Janet Malcolm, una periodista y escritora, explora los claroscuros de la vida y la relación entre Gertrude Stein y Alice B. Toklas, una pareja célebre atravesada por la historia cultural de la primera mitad del siglo. El resultado es otro subyugante jaque al género biográfico
Gertrude Stein y su mujer: Alice B. Toklas. /foto/fuente:pagina12.com.ar |
Gertrude
Stein y Alice B. Toklas convivieron durante casi cuarenta años, cuatro
décadas que coincidieron con la primera mitad del siglo XX y con las dos
guerras mundiales. Eran mujeres muy inteligentes y muy extrañas:
Gertrude, modernista, seductora, salonera; Alice, posesiva, oscura,
altiva. Una pareja de lesbianas judías que jamás habló de su lesbianismo
ni de su judaísmo. Una pareja asimétrica al menos en apariencia,
dominada por la figura intelectual de Stein, en la que Alice cumplía las
funciones de una secretaria glorificada. La pareja es icono lésbico y
obsesión de académicos, pero también ha ingresado en la cultura popular
gracias a la amistad con Hemingway y Picasso, a los brownies de
marihuana cuya receta apunta Alice en El libro de cocina de Alice B.
Toklas (1954) –cortesía de su amigo Brion Gysin– y hasta con una
aparición en Medianoche en París de Woody Allen.
Dos vidas. Gertrude y Alice. Janet Malcolm Lumen 177 páginas
La pareja parece material ideal para Janet Malcolm, periodista del
New Yorker que suele dedicarse a una muy particular forma de
investigación: la deconstrucción de las biografías y la interpelación a
los biógrafos. En 1994, cuando publicó La mujer en silencio ejerció el
revisionismo para desmontar el mito de Sylvia Plath y Ted Hughes urdido
sobre todo por los biógrafos de la poeta, aquel que inmoviliza a la
pareja en los lugares de víctima y villano. Ahora, con el ensayo Dos
vidas. Gertrude y Alice, Malcolm retoma el mecanismo. No le interesa, y
en el libro jamás aparece, el escenario más luminoso en la vida de la
pareja: el salón parisino, la colección de arte, las relaciones con los
escritores expatriados, el Retrato de Gertrude Stein de Picasso. Le
interesa saber cómo vivieron estas mujeres durante la Segunda Guerra
Mundial, exiliadas dentro de la Francia ocupada en un idílico pueblo de
provincias, extrañamente a salvo. Qué amigos tuvieron, qué silenciaron. Y
para iluminar esa zona oscura interroga a los libros de Stein Guerras
que he vivido, La autobiografía de Alice B. Toklas y el ya citado libro
de cocina de Toklas. No es mucho lo que encuentra allí, pero, con la
ayuda de biógrafos y especialistas en Stein, se interna en esta opacidad
y va topándose con otras: el lenguaje literario casi impenetrable de
Stein, la particular amistad con un colaboracionista que quizá les salvó
la vida (¿o no?), el conservadurismo político de Stein que rozaba lo
reaccionario, la relación sadomasoquista con Alice. Malcolm jamás
pretende objetividad ni le promete al lector revelaciones, más bien todo
lo contrario: de este libro se sale sabiendo menos de Alice y Gertrude,
lo que probablemente significa conocerlas mejor; para Malcolm “casi
todo cuanto sabemos lo sabemos, en el mejor de los casos, de una manera
incompleta. Y casi nada de lo que nos cuentan sigue siendo lo mismo
cuando se vuelve a contar”. Así, incluye sus charlas con los biógrafos
–incluso las frustradas: nunca puede, por ejemplo, acceder a Leon Katz,
el hombre a quien Alice B. Toklas, celosa guardiana de la obra de su
mujer, le hace confesiones inéditas–.
De forma aparentemente intuitiva, Malcolm analiza lo autobiográfico
en los libros de Stein, reconstruye los últimos tristes años de Alice,
el problema de la herencia y la injusticia de su falta de carisma (“sus
esperanzas de ser recordada con cariño en esta tierra no se han visto
siquiera modestamente cumplidas”). Pero Dos vidas... es un ensayo sólo
aparentemente descentrado: su enfoque oblicuo, su desvelo por detalles,
su demostración de que un hecho mal interpretado puede resultar en la
valoración equivocada de una vida entera, son una meditación sobre el
género biográfico, sus trampas y sus espejismos.
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