El Festival de Edimburgo es el epicentro del renacido interés por la tradición oral que vive Europa, con la presencia de decenas de cuentacuentos profesionales que han recuperado historias antiguas y creado otras muchas nuevas
Obra Speed of Light (Velocidad luz), de Arthuris Seat, en el Parque Holyrood. foto: EFE. fuente:lainformacion.com |
El Festival, que se celebra en la
capital escocesa hasta el próximo 2 de septiembre, inaugura este año una
nueva categoría de actuaciones, titulada "The Spoken Word" (La Palabra
Hablada), que agrupa alrededor de cuarenta espectáculos, un número que
los organizadores esperan que aumente en las próximas ediciones.
El
"Scottish Storytelling Centre" de Edimburgo, fundado y dirigido por el
cuentacuentos profesional Donald Smith, es una de las instituciones que
más ha impulsado este fenómeno en el Reino Unido en las últimas dos décadas.
Con
alrededor de 150 cuentacuentos profesionales registrados en su centro,
Smith asegura que el número no ha parado de crecer desde finales de los
pasados años 90, y estima que, de hecho, la cifra total de personas que
relatan historias en eventos y festivales es mucho mayor.
La
pasión de Smith por la tradición oral, en especial por las historias
medievales y los relatos vinculados a los paisajes, surgió durante la
década de los 90, mientras investigaba la cultura de los gitanos.
"En
medio de mi investigación me topé con sus historias orales. Les dije:
¡Tenéis que enseñárselas a la gente!, pero tenían miedo de ser
rechazados. Finalmente vinieron a Edimburgo y así comenzó a aumentar el
número de jóvenes interesados por las historias antiguas y por inventar
otras nuevas", explicó Smith a Efe.
En su opinión, el auge de la tradición oral se ha extendido por toda Escocia, pero alcanza también a otros países de Europa.
"Casi
cada país europeo tiene algo relacionado con la tradición oral. En
lugares como Noruega, Suecia e Islandia está sólidamente establecida
desde hace años. Ahora hay un resurgir en otros países como España, Italia y Portugal, donde aún era fuerte en las áreas rurales pero había quedado algo olvidada en las ciudades", añade.
Alemania
es un caso muy interesante, apunta Smith, porque en un principio
rechazaban las historias de este tipo por miedo a que se relacionaran
con el nazismo, pero poco a poco se han ido abriendo cada vez más a la
tradición oral.
Algunos centros y universidades del Reino Unido
han incorporado programas sobre la tradición y las técnicas de los
cuentacuentos, como la Universidad de Edimburgo, pero la mejor forma de aprender sigue siendo la práctica, "sentarse a escuchar a los profesionales".
Según
Mara Menzies, escritora y cuentacuentos profesional, este resurgir de
la tradición oral ha dado pie a nuevas historias así como a nuevas
formas de contar los cuentos antiguos.
Menzies, nacida en Kenia y
residente en Edimburgo desde hace veinte años, se ha especializado con
su compañía "Toto Tales" en los cuentos africanos, la mayoría de ellos
protagonizados por animales de la sabana y destinados a un público
infantil.
"No es fácil ganarse la vida así, pero el Festival de
Edimburgo es una gran oportunidad para impulsar las carreras de los
cuentacuentos y crear una red de contactos", explica Menzies, que
durante varios años ha actuado en distintos recintos del Festival.
Los
inicios son "duros" porque muchos cuentacuentos necesitan invertir una
cantidad elevada de dinero para alquilar los recintos en los que
actuarán, hasta que logran hacerse un nombre.
El Festival supone
también una ocasión para entrar en contacto con los críticos, compartir
una bebida con ellos, y adelantarles los nuevos proyectos, añade
Menzies.
Según explica a Efe Fiona Herbert, cuentacuentos y
directora profesional del "Scottish Storytelling Centre" de Edimburgo,
"todos necesitamos una buena historia, tanto los niños como los adultos".
En
su opinión, el resurgir de la tradición oral se ha visto muy
beneficiado en los últimos años por internet, la mejor plataforma para
ofrecer sus servicios y publicar vídeos de sus actuaciones.
"Estoy
segura de que esto irá a más, el interés de los jóvenes por las
historias orales no ha hecho más que comenzar", concluye convencida
Herbert.
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