El viejo reportero de Esquire y The New Yorker publica Vida de un escritor
El escritor y reportero estadounidense Gay Talese, fotografiado el año pasado en las calles de Barcelona. foto: Massimiliano Minocri. fuente: elpais.com |
Es posible ser periodista e informarse sin utilizar Twitter o
Facebook y no tener correo electrónico, aunque eso es un lujo que solo
se puede permitir un reportero que no vive bajo la dictadura del modelo
informativo que prima en el siglo XXI: producir mucho y muy deprisa.
Mientras las nuevas generaciones de periodistas entran en un mundo
laboral en el que para llegar a fin de mes tienen que firmar toneladas
de noticias a 20 euros, el veterano Gay Talese aún tiene la suerte de
cobrar, y mucho, por dedicar tres meses y siete páginas a un reportaje
en la revista The New Yorker
sobre Marina Poplavskaya, una soprano con cero interés para el nuevo
dios mediático: las redes sociales. Y el tiempo y el mimo que invierte
Talese en su trabajo se notan, ya que algunas de sus piezas, como la
titulada Sinatra está resfriado, publicada en la revista Esquire en los años sesenta, figuran entre las mejores de la historia del periodismo.
El hombre definido por Tom Wolfe como el padre del Nuevo Periodismo también tuvo la osadía de irse de The New York Times
porque no le dejaba espacio suficiente para desarrollar temas con la
profundidad que él buscaba. Sí se lo permitieron revistas como Esquire y The New Yorker y después diversos libros. Pero pese a sus muchos éxitos profesionales, oficializados recientemente con el Premio Norman Mailer de Periodismo,
Talese, de 80 años, también ha fracasado. “Nadie vive instalado en el
triunfo. Incluso si te dan un oscar pasarás por un mal momento antes o
después. Y esos momentos son los que a mí me interesan. Las historias de
perdedores son más interesantes que las de ganadores, aunque sean menos
comerciales. Por eso escribí Vida de un escritor”.
Sentado en un venerable hotel neoyorquino y con el mismo sombrero de gentleman
que luce en la portada de la edición estadounidense del libro que ahora
publica Alfaguara, el veterano periodista, con gemelos y corbata a
juego y un pulcro traje hecho a medida como los que vestía Cary Grant en
la película clásica de reporteros Luna nueva (His girl friday),
defiende un libro que según los críticos estadounidenses no figura
entre sus mejores obras. Pese a su título, apenas hay rastro de Gay
Talese en su interior. Eso sí, a través de él uno entiende perfectamente
la minuciosidad y la atención con la que aborda su trabajo. Es más, el
grueso del libro lo componen reportajes que nunca llegaron a publicarse,
como el que escribió sobre Lorena Bobbit (la mujer que le cortó el pene a su marido) para la revista The New Yorker,
sus múltiples notas para elaborar un reportaje sobre restaurantes que
tampoco llegó a ver la luz o sus dudas periodísticas durante su
cobertura de las marchas por los derechos civiles en Selma en el año 65.
“Quería intentar descubrir quién soy, porque no lo sé muy bien. Creo
que siempre me he visto a través de mi trabajo, toda mi vida he escrito
sobre otros y siempre he tratado de quedarme al margen de la historia”. Y
quizás por eso el título del libro confunda, porque no son unas
memorias que describen la vida de este escritor, sino un autoanálisis
del trabajo del escritor y su forma de abordarlo. “Soy un escritor que
escribe haciendo reportajes y además soy un reportero. La idea es que
lectores y escritores descubrieran en qué consiste un trabajo en el que
son tan importantes las historias que se publican como las que no”.
Pese a los reveses laborales descritos en Vida de un escritor, Talese asegura que desde que publicó La mujer de tu prójimo
(donde analizó el comportamiento sexual de los estadounidenses y donde
él mismo expuso sus propias experiencias), poco a poco ha ido metiendo
cada vez más de sí mismo en sus libros. Esa tendencia alcanzará su
epítome en el que será su libro número 12, una obra sobre sus 50 años de
matrimonio con la editora Nan A. Talese. “Un reportaje exhaustivo sobre
lo que significa estar casado y vivir en una casa como padre de una
familia durante 50 años”. Esa familia supo por sus propias palabras de
sus infidelidades setenteras y espera que acepte todos los detalles de
un libro en el que lleva 10 años trabajando. “Quizás a mi mujer no le
guste, ya veremos. Mi vida es un libro abierto. Ella sabe todo lo que
hago y la gente a la que veo, aunque haya cosas que no hablamos. Yo dejo
constancia de todo lo que hago en una pizarra que tengo en casa y en
las notas que tomo a diario”.
En ese día a día también hay mucho periodismo, con lecturas intensas
de toda la prensa neoyorquina. Hace dos años defendió el trabajo de los
reporteros actuales en una entrevista con esta misma periodista pero hoy
se retracta. “Estoy decepcionado. El 11-S acabó con el buen periodismo.
Con la excusa de la seguridad nacional la prensa estadounidense dejó de
hacer preguntas, ya no cuestiona el poder. Creía que aquello acabaría
tras los años oscuros de la Administración de Bush, pero con Obama no ha
mejorado. Los periodistas de hoy siguen haciéndole el juego al
Gobierno, son como funcionarios. Falta curiosidad y escepticismo en el
tratamiento de Irak, Afganistán o incluso Siria. Y el ciclo de noticias
de 24 horas que impone la red no ayuda porque los convierte en animales
carroñeros”. Y suspirando, añade: “No, no es un buen momento”.
Inicios de escritor
- Gay Talese nació en 1932 en Ocean City (Nueva Jersey) en una familia italiana. (“Soy hijo de un sastre severo pero caballeroso de Calabria y de una madre italoamericana amable y emprendedora”).
- Empieza a escribir con 15 años, contando los partidos de su equipo de béisbol. Estudió Periodismo en la Universidad de Alabama. (“Elegí el periodismo como carrera universitaria, porque esto es lo que sabía, pero en realidad me convertí en un estudioso de la historia”).
- En The New York Times empezó como chico de la fotocopiadora. Después llegaría el Nuevo Periodismo.
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