especial filbo 2012
La joven narradora estadounidense Nicole Krauss ha publicado tres novelas que giran en torno a la búsqueda de la identidad y el pasado. Esta lectora insaciable —admiradora de Bolaño— escribe a partir de la intuición
HOY: Mariane Ponsford, conversará con la Autora. 6:pm. Salón José Asunción Silva
Nicole Krauss está referida como promesa literaria de su lengua inglesa por la prestigiosa revista, también inglesa Granta.foto.fuente:revistaarcadia.com |
Nicole Krauss es madura, ambiciosa y disciplinada. Su obra ha recibido elogios de la crítica, el aliento adicional de Susan Sontag y del Nobel J.M. Coetzee. Tiene tres novelas en su haber y ha sido traducida a más de treinta idiomas. La revista Granta la eligió como una de las mejores escritoras jóvenes de Estados Unidos en el 2007. El honor lo compartió con su esposo, el novelista Jonathan Safran Foer. Tres años después, la revista The New Yorker hizo una selección similar —los mejores veinte escritores menores de cuarenta años— y Krauss fue elegida de nuevo, de nuevo al lado de su esposo. Quizás por ese mismo motivo, o porque Foer proyecta un halo de virtuosismo, o porque algunos han criticado la similitud de su trabajo, ambos mantienen lo que ella llama “una regla inquebrantable”: no hacen entrevistas compartidas ni aceptan artículos juntos. El trabajo de cada uno es independiente y debe ser considerado así.
Lejos de la tradicional economía y contundencia anglosajona, las
novelas de Krauss se desarrollan bajo una especie de inercia o
encantamiento. Sus temas recurrentes son la memoria, la reconciliación
con el pasado y la transferencia de herencias sentimentales. Su primera
novela, Un hombre llega y dice, se enfoca en Samsom Greene, un
hombre casado que, debido a un tumor cerebral, pierde la memoria y, de
paso, la vida que hasta entonces llevaba. La historia del amor,
publicada dos años después, alterna entre dos personajes entrañables:
Leo Gurzky, un anciano judío que sobrevive al exterminio en la Segunda
Guerra Mundial, y Alma, una niña de quince años huérfana de padre que
intenta rearmar la vida de su mamá. Finalmente, Great House
—por publicarse en español este año—, hila cuatro historias a través de
un escritorio de madera que perteneció al poeta chileno Daniel Varsky,
desparecido durante el régimen de Pinochet.
La ficción de Krauss revela un panorama de lecturas muy amplio y un
proceso de escritura basado en la intuición y la exploración. El extraño
ritmo de sus novelas quizás se explique por su método de escritura.
“Empiezo mis novelas sin tener una idea fija”, afirma Krauss. “A veces
ni siquiera tengo un personaje específico en mente. Empiezo con una sola
frase… y luego le añado otra y otra”. La escritura es, desde su origen,
búsqueda pura. Pero también la prueba más palpable de la existencia,
del paso de cada día. Como dice Leo en La historia del amor: “A
veces yo pensaba que la última página de mi libro y la última de mi
vida habían de ser la misma, que cuando mi libro terminara yo
terminaría”. Arcadia habló con ella sobre sus novelas y también sobre sus lecturas.
La cuentista canadiense Alice Munro afirma que sus hijos no
la dejaban concentrarse en formas literarias complejas como la novela.
¿Cómo ha cambiado su escritura ahora que es mamá de dos?
No podría identificarme con lo que dice Munro. Al revés, lo que
escribo cada vez es más y más largo. Siento que cada vez es más difícil
encajar todo lo que siento en un solo libro y que las ideas se van
encadenando de forma más compleja. Creo que el cambio ha sido a nivel
emocional. Es como si algo se abriera en ti, una profundidad de
sentimiento que no existía antes o a la que no podía acceder. Creo que Great House refleja justamente eso. No es una novela sobre la maternidad, pero creo que captura esa sensación.
¿Diría que Un hombre llega y dice es su novela más sombría?
Creo que Great House es bastante seria y oscura. La historia del amor
es divertida y a la vez trágica. Creo que cada novela que he escrito
tiene un tono distinto. Fueron escritas en momentos distintos y en
circunstancias distintas. En términos de estilo, también creo que son
muy diferentes, aunque todas comparten las mismas preocupaciones. ¿Qué
significa la empatía? ¿Cuál es el poder de la literatura? ¿Cómo
reinventarse la vida después de una catástrofe? Creo que esto ata mis
libros. Todos tienen distintas proporciones de humor y de melancolía.
Usted escribió Great House mientras leía
obsesivamente libros sobre la dictadura chilena. Aunque uno de los
personajes es un poeta chileno desaparecido, la dictadura no es un
elemento central, ¿por qué?
La escritura es en gran parte un experimento en el que aprendes de ti
misma, en el que sigues tus propias intuiciones. Cuando estaba
embarazada me obsesioné mucho con ese periodo histórico. Luego comprendí
que mi obsesión tenía que ver con la maternidad. Toda mi existencia
dependía de la seguridad de ese bebé. Leer sobre Chile era una forma de
atravesar el mundo y acceder ese miedo. A veces pensaba que esas
lecturas resultarían en algo, pero no. Sería forzar la escritura. Creo
que esas lecturas permearon al personaje del poeta chileno, Varsky. Si
hubiera investigado la dictadura solo para hacer el libro, no hubiera
sido auténtico.
Las traducciones no son particularmente populares en la
cultura anglosajona. No obstante, sus amplias lecturas de autores
latinoamericanos y europeos, entre los que se destaca Roberto Bolaño,
demuestran una independencia literaria y curiosidad poco comunes. ¿Cómo
cree que sus lecturas afectan su escritura?
Mis lecturas me han definido como persona pero también como
escritora. Me es difícil calcular la influencia pues esa siempre ha sido
mi dieta de lecturas. No me atrae mucho la literatura sobre las cosas
que me rodean. Las otras literaturas me permiten ver mundos a los que,
literalmente, jamás podré ir. Por eso, agradezco tanto la labor de los
traductores, porque dependo de ellos para recibir mensajes de otros
lugares del mundo.
Sus libros han sido traducidos a más de treinta idiomas. ¿Qué tal se siente estar al otro lado de las traducciones?
Me siento muy ambivalente frente a la traducción: como lectora, me
siento muy agradecida por su labor, pero como autora siento mucha
desconfianza. Cada palabra que escogí con tanto cuidado es reemplazada
con otra. La traducción es un gran acto de fe.
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