Hay libros que logran capturar el espíritu de una época, pero eso solo puede saberse más tarde
Doris Lessing, Premio Nobel de Literatura de 2007.foto:internet.fuente:elpais.com |
Ahí tenemos, por ejemplo, El cuaderno dorado,
la revolucionaria novela de Doris Lessing de la que este año se
conmemora el cincuentenario. Vuelta a leer ahora, cuando no pocos de los
temas y motivos que brotaban en sus páginas se han convertido en
tópicos y truismos del diálogo social y hasta de los talk-shows
televisivos, sorprende la incomprensión —y hasta la agresiva
hostilidad— con que fue recibida por la mayoría de la crítica de su
tiempo.
Las razones de ese rechazo son complejas. La propia autora
proporciona una explicación general en el inteligente prefacio que
escribió en 1971: “Algunos libros”, dice, “no se leen correctamente
porque se han saltado un estado de opinión y dan por hecho la
cristalización en la sociedad de informaciones que aún no han tenido
lugar”. Resumiendo: hay libros que no pueden leerse bien porque se
adelantan a su tiempo.
Pero también existen motivos más concretos. El libro apareció a
principios de los sesenta, en lo que las historias del feminismo
denominan “segunda ola del movimiento de las mujeres”, y cuando, en todo
caso, el poder patriarcal no había perdido casi ninguno de sus
tradicionales bastiones ideológicos y sociales. Para muchos críticos y
lectores no resultaba fácil asumir una novela en la que, mediante
personajes interpuestos pero con insólita franqueza, su autora hablaba
sobre temas tan conflictivos y socialmente inconvenientes como la
sexualidad femenina (incluyendo la masturbación o los problemas para
alcanzar el orgasmo), las insatisfactorias relaciones con maridos y
parejas, o los sacrificios y renuncias que la (sacrosanta) maternidad
impone a las mujeres que deciden tomar en sus manos las riendas de su
propia vida.
Pero había algo más: el libro fue publicado en 1962, un año
particularmente crítico en la larga guerra fría en que habían ido a
parar las relaciones entre los dos bloques política y militarmente
hegemónicos. Y cuando todavía estaban asimilándose las revelaciones
contenidas en el demoledor informe secreto de Nikita Kruschov
ante el XX Congreso del PCUS (1956). En una Europa proclive al
sobresalto en la que amplios sectores de la izquierda continuaban
hipnotizados por la retórica liberadora del comunismo, gustó muy poco el
valiente alegato de Lessing contra el estalinismo y, por extensión,
contra el partido comunista, en el que había militado, igual que la
protagonista de su libro. Ese fue, además de la franqueza sexual, otro
de los motivos por los que el libro tardó casi 10 años en ser traducido
en Alemania y Francia (donde, sin embargo, se había publicado El segundo sexo,
de Simone de Beauvoir, en 1949). Y aún menos brillante fue su destino
en España, donde no apareció hasta 1978; en primer lugar a causa de la
censura franquista, pero más tarde por su “inoportunidad” política en un
escenario en que los comunistas contaban todavía con una importante e
ideologizada clientela.
Esos dos componentes dificultaron la comprensión de algo también importante. El cuaderno dorado
es una novela literariamente ambiciosa en cuya complejidad técnica se
resumen muchas enseñanzas y lecturas (más de Chéjov o Tolstói que de
Jane Austen) y en la que se pone en cuestión la forma misma y la validez
del género novela. Un libro ambicioso y escrito con pasión (y elevado
componente autobiográfico) que utiliza el pastiche y la parodia, y en el
que se exponen ficcionalizados (y, por tanto, subrayados) algunos de
los más íntimos anhelos y sentimientos de las mujeres, haciendo trizas
el pacto de silencio impuesto por el establishment crítico y literario. Y todo eso en el aparente caos y dispersión que conforman una novela corta (irónicamente titulada Mujeres libres)
y cuatro cuadernos (negro, rojo, amarillo y azul) en los que la
narradora fragmenta su historia y su experiencia, y que solo terminan
organizándose en el cuaderno final, que es, precisamente, El cuaderno dorado, perfecta metáfora de la mujer que finalmente ensambla todas las parcelas de su experiencia.
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