Poesía de la A a la Z
Los radicales poemas de este provocador errante se reúnen en un único volumen bilingüe
Michel Houellebecq, alista un volumen bilingüe que aparecerá en septiembre. foto: Mariusz Kubik-wikipedia. fuente:lavozdigital.es |
En el principio fue la poesía. Michel Houellebecq publicó
un par de poemarios ante de atreverse a soñar que sería el 'enfant
terrible' de las narrativa francesa. Quince años después de irrumpir
como un elefante en la cacharrería de la ficción gala, con media docena
de novelas y la estela de un sinfín de polémicas, pero con el Goncourt
en su zurrón, el sello Anagrama publica en español la atípica y
'viperina' poesía de Houllebecq en un volumen bilingüe que aparecerá en
septiembre y que reúne: 'Sobrevivir', 'El sentido de la lucha', 'La
búsqueda de la felicidad' y 'Renacimiento'.
Los poemas de Houellebecq son tan inquietantes como sus
narraciones. Como sus novelas, reflejan su visión desolada e implacable
del mundo de hoy a través de unos textos que a veces optan por una
métrica clásica o derivan del verso libre hacia la prosa poética,
poniendo en serios apuros a los traductores, Altair Díez y Abel H.
Pozuelo. Ambos advierten de la dificultad de trasladar «el afán
burlesco, cómico y de autoparodia» que encierran los retorcidos,
doloridos y a menudos oscuro versos de Houellebecq.
«En un cine porno, unos jubilados cascados/Contemplaban,
escépticos/Los retozos mal filmados de dos lascivas parejas;/ No había
ningún argumento/ He ahí, pensaba yo, el rostro del amor/ El auténtico
rostro./ Algunos son seductores, y seducirán siempre, y el resto
sobrevive...», es la descarnada visión del amor de Hoellebecq en poema
'El Amor, El Amor'. «El mundo es un sufrimiento desplegado. En su origen
hay un nudo de sufrimiento. Toda existencia es una expansión y un
aplastamiento. Todas las cosas sufren, hasta que son. La nada vibra de
dolor, hasta que llega al ser: en un abyecto paroxismo», es el arranque
de Supervivencia.
Michel Thomas es el verdadero nombre del escritor, que
tomó el apellido Houellebecq de su abuela. Nació el 26 de febrero de
1958 en La Reunión, isla francesa del océano Índico. Vivió hasta los 5
años en Argelia, y quedó después a cargo de sus abuelos. «La imagen del
bien, para mí, eran ellos», ha dicho el siempre polémico y provocador
escritor, que no oculta el odio que sintió por su madre -recíproco- que
encarna para él lo peor del mayo del 68.
Depresivo, fumador compulsivo, crudo y errante provocador
nato, observador vitriólico, superó varios ingresos en centros
psiquiátricos hasta consagrarse como la penúltima terrible criatura de
las letras francesas y el narrador de la desesperanza contemporánea. En
los últimos años ha vagado por varios países europeos, de Irlanda a
España, para redactar sus novelas. Uno textos que, como sus poemas,
trazan un doloroso y desesperanzado retrato de las sociedades europeas y
que no dejan de granjearle enemistades.
Con su primera novela, 'Ampliación del campo de batalla'
(1994), ganó el premio nacional de las letras para jóvenes talentos. La
crítica se le rindió y la novela se adaptó al cine. Publicó 'Las
partículas elementales' en 1998, un alegato contra la ideología
libertaria de los setenta que desencadenó una gran polémica y supuso su
primer gran éxito de ventas. Repitió el pelotazo con 'Plataforma'
(2001), ácida novela sobre el turismo sexual y provocó la ira de la
comunidad musulmana al afirmar que el Islam «es sin duda la religión más
idiota del mundo».
Descomunal estafa
El 'huracán Houellebecq' volvía a conmocionar el panorama
editorial con 'La posibilidad de una isla' (2005), novela que
transcurre en Almería y en la que el sulfúrico y polémico narrador ponía
en solfa el mundo científico y logros como la clonación. Dejó colgado a
su editor de siempre y obligó al nuevo a facilitar ejemplares para la
crítica solo a 'medios amigos'. Para unos era una gran novela y para
otros una descomunal estafa que llegaría al cine.
Su consagración, para desesperación de algunos críticos,
llegó con la concesión del premio Goncourt por 'El mapa y el territorio' (2011). Es una caricatura descarnada y desternillante del propio autor,
que planifica y narra su asesinato y entierro. Explora de nuevo sus
obsesiones -la soledad, la angustia, la muerte, la frustración sexual-
demostrando que ha aprendido a burlarse de sí mismo en un relato que
retrata a personajes reales perfectamente reconocibles con los que
charla de tú a tú.
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