En cuanto al protagonista, se suma al grupo de investigadores brillantes pero bordes
Portada El asesino de la Pedrera. foto: RBA |
Aro Sáinz de la Maza, escritor catalán, se estrena con El asesino de la Pedrera. foto: RBA. fuente: lavanguardia.com |
La novela negra con denominación de origen Barcelona sigue
consolidándose como un fenómeno que explota la aureola mercadotécnica de
la ciudad y, al mismo tiempo, respeta sus precedentes. Hace unas
semanas, Xavi Ayén nos informaba sobre el mapa literario y los nuevos
autores de esta tendencia barcelonegra y hablaba del libro El asesino de la Pedrera
(RBA), de Aro Sáinz de la Maza. Son 570 páginas que, con irregular
tensión, acumulan muchas pautas del género. Una lectura tan seguida, sin
embargo, justifica semejante arsenal de señuelos narrativos, los mismos
que tanto abundan en las muchas series de televisión policiacas. La
suma de todo se traduce en potencia argumental, pocas frivolidades y
expansiones históricas que, en ocasiones, parecen responder a una
tentación inevitable: querer rentabilizar al máximo el esfuerzo de
documentación.
Sáinz de la Maza convierte la Barcelona de Gaudí en el decorado de una serie de asesinatos macabros y logra que la arquitectura delirante del artista sea coherente con la depravación de los psicópatas y con la propia estructura del relato, trabajada con la precisión de un laboratorio de criminología. Además de Gaudí, la novela incluye una reflexión crítica sobre la ciudad y los estragos del postolimpismo, que, por desgracia, no sólo fueron urbanísticos. En este sentido, la novela pepecarvalhea, aunque sin la sentimentalidad desencantada que tanto identificaba al gastrodetective creado por Manuel Vázquez Montalbán. Fiel al mismo propósito de escribir desde el presente y de referentes propios, Sáinz de la Maza trabaja con inquietudes actuales: skaters, okupas, prohombres corruptos, chantajes entre burgueses que viven de un patriotismo que les permite saquear su propio país...
¿Y el argumento? No lo contaré para zafarme de los nuevos inquisidores, que consideran delito la reseña informada, y sólo enumeraré algunos ingredientes de esta receta: la visita del Papa a la Sagrada Família, un estafador millonario llamado Félix, un ex alcalde olímpico amenazado de muerte, las clásicas disputas intestinas entre cuerpos de seguridad, el sensacionalismo mediático, una nueva topografía urbana con eixamples gais y un análisis minucioso de la obra de Gaudí. En cuanto al protagonista, se suma al grupo de investigadores brillantes pero bordes, capaces de fascinar, aunque parezca mentira, a mujeres de bandera. En la novela negra sigue vigente el tópico de hombres que se acaban de separar, que intentan dejar de beber o de fumar, insomnes, alérgicos a la autoridad y a la higiene, males padres y peores maridos. ¿Por qué? Porque si fueran felices, amables, responsables y sensatos nadie leería estas historias.
Sáinz de la Maza convierte la Barcelona de Gaudí en el decorado de una serie de asesinatos macabros y logra que la arquitectura delirante del artista sea coherente con la depravación de los psicópatas y con la propia estructura del relato, trabajada con la precisión de un laboratorio de criminología. Además de Gaudí, la novela incluye una reflexión crítica sobre la ciudad y los estragos del postolimpismo, que, por desgracia, no sólo fueron urbanísticos. En este sentido, la novela pepecarvalhea, aunque sin la sentimentalidad desencantada que tanto identificaba al gastrodetective creado por Manuel Vázquez Montalbán. Fiel al mismo propósito de escribir desde el presente y de referentes propios, Sáinz de la Maza trabaja con inquietudes actuales: skaters, okupas, prohombres corruptos, chantajes entre burgueses que viven de un patriotismo que les permite saquear su propio país...
¿Y el argumento? No lo contaré para zafarme de los nuevos inquisidores, que consideran delito la reseña informada, y sólo enumeraré algunos ingredientes de esta receta: la visita del Papa a la Sagrada Família, un estafador millonario llamado Félix, un ex alcalde olímpico amenazado de muerte, las clásicas disputas intestinas entre cuerpos de seguridad, el sensacionalismo mediático, una nueva topografía urbana con eixamples gais y un análisis minucioso de la obra de Gaudí. En cuanto al protagonista, se suma al grupo de investigadores brillantes pero bordes, capaces de fascinar, aunque parezca mentira, a mujeres de bandera. En la novela negra sigue vigente el tópico de hombres que se acaban de separar, que intentan dejar de beber o de fumar, insomnes, alérgicos a la autoridad y a la higiene, males padres y peores maridos. ¿Por qué? Porque si fueran felices, amables, responsables y sensatos nadie leería estas historias.
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