Publicó La broma infinita en 1996, una asombrosa y gigante novela que lo ubicó entre los novelistas más ambiciosos y originales de su generación. Pero nunca pudo superar el éxito de ese tomo. A pesar de tener éxito como ensayista y cuentista se sintió un fracaso. Se suicidó ahorcándose en la casa de California que compartía con su esposa
David Foster Wallace tuviera cincuenta años, si no se hubiera ahorcado. foto.fuente:Revista Ñ. |
Hoy, hace cuatro años, David Foster Wallace se ahorcó y se mató. En el
garaje de la casa que compartía con su esposa y con un perro querido
arregló una mesa prolija con una pila de sus últimos escritos y se pegó
el último salto. El garaje era su estudio. Su esposa salió un momento no
más para arreglar unos detalles para una muestra de arte que estaba por
exhibir. Wallace estaba luchando con una novela que se terminó
publicado póstumamente, El rey pálido. Ya habían pasado más de diez años desde que publicó su gran novela, La broma infinita,
con treinta y cuatro años de edad. Wallace sufrió con la depresión su
vida entera. En los meses previos a su suicidio había dejado de tomar
sus antidepresivos, porque temía que interferían con su creatividad. Al
morir tenía cuarenta y seis años. Para estos tiempos de adolescencia
alongada se podría haber considerado joven. El peso del éxito de La broma infinita
fue demasiado.
Como manera de procrastinar productivamente escribía
ensayos para las principales revistas de su país. Eran brillantes pero
el los veía como una forma de postergación.
Hoy tendría cincuenta años.
Un autor admirado de Cormac McCarthy, escribió All the Pretty Horses,
una de sus más perfectas novelas, a los cincuenta y nueve años. La
perdida está y uno no gana nada en lamentarse por lo que podría haber
sido. Pero uno no puede dejar de pensar si… Si no hubiera dejado la
medicación. Sí hubiera aguantado un poco más para que pasara el peso, el
agobio de vivir. Wallace estaba pensando en dejar la literatura del
todo y abrir un centro de rescate para perros abandonados. Sin embargo a
esta hora hoy hace cuatro años tomó otra decisión. Se equivocó. Se
equivocó. Se equivocó. La vida es tan corta, no hace falta acortarla uno
mismo. Ojala estuviera acá todavía, aunque sea atormentado, pero
escribiendo. Que nos hacía bien a nosotros, los lectores, que nos
quedamos, angustiados y desesperados pero aguantándonos de tomar
pasecito hacia el silencio final del cual no se vuelve más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario