Las novelas que hablan de otras ganan adeptos y se convierten en una tendencia editorial pujante
Los volúmenes se apilan en la librería Boulandier de Bilbao. foto: Bernardo Corral. fuente:abcdesevilla.es |
Un
libro puede contener un número infinito de libros. Hay páginas que
remiten a otras muchas páginas, y biografías que no se pueden explicar
sin lo que escribieron otros. Causalidad o no, los catálogos de las
editoriales ofrecen en este momento un nutrido grupo de títulos que
tienen a los libros como protagonistas.
Los
libros que hablan de libros son tan viejos como la lectura. Cervantes
concibió 'El Quijote' como una invectiva contra las novelas de
caballerías. Ray Bradbury, cuando gestó 'Fahrenheit 451', se proponía
representar una pesadilla: un mundo en el que la lectura estuviera
proscrita. Como fruto de esta censura devastadora nacen los
hombres-libro, personas que consagran su vida a aprender de memoria una
obra para salvarla del olvido.
No
hay que remitirse, sin embargo, a tantos años atrás. Los editores de
Periférica son especialmente aficionados a alumbrar títulos en los que
el libro es un personaje más. En 'Una biblioteca de verano', de Mary Ann
Clark Bremer, los escritores Marcel Proust, Daniel Defoe o Paul Valéry
son tan relevantes como las peripecias de la trama. Todo comienza cuando
una muchacha se hace responsable del funcionamiento de una biblioteca
de un pequeño pueblo de Francia. Esta circunstancia permitirá a la joven
meditar sobre el valor de la lectura e instruir a los usuarios de la
biblioteca acerca de los títulos más recomendables para ellos. Esta
novela retrata muchos aspectos de la vida real de su autora, cuyos
padres murieron al final de la Segunda Guerra Mundial en un ataque al
buque donde viajaban, y en el que también resultó herida la escritora.
De
la misma editorial es 'La librería ambulante', de Christopher Morley,
un autor que despierta la sonrisa contando las vicisitudes de Helen
McGill, una mujer que decide acabar con su vida aburrida para lanzarse a
vender libros por los tortuosos caminos de EE UU. Se trata de una
novela deliciosa, que retrotrae a esos libros de aventuras de Mark Twain
preñados de candidez y situaciones cómicas.
Hay
libros que en vez de merecer la adoración se encuentran con la
trituradora. Es lo que ocurre con 'Una soledad demasiada ruidosa'
(Galaxia Gutenberg), de Bohumil Hrabal. La novela narra las peripecias
de Hanta, un hombre que se gana la vida destruyendo libros y
reproducciones de cuadros. En sus paseos por Praga, repasa su vida a la
vez que medita sobre las enseñanzas de los grandes maestros: Lao Tse,
Nietzsche, Hegel o Kant. El autor de esta novela hace un ejercicio de
observación costumbrista y despliega una voz poética que confiere mucha
intensidad al relato. Muchos de los libros de Hrabal, como 'Trenes
rigurosamente vigilados', han sido llevados al cine.
Y llegan los espíritus
En
clave y tono totalmente distintos está escrita 'La librería de las
nuevas oportunidades' (Lumen), una historia de Anjali Banerjee que
cuenta la vicisitudes de Jasmine, quien por diversos azares se ve
obligada a dirigir una tienda de libros poblada de espíritus. No en
balde, los volúmenes cobran vida propia y los escritores muertos
susurran a Jasmine de forma obstinada.
Y
nuevo cambio de tercio. 'Los libros son tímidos', de la italiana Giulia
Alberico, es un bello texto sobre los títulos que han acompañado a esta
mujer de niña y adolescente como auténticos compañeros de viaje. Cada
novela, cada poemario, es para la autora una revelación, un
acontecimiento que deja su huella en esta lectora voraz, para quien la
literatura es tan buena compañera como lo puede ser una persona.
Todos
los libros de que se habla aquí son especialmente queridos por los
libreros. Quizá porque muchos hablan de su oficio, de la vecindad y la
compañía que procuran el papel y la tinta. Un título que goza desde hace
años de la predilección de este gremio es '84, Charing Cross Road', de
Helene Hanff. La protagonista, Helen, es una escritora que vive en
Manhattan rodeada de pilas de libros y ceniceros colmados. Mantiene un
intercambio epistolar con Frank Doel, el librero de Marks & Co., un
inglés que la provee de ediciones descatalogadas y tesoros de
bibliófilo. Al cabo de 20 años los dos corresponsales continúan
escribiéndose y lo que empezó con un trato familiar deviene un tono
íntimo.
Con
no menos sutileza, Penelope Fitzgerald escribió en 1978 'La librería'
(Impedimenta), una novela que entonces pasó inadvertida y que con los
años ha ido ganando en reconocimientos. Cuando Florence Green decide
abrir una tienda de libros en un pueblo remoto azotado por los vientos
del mar del Norte no sabía de la soterrada resistencia que iba a
concitar su empeño entre los vecinos. Sobre todo si en ese empeño está
el vender 'Lolita', de Nabokov. Fitzgerald, escritora tardía, demuestra
que hay fuerzas ocultas e invisibles capaces de aniquilar los sueños más
hermosos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario