29.11.11

Vásquez: "¿En qué estás pensando, México? "

"¿A quién quieres para quererlo? ¿A quién odias para odiarlo?" Vallejo se queja de que México no le responde. En la FIL, sin embargo, los mexicanos le han respondido a manos llenas"

Los visitantes han respondido a manos llenas, según Vásquez, escritor colombiano, autor de El ruido de las cosas al caer. foto.fuente:papelesperdidos

A Jorge Volpi le parece apropiado que la FIL se haya abierto premiando a Fernando Vallejo: La virgen de los sicarios, sugiere Volpi, ha cobrado en el México de hoy una pertinencia (y una locuacidad) que nadie hubiera podido prever. Hoy, durante el segundo día de la feria (por ayer), he pensado que sí, que así es, y que nunca dejará de sorprenderme la vigencia misteriosa de las mejores novelas, la única fabricación humana capaz de iluminar lo que todavía no ha sucedido. En los corredores, la gente reacciona todavía al discurso de Vallejo, que indignó a muchos y sacudió a todos. Nadie se ha fijado, al parecer, en una emoción que no recorre con frecuencia las palabras de Vallejo, una emoción que se pasea por el discurso azarosamente, apareciendo aquí y allá sin llamar mucho la atención, como un perro perdido: la gratitud. En medio de las diatribas políticas, del escándalo fácil de las opiniones escandalosas, el discurso de Vallejo fue una declaración de amor a este país que lo recibió hace cuarenta años. "México vivo, el del pasado más profundo, el eterno, el mío, el que se ha detenido en mi recuerdo, el de siempre, el que no cambia, el que no pasa, el de ayer". Así habló Vallejo en su discurso. Y también se preguntó: "¿En qué estás pensando, México? ¿A quién quieres para quererlo? ¿A quién odias para odiarlo?" Vallejo se queja de que México no le responde. En la FIL, sin embargo, los mexicanos le han respondido a manos llenas.

En los ratos libres leo El puño invisible, el ensayo de Carlos Granés que ha recibido este año el premio Isabel Polanco. Tan ambicioso como ágil, tan riguroso como vívido, El puño invisible comienza con una imagen memorable: en la misma calle de Zürich, a pocos metros de distancia el uno del otro, dos grupos de conjurados se disponen a poner el siglo XX patas arriba. En el número 14 de la Spiegelgasse, Lenin prepara la revolución bolchevique; en el vecino Cabaret Voltaire, un grupo de artistas preparan otra revolución: el dadaísmo. "Por un azar de la historia, en una misma manzana de una ciudad sosegada, en medio de un país neutral y tranquilo, se urdieron las conspiraciones más turbulentas y exaltadas del siglo XX", escribe Granés. "Dos revoluciones estaban en marcha, una política, la otra cultural; una dispuesta a desmantelar las estructuras de los estados y alterar el funcionamiento de la economía y la administración de la propiedad y el poder; la otra dispuesta a transformar las mentes, las costumbres, los valores y la forma de vivir de las personas". La primera, dice Granés, pareció triunfar y fracasó; la segunda pareció fracasar y acabó triunfando. Y su (fascinante) ensayo quiere preguntar cómo sucedió aquello.

No creo que sea por chauvinismos de ningún tipo (soy más bien alérgico a ellos) que me he fijado en esta confluencia extraña de dos premios a dos colombianos, separados ellos por la generación y por el género, pero no por la voluntad inquisidora y las ganas de contradecir. Los premios otorgados en la FIL a Vallejo y Granés son dos caras de la vitalidad que la lengua y el pensamiento siguen teniendo en Colombia; y yo camino por estos corredores, oyendo el murmullo de las multitudes que han venido para hablar de libros y escuchar a quienes los escriben, y me agrada que sea éste el escenario de esa vitalidad, esta feria que es distinta de todas las ferias, esta feria en la que me pregunto esa misma pregunta: ¿En qué estás pensando, México? México, ¿a quién quieres para quererlo?

Puedes leer aquí el discuro completo de Fernando Vallejo.

Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973) es escritor. Su último libro es El ruido de las cosas al caer (Premio Alfaguara, 2011).

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