Aviso a navegantes, como siempre: todo basado en mi gusto
personal y en lo que he leído. Lean y disfruten
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Seis editoriales que arriesgaron en novela negra y están vivas./elpais.com |
Pero, ¿quién mató a Harry?, Jack Trevor Story
(Alba, traducción de Concha Cardeñoso). Lees esta novela, que es breve y
buena, y te quedas pasmado. Qué humor tan negro, tan extraño, tan
triste a veces. Y pobre muerto, tan odioso, tan odiado. Una apuesta
distinta. La peli de Hitchcock le hace justicia. Un pack perfecto para
una tarde negra.
Los escupitajos de las cucarachas, Andreu Martín
(#CientoCuarenta). “Los maestros han vuelto a demostrar por qué lo son”
dice Alexis Ravelo de la vuelta de Martín y Juan Madrid. Aquí se mete
de lleno en lo que más le gusta y mejor se le da: poner la lupa sobre la
miseria de la sociedad en la que vivimos, sobre su juego sucio, su
corrupción intrínseca. No es tan completa como otras del autor pero la
actualidad y unos diálogos a veces impagables hacen que merezca la pena.
American Noir, VV. AA.
(Navona, traducción de Enrique de Hériz). Un acontecimiento dentro del
género. La recopilación de cuentos que Navona se ha lanzado a publicar,
en versión reducida respecto al original pero con tapa dura y una
traducción de un maestro, es uno de los mejores libros del año. La
edición está dirigida por James Ellroy y Otto Plenzer y entre los
autores están David Goodies, Jim Thompson, el propio Ellroy, Joyce Carol
Oates. Denis Lehane, Patricia Highsmith... Una joya de la que ya hablamos aquí.
No hay cuervos, John Hart (Pamies,
traducción de Cristina Alegría). La colección de Pamies tiene la virtud
de elegir autores americanos consagrados aunque ajenos al gran público.
Ya sorprendieron a muchos con El pirómano, de Bruce de Silva, que ya comentamos en Elemental. Ahora
atacan con una historia que ganó el Edgar de novela negra. Por algo
será. Les cuento que para mí es una historia que me recuerda al mejor
Daniel Woodrell, a la América profunda, uno de los libros del año. Ya hemos escrito de ella en Elemental.
El regreso de El Lobo, Fernando Rueda (Roca
Editorial). No es una novela, aunque a veces lo parezca. Es un
ejercicio extraño (hubiera preferido no ficción pura y dura) pero tiene
una gran ventaja: Mikel Lejarza, El Lobo, un personaje que me
fascinó cuando empecé a leer compulsivamente sobre espías, un tipo
esencial para comprender algunos hechos esenciales de la historia
reciente de España. Ahora, décadas después de su auge vuelve de la mano
de Fernando Rueda, un sabio de la materia, que construye un relato
entretenido y perfecto para flipados como quien esto escribe.
Manos sucias, Carlos Quílez (Alrevés).
Hay poca gente que pueda hablar más y mejor de la corrupción que Quílez
. Ha sido y es periodista de investigación y ha visto de cerca la
miseria que asola España porque de 2009 a 2014 fue director de análisis
de la Oficina Antifraude y contra la Corrupción de Catalunya. Lo que
cuenta demuestra que la ficción se está quedando sola como terreno para
determinados desmanes. Tremendo.
Pero, ¿quién mató a Harry?, Jack Trevor Story
(Alba, traducción de Concha Cardeñoso). Lees esta novela, que es breve y
buena, y te quedas pasmado. Qué humor tan negro, tan extraño, tan
triste a veces. Y pobre muerto, tan odioso, tan odiado. Una apuesta
distinta. La peli de Hitchcock le hace justicia. Un pack perfecto para
una tarde negra.
Los escupitajos de las cucarachas, Andreu Martín
(#CientoCuarenta). “Los maestros han vuelto a demostrar por qué lo son”
dice Alexis Ravelo de la vuelta de Martín y Juan Madrid. Aquí se mete
de lleno en lo que más le gusta y mejor se le da: poner la lupa sobre la
miseria de la sociedad en la que vivimos, sobre su juego sucio, su
corrupción intrínseca. No es tan completa como otras del autor pero la
actualidad y unos diálogos a veces impagables hacen que merezca la pena.
American Noir, VV. AA.
(Navona, traducción de Enrique de Hériz). Un acontecimiento dentro del
género. La recopilación de cuentos que Navona se ha lanzado a publicar,
en versión reducida respecto al original pero con tapa dura y una
traducción de un maestro, es uno de los mejores libros del año. La
edición está dirigida por James Ellroy y Otto Plenzer y entre los
autores están David Goodies, Jim Thompson, el propio Ellroy, Joyce Carol
Oates. Denis Lehane, Patricia Highsmith... Una joya de la que ya hablamos aquí.
No hay cuervos, John Hart (Pamies,
traducción de Cristina Alegría). La colección de Pamies tiene la virtud
de elegir autores americanos consagrados aunque ajenos al gran público.
Ya sorprendieron a muchos con El pirómano, de Bruce de Silva, que ya comentamos en Elemental. Ahora
atacan con una historia que ganó el Edgar de novela negra. Por algo
será. Les cuento que para mí es una historia que me recuerda al mejor
Daniel Woodrell, a la América profunda, uno de los libros del año. Ya hemos escrito de ella en Elemental.
El regreso de El Lobo, Fernando Rueda (Roca
Editorial). No es una novela, aunque a veces lo parezca. Es un
ejercicio extraño (hubiera preferido no ficción pura y dura) pero tiene
una gran ventaja: Mikel Lejarza, El Lobo, un personaje que me
fascinó cuando empecé a leer compulsivamente sobre espías, un tipo
esencial para comprender algunos hechos esenciales de la historia
reciente de España. Ahora, décadas después de su auge vuelve de la mano
de Fernando Rueda, un sabio de la materia, que construye un relato
entretenido y perfecto para flipados como quien esto escribe.
Manos sucias, Carlos Quílez (Alrevés).
Hay poca gente que pueda hablar más y mejor de la corrupción que Quílez
. Ha sido y es periodista de investigación y ha visto de cerca la
miseria que asola España porque de 2009 a 2014 fue director de análisis
de la Oficina Antifraude y contra la Corrupción de Catalunya. Lo que
cuenta demuestra que la ficción se está quedando sola como terreno para
determinados desmanes. Tremendo.
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