Los investigadores Néstor García Canclini y Maritza Urteaga estudian las formas actuales de creación y de circulación de los bienes culturales entre los jóvenes
Néstor García Canclini junto con Maritza Urteaga y un grupo de investigadores, se propusieron analizar las interconexiones entre cultura y desarrollo. foto. fuente: adncultura.com |
En los últimos tiempos se difundió la noticia de que
las industrias culturales son capaces de generar más del 7% del PBI en
países de la región. Esa revelación pareció estimular a los gobiernos
para estudiar el impacto de la cultura, algo que antes no merecía
consideración entre las prioridades de políticas públicas. Cultura y desarrollo. Una visión crítica desde los jóvenes
, coordinado por Néstor García Canclini y Maritza Urteaga, relativiza y
pone en su lugar esos hallazgos, a la luz de la nueva composición
social de los protagonistas de la cultura y las inéditas formas de
creatividad y sociabilidad que impulsan las generaciones emergentes, las
que requieren otras destrezas y generan nuevos interrogantes con
relación a su sustentabilidad. Las instituciones de la cultura,
instaladas mayormente a fines del siglo XIX -museos, archivos,
bibliotecas y teatros públicos-, no parecen estar en condiciones de
adaptarse adecuadamente a estos tiempos, y otras apenas más modernas
como las casas editoras, las discográficas o las galerías de arte y
centros culturales están sobrellevando cambios drásticos. Todas estas
circunstancias se reflejan en las tensiones que se crean entre unos y
otros y con relación a un público más vasto.
Frente a este inédito desafío, pocos investigadores
serían capaces de plantear las preguntas adecuadas o comenzar a elaborar
las respuestas del modo en que Néstor García Canclini puede hacerlo.
Junto con Maritza Urteaga y un grupo de seis destacados investigadores,
se propusieron analizar las interconexiones entre cultura y desarrollo
con el fin de reubicar la discusión a partir de las prácticas sociales
de las nuevas generaciones mexicanas. El trabajo de campo sobre el que
se reflexiona y que ahora se publica explora la oportunidad que estas
generaciones tienen de reactivar las funciones de la cultura a partir de
innovaciones tecnológicas y hábitos flexibles y desafiliados de
aquellas instituciones que parecen no ajustarse al cambio. A la vez, esa
desafiliación está ligada a los riesgos del autoempleo e independencia
de los productores artísticos, acentuados por los proyectos políticos y
económicos cortoplacistas.
Los trendsetters , techsetters o
emprendedores jóvenes creativos, son los protagonistas explorados en
este libro. Ellos se organizan para crear arte, literatura, música y
propuestas digitales con concepciones y redes distintas de las que
prevalecen en las industrias culturales, y lo hacen así no sólo porque
les resulta difícil conseguir empleos sino porque disienten con el modo
en que es concebida institucionalmente la cultura y creen saber
aprovechar mejor las innovaciones tecnológicas a su disposición. En el
área editorial, abundan los jóvenes independientes que, como suelen
bromear, han instalado la escena de "editoriales de alto riesgo", en
contraposición con las grandes empresas. Como sucede en la Argentina, de
esos sellos provienen algunos de los títulos más interesantes aunque
eso no alcance para que resulte un buen negocio a lo largo del tiempo.
Marcó del Pont y Vilchis, antropólogos sociales de la UAM, entrevistan a
numerosos editores, proveen cifras del sector y advierten que sus
principales activos son la creatividad, las habilidades, la ingenuidad y
la imaginación.
La escritora y artista visual Verónica Gerber y la
antropóloga Pinochet Cobos observan la floreciente escena de las artes
visuales en Ciudad de México, donde se ensayan nuevas estrategias de
creación, producción y comunicación de proyectos artísticos que parecen
desconocer los efectos de las crisis económicas recientes. Ese fenómeno
tiene vínculos e interconexiones con múltiples sectores creativos que lo
apartan de la idea jerárquica y autónoma de campo cultural tal como lo
describió Pierre Bourdieu. A la vez, está tan impregnado de los valores
comerciales, y alejado de las propuestas políticas más bien utópicas de
las generaciones anteriores, que asemejan la escena a la de una
industria cultural, no por ser trabajo en serie, ni por su alcance
masivo, sino por el modo en que se inserta en modelos de exhibición y
consumo ya solidificados por las generaciones anteriores, como si se
tratase de un desarrollo económico programado. El "artista global"
simbolizado por Gabriel Orozco sería el paradigma a imitar, pero son muy
pocos los que pueden alcanzarlo en una época en que ni la globalidad ni
el arte tienen ya significado universal.
La producción de la música popular alternativa es un
fenómeno interesante a analizar, pues allí interactúa la economía con la
cultura de un modo distinto de como lo hace en las artes visuales. En
aquélla las casas de remate, las galerías comerciales exitosas y los
mecanismos de legitimación de ferias y museos cumplen un rol muy
establecido. En el caso de la música popular alternativa, esto es,
aquella que no desestima el circuito comercial pero que extiende su
marco de acción a partir de la ruptura y cuestionamiento de las
generaciones emergentes, las vías de producción y circulación no están
necesariamente ligadas a los sellos discográficos dominantes. La
investigación que realizan el historiador cultural Woodside, la etnóloga
Jiménez López y la investigadora de la Escuela Nacional de Antropología
e Historia (ENAH) Maritza Urteaga se centra en las modificaciones que
en la actualidad se advierten en el sector y resulta aplicable a toda la
región: disminución de los costos de creación musical; el acceso
mediante páginas web, podcasts , radios por Internet y redes
Peer to Peer (P2P); disminución de la venta del disco, aumento de la
venta online y búsqueda de otras formas de acceso económico por parte de
las disqueras y los músicos; nuevos enfoques y actores en el campo;
menos "artistas de estadio" y más colaboración horizontal y foros de
comunicación a pequeña y mediana escala.
El estudio de las estrategias creativas a partir de las
nuevas redes generacionales permite anticiparse a las formas de
producción, distribución y consumo culturales, y facilita el análisis de
las distintas ópticas acerca de la vinculación entre cultura y
desarrollo. Desde luego que esta juventud creativa no es toda la
juventud, sino que convive con la "ni-ni" (ni trabaja ni estudia) y la
legión de desocupados que no alcanzan a transformarse en actores de su
tiempo. Con ellos comparten la precariedad y la inestabilidad laboral o
en todo caso la multiplicidad de empleos para poder solventar su
vocación artística. Se trata de un nuevo tipo de actores que trabajan no
para hacer carrera a largo plazo sino más bien organizados en proyectos
de corta y mediana duración basados en la creatividad e innovación.
Este libro los presenta como prosumidores. En vez de consumir o poseer
obras prefieren intercambios, participar en los procesos y los circuitos
donde se redistribuye la creatividad. Nada de esto excluye la cultura off-line
con la que se trabaja de modo interdisciplinario, aunque la pregunta de
los autores persiste: "¿Qué tipo de sociedad engendra el trabajo por
proyectos inestables?" A pesar de la favorable influencia de las nuevas
tendencias, los autores no dejan de observar que los creativos por ahora
continúan condenados a la intermitencia y la precariedad.
En su libro anterior, La Sociedad sin relato
(2010), García Canclini buscaba un marco analítico para el arte
contemporáneo e hipotetizaba los comportamientos que ahora corrobora
este estudio de campo. En realidad, toda la obra previa del autor ha ido
desbrozando el camino que le permite encarar con solvencia y
originalidad los procesos culturales que afloran a partir de los hábitos
recientes de sociabilidad y uso de la tecnología. Diferentes, desiguales y desconectados (2004), Consumidores y ciudadanos (1995) o el temprano Culturas híbridas
(1990) han señalado, paso a paso, las disputas por la producción y el
acceso a los bienes culturales en una sociedad que ha modificado los
sistemas de exclusión pero que no los ha remediado..
Néstor Garcia Canclini y Maritza Urteaga (comp.)
Paidós/Universidad Autónoma Metropolitana
209 páginas
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