Paradójicamente, ha sido este debate el que ha permitido que el conflicto que se vive en el país africano, permanentemente al borde de una guerra civil y azotado por la violencia de la secta radical islamista Boko Haram, concentre una atención mediática que hasta ahora le había sido negada. En apenas 24 horas, una campaña de Avaaz (plataforma online
de movilización ciudadana) ha recogido casi 900.000 firmas para lograr
una respuesta de la comunidad internacional y el Consejo de Seguridad ha
aprobado un texto condenatorio este mismo lunes.
El debate global sobre Nigeria está más candente que nunca, tal y como muestran las más de 470.000 menciones en Twitter
que ha acaparado el país africano en tan sólo una semana según la
herramienta de análisis Topsy, la mayor parte haciendo alusión a la
oleada de violencia.
Entre todas las informaciones, artículos y documentos que se han
compartido, hay una imagen especialmente comentada y compartida que
hablaría por sí misma de la crueldad y la barbarie que se está viviendo
en el norte de Nigeria a manos de los sádicos islamistas. La fotografía,
de una crudeza inusitada, muestra decenas de cuerpos calcinados
tendidos sobre el suelo después de haber sido supuestamente “quemados
vivos”, una atrocidad para la que el calificativo de “holocausto
monstruoso” como miles de internautas indignados están denunciando, se
quedaría corto.
Hace unos días, la foto comenzó a prender la red a través de tuits y
retuits indignados en varios idiomas impulsados con la ayuda de algunos tuiteros influyentes, pero en España es la web no oficial PabloIglesiasPodemos.es quien ha conseguido viralizarla a través un post en el que se denuncia
que mientras los medios estaban “ocupados “ con el atentado de Charlie
Hebdo, las dos mil personas “quemadas vivas” en Nigeria habían pasado
“inadvertidas”. En pocos días, el post ha sido compartido cerca de
73.000 veces en Facebook y más de 600 en Twitter
¿El problema? Que la noticia es falsa. En realidad, no es cierto -o
no se puede demostrar- que 2.000 personas fueran “quemadas vivas” en el
país africano. Pero sobre todo, esa imagen no se corresponde con un
presunto crimen de lesa humanidad perpetrado por ningún grupo extremista
nigeriano, sino que fue tomada tras un terrible accidente que tuvo
lugar en la República Democrática del Congo unos años antes.
La verdad detrás de esta foto la contaba la agencia de noticias Reuters en su momento:
un camión cisterna cargado de combustible estalló cerca de un lugar en
el que decenas de personas se habían concentrado para ver un partido del
Mundial de Sudáfrica el 3 de julio de 2010, desatando la tragedia. Algo
menos explícitos, estos vídeos de Reuters, Russia Today y CNN permiten apreciar los dolorosos momentos en los que fue tomada la imagen.
Una rápida búsqueda en Google
muestra cómo, desde entonces, la instantánea ha aparecido intermitente
en blogs y publicaciones en redes atribuyéndola a atroces crímenes
cometidos en Nigeria. Curiosamente, la mayor parte de las denuncias que
usan esta imagen hacen referencia a la persecución a la que viven
sometidos los cristianos en un país gobernado desde hace años por la sharia.
El bulo ha sido desmentido en repetidas ocasiones,
aunque con mucha menos repercusión. La periodista experta en
información sobre el continente africano, Rosa Moro, fue una de las que
lo cuestionó durante uno de sus picos mediáticos en 2012. En su blog, África en Mente, se pregunta si el fin de reproducir este tipo de informaciones “es solo denigrar el Islam”.
Moro explica que la imagen ya había sido usada en abril de 2011 por
varios medios del África Occidental hablando de una supuesta masacre
contra cristianos ocurrida en Duékoué, Costa de Marfil. “Nunca hacemos
caso a los medios africanos, salvo que reproduzcan las mentiras que nos
gustan”, escribía en su blog.
Sin embargo, el rastro de esta leyenda urbana apunta a España como uno de los focos de su viralidad. Tal y como explica la web Hoax Slayer, la imagen fue reproducida hasta la saciedad después de que comenzara a circular una carta falsa del misionero Juan Carlos Martos,
en la que vuelve a denunciar los supuestos crímenes de odio religioso.
El eco mediático fue tal que la orden de los claretianos se vio obligada
a desmentir la autoría de la carta.
Pero el bulo se resiste a morir. Parte de la culpa reside en la
complejidad de entender un conflicto enquistado desde hace décadas en
Nigeria, que ha dejado miles de víctimas, la primera, la información.
Esta dificultad para acceder a indagaciones que lleven a una información
veraz ha provocado que ni siquiera se pueda hablar de una cifra oficial
de muertos.
Según la BBC,
en los últimos ataques perpetrados en Baga, cerca de la frontera del
Chad, donde la violencia se ha manifestado más violentamente en las
últimas semanas, muchos de los ataques solo se conocen a través de vagas
manifestaciones en las redes sociales: “en Baga se escuchan tiros”. Y
luego está el silencio institucional en un país cuyas autoridades
ofrecen la información con cuentagotas y que tiene las elecciones a la
vuelta de la esquina.
Los que sí se han atrevido a dar cifras son Amnistía Internacional,
que fueron los primeros en hablar de 2.000 muertos en lo que va de año.
La organización se valió de la interpretación de unas imágenes satelitales de la zona
que muestran zonas completamente arrasadas después de la última oleada
de violencia nada más comenzar 2015. En las imagenes se aprecian aldeas
enteras arrasadas después de que se hubieran incendiado la mayor parte
de sus casas -lo que explicaría el rumor de las personas quemadas vivas–
pero Amnistía reconoce que es muy difícil dar información veraz en un
lugar del que hasta el ejército nigeriano ha huído y donde los
testimonios se contradicen continuamente.
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