En Una vida oculta, Kenneth Slawenski traza un retrato minucioso, poblado de detalles desconocidos, de la vida del autor de El guardián entre el centeno, tenaz perseguidor de todo el que escribía sobre él
Portada El guardian del centeno, de J.D.Salinger. foto:Pablo Vigo.fuente:adncultura.com |
Aunque todos los admiradores y devotos de J. D. Salinger conocían el sitio web www.deadcaulfields.com
, ignoraban que su creador y editor, Kenneth Slawenski, al mismo tiempo
que administraba la página (nacida en 2004 y elogiada incluso por The
New York Times), preparaba una colosal biografía del escritor, la más
completa que jamás se le hubiese consagrado.
El 28 de enero de 2010, cuando Slawenski revisó la
casilla de correo de su sitio web, vio que estaba inusualmente
atiborrada. Había, en total, cincuenta y siete mensajes, mientras que lo
normal era que recibiera tres o cuatro por día. Al mirar el primero en
la lista supo con exactitud lo que había pasado. Los mensajes llevaban
títulos como "J. D. Salinger, descanse en paz".
Ironías del destino: la última actualización del sitio
web era un mensaje de felicitación a Salinger por su flamante cumpleaños
número noventa y uno, y hacía apenas una semana que Slawenskihabía
entregado a su editor el manuscrito de la biografía. "Durante siete años
había estado completamente sumergido en Salinger, en sus escritos, su
filosofía y los más pequeños detalles de su vida. Se había convertido en
mi compañero permanente. Y ahora se había ido."
Slawenski publicó la biografía semanas después de la muerte de Salinger y eligió llamarla A Live Raised High . El título de la traducción castellana, Una vida oculta , establece un lazo especial con uno de los títulos en español de la famosa novela de Salinger The Catcher in the Rye (1951): El cazador oculto
, aquel con que lo bautizó en la Argentina Fabril Editora en 1961 y
luego retomó, en 1998, una nueva versión de Sudamericana. La versión
española, El guardián entre el centeno , es de 1978.
Una vida oculta es una proeza: el libro de un
"fan" (entre comillas, como prefiere Slawenski) que ha evitado cualquier
clase de hagiografía y ha ejercido como verdadero "cazador" de
informaciones hasta entonces inaccesibles o, en el mejor de los casos,
dudosas. La biografía de Slawenski muestra a unSalinger lejos de
cualquier estereotipo. El futuro misántropo duda, de joven, entre ser
actor o escritor y frecuenta fiestas de moda detrás de su gran amor,
Oona O'Neill, hija del dramaturgo Eugene O'Neill, hasta que el romance
acaba cuando ella se convierte en la mujer de Charles Chaplin. El
escritor, todavía no consagrado, digiere los rechazos de las revistas
más prestigiosas (de Story a The New Yorker ) y toma el camino de las páginas "satinadas" de las publicaciones femeninas.
Apodado Sonny en el seno de su familia, Salinger
"florece bajo la protección de su madre", estudia en Valley
Forge(escuela preparatoria que inspira la de Holden Caulfield en El guardián entre el centeno
) y hasta compone el himno estudiantil que todavía se canta allí. Le
gustan los deportes, escribe guiones radiofónicos y se anota en un curso
de escritura en la Universidad de Columbia, donde conoce a su primer
mentor: Whit Burnett.
En 1943 se convierte en agente de contraespionaje del
ejército de Estados Unidos. Poco después viaja a Europa y conoce el
frente de batalla. Varios de sus compañeros lo recuerdan "escabulléndose
para escribir", cuenta Slawenksi. Una vez, mientras caía un fuego
persistente, "vieron a Salinger tecleando debajo de una mesa sin que su
concentración fuera perturbada por las explosiones".
El libro ahonda en los efectos de la experiencia
bélica. Tras toparse con los campos nazis, Salinger ingresa
voluntariamente en un hospital de Nuremberg para curar su depresión. "No
está claro que Salinger tuviera conexión con el tribunal criminal de
guerra", pero se sabe que interrogó a antiguos miembros de la Gestapo y
que acaso trabajó repatriando refugiados.
Desde luego, Slawenski indaga las causas del silencio y
la reclusión pero, en vez de simplificar, ofrece múltiples respuestas
que, al sumarse, ayudan a comprender la compleja situación: desde la
herencia de un padre dado al secretismo hasta la influencia de la
espiritualidad zen y, más en particular, del maestro Yogananda que
pregonaba el desapego.
Slawenski lee los Nueve cuentos (1953) como un
"camino de exploración espiritual". Tras la desesperanza de los
primeros cuatro relatos, Salinger le ofrece al lector "una alternativa a
través del amor verdadero".
Después del éxito, la tapa de la revista Time y
su casamiento con Claire Douglas,Salinger dio inicio a su vida como
ermitaño en el pueblo de Cornish: la pareja, según se cuenta en el
libro, llevaba una vida tan despojada que sacaba el agua de un viejo
pozo, cultivaba sus propios alimentos y consagraba sus tardes a meditar y
hacer yoga.
El silencio de Salinger, considera Slawenski, fue un
"arma de doble filo" porque hizo que creciera una especie de leyenda
urbana a su alrededor. Mientras esto sucedía, el matrimonio ingresó en
una crisis irremediable. El escritor pasaba horas y horas encerrado en
una especie de ermita que había edificado en un bosque lindero a su
casa.
El libro concluye con una serie de episodios más o
menos jurídicos. Salinger contra la biografía de Ian Hamilton, en 1986, y
contra una secuela no autorizada de El guardián ? ; Salinger
que vuelve a casarse en 1992 (con una enfermera llamada Colleen O'Neill)
y que escapa, meses después, a un incendio en su casa que atrae a
tantos bomberos como periodistas; Salinger que se resigna a la versión
que la escritora Joyce Maynard da en 1998 del vínculo que tuvieron
veintiséis años antes.
Después de su divorcio, cuenta Slawenski, Salinger
salió con varias mujeres y con casi todas ellas pareció equivocarse,
pero Maynard fue acaso el error más grave. En abril de 1972, leyó un
artículo en The New York Times Magazine escrito por una
estudiante y le atrajo tanto el contenido como la foto de la joven, que
aparecía en la tapa de la revista. Le escribió, hubo un intercambio
epistolar y pronto Maynard abandonó el hogar de sus padres para
instalarse en Cornish con un hombre treinta y cinco años mayor que ella.
El vínculo duró muy poco.
¿Salinger hubiese llevado a Slawenski a tribunales de
haber salido este libro antes de su fallecimiento? Tal vez sí, pero eso
no habría alterado la honradez y la seriedad de este trabajo que evita
el panegírico y, al mismo tiempo, ilumina la esencia de un escritor
esencial. Mientras el sitio web sigue adelante, Slawenski -nacido en
Nueva Jersey y, al igual que Salinger, de raíces polacas- acaba de
lanzar en Estados Unidos la versión de bolsillo de su libro, cuya
traducción al castellano (a cargo de Jesús de Cos) fue editada en España
por Galaxia Gutenberg.
"Mi amor por la literatura de Salinger es lo que me intrigó y me inspiró a escribir esta biografía -dice a adn
-. Pero mi enorme aprecio por su obra no se traduce, necesariamente, en
admiración por el hombre. Salinger hizo muchas cosas que considero
tontas o insensatas. Podía ser autoritario e intratable. Valorar la
literatura de Salinger no eclipsa sus defectos. Más bien los hace más
fascinantes, incluso más comprensibles."
-¿Hubo algún hecho decisivo para que usted resolviera escribir Una vida oculta?
-Al principio, me resistía a interesarme en el hombre
porque temía que saber mucho acerca de su vida pudiese arruinar, de
algún modo, el impacto que las historias ejercían en mí. Sin embargo,
como "fan", intenté siempre leer todo lo que Salinger había escrito. De
este modo, una tarde localicé en los archivos de Princeton un cuento
inédito suyo. El manuscrito estaba oculto en una caja llena de carpetas.
Al sacarlo, varias cartas se esparcieron. Habían permanecido hasta
entonces metidas entre las páginas del cuento: decenas de viejas cartas
amarilleadas por el tiempo. Algunas habían sido escritas por editores y
amigos de Salinger y se referían a su obra, pero muchas otras llevaban
la firma del propio Salinger y hablaban de su vida. Mi biografía empezó
esa misma tarde.
-Contamos con muy poca información acerca de usted
en la solapa o en la contratapa. Tienta leer eso como un "gesto
salingeriano".
-Nunca tuve la idea de emular o de parodiar a Salinger
al ofrecer tan poca información acerca de mí o al decidir que no se
pusiera una foto mía en la solapa. Estoy orgulloso de mi libro, pero lo
cierto es que la autopromoción me resulta dolorosa, no me agrada posar
para los fotógrafos y me cuesta hablar en público. No tiene nada que ver
con Salinger y mucho que ver conmigo.
-Su libro fue publicado poco después de la muerte
de Salinger. ¿Lo hubiese dado a conocer de todos modos si él hubiese
estado vivo?
-Mi intención fue, desde un comienzo, publicar el libro
estando Salinger con vida, pero eso exigía que yo fuese muy vigilante
en cuanto a la ley. Salinger era famoso por litigar en defensa de su
vida privada y sus derechos de autor. Yo estaba al tanto de los
problemas que enfrentó Ian Hamilton en los años ochenta, cuando intentó
un proyecto similar. Salinger llevó a Hamilton a la justicia y
finalmente ganó el juicio. Leí acerca del caso y hasta conseguí unas
galeras de la versión inédita del libro, la que Salinger objetó. Así que
usé la experiencia de Hamilton como guía para mi libro. El caso
Hamilton me proveyó una serie clara de límites. Yo opté por mantenerme a
salvo, dentro de ellos.
-¿Cómo reaccionó el círculo íntimo de Salinger tras la aparición del libro?
-Desde la publicación de mi biografía he estado en
contacto con muchos miembros de la familia Salinger y de su círculo más
íntimo. Pienso que, en su mayoría, están aliviados porque no he brindado
un relato escabroso ni chismoso de su vida, algo que habría sido una
injuria para su reputación. Así y todo, ningún miembro de la familia
Salinger emitió un veredicto formal sobre mi libro. Lejos de sentirme
desilusionado, creo que es una excelente noticia. Si no les hubiese
agradado, habría terminado seguramente compareciendo ante la justicia.
-Su libro me hizo pensar, por ejemplo, en la
excelente biografía que Brian Boyd consagró a Nabokov, entre otras cosas
porque usted y él nunca pierden de vista la obra literaria. ¿El libro
de Boyd fue una referencia para su biografía? En todo caso, ¿la idea de
poner en relación vida y obra fue algo central desde un principio?
-Cuando Brian Boyd escribió sus libros sobre Nabokov
gozó de un acceso sin precedentes a los documentos privados y a la
correspondencia de Nabokov. Así y todo, optó por plasmar una biografía
crítica que traza la evolución de la obra de Nabokov en paralelo con su
vida. Yo no usé a Boyd -ni a ningún otro autor- como modelo formal para
mi libro, pero pienso que Boyd y yo tuvimos la misma actitud al
reconocer los vínculos entre la obra y la vida de un escritor. En
verdad, empecé a escribir el libro sin ningún preconcepto ni modelo.
Eludí esas tentaciones. Quería que la historia de Salinger hablara por
sí misma, que nos contara tal vez algo novedoso. No quise preestablecer
opiniones que pudieran influir en mi objetividad. Así, ocurrió que fui
descubriendo cosas a medida que escribía, tal como espero que les pase a
los lectores. Y muy pronto comprendí que la obra de Salinger es
inseparable de su vida. Él fue un autor, después de todo, que
básicamente se hizo humo dentro de su obra. Me pareció muy sensato, en
consecuencia, vincular los hechos salientes de su vida con las historias
que él escribía en simultáneo, de modo que fuese posible seguir la
evolución de su oficio a la vez que él iba transformándose como persona.
Algunos me han echado en cara el método. Arguyen que examinar la obra
va contra las "reglas básicas" de una biografía literaria. Ignoro
quiénes fijan esas reglas ni cómo las fijan, pero sé que no entienden
nada acerca de J. D. Salinger. La literatura fue, para él, mucho más que
una mera ocupación. Fue su plegaria, su terapia, su método consciente
de autoexploración. Y, por sobre todas las cosas, su modo de comunicarse
con el mundo. Hasta usó la literatura para apartarse del mundo. Si no
prestamos atención a lo que Salinger decía mientras aún estaba en plena
actividad, jamás podremos entender el mensaje que libró después por
medio del silencio.
-Su libro está lleno de anécdotas e informaciones
reveladoras acerca de Salinger, por ejemplo, su primer matrimonio en
Europa, tras la Segunda Guerra Mundial, con una tal Sylvia, una mujer
alemana que murió en 2007. ¿Tuvo usted ocasión de conocerla?
-Sylvia Louise Welter, la primera esposa de Salinger,
murió a los 88 años en un hogar para ancianos de Michigan.
Lamentablemente no llegué a encontrarme con ella, pero pude entrevistar a
sus amigos más cercanos. Todos ellos me pidieron que no revelase sus
identidades, pero todos deseaban con ansiedad que contara su historia.
Hasta ese momento no se sabía absolutamente nada acerca de Sylvia, más
allá de su nombre de pila y de un montón de rumores que, tras mis
pesquisas, resultaron falsos. Incluso los amigos de Sylvia tenían ideas
erróneas sobre su pasado. Al parecer, ella llevó una existencia tan
secreta como la de su ex marido.
-Al margen de sus investigaciones (cartas,
documentos, partidas de nacimientos), usted realizó muchas entrevistas.
Imagino que fue especialmente díficil charlar con la gente más cercana a
Salinger.
-Salinger exigía lealtad a sus amigos y familiares.
Esto incluía la promesa de no hablar con periodistas ni biógrafos. De
quienes lo conocieron a fondo, quedan muy pocos con vida. Los pocos que
aceptan hablar sobre él piden no ser identificados, mientras que la
mayoría declina toda invitación. Un ejemplo es el de John Keenan, quien
fue el compañero de Salinger en sus tareas de contraespionaje y lo
conoció a fondo durante la Segunda Guerra Mundial. Keenan hizo con
Salinger un solemne voto de silencio y nunca rompió su promesa. Yo
siento que es mi deber respetar y honrar su decisión.
-En su libro enumera algunas de las principales
virtudes artísticas de Salinger: personajes en contacto directo con el
lector, un ojo especial para los detalles, una gran conexión con su
propia niñez y con la infancia en general. ¿Qué otros puntos fuertes le
gustaría destacar?
-Técnicamente, la precisión y la fluidez de los
diálogos de Salinger es tal vez inigualable. El diálogo fluye con
naturalidad, absorbiendo a los lectores. Salinger llegó a dominar tanto
esa técnica que su talento puede resultar natural; pero, en verdad,
trabajó duro hasta perfeccionar los diálogos. Personalmente, lo que más
me atrae de la escritura de Salinger es su asombrosa habilidad para
sugerir y significar más allá de las palabras. Solemos sentir, más que
intelectualizar, la escritura de Salinger. Sus páginas nos hacen estimar
que hemos sido testigos de momentos importantes, aun cuando en una
primera lectura no terminamos de saber ni entender por qué. Más allá del
uso económico del lenguaje, el efecto es casi místico. El propio
Salinger aludió cierta vez a este fenómeno. Le aconsejó a A. E.
Hotchner, el biógrafo de Hemingway, que incrustara "fuego entre las
palabras" en lugar de depender exclusivamente de las palabras para
engendrar sentido. Para Salinger, ésa era la diferencia entre la
auténtica inspiración y la mera eficiencia.
-¿Por dónde le recomendaría empezar a alguien que nunca leyó nada de Salinger?
-Por su volumen de relatos Nueve cuentos ( Nine Stories
). Desde los poderosos, "Un día perfecto para el pez banana" y "Para
Esmé, con amor y sordidez", hasta el más gentil, "Down at the Dingy"
("En el bote"), y el humorístico "El hombre que ríe", Nueve cuentos ofrece tal variedad y calidad que puede seducir a lectores de todos los gustos.
-Una de las principales teorías de su libro es la
importancia capital que tuvo la Segunda Guerra Mundial en la vida de
Salinger. Muchas cosas se explican a la luz de esa experiencia: desde
las últimas palabras de El guardián? hasta sus sentimientos religiosos.
-La Segunda Guerra Mundial fue el hecho fundamental en
la vida de Salinger. Lo transformó por completo y sus efectos, desde
luego, repercutieron en su obra. Cuando Salinger desembarcó en las
playas de Normandía, en pleno Día D, era un joven sarcástico y altanero,
muy semejante a Holden Caulfield. Al término de la guerra se había
vuelto melancólico, miedoso, menos seguro de sí mismo, pero se había
convertido en mucho mejor escritor. Salinger participó en algunas de las
más sangrientas batallas de esa guerra y fue testigo de muertes y
atrocidades que demolieron su inocencia y lo dejaron totalmente abatido.
Su experiencia bélica suscitó hondas preguntas, de esas que suelen
cimentar la buena literatura. Empezó a investigar la existencia de Dios y
a examinar la dualidad de la naturaleza humana, dividida entre el bien y
el mal.
-Los orígenes polacos y judíos de Salinger están
bien presentados en su libro. Sin embargo, a usted no parece tentarlo en
ningún momento leer a Salinger desde esa perspectiva, me refiero a la
tradición judeo-estadounidense que va desde Nathanael West hasta Cynthia
Ozick o Philip Roth. ¿Cuál ha sido, a su entender, el lazo de Salinger
con la tradición judía, la religiosa e incluso la cultural o literaria?
-Nunca he sentido que Salinger viviera ni escribiera
desde una perspectiva judeo-estadounidense, no de la manera deliberada
como lo han hecho Saul Bellow, Bernard Malamud o Philip Roth. No hay
"hombres de Kiev" en Salinger. Esto no quiere decir que no me haya
fascinado la historia de su familia. Ojalá hubiese podido consagrarle
cien páginas, pero habría sido un desvío del tema central. Lo concreto
es que la herencia de Salinger incide en su obra, pero se trata de una
herencia mixta. Su madre tenía raíces irlandesas-alemanas y su padre era
hijo de un rabino (que más tarde se convirtió en doctor) emigrado de la
Rusia zarista. Si bien la familia iba al templo Emmanuel de la Quinta
Avenida, en Manhattan, mientras Salinger crecía su identidad judía fue
más étnica que religiosa. Los padres de Salinger eran miembros de la
Ethical Cultural Society, una organización humanista que promovía
"valores morales", más allá de la religión. En términos religiosos,
Salinger fue educado como un agnóstico. Así y todo, sorprende que él
mencionara tan pocas veces su herencia judía, sobre todo si tenemos en
cuenta que fue testigo directo del holocausto. Tal vez el tema era muy
doloroso para que hablara de eso en público. Lo mismo ocurrió con la
guerra, a la que raramente aludía.
-La influencia y el legado de Salinger no han
perdido vigencia. ¿Qué escritores de los últimos años mencionaría usted
entre los más marcados por Salinger?
-Salinger ha tenido un efecto tan en cadena en la
literatura estadounidense que se ha vuelto imposible escribir hoy sin
invocar, en cierta medida, su estilo o su modelo. La influencia de su
obra en los posmodernistas de su propia generación (desde Philip Roth
hasta Kurt Vonnegut o Jack Kerouac) fue tan profunda que es probable que
Salinger siga marcando por años la manera en que escribimos y leemos.
Cada temporada, un puñado de nuevas novelas son comparadas con El guardián entre el centeno
, y los escritores aún luchan por igualar la perfección de Salinger en
el fluir de conciencia. Escritores populares como Thomas Robbins, Hunter
S. Thompson y el finado David Foster Wallace reconocieron abiertamente
la influencia de Salinger, pero muchos otros (por ejemplo, Jay
McInerney) adoptaron en forma inconsciente pinceladas de su estilo. El
propio Salinger estaba en deuda con escritores del pasado. Reconocía su
deuda con Dickens en El guardián? , y su empleo del "scaz" - la
voz callejera que emplea Holden Caulfield- puede rastrearse en décadas
pasadas en los escritos de Sherwood Anderson y en los primeros cuentos
de Ernest Hemingway.
-La gran incógnita de si Salinger siguió
escribiendo, si ha escrito algo en el período de su "desaparición" del
espacio público (desde 1965 hasta su muerte), sigue despertando la
fantasía de mucha gente que sueña con una gran valija (como la de
Pessoa) llena de milagros? A dos años y medio de la muerte de Salinger,
¿qué pistas o datos fehacientes hay al respecto?
-La pregunta que me hacen con más frecuencia es si
Salinger continuó escribiendo tras lo último que publicó y si, en tal
caso, alguna vez podremos leerlo. Salinger publicó su último cuento en
1965, pero siguió escribiendo con devoción, tal vez hasta su muerte en
2010. Eso equivale a 45 años de trabajo, por lo cual es probable que
haya dejado varios manuscritos. Desde luego, resulta imposible decir si
alguno de ellos será tan importante para la literatura como El guardián?
, pero hay muchas posibilidades de que no sea así. El mundo de Salinger
fue achicándose al tiempo que él envejecía, y el aislamiento suele ser
terreno infértil para la inspiración literaria. Los sucesores de
Salinger son su viuda, Colleen, y su hijo, Matthew. Ellos crearon el "J.
D. Salinger Literary Trust" y por ahora no han dicho nada acerca de
manucritos inéditos, ni siquiera han reconocido su existencia. Pero las
cartas de Salinger desde 1966 hasta su muerte no dejan ninguna duda de
la existencia de esos manuscritos. De hecho, ya en 1966 Salinger dijo
que había completado dos novelas que el mundo todavía espera. Aun cuando
tengo ilusiones de que un día podremos leer "nuevos" textos y libros de
Salinger, pienso que eso no ocurrirá hasta dentro de varios años. Es
muy probable que Salinger le haya pedido a su familia que esperase un
rato antes de publicar algo nuevo, al menos para evitar que los
admiradores bailen sobre su tumba. A medida que envejecía, Salinger se
iba volviendo más y más celoso con sus derechos de autor. Dejó su obra y
los beneficios de ella en manos de su viuda y de su hijo porque pensó
que ellos respetarían su voluntad. Actualmente, la máxima preocupación
de sus herederos no pasa por el dinero ni por la publicación de los
manuscritos ocultos, sino por preservar y realzar el legado. Por lo
tanto, la elección es simple y lógica: si alguno de los manuscritos
inéditos posee la calidad suficiente, algún día lo harán público. Pero
si el talento de Salinger se hubiese agotado, jamás leeremos una sola
palabra..
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