcha imprevisible y su sentido relampagueante, a destellos, entre el caos y la confusión. A pesar de que (quizá por eso mismo) se la pretende mantener siempre relegada –como algo demasiado lejano, abstracto o fútil–, la comprensión nuestra de cada día acerca de la realidad y nuestro entorno tiene mucho más que ver con la poesía que con la novela.
La suma de vida y obra de Arnaldo Calveyra –sus encuentros y desencuentros–, que murió el jueves pasado a los 85 años en una París convulsionada y rodeada de incertidumbre –donde residía desde 1960, y cultivó la amistad de Julio Cortázar y Alejandra Pizarnik, entre otros– es una prueba rotunda.
Al igual que sucedió con el tango, el reconocimiento que en nuestro país se le asignó a Calveyra fue tardío: más si se tiene en cuenta que, más allá de las intuitivas excepciones de Carlos Mastronardi o José Luis Mangieri –quien publicó en Tierra Firme sus dos primeros libros (Carta para que la alegría e Iguana, Iguana) en una edición conjunta en 1988–, casi toda su obra se desarrolla y publica en la capital francesa (sobre todo en la prestigiosa editorial Actes Sud) donde lo condecoraron, ya en 1986, Chevalier des Arts et des Lettres.
Sin embargo, ese reconocimiento tanguero y tardío no debería atribuirse, como casi siempre se hace, a la desidia de la crítica y los editores. Es, por el contrario, otro efecto, otra peculiaridad de la poesía de Calveyra y de su sentido fulgurante. En cierta forma, su estilo construido a base casi de jirones reproduce la inestabilidad que significa escuchar una lengua ajena, rodear de a poco la esencia de un idioma desconocido. A pesar de que la mayoría de sus libros se publicaron (tradujeron) primero en idioma francés y luego en español, Calveyra nunca escribió en esa lengua, por una cuestión meteorológica: “Aun frecuentando durante tanto tiempo el francés, puedo afirmar que hay palabras cuya temperatura, hasta ahora, me resulta inasible. ¿Cómo usarlas entonces?”. Sin embargo, hay quienes aseguran que la traducción al francés potencia sus poemas y hay, por otro lado, en el uso que hace del español cierto extrañamiento de sentido. Está claro: hay que conocer muy bien un idioma para poder perderse en él.
De su segundo libro Iguana, Iguana se destaca un extraordinario capítulo llamado “Guía para un jardín de plantas” que se publicó alguna vez de manera independiente y empieza diciendo: “Con la fuerza de sus gritos, los niños están rayando el agua del lago”. Mientras insinúa ofrecer algo parecido a una visita turística al jardín botánico de París, Calveyra revela su propia poética, roza la gramática del mundo y cosquillea los grandes misterios universales.
Más allá de la fuerte y mentada amistad que compartieron durante años, es interesante la relación literaria que puede establecerse entre Calveyra y Cortázar. Si el gran tema de Cortázar son los pasajes continuos que hace fluir en cada una de sus historias –del sueño a la vigilia, de París a Buenos Aires, de las páginas de un libro al sillón donde se lo lee–, en Calveyra sucede lo mismo, pero no a nivel de las tramas sino en las propias palabras: “En este momento, cada paso que das es una palabra en el poema”.
La palabra poética de Calveyra es eso: un puente permanente entre “los arrabales de Villa Mantero, provincia de Entre Ríos” y algún arrondissement parisino; entre la lectura y la vida: un hombre leyendo una edición del texto sagrado del Ramayana en cuyas páginas acaso “ese hombre esté acostado leyendo”; entre la infancia y la adultez, como lo indica una de sus mejores frases que aparece más de una vez en su poesía con ligeras variantes y distintas personas gramaticales: “Cosas que le pasaron en la infancia le están sucediendo ahora: una herida en el anca derecha, una espina en la pata”; y entre el sueño y la vigilia: “Sueño que me despierto y sigo soñando dormido”.
También hay un pasaje verbal entre sus trabajos y su poesía: su libro Diario del fumigador de guardia, por ejemplo, es resultado de su experiencia laboral durante dos años en un insalubre muelle de fumigación en Ensenada donde convivía, literalmente, con las ratas.
Y la verdad es que hay algo de roedor en Calveyra: una escritura transitiva, inesperada, angulosa, imprevisible, de fantasmas y espejos que no se ven sino que se los piensa (espejos simbólicos, no imaginarios), que se mete por espacios tan estrechos como luminosos y suele incluir las palabras del silencio a partir de sus continuas elipsis: “Apagamos la luz porque la luna”, dice un verso de su primer libro Cartas para que la alegría, cuyo título es también una elipsis.
Más que difícil, resulta casi ingenuo hablar de la muerte de alguien que, como dice uno de sus poemas, sabía “los dos o tres gestos muy simples que hay que hacer para dejar de estar donde se está”.