La revista cántabra Peonza, creada por un puñado de profesores para impulsar la literatura infantil, celebra su cuarto de siglo
Ha realizado talleres de pintura como la muestra de esta ilustración en el 2000.foto.fuente:papelesperdidos |
Que una revista de literatura infantil
cumpla 25 años suena milagroso así que con gran alegría los creadores de
la publicación trimestral Peonza, editada en Santander,
celebran estos días este cuarto de siglo por todo lo alto. Y lo hace con
dos ciclos de cine, uno familiar y otro para adultos, en la Biblioteca
Central de Santander a los que ha precedido una expsoción en el Palacete
del Embarcadero.
Todo empezó de una forma algo
particular. El Ministerio de Educación pretendía por entonces apoyar a
las escuelas unitarias rurales, que se sentían aisladas, dotándolas de
unos recursos pedagógicos de los que andaban escasos. Y, entre ellos,
surgió la revista en principio como un boletín de literatura infantil en
el que los maestros y sus alumnos intercambiaban experiencias con
otros.
Tres años después Peonza, que cuenta ya con página web, se integró dentro de una revista educativa ya desaparecida Quima y poco después comenzó a volar sola. Hoy se editan 1.000 ejemplares por número y se distribuye por suscripciones y venta en librerías. No se consideran profesionales del periodismo –pese a la experiencia que arrastran- por lo que ni la redacción ni quieres colaboran reciben dinero a cambio.
Alumnos en clase durante el tercer
taller de ilustración, celebrado en 2003 gracias a la colaboración de la
Fundación Marcelino Botín
Pero editar su revista no era suficiente, pensaron, para engatusar a los más pequeños. Así que le propusieron a El Diario Montañés que consagrase un espacio en sus páginas a la literatura infantil. Su empeño dio sus frutos y en 1995 comenzó a publicarse la sección De hadas y piratas por la que han pasado infinidad de autores clásicos y contemporáneos. El equipo de Peonza, incandable, ha dirigido también las dos ediciones que se han celebrado del Salón del Libro Infantil y Juvenil de Cantabria. Lamentablemente ya no se celebran talleres de ilustración como los que durante cuatro años (2000–2004) se organizaron con la Fundación Marcelino Botín en Santander. A lo largo de cinco meses grupos de 25 alumnos recibían clase dos veces a la semana de un ilustrador del que conocían su obra y con el que conjuntamente ilustraban.
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