Ayer terminó BAN! Buenos Aires Negra, el primer Festival de Literatura Policial de Buenos Aires. Ex delincuentes, policías y escritores reflexionaron sobre un género de culto
RETIRADOS. La “Garza” Sosa y Dani “el Rojo”, estrellas del festival de Buenos Aires Negra. foto. fuente: Revista Ñ
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El comisario nos mira pero en realidad no quiere mirar nada que
no sea su perplejidad. La Garza Sosa baja las escaleras del Centro San
Martín después de haber recibido enecientos aplausos. El comisario sabe
que no recibirá ni la mitad. Hay algo en el delincuente largo, listo,
que cita a Melville y recuerda a la ballena blanca, algo que nos excita.
Y el comisario, que lo sabe, murmura: “no sé no sé, a mí todo esto me
parece raro, una apología del delito, o así”.
Ernesto Mallo, capo
de la banda del BAN!, Buenos Aires Negra, que es tan listo o más que la
Garza redimida, acaba de cerrar su entrevista llevando de la mano al
transgresor hasta que ha contado eso de que no se arrepiente de nada y
que si se retiró es porque tiene un hijo con síndrome de down, “y todo
lo que me queda de vida la dedicaré a él, mi amor”.
Anda a
explicarle a un comisario bonaerense que el no arrepentido y el tal
Daniel Rojo, un tipo que admite haber atracado unos 500 bancos cuando se
inyectaba 10 gramos de cocaína en vena diarios, que esos dos son las
estrellas del festival de novela negra.
Señor comisario, los
escritores que se adscriben a ese género que usted identifica con
Humphrey Bogart admitimos ese morbo que los demás comparten y no
practican: el morbo por el crimen.
Qué se le va a hacer. No
sabemos contestar al amable camarero que pasmado pregunta ante Alejandro
Gallo: “¿Dicen que es jefe de policía y novelista?”. Raúl Argemí le
responde: “Y rojo, defensor de las luchas mineras y la guerrilla
antifranquista”. Detrás de la barra el argentino abre la boca: “Eso aquí
es imposible”. Argemí le responde: “Y en España también”. Ay, señor
comisario, cuántos matices, ¿no?
Van algunos de los
delincuentes de pensamiento, palabra u omisión: Juan Sasturáin, Carlos
Sampayo, Fernando Ampuero, Claudia Piñeiro, Leonardo Oyola, Luisa
Valenzuela, Guillermo Orsi, Kike Ferrari, Argemí, Elsa Osorio, Juan
Madrid, Bernardo BEF Fernández, Miguel Ángel Molfino, Mempo Giardinelli o
Guillermo Martínez.
Ellos y muchos otros, señor comisario, han
ido desfilando en diálogos y ponencias para, en el fondo, disimular que
lo que querrían es pasarse al otro lado, ser los forajidos. Tachán.
“¿Todos aquí son de los muertos?”, pregunta una asistente coronada de
canas antes de entrar a una mesa donde van a despacharse tres forenses.
“No todos”, le contesta uno de los técnicos del San Martín, “unos son
muertos y otros, asesinos”.
Exactamente de eso se trataba, de
convocar a un centenar de escritores, periodistas, ¿ex? delincuentes,
policías y demás participantes en el juego de la muerte hecha ficción
para ser de los muertos o de los que matan. Y el experimento resultó un
proteico batiburrillo de autores notables con pequeñas dosis de
personajes.
Lo que pasa es que si a uno le dan a elegir entre un
novelista, un plumilla, un cana o dos forajidos de fines del XX, señor
comisario, entienda que nuestra mitomanía todavía permanece agarrada a
la estela de Bairoletto.
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