La novela negra goza de una excelente salud con una cosecha de escritores de variados registros
El escritor Rodrigo Martín Noriega, autor de La variable humana. foto: Kike Gómez. fuente:lavozdigital.es |
Son los herederos de Vázquez Montalbán, Andreu Martín y
Juan Madrid. Los nuevos cultivadores de la novela negra, al igual que
sus maestros, aspiran a retratar la realidad social de su entorno, sin
menoscabo de la trama detectivesca. En una etapa de tanta incertidumbre y
desazón, la literatura criminal goza de buena salud. Los miembros de la
nueva hornada de escritores de este género escapan a los
encasillamientos y muestran una rica variedad de registros narrativos.
'Perros de presa', de David Barreiro, y 'La variable humana',
de Rodrigo Martín Noriega, ambas publicadas por Gadir, son exponentes
de las posibilidades que brinda apartarse de los caminos trillados del
género y, al mismo tiempo, seguir la tradición de los grandes maestros.
'Perros de presa' es la novela del antihéroe, un relato
que tiene como protagonistas a personajes rotos por la vida o
simplemente olvidados. El joven que estudió antropología porque nunca
olvida una cara y que termina de guardia jurado de una gran superficie,
la cajera guapa maltratada por su novio, el niño superdotado convertido
en policía desganado, el periodista que trabaja para un periódico de
supermercado. Personajes fronterizos que sobreviven en la trastienda
social, en esos polígonos y barrios que rodean la gran ciudad y que
están acostumbrados a solucionar sus problemas al margen de las normas
e, incluso, de la ley, una ley que suele convertirlos en víctimas. Es
una historia que bebe de las fuentes de la mejor novela negra clásica
americana filtrada por el tamiz de la última novela negra europea, y que
refleja sin paños calientes y con un gran sentido del humor, en
ocasiones muy negro, la realidad actual española.
'La variable humana' es una pequeña joya, una exquisita
novela en las que las matemáticas se erigen en personaje central. El
relato plantea con una gran sencillez de medios y una absoluta precisión
las grandes cuestiones del ser humano a través de una sencilla trama
perfectamente dosificada de intriga y tensión. John Farrell, un genio de
las matemáticas, descubre casi por casualidad que esta ciencia no solo
puede explicar la realidad, sino que además puede cambiarla; un poder
omnímodo que Farrell deberá decidir si utiliza o no. Es una estupenda
vuelta de tuerca al clásico argumento del sabio enloquecido por su poder
que, en este caso, se soluciona con un final digno de la novela negra
más inteligente.
Detective homosexual
Pese a que Marta Sanz tiene mucho más registros que el de
la prosa criminal, la escritora madrileña tiene dos novelas negras en
su haber, 'Black, black, black' y 'Un buen detective no se casa jamás',
con las que ha insuflado nueva vida al género. Su logro es el haber
creado uno de los más originales y singulares detectives de la novela
española: Arturo Zarco, un sabueso homosexual cuyas dotes indagatorias
se ven mermadas por sus tribulaciones amorosas. Marta Sanz demuestra con
dos libros que la novela negra no está reñida con una excelente prosa y
una inquietud social que recuerda al mejor Vázquez Montalbán.
Si la novela negra de viejo cuño hurgaba en los
conflictos sociales, a veces para exponer con toda su crudeza la lucha
de clases, la apuesta de Cristina Fallarás consiste en exponer la rabia
de los que no tienen nada. Fallarás, primera mujer que ha ganado el
premio Dashiell Hammett a la mejor novela negra en castellano por su
obra 'Las niñas perdidas', ofrece una visión sórdida y tenebrosa de Barcelona, donde conviven la pedofilia, la pornografía y la drogadicción.
Tampoco ahorran dureza las historias de Willy Uribe, en
cuyos relatos es difícil dilucidar quiénes son los buenos y quiénes los
malos. Autor de 'Sé que mi padre decía' y 'Los que hemos amado', Uribe
habla en sus obras de una sociedad acostumbrada a vivir con la
violencia. El amor por el surf y el hachís forman parte de la trama de 'Los que hemos amado',
una novela en que dos chicos de Getxo y muy distinta extracción social
deciden viajar a Marruecos. Antes de emprender esa aventura acontecen
muertes misteriosas: una muchacha se arroja al mar desde lo alto de un
acantilado y un hombre desesperado se deja arrollar por el tren.
Gregorio Casamayor se adentra en el mundo de la violencia y los abusos que acontecen dentro de la familia en 'La vida y las muertes de Ethel Jurado'.
No es un advenedizo. Casamayor ya demostró que es un narrador de fuste
con la 'Sopa de Dios'. Este novelista sabe mantener en vilo al lector
con una escritura subyugante.
De sobra conocido es Domingo Villar, escritor de 'Ojos de agua' y 'La playa de los ahogados',
cuyo personaje principal es el inspector Leo Caldas, prototipo de
gallego y hombre de respuestas elusivas. Muy gallegos también son los
escenarios, la gastronomía y los oficios que pueblan sus novelas.
Escritor que se traduce a sí mismo del gallego al castellano mientras va
gestando su obra, tiene por modelo a Vázquez Montalbán, por su empeño
en contar la realidad de su entorno. Al igual que su detective, Leo
Caldas es hijo de bodeguero y se pirra por los percebes y los
berberechos.
Jorge Navarro narra las vicisitudes políticas de la Barcelona finisecular en 'Las cinco muertes del barón airado'.
Después del atentado del Liceo, la ciudad vive sumida en la inseguridad
y los atentados anarquistas. El barón Castellfullit, una de las
personas más influyentes de la capital catalana, decide viajar a Madrid
con el fin de informar de la convulsa situación y buscar apoyos para un
golpe de estado que restablezca el orden. El barón es tan detestable que
hasta su hijo querría verle muerto. No en vano, durante un ataque en su
castillo de Castelldefels perecerán cuatro personas. Y una quinta,
completamente inocente, es ajusticiada en medio de un gran revuelo
social.
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