30.11.11

Google recuerda a Mark Twain en el 176 aniversario de su nacimiento

Ha querido homenajear este miércoles con un doodle al escritor y periodista estadounidense
Así fue el homenaje de Google. foto.fuente:eltiempo.com

Este miércoles se cumplen 176 años del nacimiento Samuel Clemens, conocido como Mark Twain.

El buscador ha transformado su logo con un dibujo en el que aparecen varios niños pintando la palabra Google sobre una valla, en lo que es una referencia a los personajes infantiles que pueblan las novelas de Twain.

El escritor (1835-1910) dejó un prolífico legado literario, con títulos como Las aventuras de Tom Sawyer, Huckleberry Finn o Príncipe y Mendigo, que le hizo acreedor del título de "padre de la literatura norteamericana", tal y como le definió William Faulkner en 1955.

Guadalajara, escaparate del talento literario en español

Hasta el próximo 4 de diciembre se celebra en México la XXV edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, FIL


















Este año Alemania es el país invitado de la que es la cita literaria anual más importante en lengua española.

La FIL 2011 cuenta con la presencia de más de 1.900 editoriales de 43 países y mantiene la vocación de encontrar a los nuevos talentos de las letras en castellano.

Recorra la Feria de Guadalajara de la mano del corresponsal de BBC Mundo en México, Ignacio de los Reyes.

fuente:BBC Mundo

Todos contra la Academia

La discusión entre un periodista uruguayo y la Real Academia ha generado una movilización en Internet de 23.000 personas que se preguntan: ¿quién es el dueño de la lengua española?
La pesada de la Real Academia de la Lengua Española. foto.fuente:revistaarcadia.com

"Ustedes hacen intimidaciones judiciales por correo electrónico", le pregunta el periodista uruguayo Ricardo Soca, creador del sitio web elcastellano.org y del boletín La palabra del día, a Alex Calvo, del departamento jurídico de Planeta en Barcelona. "¿Disculpe? —le responde Calvo— Fue simplemente un requerimiento para poner en conocimiento del administrador de la Web el contenido que nosotros habíamos encontrado". "¿Y qué autoridad tienen ustedes para actuar en nombre de la Real Academia? —continúa Soca—. "Bueno, una autorización expresa de la Real Academia para actuar en su nombre", dice Calvo.

La conversación —que se puede oír en elcastellano.org— fue el detonante para la más reciente disputa por el idioma español, que empezó hace unos meses cuando Soca subió a su sitio web los avances de la vigésimo tercera edición del Diccionario de la Real Academia Española (Rae), tomados de la página de la Academia, que se publicarán en el 2013 para celebrar los trescientos años de su fundación. En un correo enviado el 15 de septiembre, la Rae y el Grupo Planeta pidieron a Soca retirar los avances en menos de 72 horas y lo acusaron de violar el Código Penal español. Luego vino la llamada y Soca retiró los contenidos. Pero el debate continuó por cuenta de dos preguntas incómodas: ¿Quién es el dueño de la lengua española? y ¿qué tiene que ver Planeta en todo este lío?

¿Quién es el dueño de la lengua española?

Las casi 23.000 firmas que hoy respaldan la petición en línea "La lengua es de todos, no de las corporaciones" —la primera firma es la de Soca y cada semana hay aproximadamente 8.000 más— parecen responder: la lengua es de los quinientos millones de hispanohablantes. El mismo Soca dijo a Arcadia que considera innecesarias las academias: "La función de la lengua es comunicar. La necesidad de entendernos opera para hablar correctamente" y puso como ejemplo el inglés, "la lengua más poderosa del mundo", que no requiere de una academia ni tiene problemas de unidad.

La afirmación de Soca es polémica si se tiene en cuenta que la función de la Academia es, precisamente, fijar las fronteras entre el ser y el deber ser, es decir, incorporar el uso lingüístico a la norma. Para el ex director de la Rae, Víctor García de la Concha, "la Academia abre los ojos y abre los oídos y oye lo que se dice y lee lo que se escribe".

Así ha sido durante más de trescientos años, desde que en 1713 el Marqués de Villena creó una Academia del Idioma Español que un año después recibió la aprobación del rey Felipe V y pasó a llamarse Real Academia Española. El primer capítulo de sus Estatutos decía: "Siendo el fin principal de la fundación de esta Academia cultivar y fijar la pureza y elegancia de la lengua castellana, desterrando todos los errores que en sus vocablos, en sus modos de hablar, o en su construcción ha introducido la ignorancia, la vana afectación, el descuido y la demasiada libertad de innovar". Hoy el papel de la Rae —sin importar lo conservador y autoritario que parezca— se mantiene intacto.

Tener clara su función y repetirla una y otra vez durante tres siglos, le ha servido a la Academia para enfrentar todo tipo de discusiones, como la selección de las palabras que harán parte de su Diccionario, pero también para fortalecer el concepto de unidad nacional. Esto ya ocurría desde los tiempos de Felipe V, el primer monarca de la Dinastía de los Borbón en España, antes gobernada por los Habsburgo. Entonces el Imperio no pasaba por su mejor momento y para el Rey eso se debía a la división territorial, política, monetaria y lingüística, por lo que decidió unificarlo y centralizarlo. Una de sus primeras medidas fue, justamente, la implantación del castellano como lengua oficial.

Para comienzos del siglo XIX, la actividad de la Academia estaba fundamentada en lo que la filóloga española Silvia Sénz llama "el mito de la lengua perfecta" que, apoyado en la historia de la Torre de Babel, consideraba que había una corrupción en la lengua coloquial que debía someterse a un proceso de limpieza realizado por una autoridad superior. Y ese papel debía cumplirse no solo en España, sino también en las recién independizadas repúblicas en proceso de construcción de una identidad política y cultural. No es exagerado suponer que ese ideal de conservación del idioma viniera acompañado de un afán español por no perder su influencia y pactos comerciales con Hispanoamérica.

De todas formas, para cuando en 1870 la Real Academia Española autorizó la creación de academias americanas, en Colombia ya existía un grupo de intelectuales y políticos apasionado por el estudio de la lengua. El escritor Juan Esteban Constaín comenta que más allá de los intereses de ambas partes —muchos en Colombia querían restablecer vínculos con España— y de lo anacrónicos y acartonados que pudieran resultar aquellos intelectuales, hicieron aportes significativos a la filología como las Apuntaciones críticas sobre el idioma de los bogotanos de Rufino José Cuervo.

Aunque desde su creación, en 1871, la Academia Colombiana se mostró como una institución autónoma y cumplidora de la defensa del idioma, al parecer la Rae no confiaba demasiado en el trabajo de sus filiales ni en los americanismos que aquí se descubrían. "Este statu quo no variará hasta finales del siglo XX, cuando España redescubre el valor estratégico de la lengua como compañera de lo que se ha dado en llamar la reconquista económica española de América", escribió Sénz. Algo distinto piensa Teresa Morales, miembro de la Academia Colombiana de la Lengua, para quien el cambio en los años noventa obedeció a un afán de la Rae por mirar a un continente que mantiene vivo el idioma. La Rae —explica Morales— se dio cuenta de que estaba dando órdenes que nadie iba a cumplir. De allí vendría ese giro hacia América y ese tímido intento de inclusión del habla latinoamericana a la norma española.

¿Qué tiene que ver Planeta en todo este lío?

La respuesta a la segunda pregunta que plantea el caso Soca está ligada al presupuesto de la Rae, una institución de carácter público-privado que, según lo explica García de la Concha, alcanza los seis millones de euros al año. De esos, algo menos de la mitad corre por cuenta del Estado español y el resto llega a través de la Fundación Pro Rae, creada en 1993, que incluye a personas y corporaciones. La lista es larga: empresas como Repsol YPS, Grupo Santander y BBVA están allí. Lo que no se termina de entender es por qué entre el grupo de benefactores aparecen Espasa Calpe y Telefónica, dos empresas que, en realidad, tienen una relación comercial con la Rae. Y lo mismo se podría decir del Grupo Prisa, que también aparece como benefactor y ha tenido negocios con la Rae.

Francisco Solé, presidente de Planeta para América Latina, explicó a Arcadia: "El Grupo Planeta, a través de su sello Espasa, es una de las editoriales que colabora habitualmente y no en forma exclusiva con la Rae y las academias americanas, en especial, en grandes obras como el Diccionario, la Gramática y la Ortografía. La editorial Espasa publica obras de la Rae desde hace muchas décadas". Pero colaboración no es exactamente la palabra que define el contrato entre Planeta, la Rae y las 22 Academias americanas que, como cualquier negocio editorial, beneficia a la casa editora. Y este no es cualquier negocio, pues las publicaciones de la Rae —el Diccionario de la lengua, el Panhispánico de dudas, el de americanismos, la Ortografía y la Nueva gramática— son referencia obligada en el mundo hispanohablante.

Telefónica, la empresa que a finales de este año lanzará el nuevo portal de la Rae, también es parte del negocio. No todos coinciden con la Academia cuando dice que sus contenidos en línea están disponibles: "La explicación más plausible —escribió el periodista argentino Jorge Fondebrider— la encuentran en la privatización, disfrazada de patrocinio, que Telefónica lleva a cabo en connivencia con la Real Academia, una institución financiada con fondos públicos". El autor asegura que las acciones contra Soca son apenas el comienzo de la centralización de las obras de la Academia en un portal, que solo concederá licencias a quien las pague.

La pregunta de Soca es:"¿Por qué si la Rae es una institución financiada con dineros públicos no pone esos contenidos al acceso de todos" Para él es claro que la Rae comparte las políticas de Estado del Reino de España, al concebir la lengua como una herramienta geopolítica para abrir camino en el mercado latinoamericano. A eso se refiere Sénz cuando habla de la reconquista española.

Esto es una Academia

Para Juan Esteban Constaín nada es más fácil que criticar a la Academia: no es liberal, ni abierta ni tolerante. Todo lo contrario: es conservadora y jerárquica. Le da importancia a la tradición, no se deja obnubilar por las novedades y entre sus filas no acepta muchos jóvenes o mujeres. Sin embargo, definirla únicamente como una institución de mercenarios en busca de poder económico es desconocer la importancia intelectual de quienes han hecho parte de ella. "Puede que sea un baluarte del conservadurismo —dice Constaín— pero las academias son para eso".

Eso se puede ver en los estatutos de 1713 o en los del 2001. También en frases como la siguiente dicha por Jesús Arango Cano en su discurso de posesión a la Academia Colombiana en 1993: "En tiempos más o menos recientes empezó a surgir un modo muy singular de hablar entre gamines, hippies y marihuaneros…". Se puede ver en el poco caso que se le dio a valiosos diccionarios alternativos como el de la española María Moliner, o en el tono del correo enviado a Ricardo Soca (que él no duda en llamar "mafioso"). Y por supuesto se puede ver en extrañas normas como aquella que obliga en pleno siglo XXI a anteponer el "don" al nombre de la persona que resuelve las dudas idiomáticas por teléfono.

Sin embargo, las academias continúan. En Colombia, sus miembros (que cuando son de número son vitalicios) se reúnen dos veces al mes en sesiones ordinarias para discutir a partir de un tema que propone uno de los académicos. Antes de cada sesión se hace una invocación a Dios. Luego, una vez a la semana las comisiones estudian temas específicos. Por ejemplo, la de lingüística revisa las palabras que entrarán al Diccionario de Colombianismos y que son enviadas por corresponsales regionales. Para que la palabra se acepte debe estar respaldada no solo por el uso, sino por su aparición en la literatura. Teresa Morales recuerda que escritores como Tomás Carrasquilla son fundamentales para encontrar y definir palabras. Finalmente, los americanismos son enviados a España en busca de aprobación. La Rae, a su vez, cuenta con un software que le permite registrar cualquier nueva palabra en español que aparezca en un periódico o revista. Y el proceso de selección empieza otra vez.

La de las Academias de la lengua es una historia que termina donde empezó, es decir, en 1713 cuando se decidió que su escudo debía ser un crisol puesto al fuego con la leyenda "Limpia, fija y da esplendor". La lista de señalamientos en su contra es amplia y en la mayoría de los casos justificada, pero si de algo no se le puede acusar es de haber incumplido aquel lema. Ese es, sin duda, su as bajo la manga.

Pequeñas acrobacias narrativas

Ana María Shua vuelve al microrrelato, ese género que hizo de la brevedad máxima su premisa, y presenta en Fenómenos de circo una galería de extravagantes personajes que desafían los límites de lo humano
Ana María Shua, escritora cuasi especializada en la denominda Minificción, publica Fenómenos de circo. foto:Eduardo Carrera.fuente:adncultura.com

Quizá todo sea circo, como lo afirma Ana María Shua en su último libro de microrrelatos, y los arduos esfuerzos por adaptarse a las exigencias sociales no sea más que la preparación para un espectáculo en el que, aunque "todos creemos ser espectadores, nada sabemos del público que nos mira divertido". Estas ideas e imágenes tan breves como generosas en sus sentidos son el espacio de juego del microrrelato, género que Shua ha abordado en varios libros. En Fenómenos de circo logró por primera vez extraer de un solo tema todas sus aristas. Un recorrido por la historia, una exhaustiva mirada a los oficios y a los animales, la más impresionante colección de freaks y una exploración por las posibilidades metafóricas del circo (escritura, mito, imagen del mundo y de la vida) forman las secciones de este conjunto de breves narraciones, que incluye, además, un apéndice en el que las biografías de los personajes que aparecen en los cuentos prueban que la literatura debe ser más tímida que la realidad para no resultar inverosímil. "Empecé el libro un poco por casualidad, como pasa siempre con la literatura. El País, de Madrid, me pidió un microrrelato y escribí sobre un mago con serrucho. El mago me llevó a un trapecista, después a un contorsionista. Hacía mucho que intentaba escribir un libro del género con un solo tema, pero no lograba reunir suficientes cuentos. En el circo encontré una veta amplia y poco explorada. Primero agoté las ideas convencionales y después empecé a investigar, a enterarme de su historia y de personajes increíbles. El libro se enriqueció mucho con la investigación."

-¿Recurriste a recuerdos personales?

-Es lo primero que aparece. Aunque, en realidad, desde chica el circo me produjo una sensación contradictoria; entre la música alegre, los brillos, las lentejuelas y el deterioro, la precariedad, el terciopelo un poco raído. Mi recuerdo de infancia más intenso es el olor: los animales encerrados, la humedad de la carpa. Son imágenes de circos pobres en los lugares de veraneo. Si uno prestaba atención, notaba que el trapecista también era el domador y el mago era el que cobraba las entradas.

-En el prólogo se expone el ansia secreta de violencia de todo espectador, que contradice la idea de que el circo es sólo un entretenimiento.

-La posibilidad del fracaso es constitutiva de la fascinación por un espectáculo riesgoso. Ahí hay un tipo de placer morboso muy fértil literariamente. En el texto imagino un circo donde todo falle: que el trapecista se caiga, que las fieras se coman al domador. El fallo es central en la literatura. La felicidad puede propiciar la lírica, pero no la narrativa. Cuando todo sale bien no hay nada que contar. Se necesita el error, la falla y, sobre todo, la conciencia de la finitud de la vida para que haya literatura.

-¿Cómo explotaste las posibilidades narrativas de los oficios circenses?

-Me detuve en la quintaesencia de cada uno. Descubrí, por ejemplo, que el núcleo de la risa del payaso es el fracaso: entonces apareció uno tan habilidoso que fracasa incluso en hacer reír. Otro hallazgo fue el drama de los tragasables, cuyo acto es verdadero, no hay truco, pero sólo pueden exhibir lo exterior de la proeza, cuando lo interesante ocurre por dentro. Tienen que inventar métodos para probar su veracidad. Muchos han muerto. Así encontré la historia del que se tragó un tubo de neón y lo encendió, con tanta mala suerte que ante la ovación del público hizo una reverencia y el tubo estalló dentro de él.

-Una de las secciones más impresionantes es la de la exhibición de freaks , siempre al límite de la corrección política. ¿Cómo los buscaste?

-Aparecieron en Internet y en un par de libros. Como la biografía de Joseph Merrick, el Hombre Elefante. Por supuesto me producen horror y fascinación. Me apena que la corrección política haya quitado a estas personas esta posibilidad de trabajo. Estudiando sus vidas me di cuenta de que gente común y corriente a la que le tocaba un envase defectuoso encontraba en exhibirse la posibilidad de ser importante, de ganar dinero y mantener a su familia. Muchas veces pudieron casarse y tener hijos, llevar vidas en cierto modo normales. La "bondad" de la corrección política les cerró esa posibilidad.

-Muchos cuentos recurren a la hipérbole de un acto circense que, en textos tan breves, permite saltar en una sola frase del realismo a la literatura fantástica.

-Más que un recurso del microrrelato es una predilección personal. También hay en el género autores realistas, como Eduardo Galeano. Los españoles suelen ser más realistas que los latinoamericanos, que tenemos una fuertísima tradición fantástica. Entre mis lecturas iniciales están la famosa antología de Borges, Bioy Casares y Silvina Ocampo, y otra maravillosa colección, la Antología del cuento extraño , de Rodolfo Walsh.

-¿Cómo te interesaste en el género?

-En 1985 trabajaba en una empresa de publicidad junto con el poeta Ramón Plaza, que me regaló una colección de la revista mexicana El Cuento , editada por Edmundo Valadés. Tenía muchos relatos brevísimos de escritores latinoamericanos de entonces. Valadés era un cultor del microrrelato y organizaba un concurso permanente. En esa época no era un género distinto del cuento, sino una posibilidad más que habían empleado muchos de nuestros maestros: Borges, Cortázar, Denevi, Bioy Casares, Anderson Imbert. Me pareció natural escribir algunos y los envié con una carta al concurso. No me publicaron ninguno, pero sí publicaron la carta.

-Ahora no sólo se lo considera un género sino que hay congresos y encuentros de sus promotores. ¿A qué se debe esta popularidad?

-Hace unos veinte años la crítica lo definió como género aparte del cuento. Ese casillero propio lo transformó en un terreno inexplorado para los trabajos académicos. En varias universidades iberoamericanas se empezó a escribir sobre él. Internet también fue un espacio de difusión adecuado, porque es ideal para leer en pantalla. Este auge es más importante en España, donde las editoriales lo acompañan. En América latina yo soy una de los poquísimos escritores que tienen libros de microrrelatos. Hoy reina la novela y tanto el cuento tradicional como el cuento corto tienen dificultades. Se dice que el cuento breve es ideal para esta época en la que nadie tiene tiempo de leer textos extensos, pero las listas de best sellers lo desmienten. La literatura más popular es la novela de más de quinientas páginas. Paradójicamente, es más fácil leer novelas, en las que uno se familiariza con los códigos y los personajes, y luego puede entrar y salir con cierta facilidad. Cada microrrelato, en cambio, es un pequeño mundo con sus reglas. Tan pronto como se descifran el cuento terminó. Estos libros no son para leer de una sentada. Como la poesía, requieren de mucha atención.

Fenómenos de circo

Ana María Shua

Emecé

204 páginas

$ 79

La decadencia de las palabras

"Es cierto, sin embargo, que muy pocas veces las palabras han valido menos que hoy. Se trata de una paradoja, puesto que cuanto más hablamos y escuchamos hablar menos parece valer lo que decimos"

"Pero toda sombra es, al fin y al cabo, hija de la luz y solo quien ha conocido la claridad y las tinieblas, la guerra y la paz, el ascenso y la caída, solo ese ha vivido de verdad". foto:internet.fuente:elpais.com

"Acojamos el tiempo tal como él nos quiere", esta es la cita de Shakespeare que Stefan Zweig elige como pórtico de su libro de memorias, El mundo de ayer; un libro en el que habla de esa generación que vivió entre las dos guerras haciendo suyo el sueño de una Europa unida por el arte y la cultura. La última generación capaz de creer en el ser humano, como se afirma en la contraportada del libro.

¿Es verdad esto? ¿Podemos afirmar que la crisis de la razón y de la cultura es tan grande hoy en día que ya no es posible un sentimiento así? Vivimos en un mundo convulso y complejo, lleno de flagrantes injusticias, pero no es peor que el que le tocó vivir a Stefan Zweig, y basta leer su libro para ratificarlo. Puede que exista, sin embargo, una diferencia esencial. Leyendo a los escritores de ese tiempo, se tiene la impresión de que en el nuestro hemos dejado de creer en el valor de las palabras. Stefan Zweig pertenece a un mundo que pensaba que los escritores tenían algo que decir y que, por lo general, contribuían con sus libros y artículos a mejorar las cosas; mientras que hoy día no me parece que nadie piense nada parecido.

Zweig era un heredero de la Ilustración e, influido por el psicoanálisis, estaba convencido de que bastaba con nombrar los problemas para que estos empezaran a resolverse. Su libro está escrito en el año 1942, cuando el nazismo extiende su red fatal sobre toda Europa, y, a pesar de todos los horrores que narra, está lleno de esperanza. Es cierto que unos meses después de terminarlo se suicidará con su mujer en Brasil, pero no lo es menos que cuando tiene que elegir las palabras que van a cerrar sus memorias, y su propia existencia, elige unas que afirman el poder sagrado de la vida: "Pero toda sombra es, al fin y al cabo, hija de la luz y solo quien ha conocido la claridad y las tinieblas, la guerra y la paz, el ascenso y la caída, solo ese ha vivido de verdad".

Es cierto, sin embargo, que muy pocas veces las palabras han valido menos que hoy. Se trata de una paradoja, puesto que cuanto más hablamos y escuchamos hablar menos parece valer lo que decimos. En nuestro tiempo, el lenguaje no solo se utiliza para ocultar la realidad, sino que nadie se hace responsable de lo que dice, por lo que ha dejado de extrañarnos que alguien pueda afirmar hoy justo lo contrario de lo que opinaba unos días atrás.

Y es en la política y en los medios de comunicación donde estos vicios han adquirido un descaro mayor. Miguel Delibes escribió hace años que la misión del escritor era la convocatoria de la palabra, y convocar la palabra es algo más que una actividad estética, tiene un valor moral. Al hablar o escribir buscamos hacer posible un espacio de conocimiento, responsabilidad y alegre locura, un espacio deencuentro con los demás. Son las palabras las que vuelven habitable el mundo.

Ser hombre es vivir en el lenguaje, alimentarse de palabras. Símbolo, según Covarrubias, viene de symbolum, que significa señal para reconocerse, aludiendo a una tablilla que, repartida entre dos o más personas, estos debían completar al encontrarse para identificarse entre sí. El origen de nuestro pensamiento es esa falta. O dicho de otra forma, hablamos con los demás, y les hacemos hablar, tratando de recibir de ellos lo que nos completa. No creo que hoy día muchos esperen algo así de los escritores. Se espera, a lo sumo, que amenicen las sobremesas de los políticos y de los medios de comunicación. En estos últimos años hemos asistido a una pérdida indiscutible del prestigio del universo del libro. Los cambios se han sucedido a una velocidad de vértigo, y el hombre actual apenas ha tenido tiempo para asimilarlos. No me refiero solo al hombre que podríamos considerar común. También entre el hombre culto de hoy y el de hace unas décadas hay diferencias esenciales. Hoy día, por ejemplo, sería difícil encontrar a un hombre, por muy culto que fuera, que conociera el latín y el griego, que pudiera recitar de memoria a Homero o a Virgilio, o ciertos monólogos de Shakespeare.

Las lecturas se suceden, pero nadie parece interesado en demorarse más de la cuenta en un libro, ni en aproximarse por tanto a ese ideal de lectura que le hacía afirmar a Joyce que el libro verdadero era aquel que exigía al lector que entregara su vida a la tarea de leerlo. El lector que alimenta con su elección las listas de libros más vendidos en nada se parece a ese misterioso lector del que hablara Lezama Lima, que llega a tener para una sola lectura la presencia y esencia de todos sus días.

Las mismas páginas de cultura de los periódicos, como hace poco denunciaba con lucidez Juan Goytisolo, cada vez se parecen más a las páginas de ocio o a las revistas del corazón, como si todo su afán fuera complacer a los que no leen en vez de a esos discretos lectores de los que hablaba Joyce. La abundancia de novedades, la inserción decidida en una cultura de la compra y el desecho, hacen incluso de esa figura improbable del lector de hoy algo bien distinto de lo que podía ser hace años. Es uno de los nombres más de ese acumulador insaciable en que se ha convertido el hombre occidental. Nunca este se ha movido más por lo que ve, lo que puede poseer de manera inmediata. "El materialismo, ha escrito Borges, dijo al hombre: hazte rico de espacio. Y el hombre olvidó su propia tarea. Su noble tarea de acumulador de tiempo. Quiero decir que el hombre se dio a la conquista de las cosas visibles. A la conquista de personas y de territorios. Así nació la falacia del progreso. Que el hombre vuelva a capitalizar siglos en vez de capitalizar leguas. Que la vida humana sea más intensa en lugar de ser más extensa".

La pérdida de prestigio y autoridad de la institución literaria parece indiscutible en nuestros días. Pero ¿y si esto no fuera tan malo? ¿Y si favoreciera el nacimiento de una relación distinta con los libros, aquella que por otra parte es la que siempre han tenido con ellos todos los verdaderos lectores? ¿Y si ese olvido general les estuviera favoreciendo, si favoreciera a los escritores, que olvidados de ese papel social pueden concentrarse de una forma más decisiva en su propia tarea, ocuparse tan solo de escribir mejor, de hacerlo como forma extrema de resistencia frente al mismo olvido y la muerte del pensamiento? ¿No fue visto en muchos círculos de vanguardia el éxito mismo como un signo de corrupción artística?

En un cuento de los hermanos Grimm, Los seis cisnes, una niña tiene que coser seis camisas de anémonas y permanecer en silencio varios años para conseguir que sus hermanos, hechizados por una bruja, recuperen la forma humana. El lector debe ser como esa niña. La literatura no nos entrega un saber, sino un espacio de incertidumbre y espera. Tiene que ver con lo que no conocemos, es el reino del secreto. Como hace la niña del cuento de los hermanos Grimm al tejer en silencio sus camisas, leer es depositar en el mundo una verdad perteneciente al alma.

Gustavo Martín Garzo es escritor.

Las transformaciones del libro

La forma en la que el libro y la lectura han cambiado a lo largo de la historia hasta llegar al formato electrónico
Según el profesor Gubern, el libro coexistirá en ambos soportes, impreso y electrónico.foto.fuente:semana.com

Nos encontramos ad portas de un cambio trascendental en el soporte del libro. Estamos pasando de la cultura del libro impreso a la del libro digital. Y, como todo gran cambio, genera resistencia, miedo, incertidumbre y vaticinios apocalípticos. ¿Desaparecerá el libro impreso? Para unos, sí; para otros, no. Pero hay una sensata posición intermedia: el libro coexistirá en ambos soportes, impreso y electrónico. Esa es la posición del profesor Román Gubern, aunque él reconoce su sesgo: creció y se formó intelectual y sentimentalmente con el libro códice de papel. Pero no es solamente su caso. En un reciente artículo en The New York Times, muchos padres fanáticos de los libros electrónicos para ellos mismos preferían que sus hijos aprendieran a leer en libros impresos. Curiosamente las respuestas de estos padres norteamericanos coinciden con las de Gubern: mayor concentración, compromiso de todos los sentidos, el olor y la textura del papel. "El libro electrónico se opone al fetichismo del libro como objeto sensual, es decir, como objeto táctil, visual y oloroso a la vez". Antes de llegar a la polémica actual y para darnos elementos de discusión, el profesor Gubern nos ofrece un rápido recuento de los diferentes soportes que ha tenido el libro a través de la historia y las incidencias que estos han tenido en la forma de leer. El libro códice (códex), que unía varias páginas de un pergamino por el mismo borde lateral -tal y como lo conocemos ahora- nació en el Imperio romano a finales del siglo I. En ese entonces también coexistieron dos formatos: el libro en pergamino y los tradicionales rollos de origen egipcio. El pergamino fue el soporte habitual de la escritura en Europa hasta el surgimiento de la imprenta, en el siglo XV. Que, por cierto, no tardó en ser criticado por los conservadores porque convertía la lectura en un placer solitario y acababa la comunicación oral que mantenía unido al grupo, conformado principalmente por monjes, los lectores de la época. "Pero es interesante observar que el libro impreso perdió, a los ojos de cierta élites, el aura originaria del manuscrito y del ejemplar único, hasta el punto que algunos ilustres coleccionistas de libros se negaron a incluirlos en las bibliotecas".

Importantes aclaracio-nes porque de lo que estamos hablando ahora es de un cambio de soporte, no de la noción misma del libro. El libro y la literatura no parecen sufrir con ese cambio. La materia prima del escritor es la palabra y el pensamiento, susceptible de fijarse en distintos soportes: "En ese sentido es evidente que la producción literaria de Cervantes, Shakespeare, Tolstói, Proust, Rimbaud o Kafka no tendría que haber sido mejor escrita con bolígrafo, máquina de escribir o procesador de textos". Lo que cambia es la industrialización, la difusión de las obras y el tema sensible de los derechos de autor, que no ha sido fácil porque las empresas informáticas han querido desconocer los derechos legítimos de autores y editores.

En la emigración de contenidos hacia el soporte electrónico, la computadora ha introducido algo muy importante para el lector moderno: el hipertexto. Un sistema informático que permite un recorrido no lineal entre textos o documentos, mediante enlaces (links), que los relacionan entre sí. "El hipertexto es importante porque quiebra la construcción de la linealidad propia de la escritura y la reemplaza por una estructura de movilidad arborescente, cuya utilidad enciclopédica es fecundísima". Es la estructura del arcaico arbor scientiae de los escolásticos medievales.

Pros y contras. Libros más baratos y, por lo tanto, de más fácil acceso. En el sentido económico y práctico: se pueden bajar en un segundo. Más democracia informativa, como corresponde a la red. Pero no necesariamente -como también corresponde a la red- más excelencia. Para Román Gubern, en el mundo ultrademocrático de internet, vale lo mismo el ensayo del tonto que el del sabio. "Y no todo el mundo sabe quién es el tonto y quién es el sabio".

Román Gubern
Metamorfosis de la lectura
Anagrama, 2011
138 páginas

29.11.11

Gabo le gana un pleito a quien dice ser el verdadero Bayardo San Román

Miguel Reyes reclama que el personaje de Crónica de una muerte anunciada se basó en él
Gabriel García Márquez saboreando las mieles de la fama, después del impacto mundial de Cien años de soledad. Corría el año de 1971, mientras ya escribía en Barcelona, España, El otoño del patriarca. foto:archivo. fuente:eltiempo.com

En un hito de protección a la creación intelectual, un tribunal le dio la razón al escritor: una vida no es de quien la vive sino de quien la recrea.

Muchas han sido las batallas que los escritores han librado por la defensa de sus personajes a lo largo de la historia de la literatura, como la de una mujer de la sociedad francesa del siglo XIX que intentó inculpar a Gustave Flaubert de haberse inspirado en su caso para dar vida a Emma, la protagonista de su novela Madame Bovary, y que, tiempo después, el propio Flaubert contradijo en una carta a su amiga Louise Collet: "Madame Bovary soy yo".

Esta lucha suma un nuevo triunfo con la sentencia del Tribunal Superior de Barranquilla, fruto de un recurso de apelación en el que se le vuelve a dar la razón al Premio Nobel Gabriel García Márquez, en el sentido en que los personajes de Crónica de una muerte anunciada son una creación de su imaginación y no violan la intimidad de personajes de la realidad.

"Y es que cientos de obras literarias, artísticas y cinematográficas han tenido como historia central hechos de la vida real, siendo adaptados a la perspectiva de su creador, sin que esto sea óbice para reclamar derechos económicos sobre las mismas", se lee en un aparte de la sentencia.

La decisión judicial es respuesta a Miguel Reyes Palencia, quien demandó a Gabo y a su hermano Eligio (fallecido) para que le pagaran "el equivalente al 50 por ciento de las utilidades literarias y cinematográficas de que se hayan beneficiado por la publicación de sus obras Crónica de una muerte anunciada (de Gabo) y La tercera muerte de Santiago Nassar (de Eligio), cuya historia se basa en la vida íntima del demandante".

Según Alfonso Gómez Méndez, abogado de García Márquez, en este caso ocurrieron dos cosas: "Una es que el objeto del arte no es el hecho de la vida real sino la forma como se presenta. El hecho de la vida real había ocurrido y está en un expediente de 1951, que Gabo seguramente consultó, que además ya era público, porque había sido un proceso por homicidio contra los hermanos de la deshonrada. Eso lo habría podido consultar cualquier persona. Y, en el caso de la privacidad, que fue adicional, se demostró que quien había violado la privacidad era el mismo Reyes Palencia, que fue quien se puso en evidencia y contó que era Bayardo San Román y todo lo que había pasado".

De acuerdo con la sentencia, fue el mismo Reyes Palencia quien reveló su identidad en una entrevista que le dio al entonces Magazín al día, del que, además, recibió la suma de 10.000 pesos de la época por su publicación.

La historia del proceso judicial es apasionante, como lo advierten la sentencia y el propio Gómez Méndez. E igual de interesantes resultan las tesis sobre la defensa del acto creador en la literatura, que se convierte, según el jurista, en "un hito, porque queda claro que esta es una protección a la creación intelectual".

"Esta sentencia es importante, porque vuelve a realzar esa tesis central, que es válida para la literatura y para el arte en general, de que lo importante es la forma como se presenta un objeto de la realidad, y no la realidad en sí. Es como si una mujer que posa para un pintor exigiera luego la mitad de los derechos de autor. Ella es propietaria de su cuerpo, pero la obra -como tal- es del pintor. Sería el caso de La maja desnuda, ahora que hay tantas majas
desnudas", anota el jurista.

Para ello, tanto Gómez y los magistrados del tribunal como el propio García Márquez explican con gran detalle la manera como opera el acto creador del ser humano, que, en ningún momento, busca violar la intimidad de nadie y que hace parte del eterno debate entre la ficción y la realidad, que tantas horas de estudio y debate ha ocupado en las facultades universitarias de Literatura.
Un encuentro jurídico similar había ganado ya el Premio Nobel colombiano hace algunos años, con su libro Relato de un náufrago, en el que Gabo también demostró que, si bien el marino Luis Alejandro Velasco -quien en su momento sostenía ser coautor de la obra- le había contado, en un café, la historia de su vida, no había tenido ninguna relación en la estructuración ni con la forma como se escribió el libro.

"Yo parto de una prueba técnica, que fue presentar una cantidad de cartas y escritos de Velasco y compararlas con el libro, con unos peritos, entre los que estaban Daniel Samper Pizano y Juan Gossaín, que dijeran si quien escribía esas cartas habría podido escribir siquiera diez líneas de Relato de un náufrago", anota Gómez.

Sobre el caso de Crónica de una muerte anunciada, la sentencia agrega: "El señor Miguel Reyes Palencia nunca hubiera podido contar la historia de la forma en que lo hizo el escritor Gabriel García Márquez, no hubiera podido utilizar el lenguaje literario que en efecto se utilizó. La obra está marcada de originalidad".

En ese sentido, anota uno de los especialistas en Gabo, el editor colombiano Conrado Zuluaga, "la sentencia es muy valiosa, porque confirma algo que la mayoría de la gente desconoce, y es que la creación artística en la pintura, en la escultura, pero de forma muy particular en la literatura, no es una transposición mecánica de la realidad, sino que es una recreación de la realidad. Si fuera una transposición mecánica, uno se paraba en la esquina y vería pasar la novela".

El arte de novelar

El autor de Cien años de soledad, en su defensa, el Nobel de literatura explicó cómo maduran las historias en su mente de escritor:

"(...) Me interesó mucho el caso y, sin moverme de Barranquilla, tuve toda la información de cómo había sucedido. Eso fue en 1951 y el libro se escribió en 1981, treinta años después. Durante esos treinta años, la memoria de los hechos estaba, prácticamente, incorporada en la memoria colectiva del pueblo. Ya la había contado al derecho y al revés y me llamaba mucho la atención cómo, con el transcurso del tiempo, la fantasía popular y la mala memoria le quitaban y le agregaban, hasta el punto de que cada persona que la contaba, inconscientemente, estaba ya sometiendo su relato a un proceso de transformación literaria. Ya lo único que quedaba del hecho era el mecanismo central. Es decir: un hombre se casó con una mujer, la que devolvió a sus padres la misma noche de bodas porque no era virgen y que ella declaró a su familia
(...). Durante todo ese tiempo, la historia se fue enriqueciendo dentro de mí y, cuando decidí escribirla, yo mismo era consciente de que esa historia de dominio público yo no la había tomado de mi experiencia personal, puesto que no fui testigo de los hechos, sino del torrente de la memoria popular. Sin embargo, tomé todas las precauciones para que los protagonistas no fueran identificados".

En otro de los apartes de su declaración, Gabo agrega: "Puedo demostrar que, salvo el simple mecanismo del drama, todo el contexto es totalmente falso, inventado por mí. La identidad de los personajes es falsa. Los caracteres de los personajes son falsos, salvo los de mi familia, que yo quise que fueran auténticos, y todos los episodios que estaban alrededor del drama mismo obedecen a una técnica primordial del arte de novelar, que es tomar de la vida real solamente los elementos que a uno le interesan desde el punto de vista dramático y humano y volver a armarlos en el libro como a uno le parece que será mejor para hacerles la vida más amable a los lectores (...)".

La declaración del autor de cómo escribió la mencionada novela están completos en El olor de la guayaba, conversaciones con Plinio Apuleyo Mendoza.

Vásquez: "¿En qué estás pensando, México? "

"¿A quién quieres para quererlo? ¿A quién odias para odiarlo?" Vallejo se queja de que México no le responde. En la FIL, sin embargo, los mexicanos le han respondido a manos llenas"

Los visitantes han respondido a manos llenas, según Vásquez, escritor colombiano, autor de El ruido de las cosas al caer. foto.fuente:papelesperdidos

A Jorge Volpi le parece apropiado que la FIL se haya abierto premiando a Fernando Vallejo: La virgen de los sicarios, sugiere Volpi, ha cobrado en el México de hoy una pertinencia (y una locuacidad) que nadie hubiera podido prever. Hoy, durante el segundo día de la feria (por ayer), he pensado que sí, que así es, y que nunca dejará de sorprenderme la vigencia misteriosa de las mejores novelas, la única fabricación humana capaz de iluminar lo que todavía no ha sucedido. En los corredores, la gente reacciona todavía al discurso de Vallejo, que indignó a muchos y sacudió a todos. Nadie se ha fijado, al parecer, en una emoción que no recorre con frecuencia las palabras de Vallejo, una emoción que se pasea por el discurso azarosamente, apareciendo aquí y allá sin llamar mucho la atención, como un perro perdido: la gratitud. En medio de las diatribas políticas, del escándalo fácil de las opiniones escandalosas, el discurso de Vallejo fue una declaración de amor a este país que lo recibió hace cuarenta años. "México vivo, el del pasado más profundo, el eterno, el mío, el que se ha detenido en mi recuerdo, el de siempre, el que no cambia, el que no pasa, el de ayer". Así habló Vallejo en su discurso. Y también se preguntó: "¿En qué estás pensando, México? ¿A quién quieres para quererlo? ¿A quién odias para odiarlo?" Vallejo se queja de que México no le responde. En la FIL, sin embargo, los mexicanos le han respondido a manos llenas.

En los ratos libres leo El puño invisible, el ensayo de Carlos Granés que ha recibido este año el premio Isabel Polanco. Tan ambicioso como ágil, tan riguroso como vívido, El puño invisible comienza con una imagen memorable: en la misma calle de Zürich, a pocos metros de distancia el uno del otro, dos grupos de conjurados se disponen a poner el siglo XX patas arriba. En el número 14 de la Spiegelgasse, Lenin prepara la revolución bolchevique; en el vecino Cabaret Voltaire, un grupo de artistas preparan otra revolución: el dadaísmo. "Por un azar de la historia, en una misma manzana de una ciudad sosegada, en medio de un país neutral y tranquilo, se urdieron las conspiraciones más turbulentas y exaltadas del siglo XX", escribe Granés. "Dos revoluciones estaban en marcha, una política, la otra cultural; una dispuesta a desmantelar las estructuras de los estados y alterar el funcionamiento de la economía y la administración de la propiedad y el poder; la otra dispuesta a transformar las mentes, las costumbres, los valores y la forma de vivir de las personas". La primera, dice Granés, pareció triunfar y fracasó; la segunda pareció fracasar y acabó triunfando. Y su (fascinante) ensayo quiere preguntar cómo sucedió aquello.

No creo que sea por chauvinismos de ningún tipo (soy más bien alérgico a ellos) que me he fijado en esta confluencia extraña de dos premios a dos colombianos, separados ellos por la generación y por el género, pero no por la voluntad inquisidora y las ganas de contradecir. Los premios otorgados en la FIL a Vallejo y Granés son dos caras de la vitalidad que la lengua y el pensamiento siguen teniendo en Colombia; y yo camino por estos corredores, oyendo el murmullo de las multitudes que han venido para hablar de libros y escuchar a quienes los escriben, y me agrada que sea éste el escenario de esa vitalidad, esta feria que es distinta de todas las ferias, esta feria en la que me pregunto esa misma pregunta: ¿En qué estás pensando, México? México, ¿a quién quieres para quererlo?

Puedes leer aquí el discuro completo de Fernando Vallejo.

Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973) es escritor. Su último libro es El ruido de las cosas al caer (Premio Alfaguara, 2011).

FIL, un motor para el desarrollo cultural

En 25 años, la Feria Internacional del Libro ha cobrado relevancia mundial, pero hay mucho por hacer para que beneficie a las clases con menos acceso a la cultura
Especialistas afirman que los beneficios no llegan a todos los sectores de la sociedad ni a toda la entidad. foto.fuente:eluniversal.com.mx

El rostro de Guadalajara ha cambiado en 25 años; la Feria Internacional del Libro, que este año llega a un cuarto de siglo de existencia, ha determinado la vida cultural de esa ciudad, pero no impacta a todo el estado ni a todos los estratos sociales. Tampoco hay gran diferencia con el resto del país respecto a crecimiento de librerías, editoriales o revistas independientes, cada año surgen muchas, pero pocas son las que se quedan.

Esa entidad, que sólo está por debajo del Distrito Federal en cuanto a centros culturales y casas de cultura -tiene 157 frente a 208 del DF-, ocupa el cuarto lugar en número de editoriales y librerías, esto según el Atlas de infraestructura y patrimonio cultural de México 2010, después del Distrito Federal, el estado de México y Puebla, contrario a lo se esperaría al tener la más importante feria del libro de América Latina.

Pese a esos datos, editores y promotores de Guadalajara hacen un balance de los 25 años de existencia de la Feria Internacional del Libro y señalan que ha impactado positivamente en la vida cultural de la ciudad, sin embargo, además de que no llega a todos los sectores de la sociedad ni a toda la entidad, es una vida cultural que se concentra durante los 10 días que dura la feria, pues antes y después de ese periodo la actividad cultural es normal, jamás ha logrado ser tan intensa.

¿Qué ha ganado la sociedad y el estado a lo largo de estos 25 años? Mucho, se ha impulsado la lectura y los libros entre su población, pero principalmente entre la clase media y media alta; las clases con menos poder adquisitivo no han sido tan beneficiadas.

¿Qué falta por hacer en materia cultural? Vincular las acciones de las distintas instancias culturales, dígase Feria Internacional del Libro, Secretaría de Cultura, Universidad de Guadalajara y otras instituciones culturales.

Logros de un cuarto de siglo

Los balances de los 25 años de vida son muy distintos desde fuera que desde dentro. Hace poco más de un mes, Raúl Padilla, presidente de la FIL, aseguraba que aun cuando en México se lee poco, en Guadalajara los índices de lectura son más altos que el promedio del que habla la Encuesta Nacional de Lectura de 2005, que es de 2.9 libros.

Y aseguró: "Me da mucha satisfacción corroborar que Guadalajara, en los últimos 20 años -con respecto al contexto nacional-, ha incrementado bastante sus indicadores; el índice de lectura en México no pasa de 2 libros por persona, sin embargo en la ciudad de Guadalajara es de casi seis, o sea en algo tiene que ver la Feria del libro, es un indicador que está por encima de ciudades como Monterrey, que tiene muy importante fuerza cultural, y sólo por debajo del Distrito Federal".

Editores jalisciences como Felipe Ponce, director de editorial Arlequín; Carlos López de Alba, director de la Revista Reverso; y Silvia Eugenia Castillero, directora de la revista literaria Luvina, hacen un balance positivo de esta feria del libro. Dicen que hace falta mayor actividad cultural, que reconocen, no es una responsabilidad de la feria sino una necesidad de vincularse con otras instituciones.

Ponce afirma que "indudablemente la feria ha sido muy importante y ha dejado un gran beneficio a la ciudad, sobre todo en los últimos 18 años, cuando se consolidó, pero sin duda la feria del libro ha fortalecido estas actividades y por lo menos una parte de la sociedad resulta beneficiada y participa ampliamente; no perdamos de vista que la feria no puede llegar a todos lados".

Carlos López de Alba asegura que la principal contribución de esta feria ha sido la formación de público y de lectores y que eso ha hecho que los distintos promotores y gestores repliquen este interés en sus diferentes espacios. "Cierto que cada vez hay más pequeñas ferias del libro en los municipios, cada vez hay más lecturas en el marco del Día del Libro y ejercicios similares, hay festivales de lecturas a lo largo del año; es decir, sí se ha enriquecido la vida cultural y literaria".

Sin embargo, apunta que no todo es estable, pues la vida editorial es cuestión de ciclos, y que así como de repente hay un boom de revistas y un boom de editoriales, muchas de pronto se apagan. "En ese sentido, debería estar impactando mayormente, debería haber más editoriales, más correctores, más editores, más profesionales de libros viviendo en la ciudad, y no los hay", señala el editor tapatío que ha logrado colocar su revista en Estados Unidos, Francia, España, Alemania y Argentina.

Carencia de vínculos

En el marco del festejo por los 25 años de la FIL con un programa que incluye actividades celebratorias para todas las edades y con invitados especiales, todos los editores aseguran que debería haber vínculos más estrechos entre la Secretaría de Cultura del estado, la propia Universidad de Guadalajara y la Feria Internacional del Libro, que aunque es parte de la UdeG, es un órgano independiente; con el fin de trabajar a lo largo del año en la cultura y no concentrar todas las baterías en 10 días con una intensísima vida cultural.

"En estos últimos 10 años, aunque se ha crecido mucho, podríamos tener condiciones para ejercer una política cultural que le dé más garantías a los editores, a los bibliotecarios y los libreros de la ciudad", señala Carlos López, mientras que Felipe Ponce dice que la sociedad tapatía no ha sabido aprovechar la oportunidad que da la feria.

"No hay más editoriales y librerías que en el resto del país y no creo que haya más lectores aquí que en otras partes de México; las librerías han ido cerrando, como sucede en el resto del país, y en cuanto a editoriales hay un puñado de pequeñas en Guadalajara y hay algunas que están en franco crecimiento", señala el editor de Arlequín, casa que cumplió 14 años de trabajo.

Silvia Eugenia Castillero, por su parte, afirma que la vida cultural a lo largo del año no es tan intensa.

"La FIL hace también un evento el Día del Libro, que se ha extendido a muchos centros universitarios y culturales fuera de Guadalajara, en poblaciones que no están en el centro urbano, pero todavía no se ha logrado una vida cultural a la par de la que sucede en los 10 días de la feria".

Con todo, la FIL de Guadalajara es el gran evento editorial de América Latina, una feria en la que anhelan estar escritores y editores de habla hispana.

La fila de espera de editores que quieren tener un espacio en la FIL cada año es más larga, a pesar de que el costo por metro cuadrado se cotiza en dólares; la espera lo vale, todos saben que quien no está en la FIL no existe.

El Barça se convierte en un tema literario

El buen momento azulgrana empuja a 15 escritores a tomar el FC Barcelona como temática
El escritor catalán Márius Serra inaugura el programa de libros Letras de Vanguardia. foto:internet.fuente:lavanguardia.com

Tal vez los futbolistas no sean los mejores oradores del planeta, pero el uso moderno de la palabra football fue una invención de Shakespeare, en La comedia de las equivocaciones y El rey Lear. Hablar de fútbol es algo que todo el mundo hace, pero ¿escribir sobre fútbol? Solo unos pocos han conseguido salirse bien. Y no todos los equipos consiguen ser temática literaria. El juego del Barça de hoy "es tan maravilloso que ha estimulado a varios escritores a ocuparse de él", dice el editor Antoni Munné, responsable de Cuando nunca perdíamos (Alfaguara), volumen que incluye 15 textos sobre el Barça.

Junto a dos periodistas (Ramon Besa y Juan Cruz), han participado en la obra escritores en castellano como Juan Bonilla, J.A.Garriga Vela, Jordi Soler, Pedro Zarraluki y Enrique Vila-Matas, y autores en catalán como Josep Maria Fonalleras, Jordi Puntí, Màrius Serra, Ramon Solsona y Vicenç Villatoro –actual director del Institut Ramon Llull–. La visión más exótica la aportan los colombianos Daniel Samper y Juan Gabriel Vásquez, y el mexicano Juan Villoro. Una condición hermana a todos los autores: son culés. Y, aunque eran libres de hacer lo que quisieran, solamente Zarraluki ha optado por la ficción. Los demás convierten en literatura diversos hechos reales: goles, finales... a través de personajes como Iniesta, Koeman, Rexach, Kubala...

Podría estar –pero falta– Mario Vargas Llosa (Munné es el editor de su obra completa), que admiraba las evoluciones en el Camp Nou de su compatriota Hugo Cholo Sotil cuando vivía en la Barcelona de los años 70. En cambio, sí se cita a Rafael Alberti, quien cantó a Platko, el portero que, aun estando herido, jugó la final de Copa de 1928, lo que le hizo crear al poeta su Oda a Platko ("Rubio Platko de sangre, / guardameta en polvo, / pararrayos...").

Existen otros libros colectivos de relatos balompédicos. Los Cuentos de fútbol (volúmenes 1 y 2), coordinados por Jorge Valdano, o algunas de las Històries solidàries de l'esport, que publica cada año USP Fundación Alex. O el Libro de fútbol (451 Editores), donde, con un criterio amplio –que incluye prácticas del protofútbol–, se incluyen textos de Homero, Shakespeare, Calderón o Lewis Carroll.

La obra que situó en el mapa internacional al austriaco Peter Handke, en 1979, fue, justamente, El miedo del portero al penalty (reeditado continuamente desde entonces, por ejemplo en Alianza) y que narra cómo Bloch, un ex portero famoso, vive aislado en un mundo hostil, situación que lo conducirá al crimen.

En las memorias futbolísticas de Gonzalo Suárez, La suela de mis zapatos (Seix Barral), el cineasta menciona su etapa como ojeador del Inter de Milán, entrenado por Helenio Herrera, casado en segundas nupcias con su madre. "Lo que a Helenio Herrera le interesaba era, sobre todo, conocer los aspectos estratégicos que la pantalla del televisor no suele mostrar", es decir, "aquello que sucedía donde no estaba el balón. Allí donde nadie mira". Suárez había escrito antes Los once y uno (1964), la gesta de un equipo dirigido por un tal Hipólito Hernández, trasunto de H.H. y años después dirigiría el filme El portero, con Carmelo Gómez en la puerta.

La complejidad de la novela, donde a menudo no hay buenos ni malos y las cosas son ambiguas, se puede trasladar al fútbol, donde no siempre gana el equipo con mejor técnica, o el más deportivo. El colombiano Samper recuerda a un defensa del Espanyol, Griffa, que, al propinar un puntapié a su rival, jamás pedía perdón, sino que les decía: "Levántate, porque la próxima será peor".

No todo es violencia. Del fútbol se han dicho cosas muy bonitas. Para el merengue Javier Marías –en Salvajes y sentimentales, sus escritos al respecto– este deporte es "la recuperación semanal de la infancia". Para Samper, es "un antídoto contra el desarraigo", pues en él advierte virtudes integradoras que también loa el andaluz Bonilla.

Coradino Vega (Huelva, 1976) publicó el año pasado El hijo del futbolista (Caballo de Troya), novela ambientada en las minas Río Tinto, que verán llegar un alud humano de británicos, con sus familias, a dirigirlas. La colonia acabará fundando el club más veterano de España: el Recreativo de Huelva. El protagonista es el hijo de un jugador y acabará de entrenador de regional.

Hay narradores que saben bien de lo que hablan. Algunos han jugado. Vladimir Nabokov y Albert Camus fueron porteros (el primero lo cuenta en Habla memoria, y en La peste del segundo hay pasajes futbolísticos). Javier Marías fue extremo izquierdo; Gabi Martínez, mediapunta; Miguel Delibes jugó durante 34 años, como amateur, una experiencia que recoge en La vida al aire libre. Y, desde la grada, Sergi Pàmies o Enrique Vila-Matas ejercen de cronistas deportivos.

Dos son las escuelas narrativas que más han abordado el fútbol: la latinoamericana (el argentino Osvaldo Soriano, el mexicano Juan Villoro, los uruguayos Eduardo Galeano y Mario Benedetti, el argentino Roberto Fontanarrosa...) y la británica (Nick Hornby, Martin Amis...). De Galeano recomendamos El fútbol a sol y sombra, de Villoro Dios es redondo y de Soriano –no confundir con el ex directivo del Barça– Fútbol. Memorias del míster Peregrino Fernández y otros relatos.

Fiebre en las gradas de Nick Hornby es, hasta el momento, el mejor retrato literario novelado de lo que significa ser un hincha, en concreto del Arsenal: nada importa fuera del fútbol, el odio al árbitro es fundamental, la identidad individual se diluye en la del grupo y se profieren amenazas e insultos a los rivales, en un contexto por lo general pacífico pero con ciertos riesgos.

Si hablamos del Barça hay que citar Tenim un nom, novela sobre el sentimiento barcelonista con la que Vicenç Villatoro ganó el penúltimo premio Ramon Llull. Muchos años antes, el muy culé Manuel Vázquez Montalbán, en El delantero centro fue asesinado al atardecer, enviaba a su detective Pepe Carvalho a un conflicto entre dos clubes de fútbol. Y dos casos futboleros más recientes: en Saber perder, David Trueba nos descubre a uno de los cuatro protagonistas de la novela, Ariel Burano, jugador argentino que ficha por un equipo español. E Ignacio Martínez de Pisón, en El fin de los buenos tiempos, nos ofrece una novela de fútbol, aunque sea de pueblo.

Si el italiano Alessandro Baricco aborda la industria del fútbol en su ensayo Los bárbaros, el alemán Günter Grass ha llegado a leer fragmentos de sus memorias Mi siglo en un estadio repleto con seguidores del Friburgo, su equipo. En ese libro, Grass habla de la importancia del Mundial de 1954, el primero que ganó Alemania, y que permitió la resurrección moral del pueblo alemán, tras la depresión postbélica.

Más casos. El japonés Kenzaburo Oé, en El grito silencioso, envía a dos hermanos tras el rastro de un antepasado, y nos hace asistir a la sublevación de un equipo de fútbol contra el Emperador de los Supermercados.

Uno de los volúmenes que mejor recoge –aunque de modo sintético– la influencia del fútbol en la obra y la biografía de algunos grandes escritores es Los Nobel del fútbol (Meteora), coordinado por Jorge Omar Pérez. Pero, si entráramos en el mundo del ensayo, nos perderíamos: desde el Fútbol. Una religión en busca de un dios de Vázquez Montalbán, a todo un clásico como el ensayo Barça. La pasión de un pueblo de Jimmy Burns Marañón, pasando por Entre los vándalos, el análisis del hooliganismo desde dentro de Bill Buford, o La guerra del fútbol de Ryszard Kapuscinski, sobre el partido entre Honduras y El Salvador de 1970 que acabó con una guerra entre ambos países y del que también se ha ocupado con brillantez Horacio Castellanos Moya en sus novelas.

En las categorías infantil y juvenil, la lista se alargaría mucho más de los 90 minutos reglamentarios. Baste recordar la saga de Sara y las goleadoras, de Laura Gallego, sobre un equipo de fútbol femenino o, aunque no sea literatura, los cómics de Eric Castel, un crack francés del Barça creado en los 70 por Raymond Reding y Françoise Hugues.

En fin. Ya lo dijo Albert Camus: "Tras muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de la moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol".

Visita nuestro especial sobre el clásico Madrid-Barça, donde encontrarás las últimas noticias, la historia, los protagonistas, videos, fotos, estadísticas y toda la información sobre los clásicos.

De los barrios bajos a patrimonio de la humanidad

El fado recibe la consagración de la Unesco como bien inmaterial mundial
Un visitante pasea por el Museo del Fado de Lisboa.foto: Patricia de Melo

El mexicanísimo Mariachi, ya es Patrimonio Cultural de la Humanidad

Los macunas volvieron a hacerse cargo de la educación de sus hijos y expulsaron a los misioneros en 1984. foto:Sergio Batelman. fuentes: elpais.com, elespectador.com

Las hermosas canciones de amor desgraciado que nacieron en el siglo XIX en los burdeles de los barrios marineros de Lisboa ya pertenecen, oficialmente, al mundo entero. La UNESCO declaró ayer los fados Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. El anuncio desató una ola de tranquila alegría en Portugal. Una periodista de televisión resumió tal vez el sentir general al comentarle a un fadista: "Por lo menos esto nos ayuda a subir la autoestima, ¿no?".

En la Alfama lisboeta, el Museo del Fado, la institución municipal que ha centralizado el desarrollo de la candidatura, mantuvo abiertas sus puertas, día y noche, durante todo el fin de semana. Por allí desfilaron amantes del fado, fadistas que cantaron en los pasillos, curiosos, estudiosos y noctámbulos. Ayer por la mañana, poco después de que desde Bali llegara la confirmación de la noticia, uno de los impulsores de la candidatura, Miguel Honrado, brindaba y comentaba que esta presentación ha significado un impulso para la digitalización y ordenación de material fonográfico y de los documentos relacionados con la historia de estas canciones. "Además, hay una nueva ola de fadistas, como Mariza o Ana Moura, que garantizan el futuro de este género musical", explicaba.

Marco Rodriguez, un fadista de 29 años, añadía: "A la gente joven le interesa el fado. Aunque es una música que habla de sentimientos muy profundos y para degustarla hay que tener cierta madurez". El secretario de Estado para la Cultura, Francisco José Viegas, agregaba: "Los poetas contemporáneos se asoman al fado, y hacen letras de ahora, de nuestro tiempo. Hasta António Lobo Antunes tiene letras de fados".

Y después de comer, a las cuatro de la tarde, en el mismo museo en el que habían hablado ya los especialistas y los ministros, a un paso de la ribera del Tajo, una pequeña y silenciosa multitud se congregó para oír fados gratis en un concierto que conmemoraba el reconocimiento mundial de esa música por la UNESCO. Había señoras elegantemente trajeadas y pintadas, llegadas de los barrios buenos de Lisboa. Y gente humilde de la Alfama vestidos con la ropa de todos los días, como Manuel Inácio y António Pereira, cantantes aficionados, miembros de una peña deportivo-fadista de la zona. Se reunió tal gentío que los organizadores decidieron trasladar el concierto al jardín. Era una buena metáfora: el fado, al que no le sientan bien los museos, salía a la calle y se escuchaba al aire libre.

"El fado nació un día, que el viento apenas soplaba y el cielo el mar prolongaba, en el puente de un velero, en el pecho de un marinero que, sintiéndose triste, cantaba", dice una letra. Millón y medio de portugueses embarcaron, entre los siglos XVI y XVIII, rumbo a sus lejanos enclaves en América, África y Asia. El fado sería un canto alimentado por la nostalgia de los que se fueron para no volver. La etimología de la palabra lleva al latín y significa destino. Ya Camões la empleó en uno de sus poemas. El fado está ligado a la saudade, desasosiego paradójicamente gozoso. Para el maestro Carlos do Carmo es un inmenso misterio. Y un puñetazo: al corazón del que lo escucha y al de quien lo canta. Surgió en Lisboa hace dos siglos, en los viejos barrios junto al Tajo que se abre hacia la inmensidad del mar. Fruto de una mezcla de músicas que fueron llegando en los barcos. Se instaló en Alfama y Morería, a los pies del castillo de San Jorge, y en Madragoa, más al oeste, en esa ciudad de callejones inclinados con el río al fondo. Gozaba al principio de pésima reputación: la fadista solía confundirse con la meretriz y la figura del fadista era la de un hombre con la navaja siempre a mano.

Su mito fundacional tiene nombre de mujer: Severa, joven de la vida que cantaba acompañándose de una guitarra. Otra mujer, Amália Rodrigues, fue quien llevó con éxito por el mundo ese fado cuyas palabras han escrito los mayores poetas desde Fernando Pessoa: Manuel Alegre, David Mourão-Ferreira, Alexandre O'Neill, Pedro Homem de Mello o José Ary dos Santos.Con el final de la dictadura en 1974, el fado, erróneamente asociado a un regimen entonces embarcado en las guerras coloniales de Angola y Mozambique, sufrió el rechazo de los portugueses. Y el cierre de muchas casas de fados dejó a los fadistas en situación precaria. Incluso Amália Rodrigues fue puesta en la picota.

Existen unos doscientos tipos de fados. Cada uno con su nombre y una estructura musical distinta. La cantante Mísia afirma que el fado es como un vómito. Y que, al igual que el flamenco, es visceral. En 1929, la revista Noticias Ilustradas le pidió a Pessoa su definición de fado: "El fado no es alegre ni triste, es un episodio del entreacto; el alma portuguesa lo concibió porque lo deseaba todo aunque no tuviera fuerza para realizarlo. El fado es la fatiga de un alma curtida, la mirada despechada de Portugal hacia ese Dios en que había creído y que también le ha abandonado. En el fado, los dioses vuelven, legítimos y lejanos".

Más riqueza

- Junto al fado, el comité intergubernamental de la Unesco, reunido en la isla indonesia de Bali, inscribió ayer en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, la música mariachi de México, el saber tradicional de los chamanes jaguares del Yuruparí de Colombia, y el peregrinaje al santuario del Señor de Qoyllurit'i de Perú.

Las fiestas de Algemesí son declaradas patrimonio de la Humanidad

28.11.11

Colombiano Carlos Granés recibe premio de ensayo de Feria de Guadalajara

Obtuvo el premio Internacional de Ensayo Isabel de Polanco por El puño invisible. Arte, revolución y un siglo de cambios culturales
El escritor colombiano Carlos Granés Maya recibe el galardón, en el marco de la FILG 2011, en Guadalajara, México. foto.fuente:elespectador.com

El antropólogo colombiano Carlos Granés recibió este domingo en la Feria del Libro de Guadalajara, México, el premio Internacional de Ensayo Isabel de Polanco, dotado con 100.000 dólares, por un texto sobre las vanguardias en el arte y la política.

Granés, de 36 años, que obtuvo el premio por "El puño invisible. Arte, revolución y un siglo de cambios culturales", recogió el galardón en una ceremonia a la que asistieron el escritor español Fernando Savater, que encabezó el jurado, e Ignacio Polanco, de la fundación Santillana.

El colombiano defendió que mientras las grandes revoluciones políticas del siglo XX se hundieron, no ocurrió lo mismo con los movimientos culturales y artísticos, que sobrevivieron y mantienen su vigencia simbólica.

"El propósito que me impuse fue el de rastrear la historia de ciertas ideas y actitudes a lo largo del siglo XX para entender el presente, para valorar y saber por qué nos gusta lo que nos gusta, por qué vemos los museos, se enseña lo que se enseña en las universidades y vemos en la televisión lo que vemos", dijo.

Por su parte Savater destacó la necesidad de reflexionar sobre el pasado. "Vivimos en un mundo muy desmemoriado, a los jóvenes les da la sensación de que todo es nuevo, de que nada ha ocurrido y que nada anterior al Ipad vale la pena".

Granés, cuyo texto se impuso entre otros 146 presentados por igual número de autores de nueve países, es el tercer ganador del premio instituido para promover el ensayo en español.

En las dos ediciones anteriores lo ganaron cubanos: en 2009 Rafael Rojas, con el ensayo "Repúblicas de Aire", sobre las revoluciones independentistas en América Latina, y en 2010 Humberto López Morales, con un trabajo sobre la presencia del idioma español en el mundo.

Varas: "Uno de estos días te vas a decidir"

En esta entrega, el ecuatoriano Eduardo Varas
Eduardo Varas, escritor ecuatoriano, uno de los secretos mejor guardados de Latinoamérica. © Cortesía FIL Guadalajara. Foto: Ferran Mateo. fuente: BBC Mundo

Con motivo de su vigesimoquinto aniversario, la feria seleccionó a 25 jóvenes promesas de las letras latinoamericanas. BBC Mundo les propuso reflexionar sobre la literatura y la violencia en el continente

A lo largo de la semana ofrecimos textos inéditos de seis autores sobre las pandillas en las calles de Caracas, la relación entre las balas y las letras o el dolor del narco en Colombia y México...

Sinapsis

"… but when you talk about destruction / don't you know that you can count me out… in"

John Lennon

Los aviones pasan encima de tu casa cada 10 minutos. El aeropuerto de Quito está en medio de la ciudad y no te queda más remedio que aceptar esa condición de citadino: el ruido interrumpe, te deja sin paz, te arranca el sosiego de un mordisco. La primera de las violencias que debes soportar. A un lado, un taller de orfebrería funciona al aire libre (sospecho que sin permiso). Hay máquinas que de un momento a otro, sin importar la hora o la condición de la salud de los vecinos, gritan desesperadas. Solo suena un grrrrr que proviene de la tenaza que destroza metales, que los separa para las aleaciones (porque de seguro que no todo lo que brilla en ese taller es oro). Caminas por la acera y los automóviles te pitan, te exigen ese espacio para parquearse; es su terreno y no el tuyo. Dos amigos se encuentran y se saludan en la puerta de entrada a cualquier sitio. Y claro, no dejan entrar a nadie más porque están hablando. Es más, no existe nadie más. Compras algo, te dicen que son $9,97. Pagas con $10 y te entregan $0,02 y debes dar las gracias. Te dan trabajo, cumples tu rol según el acuerdo, vas a cobrar con una sonrisa dibujada en el rostro y te dicen que no hay dinero todavía. Esa misma tarde, la misma persona que te lo ha dicho, publica en su cuenta de Facebook que se va de vacaciones a la playa y que eso es lo mejor que le puede pasar en su vida. Y te quedas en tu casa, como el Chavo del Ocho, moviendo el barril de un revólver, al que le has quitado todas las balas, menos una. No la vas a usar contigo, porque tampoco te puedes dar el lujo de ser como el montón y joderte como deporte extremo. Hasta la misma idea te lastima, porque estás convencido de que no importa donde estés, ni qué tipo de poder te coloca ese peso específico sobre los hombros (ponga el nombre que quiera, este espacio se renta), solo interesa la simple descarga eléctrica que hay en todo tu sistema nervioso para que un pensamiento tenga cuerpo, y así comprendes que estamos a merced del remezón y que no se puede esperar nada más de nadie. Piensas en los monos de "2001: Odisea del espacio", que descubrieron la inteligencia al golpear un fémur contra un cráneo, mataron y ganaron territorio. Es lo mismo de siempre.

Hoy viste el noticiario y asumes que puede ser momento de salir y ser uno más con el primero que colme tu paciencia. Pero eres una persona de paz y le pides disculpas al vacío por tal pensamiento.

¿Lo peor? Uno de estos días te vas a decidir.

Guadalajara, las letras contra las armas

La feria del libro de la ciudad mexicana se abre bajo el impacto de la violencia del narco
Aspecto del Pabellón del país invitado de honor, Alemania, de la XXV Feria internacional del libro en Guadalajara, México. foto:Gonzalo García. fuente:elpais.com

Las letras contra las armas. La inauguración ayer de la Feria Internacional del libro (FIL) de Guadalajara (México), la más importante del mundo de habla hispana, a las 48 horas del hallazgo de 26 cadáveres arrojados por los carteles del narcotráfico en unas calles próximas, representa el modesto y democrático triunfo de la cultura sobre el exhibicionismo de la violencia, la victoria de la libertad sobre la intimidación.

Pese a que la matanza puesta en escena el jueves por la guerra que libran el cartel de Sinaloa y los Zetas ha encogido el corazón a los tapatíos -como se conoce a los naturales de Guadalajara- y se observa en su calles cierto refuerzo de la seguridad, se espera que más de 600.000 personas asistan en los próximos ocho días a la fiesta mayor de los libros.

La feria de Guadalajara ha vuelto este año a tirar la casa por la ventana reuniendo a 2.000 editoriales de 43 países, más de 500 escritores y casi 18.000 profesionales del sector a lo largo de 26.000 metros cuadrados. Esta feria de cifras se convierte también durante estos días en una celebración de la ciudad con una catarata de eventos como presentaciones de libros, foros académicos, conciertos de música y ciclos de cine. La 25ª edición de la cita, dedicada este año a Alemania, abrió ayer a lo grande con la entrega al escritor colombiano-mexicano Fernando Vallejo del premio FIL de Literatura en Lenguas Romances y la presentación del último libro de memorias del autor estadounidense James Ellroy, A la caza de la mujer (Mondadori). Si en su anterior libro biográfico, Mis rincones oscuros, la leyenda de la novela negra norteamericana escribía sobre su lucha por resolver el asesinato de su madre, en A la caza trata sobre cómo aquel crimen marcó su relación con las mujeres.

Vallejo, el siempre irreverente autor de La virgen de los sicarios, no defraudó y afirmó tras recibir el galardón que el "PRI [el partido que durante 70 años dominó la vida política de México] es el semillero de los carteles de la droga". El escritor donó el premio, dotado con 150.000 dólares, a dos sociedades protectoras de animales.

En la jornada de mañana se unirán los dos propósitos principales de la feria de este año, la expansión de la literatura en español y el conocimiento de la alemana con el debate que mantendrán los nobeles Mario Vargas Llosa y Herta Müller, la autora rumana-alemana, cuya obra fue silenciada por la dictadura de Nicolae Ceaucescu. Müller dejó el viernes en conferencia de prensa dos frases para recordar: "La pobreza es un medio para mantener pequeña a la gente" y "Después de las dictaduras, el lenguaje requiere un tiempo para recuperarse".

Las actividades del domingo se cerrarán con la entrega del III Premio internacional de Ensayo Isabel Polanco al colombiano Carlos Granés Maya por su obra El puño invisible. Arte, revolución y un siglo de cambios culturales (Taurus). El acto será presentado por Ignacio Polanco, presidente del grupo Prisa, editor de EL PAÍS, y el filósofo Fernando Savater. El puño invisible es un relato amenísimo y fascinante sobre las vanguardias del siglo XX desde el futurismo hasta la posmodernidad.

La edición de este año encierra otra sorpresa. Bajo el rótulo Los 25 secretos mejor guardados, serán presentados durante estos días 25 escritores latinoamericanos reconocidos en sus países pero sin resonancia internacional aún como son, entre otros, el argentino Fabián Casas, la salvadoreña Jacinta Escudos o el mexicano Emilio Monge. La iniciativa renueva la experiencia que en 2007 lanzaron el Hay Festival y la ciudad de Bogotá con Bogotá 39, la elección de 39 escritores menores de 39 años, que confirmó a autores como Jorge Volpi o Santiago Roncagliolo, y continuó en 2010 la revista literaria británica Granta al escoger a 22 escritores en español menores de 35 años.

El desembarco alemán en Guadalajara llega de la mano del pensador Rüdiger Safranski y los novelistas Ingo Schulze y Peter Stamm, entre otros, al frente de 15 editoriales, ocho instituciones y 25 autores. La nueva narrativa alemana tiene como parte aguas 1989 con la caída del Muro. Si Uwe Tellkamp traza en La torre un fresco sobre el mundo asfixiante de la RDA, Schulze se ocupa de las consecuencias de la reunificación en las vidas cotidianas de los habitantes del Este. La última literatura alemana, post 89, está vinculada al fenómeno de la migración y de la globalización, con una pléyade de autores de origen checo, ruso, húngaro, libanés o iraquí que se afincaron en Alemania huyendo de sus países. Una característica multiétnica y multicultural que además de ser una tendencia mundial conjuga muy bien con la literatura latinoamericana del momento.

Guadalajara 2011 contará también en los siguientes días con otros actos destacados como la charla que mantendrá el miércoles Fernando Savater con mil estudiantes o el debate del próximo sábado sobre El periodismo después de Wikileaks en el que tomarán parte Javier Moreno, director de EL PAÍS; Alejandro Santos, editor de la revista colombiana Semana; Suzana Singer, defensora del lector de la Folha de São Paulo y Phill Bennett, profesor y director del programa Frontline, de la cadena pública norteamericana PBS. Todas estas actividades pueden seguirse al minuto en el especial que Babelia dedica a la feria en web de este diario.

La más grande

- La Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que hasta el 4 de diciembre celebra su 25ª edición, es la más importante del mundo de habla hispana.

- 2.000 editoriales de 43 países, más de 500 escritores y casi 18.000 profesionales del sector pueblan un reciento de 26.000 metros cuadrados.

- Alemania es el país invitado este año. La escritora rumana de lengua germana Herta Müller dialogó con el también premio Nobel Mario Vargas Llosa.