Fue elegida como una de las 50 personas más influyentes de la industria del libro en habla hispana
No hay fotos en su oficina. Pero sí está
colgada la imagen de un santo: San Francisco de Sales, que, dicen, es el
patrono de los editores. Vaya a saberse si le ha hecho milagros, lo
cierto es que Pilar Reyes pisa cada vez más fuerte en el mundo del libro, como directora editorial de Alfaguara en España.
Hace pocas semanas, la Feria del Libro de
Buenos Aires dio a conocer el listado de las 50 personas más influyentes
en la industria editorial iberoamericana, según votaciones recibidas de
varios países. El nombre de Pilar Reyes Forero apareció en él, al lado
de grandes figuras de la edición mundial como Carmen Balcells, Jorge
Herralde y Jaume Valcorba.
Pilar es sincera: ella se enteró de esa
selección días después, alguien se lo contó por Twitter. De seguro, su
cabeza estaba clavada en uno de los manuscritos que aguardan su
aprobación para luego convertirse en libros. Cada semana, en
promedio, el mercado editorial español recibe un libro que ha nacido del
visto bueno de esta editora bogotana que acaba de cumplir 40 años.
Con dificultad ella hubiera podido imaginar su vida sin la literatura al lado. Así
creció, en una casa cuya protagonista era la biblioteca de su papá, el
dramaturgo e investigador Carlos José Reyes, quien por varios años fue
director de la Biblioteca Nacional.
-¡Cuando llegue al punto!
Eso gritaba Reyes desde su silla cuando su
esposa y su hija le anunciaban que la mesa estaba servida y ellas, a la
espera. "Cuando llegue al punto" quería decir que no se levantaría hasta
terminar la frase del libro que estaba leyendo, y el resto de la
familia suplicaba por que no se tratara de una novela de Germán Espinosa
o de José Saramago, por ejemplo, tan poco amigos de separar las frases.
Los libros han sido la extensión de
las manos de Pilar, desde niña, desde los primeros que leyó, como
Corazón, El ruiseñor y la rosa o El barón rampante, hasta los que ahora
llegan a su mesa como manuscritos. Estudió en el colegio Refous
y de ahí pasó a la Universidad Javeriana, a la carrera de Literatura,
sin tener muy claro lo que quería hacer más que leer y, quizá, escribir
guiones para cine.
No alcanzó a graduarse cuando se lanzó al
mundo laboral en un campo que le interesaba: el editorial. Un amigo de
la familia, Conrado Zuluaga, entonces editor de Santillana, le dio el
primer voto de confianza y la contrató como asistente. Corría 1993, y
entre sus primeras tareas estuvo atender al público en la Feria del
Libro.
Luego llegó su primera experiencia en la
edición, con el libro Como el halcón peregrino, de R. H. Moreno-Durán.
"Él estaba feliz de tener una editora-alumna", recuerda Pilar, que
parece haber encontrado la razón por la cual se ha mantenido en este
medio: "Uno entra al mundo de la edición, pero no sale. Porque es un
reto nuevo todos los días. Cada libro significa poner otra vez en juego
la decisión editorial de si lo publico o no lo publico. No hay mayor
adicción que esa".
Años después, Zuluaga dejó la dirección
editorial de Santillana en Colombia y el cargo le correspondió a Pilar,
con escasos veintitantos pero con experiencia sumada. Su
presentación en sociedad fue el lanzamiento mundial de Los cuadernos de
don Rigoberto, el primer libro de Mario Vargas Llosa en Alfaguara. Sus
compañeros de entonces aún la recuerdan vuelta un manojo de nervios
pero, al final, felicitada gracias al trabajo hecho.
Pilar Reyes se fue haciendo a un nombre
como editora en el país, debido sobre todo al catálogo coherente que
comenzó a crear en Alfaguara. A su sello llegaron autores como Álvaro
Mutis, Fernando Vallejo, Laura Restrepo; se hicieron reediciones
importantes y se lanzaron nombres como el de Juan Gabriel Vásquez. "El
catálogo respondía a la pregunta de qué pasaba en las letras colombianas
-dice-. Esa sensación, el ser reflejo, es lo mejor que puede vivir una
editorial".
¿Cuál es el autor que más ha disfrutado editar en estos años?
Fernando Vallejo es sensacional, es el más meticuloso de todos. Trabajar con él ha sido como una luz.
En el 2009, después de un trabajo sólido en
los sellos de Santillana-Colombia, Pilar Reyes fue nombrada como
directora editorial de Alfaguara en España. Allá, ha comprobado lo que
ya sabía: la importancia de ese país en la industria literaria. La
tendencia española define, para bien o para mal, los mercados
editoriales de toda América. "España es el centro del trabajo editorial.
Para quien sueñe con ser editor, este es un puesto de privilegio",
dice.
Cada año, edita al menos 50 títulos: veinte
de literatura en español, otros veinte de lenguas traducidas y el resto
de obra reunida. Entre los primeros, menos de la mitad son
latinoamericanos. Esa es otra cosa que ha confirmado: vender literatura
latinoamericana en España es difícil, y al revés también.
"Se habla de América Latina como un corpus
general, pero eso no existe -dice Pilar-. Es una pena que nuestros
países no se comuniquen entre sí y que sea España -con su desinterés por
la obra de latinoamericanos- la que siga siendo el espejo para
conectarnos".
Su llegada a Madrid coincidió con la crisis
económica, que en los primeros meses no afectó mucho la industria
editorial, pero que ahora la tiene mermada. Coincidió, también, con el
inicio de un nuevo lenguaje: el digital. "El mundo electrónico está
cambiando tanto el soporte en el que leemos como los elementos de
comunicación de los libros. Hoy en día los críticos han perdido fuerza.
Ahora los blogs y las redes sociales son la caja de resonancia para que
un libro exista".
¿Ha cambiado lo que leemos, lo que se quiere leer es diferente hoy a cuando usted empezó a editar?
Sí. Ahora existen muchas narrativas que
vienen del mundo de la televisión, por ejemplo. Se está dando el
fenómeno a la inversa. Hay series americanas poderosas que llevan a
producir literatura; los videojuegos también están produciendo
literatura. Vendrán novelas con nuevos formatos, con mezcla de videos,
con música. No sé si eso se llamará novela, pero se verán cambios muy
grandes.
Y en esos cambios Reyes quiere estar
presente. Hacer parte de una lista con editores de la talla de Balcells o
de Herralde hace suponer que su carrera será de largo aliento. "El
mundo editorial español la ha recibido con los brazos abiertos -dice
Fernando Vallejo-. Se educó en el amor por los libros, y su delicadeza y
cultura seguramente la harán triunfar allá".
Hoy, sus días transcurren en Madrid, entre
su apartamento del barrio Argüelles (vive en el mismo edificio donde
residió Pablo Neruda) y las oficinas de Alfaguara, a las afueras de la
ciudad. No maneja. Eso le gusta porque el tiempo que pasa en tren le
permite leer más. Siempre está leyendo, manuscritos o clásicos, como el
que ahora tiene entre manos: La felicidad conyugal, de Tolstoi.
¿Cuál es el libro que más placer le ha dado editar y publicar?
Eso es como poner a elegir a una mamá
entre sus hijos. Pero recuerdo con felicidad haber publicado la primera
novela de William Ospina y ver el fenómeno que fue.
Hay decepciones, también. Ella lo sabe.
Sobre todo cuando ha comprado un libro que cree que va a tener una
respuesta y recibe otra. No porque la crítica lo acabe, sino porque el
libro quede en silencio.
¿Qué debe tener un manuscrito para que usted lo apruebe?
Eso está lleno de atenuantes. En cuanto al
manuscrito mismo, lo compro cuando, por más imperfecto que sea, tiene
una fuerza narrativa grande, un mundo propio y una ambición en la
escritura. Por otro lado, debe tener pertinencia. Es decir, que un sello
como el nuestro pueda ser posibilitador de lectores para ese libro.
Tercero, que sea único y tenga identidad.
Pilar Reyes sabe que la industria está
llena de casos de editores que se han equivocado, al dejar pasar un gran
libro, o lo contrario. Ese es el riesgo, la adicción que la mantiene en
el oficio. Por eso, confía en el olfato, en leer hasta el cansancio y
en jugarse en una apuesta en la que no está sola aunque su voz sea la
última palabra. Y bueno, también en la buena acción de San Francisco de
Sales.
En la lista de quienes todo lo definen
Por ser las personalidades 'más creativas, innovadoras y llenas de empuje'
En la reciente edición de la Feria del Libro de Buenos Aires, sus
organizadores invitaron a votar desde varios países por los 50
profesionales de la industria editorial cuyas acciones y opiniones
tengan el más alto impacto en el mundo de los libros de habla hispana.
"Sabemos que listas de esta índole siempre generan polémicas", dijeron
los promotores de la encuesta, que buscaban reconocer el trabajo de
personas "creativas, innovadoras y llenas de empuje". El resultado
arrojó nombres conocidos, como el de los editores españoles Carmen
Balcells y Jorge Herralde, la directora de la Feria del Libro de
Fráncfort, Marifé Boix García, o el del crítico literario Ignacio
Echevarría. Colombia apareció con tres nombres en la lista: Fernando
Zapata, director del Cerlalc; Ana Roda, directora de la Biblioteca
Nacional, y Pilar Reyes, encargada del sello editorial Alfaguara en
España. También aparece Cristina Fuentes, por su trabajo en el Hay
Festival, que se desarrolla cada año en Cartagena.
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