18.9.12

Si compras un `e-book´, solo tienes derecho a prestarlo una vez

La diferencia entre un libro y un e-book no solo es el formato; también cambia el concepto de propiedad. Cuando un lector compra una novela en una librería, siempre tiene el derecho de prestarla a cuantos amigos desee durante el tiempo que le plazca, con el único riesgo de que no se la devuelvan


Amazon apuesta por mejorar su lector de libros electrónicos Kindle. foto.fuente:Lainformacion.com

La compra de un libro electrónico no significa adquirirlo en propiedad, sino que se paga por el acceso a su lectura. Por tanto, el lector no tiene el derecho absoluto de prestar su biblioteca digital las veces que quiera y a cuantas personas desee. Tiene que cumplir unas estrictas condiciones. Amazon, por ejemplo, permite en Estados Unidos prestar un único libro electrónico y a una sola persona durante 14 días.
La diferencia entre un libro y un e-book no solo es el formato; también cambia el concepto de propiedad. Cuando un lector compra una novela en una librería, siempre tiene el derecho de prestarla a cuantos amigos desee durante el tiempo que le plazca, con el único riesgo de que no se la devuelvan.
Sin embargo, cuando el libro es electrónico, el paradigma cambia. Muchos lectores presuponen que lo han adquirido en propiedad. Piensan que tienen el mismo derecho de prestarlo las veces que quieran y sin fecha de retorno. Craso error.
“Es que compras un servicio de acceso a la lectura y no un archivo. Las librerías online deberían dejar este aspecto mucho más visible en sus condiciones de compra. Sobre ello, existe un gran debate en Estados Unidos”, explica Javier Celaya, socio fundador de Dosdoce.com.
No en vano, dos gigantes como Amazon y Barnes & Noble ya están apostando por servicios de préstamo de e-books, pero con unos límites bastante restrictivos.
Amazon, por ejemplo, dispone de dicho servicio para sus dispositivos Kindle, pero solo desde su plataforma web de Estados Unidos. Allí, muchas editoriales permiten esta cesión temporal de todo o parte de su catálogo.
Y cuando un gigante como Amazon marca la jugada, el resto del mercado acepta las reglas. En España, dicho servicio aún no está operativo, aunque su réplica no se estima muy diferente en condiciones, si se implanta en nuestro país. 
Así, un lector que haya adquirido un título para su Kindle, puede cederlo; pero siempre bajo cláusulas infranqueables. El préstamo que autoriza Amazon funciona así.
El lector solo puede prestar un único e-book de la biblioteca digital que ha comprado y a una sola persona durante el plazo improrrogable de 14 días. Mientras el libro está en préstamo, no lo puede releer. Cuando venzan los 14 días, el acceso de lectura regresa al propietario inicial y su derecho de prestarlo se agota.
“Cuando compras un libro en papel, también adquieres un objeto, una copia de la obra, y no la propiedad. El libro es siempre del autor y cuentas con límites casi similares. Si lo prestas, ni lo tienes ni lo puedes releer”, explica Ignacio Latasa, de la editorial Leer-e.es.
Esta editorial es una de las que apuesta en España por el préstamo de e-books, bajo acuerdo con varias bibliotecas públicas. Es una muestra que el préstamo de libros electrónicos sí se abre camino en nuestro país, pero solo en el ámbito bibliotecario. No obstante, aún existen muchísimas barreras para lograr un derecho pleno de prestar el contenido digital para los particulares.
En España, por ejemplo, muy pocas editoriales son proclives a ceder los derechos de préstamo de libros electrónicos, aunque Amazon ya se los está solicitando para las últimas novedades tanto a autores, agentes y editores; pero, obviamente, para ofrecerlo dentro de su servicio limitado –un e-book, una persona, 14 días-.
“Las grandes empresas intentan construir jardines vallados, pero internet siempre los elude con nuevos negocios. El ejemplo más claro lo tenemos lo que sucedió en la industria musical. Ya no se quiere tener un disco, sino pagar por acceder a toda la música en la nube”, añade Pepe Cerezo, socio director de RocaSalvatella.
Este experto asegura que el préstamo de e-books es algo tan incipiente y disruptivo que solo despuntará cuando aparezcan nuevas empresas que vean ahí un negocio o bien cuando exista una alta demanda de lectores que presione para que las editoriales fomenten estos servicios.
Lendle, por ejemplo, es una plataforma social que paga medio dólar a aquellos lectores que presten un e-book en el ecosistema Kindle. Cuando el saldo de los préstamos alcanza los 10 dólares, les regala un vale de compra para Amazon por dicho importe.
“Si miramos el camino que lleva hoy el préstamo de e-books, nos damos cuenta que existen avances. Soy optimista. Creo que todo lo que rodea hoy al libro en papel (préstamo, derechos, etc.), pronto será superado por el e-book. Solo hace falta tiempo”, afirma Ignacio Latasa.
Así, queda por ver si el préstamo de libros electrónicos se enmarca como un servicio bibliotecario más, un negocio restringido en las grandes plataformas online o bien avanza como derecho total para los particulares.
Muchos lectores así lo esperan. Y el debate está abierto. No sea que su biblioteca digital quede congelada y sin posibilidad de prestarla, regalarla o cederla como legado, en el terrible caso de defunción, por ejemplo.
“Lo bueno que tiene el actual sistema de préstamo de e-books es que la tecnología te permite recuperar el acceso a su lectura. Antes, con los libros de papel que prestabas, los amigos nunca te los devolvían”, bromea Javier Celaya.

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