Carolina Sanín, Antonio García Ángel y Juan Álvarez, tres nombres importantes de la literatura contemporánea de Colombia, hablaron de ¡Que viva la música! y de la influencia que tuvo el escritor caleño en su formación como lectores y escritores
“¡Que viva la música! es un poema psicodélico, escrito de manera perfecta y perfeccionista.” Carolina Sanín
Carolina Sanín nació en Bogotá en 1973. Es literata de la Universidad de los Andes y M.A., M.Phil. y Ph.D. de la Universidad de Yale. En 2005 publicó la novela Todo en otra parte con la editorial Seix Barral, actualmente es profesora de la Universidad de los Andes y escribe mensualmente en la revista Arcadia.
Sanín recordó que la primera vez que leyó ¡Que viva la música! tenía 17 años y entonces, más que la novela en sí, lo que llamó su atención fue el autor ‘un joven extraordinario, romántico, que terminó por ser suicida’. Volvió a leer la novela para un trabajo de la universidad y esta vez lo que le gustó fue el tema, “por ejemplo, mi parte favorita del libro fue cuando la Mona, la protagonista, se imagina hablando con los Rolling Stones.”
En 2011, invitada a reseñar la edición en ingles que por Penguin Books lanzó del libro, lo leyó por tercera vez “fue una sensación muy distinta a las anteriores, esta vez me pareció una novela de vampiros y me impactó por la exactitud del estilo, evidente en la pureza de las frases.”
Para Sanín ¡Que viva la música! es un libro de transformaciones: la primera, la de su autor, del que da la sensación que se travestiza en la protagonista; la segunda, la del cabello rubio, rubísimo, de la Mona que al final se oscurece; y la tercera, la música, que va de las canciones en inglés –las que no se entienden- a la salsa de Richie Ray en español –que todos entienden-.
“¡Que viva la música! es un libro escrito en caleño.” Antonio García Ángel
Antonio García Ángel nació en Cali en 1972. Es licenciado en literatura y comunicación de la Universidad Javeriana de Bogotá. Ha escrito guiones para televisión y artículos de prensa y ha publicado dos novelas: Su casa es mi casa (2001), Recursos Humanos (2007) y una antología de cuentos Animales domésticos (Norma, 2010).
“En el colegio en las vacaciones de 8° a 9° grado descubrí a Andrés Caicedo, entonces ya tenía hábitos de buen lector y me fascinaban, por ejemplo, los libros de Graham Greene. Recuerdo muy bien que cuando leí Destinitos Fatales de Caicedo me atravesó una sensación de perplejidad, en parte porque descubrí una literatura que mencionaba lugares de Cali por los que yo había transitado como la Avenida del Río o la Sexta, y hasta entonces para mí la literatura era algo que alguien se inventaba muy lejos de Cali.”
García Ángel recordó que esa primera lectura de Caicedo fue suficiente para contagiarse de ‘Caiceditis’. Leyó todas las publicaciones que entonces se conseguían del escritor caleño e incluso, como parte de un trabajo para el colegio, buscó a amigos de Caicedo que quisieran hablarle de él. “Era una suerte de calle mocha, porque mientras más lo leía, más quería saber de él y de su obra, pero no se podía porque ya toda estaba hecha”.
Hace un par de años lo invitaron a hacer un guión cinematográfico de ¡Que viva la música!, que finalmente rechazó por considerar que el encanto de la novela está en su escritura y no en el argumento. “La última vez que leí el libro fue hace un par de días pensando en esta charla, creo que ha sido mi lectura favorita, porque se me hizo evidente la forma en que Caicedo reflexiona constantemente sobre la escritura misma y ese es para mí uno de los mejores elementos de su obra ”.
“Lo que a uno le da envidia de ¡Que viva la música! es la precisión de la prosa”. Juan Álvarez
Juan Álvarez nació en Neiva en 1978. Estudió Filosofía en la Universidad de los Andes, es maestro en creación literaria de la Universidad de Texas y actualmente candidato a doctor del programa de Estudios Culturales Latinoamericanos de la Universidad de Columbia en Nueva York. Obtuvo el Premio Nacional de Cuento Ciudad de Bogotá en 2005 por su libro Falsas alarmas (idct, 2006), y el Premio de Ensayo Revista Iberoamericana 2010 (Instituto Ibero-Americano de Berlín) por un texto sobre el insulto y la ofensa como instrumentos políticos en la crisis de Independencia en Colombia.
Álvarez afirmó no haber sufrido de ‘Caiceditis’, tampoco recordar cómo ni cuándo leyó por primera vez ¡Que viva la música! Mencionó que hizo una segunda lectura del libro por razones de trabajo, como parte de una investigación sobre lo que significa escribir de música, del que afirmó que la novela de Caicedo es una referencia ineludible, sin embargo aclaró que ¡Que viva la música! no es una novela sobre música sino la novela de un melómano.
“La última lectura que hice del libro fue hace pocos días a propósito de esta conversación, esta vez tome muchas notas porque el lenguaje del libro se me hizo tan actual que creí que la editorial había echado mano al texto original, entonces con Antonio (García Ángel) nos dimos a la tarea de revisar y comparar ediciones antiguas de la novela con esta última que lanzó Alfaguara, sin embargo no encontramos nada distinto. Debo rescatar la precisión del estilo de Caicedo, de enorme ritmo al final y al inicio de las frases”.
Álvarez afirmó que ¡Que viva la música! es uno de los libros más importantes de la literatura colombiana, y resaltó la capacidad narrativa de Caicedo para describir sentimientos. “Caicedo fue audaz. En su novela supo narrar explícitamente lo que sienten sus personajes.”
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