Saliendo al paso de la historiografía de obediencia política, el
ultimo libro sobre la conquista de México, a principios del siglo XVI,
aborda una realidad incomoda en el país americano pero progresivamente
asumida, sin tabúes, por su intelectualidad: el español Hernán Cortés
(1485-1547) no hubiera podido apoderarse del México con sus propias
fuerzas militares. Le ayudaron los pueblos precolombinos tiranizados por
el imperio azteca, y una aristócrata indígena tenida como traidora en
el acervo cultural de muchos mexicanos desde los tiempos de la
independencia de España: la Malinche, doña Marina, asesora y amante de Cortés, personaje central de la novela Una cruz de jade para Cortés (Éride Ediciones), segunda obra de José Luis Pérez Regueira, escrita sin apenas concesiones a la ficción, apegada a los hechos.
El libro es el resultado de cinco años de investigación sobre el
choque entre mundo mesoamericano y los invasores europeos, y coincide
con la inauguración en Madrid de la exposición internacional Crónicas de la conquista. La ruta de Hernán Cortés.
El objetivo principal, según sus organizadores, es presentar un relato
de los acontecimientos históricos que tuvieron lugar a partir de 1519,
el momento de la llegada de Hernán Cortés al territorio mexicano “y
mostrar los procesos de identificación antropológica por cada parte o
cultura, y las formas de contacto bélico implícitas en el proceso de la
guerra de Conquista”. El hispanista Hugh Thomas y Joseph Pérez, reciente premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, supervisaron las tareas de montaje de la exposición.
“La conquista tiene lugar durante una guerra civil contra los aztecas
en el México de la época, que los españoles aprovecharon. También lo
hizo Pizarro cuando conquista Perú aprovechándose de la división entre
los incas”, explicó el autor de la novela durante la presentación de una
obra de aventuras y batallas, pero también de intriga política, que
explica las circunstancias de la epopeya y el porqué de la conversión de
la indígena azteca en la principal consejera de los guerreros blancos.
“A nadie se le ocurre pensar que Cortés, con 600 hombres, 20 caballos y
16 arcabuces podía conquistar el imperio de Moctezuma. Lo hace con 6.000
tlascaltecas y 5.000 totonacas detrás, que son quienes entran en
Tenochtitlan, la capital del imperio”.
Preparando el libro, reviviendo la ruta de la leyenda, el escritor y
periodista fue testigo, en el norte del Veracruz, en Tajín, de como un
guía totonaca puso a prueba a una familia mexicana al preguntarles si
consideraban una traidora a La Malinche, cuyo nombre original en náhuatl
fue Malinalli. El guía se respondió a si mismo subrayando que todo lo
contrario: una defensora de la libertad de sus antepasados totonacas,
tlascaltecas, otomíes y otros pueblos bajo la dominación azteca. El
destino permitió a Doña Marina la venganza contra el emperador
Moctezuma, a quien odiaba por ser el causante de su orfandad, exilio y
esclavitud. Su encuentro con los extranjeros capitaneados por el
extremeño que acabó con la dinastía mexica habría de ser providencial en
el diseño de las alianzas de Hernán Cortes con los diferentes pueblos
mexicas enfrentados a Moctezuma.
“Doña Marina pone a Cortés en guardia al informarle que se va a
encontrar con un imperio que adora a sus dioses y que por tanto se tiene
que comportar de manera que lo crean a él un dios invencible”.
Enamorada del español, le dará un hijo, el primer mestizo de la nueva
España, Martín Cortés de Huilotlan. Pérez Regueira piensa que el
conquistador fue brillante político y estratega, y uno de los mejores
generales que ha tenido España, que debiera enaltecerlo, al igual que
México debe evitar la falsificación de la historia de un hombre
suficientemente polémico por la dimensión, trascendencia y
características de legado. Un grupo de activistas impidió en 1947 que el
Congreso de México incorporase en su entrada un placa conmemorativa de
Hernán Cortes, previamente aprobada por mayoría parlamentaria.
“De la conquista de México nacimos todos nosotros, indo-hispanoamericanos, mestizos”, escribió el fallecido escritor mexicano Carlos Fuentes.
Los restos del español reposan en la capilla del Hospital de Jesús de
la capital mexicana, casi escondidos. Durante un viaje oficial a México
el rey Juan Carlos fue a visitarlos en taxi. Apasionado de América
Latina, el autor dice que los expedicionarios españoles salieron de
España para conquistar y hacer fortuna pero ya no quisieron volver.
“América conquistó a los conquistadores, que la convirtieron en la Nueva
España”. Sintiéndose injustamente relegado, el conquistador regresó a
España en 1540 y murió pobremente en Castilleja de la Cuesta cerca de
Sevilla, siete años después.
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