Esa humildad tan julio, tan cortázar, para darle el lugar que se merecía. Adoro esa clase de gestos tan suyos, tan cronopios
Julio Cortázar como siempre y a su alrededor lo cobijaba un misterio tan suyo y propiamente fantástico. foto:archivo. fuente:elespectador.com |
La cosa comenzó con un email de Rocío Arias Hoffman, en pleno Festival Malpensante 2009, diciéndome lo siguiente: «Gozarías
con Jaime Correas, el argentino director del diario de Mendoza que
anoche me regaló un librito de quince años de investigación sobre los
momentos que Cortázar pasó en esa ciudad. Es una joya. Deberías tener un
ejemplar, se lo pediré expresamente para ti». Y horas después:
«Te conseguí el libro de Correas, después de su magnífica intervención
con Héctor Abad sobre “Un poema en el bolsillo”, la reconstrucción del
origen de aquél soneto que Héctor descubrió en la cartera de su padre
cuando fue asesinado y que lo llevó hasta el periodista de Mendoza.
Lleva el libro dedicatoria sentida y todo para un cortazariano como tú».
Pero como todo lo que tiene que ver con Cortázar, siempre hay una
punta de misterio en lo que nos conecta. Porque lo cierto es que ese
ejemplar de ese libro de Jaime Correas, con dedicatoria sentida para un
cortazariano como yo, jamás llegó a mis manos. Tendrían que pasar dos
años y medio para que el propio Jaime me contactara desde Mendoza,
pidiéndome mi dirección a fin de poder enviarme un nuevo ejemplar, que
esta vez si llegó, el Lunes de Carnaval, el 20 de febrero de este año.
Entretanto, claro está, he leído el libro, en dos etapas, y aunque me
resultó algo arduo meterme en la jungla de la política mendocina, con
nombres que no me decían nada, el esfuerzo valió la pena porque para mí
significaba acercarme a un Julio del que tampoco sabía casi nada, en qué
ambientes se movía, cómo reaccionaba ante determinadas situaciones de
la vida laboral, en fin, todo eso inédito para mí fue una revelación de
un carácter que luego conoceríamos, el de una persona íntegra y con los
parámetros éticos a mucha altura. Fascinante, además, su relación con la
profesora Lida Aronne y esa humildad tan julio, tan cortázar, para
darle el lugar que se merecía. Adoro esa clase de gestos tan suyos, tan
cronopios.
Valga esto como introducción a decir que desde que Rocío me habló la
primera vez de Jaime Correas, director de un diario en
Mendoza/Argentina, empezó a rejoderme la paciencia, dando vueltas dentro
del mate [=cráneo, en buen rioplatense], un moscardón tipo
Rimsky-Korsakov, sin que yo acertase a saber de qué carajo me avisaba, y
sin tener tiempo libre para atender a su moscardoneo.
Hasta el día en que, por fin, después de una pausa impuesta por un
trabajo mercenario, con esa sensación de vacío cuando terminaste (como
en un coito) y no tenés nada a la vista en las próximas 24 horas,
reanudé la lectura de Cortázar, profesor universitario –que así
se titula el libro–, pero regresando al principio por mor de la
atención dispersa de los días anteriores. Y ahí, al releer el epígrafe
de Julio que lo encabeza, el moscardón se lanzó en vuelo picado kamizake
para perforar mi memoria yéndose derecho viejo a la santabárbara y
provocando la explosión.
¡¡Claro, coño!! Julio me escribió una carta desde Mendoza, el 11 de
marzo del 1973, y no sólo la conservo sino incluso el sobre con una
estampilla de San Martín matasellada el 12 y donde reza «Exp. Mendoza,
Argentina», amén de que en el respaldo del sobre campea un remite de lo
más cronopial: «Cortázar, andando por ahí».
Como es lógico, la fotocopié de inmediato y se la remití a Jaime, en Mendoza, quien el 7 de marzo me escribía desde allá: «Querido
Ricardo: llegó la carta, mil gracias. La verdad es que tiene ecos
enormes para mí. Recordá que ese domingo 11 de marzo del 73 fueron las
elecciones que llevaron a Cámpora al poder. Julio estaba de paso luego
de ver a Salvador Allende, tal como cuento en el libro. Te estoy muy
agradecido y son esos puentes que sigue tendiendo Cortázar de manera
increíble».
Si quieren que les diga lo que pienso, lo que pienso es que Cortázar
sigue andando por ahí. Hasta creo que cualquier día de estos me llega de
nuevo una carta suya.
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