Delphine de Vigan firma un exitoso libro intimista en Nada se opone a la noche
La escritora francesa Delphine de Vigan. foto:Daniel Llobet. fuente:elpais.com |
“¿Sabe ese juego de unir con trazos unos puntos numerados para que
salga la figura? Pues mi carrera literaria pasaba por fuerza por ese
punto si no quería acabarse ahí”. El número maldito del que habla la
francesa Delphine de Vigan (Boulogne-Billancourt, 1966) es Nada se opone a la noche
(Anagrama y Edicions 62, en catalán), repaso de una intensidad nada
afectada de trascendentalismo y florilegios estilísticos de su feliz
familia devastada, cuyo “drama inaugural” serán las muertes de tres de
los ocho hermanos de su madre, el trastorno bipolar de su abuela que
heredó su hija, el incesto que también sufrió ésta de joven y su
suicidio ya anciana (“estaba azul, de un azul pálido mezclado con ceniza
(…) mi madre llevaba varios días muerta”), cadáver que ella descubrió y
con cuya imagen arranca el libro.
Admite que no ha hallado aún las “razones oscuras” que la condujeron
al tema, pero el exorcismo de los demonios familiares y la muerte de su
bella progenitora debía venir por las letras, claro, a pesar de que De
Vigan ya sabe, tras seis novelas, que “la escritura no responde
preguntas íntimas, ni descubre la verdad, pero su proceso permite
hacerse las pesquisas necesarias para acercarse al máximo a ella”. Por
ahí camina Nada se opone a la noche, novela de no-ficción, que
en Francia se ha llevado cinco premios. ¿Por qué novelar si todo es
verídico y autobiográfico? “Soy una autora de ficción; sé que por las
pesquisas fluctúo entre el periodismo y la literatura, al modo de Truman
Capote, o de la Marguerite Duras de El dolor, sí, pero lo que
escribo no es la verdad: es mi verdad, mi mirada sobre ella y quiero
tener la libertad de aproximarme a los personajes. Me siento más cercana
al estilo de Emmanuel Carrère”, resume.
Rehúsa la autora que en la mirada al álbum familiar haya un reproche
hacia la generación de sus padres y hasta la de sus abuelos por un
exceso de libertad (muy de los tiempos) mal entendido, combinado con
tradiciones severas. Le interesaba saber todo ello influyó en su
personalidad y en su enfermedad.
No es la primera vez que la familia, como forma social, mueve a la autora de No y yo (2007) y Las horas subterráneas
(2009). Para ella es el espacio primero que determina al individuo y
que hoy adopta formas menos tradicionales que, dice, debe reinventar los
valores y cómo hacerlo.
El ejercicio de memoria, otro leitmotiv recurrente en la
obra de la estilizada De Vigan, es el vehículo con el que se acerca a
ella: “La memoria es nuestra caja negra, de la que no hace falta
escucharlo todo pero de la que hay que diseccionar y conservar cosas”.
Entre ellas, la figura de su madre, jovencita reservada,
hiperresponsable, de una belleza que le permitió ser cotizada niña
modelo y cuya primera hospitalización por la enfermedad mental
convirtió, ese 31 de enero de 1980, a su hija en escritora: “Era
escribir para oponerse al vértigo… Este libro es un homenaje a ella y
una catarsis para mí; me importa por su enfermedad y por cómo muere;
encarna la fragilidad de la frontera entre la normalidad y la locura,
que he abordado en todos mis libros; éste, en el que más…”. Y tras unos
silenciosos segundos, resume: “Soy escritora porque mis padres son, los
dos, incomprensibles”, dice citando por vez primera a su progenitor,
prácticamente ausente del libro y por el que firmó con pseudónimo, en
2001, su también autobiográfico debut literario, Jour sans fam (sobre una joven anoréxica).
Tras años de trabajo rastreando escritos de su madre, cartas, fotos y
vídeos familiares y entrevistando a casi todos su parientes, De Vigan
cree que el libro le ha servido para ayudarla a aceptar la idea del
suicidio, si bien es consciente de que el episodio de incesto que al
parecer habría consumado su abuelo sobre su madre “es y seguirá siendo
el gran tabú de nuestra familia… siempre tendremos que lidiar con la
culpabilidad del suicido, quedará como una figura misteriosa”, reconoce.
Pero ¿qué puede atraer de Nada se opone a la noche a más de
500.000 personas? “Pensé que sería mi texto más confidencial, pero se
puede entrar desde el tema de la familia, el de la amistad, el de la
transmisión de valores, la sinceridad que destila…”. Sí, el dibujo
familiar le salió a De Vigan, pulcro, intenso, entrañable, de la unión
de todos los números.
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