El autor alemán repasa en Tenía mil vidas y elegí una sola la trayectoria literaria de su gran amigo, con el que mantiene una fructífera y antigua relación, con paralelismos entre la Goethe y Schiller
Rüdiger Safranski. foto: G. P. Ocean Images.fuente:elcultural.es |
Rudiger Safranski le tenía preparada una bonita sorpresa a su amigo Cees Nooteboom para su 75° cumpleaños. Era el libroTenía mil vidas y elegí una sola, en la que el escritor alemán repasa su trayectoria literaria, a través de una selección personalísima de pasajes de novelas, relatos, poesías y ensayos. Editado por Siruela, esta compilación de textos de las más dispares procedencias puede verse como una enunciación del escritor (y el hombre) que Cees Noteboom ha querido ser en este mundo. Safranski afirma que quien utiliza las ficciones como su cómplice holandés "habita en lugares reales e imaginarios, es contemporáneo del presente y del pasado y pecibe el futuro que comienza en cada instante". En una entrevista concedida a elcultural.es, Safranski describe la relación que le une desde hace años: "Tengo una maravillosa amistad con el poeta holandés Cees Nooteboom. Me encanta el romanticismo y para mí Nooteboom es un autor romántico moderno. También me gusta mucho su ironía y escepticismo, su curiosidad por el mundo y su capacidad de hechizar. Hicimos juntos un viaje a Santiago. Gracias a él he conocido y amado España. Y seguro que yo he aumentado su amor a la filosofía y a la cultura alemana".
Safranski ve paralelismos en esta enriquecedora complicidad con la que tuvieron Goethe y Schiller, que él mismo diseccionó en un minucioso ensayo publicado en España por Tusquets, y de la que, ahora, nos explica las claves en que se asentó.
Tanto Goethe como Schiller obtuvieron algo de su relación. ¿De qué forma "mejoró" Schiller a Goethe, y viceversa?
En realidad, ambos ganaron a través de su amistad. Goethe escribía de una manera muy intuitiva y espontánea, inconsciente. Schiller era más bien consciente, calculador, con mucha teoría. Goethe se benefició de la consciencia de Schiller. Incluso lo utilizó como una suerte de espejo en el cual podía reconocerse muy bien. Y a la inversa Schiller, cuya relación con Goethe le estimuló a escuchar más a su intuición y su inconsciente. Schiller reforzó la consciencia de Goethe y Goethe fortaleció el inconsciente de Schiller. Ambos trabajaron juntos de manera consciente para darle a la literatura alemana de la época una base espiritual, un concepto, un ideal. Especialmente en el teatro. En mi libro lo he llamado "la dramaturgia de Weimar", un concepto estético que todavía hoy podría vincularse con un teatro de alto nivel, ni idealista abstracto ni llanamente realista. Goethe estimuló a Schiller a retornar de la teoría estética y la filosofía a la poesía y el teatro. Schiller escribió entonces su grandiosa obra sobre Wallenstein. Schiller animó a Goethe a que prosiguiera su Fausto y, en su novela Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister, Goethe atendió a las propuestas de mejora que le apuntó Schiller. La amistad entre ambos fue realmente una unión productiva. Compusieron baladas en noble contienda y redactaron juntos versos satíricos contra otros literatos. ¡Con ello se divirtieron mucho!
¿Cuál cree que es la clave de que dos temperamentos tan diferentes se complementasen el uno al otro tan bien?
Tanto Goethe como Schiller conocían bien las diferencias existentes entre ambos, pero también se dieron cuenta de que podían aprender mutuamente el uno del otro. Sus diferencias no los bloquearon, sino que más bien provocaron una tensión productiva. Goethe inspiró a Schiller de manera poética y Schiller inspiró a Goethe de forma filosófico-teórica. Ambos adquirieron una gran reputación para el público de manera independiente. Eran independientes el uno del otro, es decir, ninguno tenía que elevar al otro. Los dos eran soberanos de sí mismos, lo que dio como resultado una relación de igual a igual. A pesar de que Schiller era ambicioso, por joven, tomó la amistad también como un tipo de competición deportiva. Goethe, el mayor de la relación, era más sosegado y reaccionaba a veces irónicamente al apasionamiento y fervor de Schiller. Sus temperamentos eran también diferentes. Schiller rebosaba de ideas; Goethe era más prudente y reflexivo. Schiller era la flecha y Goethe el círculo.
¿Era su intención al escribir el libro bajar la amistad entre Goethe y Schiller del pedestal de leyendas en el que había sido elevada?
Está la famosa estatua de Goethe y Schiller ante el Teatro Nacional de Weimar, pero ésta da la impresión de ser demasiado armónica. Yo quería contar cómo surgió y se desarrolló la amistad. Fue una verdadera lucha, sobre todo en lo que respecta a Schiller. Y una vez que surgió la amistad, todavía hubo tensiones y conflictos. Finalmente las contradicciones se complementaron, pero no era algo que se pudiera dar por sentado. La unión solo fue posible porque ambos se aproximaron de una manera astuta e inteligente: ellos sabían que no podían ser "uña y carne" en todos los aspectos, sino que tan solo en determinados ámbitos podría darse una buena cooperación. Pero un determinado ámbito era para ellos el más importante: el trabajo literario. Este era además el centro de su existencia. Y en este sentido se encontraban unidos en ese centro. Las mujeres, por ejemplo, no representaban apenas un papel relevante. ¡Era una auténtica amistad masculina, una alianza entre hombres! Pero como la cooperación en ese ámbito era tan exitosa, la amistad se fue ampliando paulatinamente hacia lo íntimo. Cuidaban cariñosamente el uno del otro cuando a alguno le ocurría algo, enfermaba o padecía cualquier sufrimiento, dándose consuelo y ánimo. Su relación fue desde el respeto hasta el cariño personal.
Ha mencionado que su amistad, al final, fue "una conversación con un tono controvertido"...
Creo que la viveza de una amistad se puede medir de acuerdo con la cantidad de antagonismo contenido en ella.
¿De qué modo decayó el espíritu creativo de Goethe tras la muerte de Schiller?
Al principio Goethe quedó paralizado tras la muerte de Schiller. Después se recuperó y soportó la crisis. Sentía una suerte de deber hacia el amigo fallecido. En este sentido continuó trabajando en su Fausto, ya que había sido Schiller el que le había animado con esta obra. Goethe encontró de nuevo su fuerza poética en el sentimiento de agradecimiento a Schiller, quien continuó viviendo en su recuerdo. Puede decirse que Schiller realizó una segunda carrera en el espíritu de Goethe y su recuerdo fue cada vez más importante y significativo. Incluso conservó su cráneo durante un tiempo (aunque ahora sabemos por un análisis de ADN que no se trataba del verdadero cráneo de Schiller). Schiller se convirtió para Goethe en una especie de icono, ¡lo veneró casi como si se tratara de un santo!
Su libro resulta una lectura agradable, casi como una novela. ¿Era ese su propósito?
Sí, es exactamente como quería escribir el libro: un relato que haga al lector comprender y quizá incluso revivir un gran instante de la historia alemana del pensamiento. Tal vez se sienta el lector un poco triste al finalizar el libro por el hecho de que estas maravillosas figuras hayan desaparecido: esa era mi intención. Yo también sentí tristeza cuando terminé de escribirlo.
¿Podrías contarnos sobre qué estás escribiendo ahora? ¿Tal vez sobre otra figura clave de la cultura alemana?
Estoy concluyendo la trilogía: tras el libro sobre Schiller y el de la amistad entre Schiller y Goethe llega ahora el libro sobre Goethe. Será una gran epopeya acerca de los mejores y más brillantes años de la cultura alemana. Además trabajo en un ensayo filosófico acerca de la pregunta "¿qué es el tiempo?" y cómo hoy en la época moderna nos manejamos con el tiempo; cómo lo transformamos en mercancía, por ejemplo, en la economía financiera; cómo lo aceleramos; cómo cada vez tenemos más prisa, más ajetreo. ¿Qué posibilidades existen de una "desaceleración"?
Traducción del alemán por Fernando Puyó
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