El editor que rescató a Italo Svevo para los españoles saluda el protagonismo de la literatura italiana en la Feria del Libro de Madrid
Cesare Pavese, autor italiano, hoy, considerado un clásico contemporáneo.foto.fuente:elmundo.es |
Parafraseo el título del excelente libro de la helenista francesa
Jacqueline de Romilly, '¿Por qué Grecia?', en el que explica las razones
de la influencia permanente de la cultura griega en el mundo. Aunque
hoy Grecia es noticia por motivos menos felices, la cultura griega clásica nos sigue fascinando y su influencia en nuestras vidas es felizmente omnipresente.
En estos días se celebra la Feria del Libro de Madrid, una verdadera
fiesta del libro, visitada cada año por muchos cientos de miles de
personas, como si se tratara de un espectáculo deportivo de masas: por
unos días, en Madrid los libros compiten con éxito con la televisión, de
la que Marsé ha dicho con acertada ironía que es el verdadero
Ministerio de Cultura en España. Esperemos, por cierto, que el Gobierno,
en cuanto pase lo peor de la crisis, recupere el genuino Ministerio,
que no debió suprimir, en un país que es, ante todo, una cultura, y que
cuenta con una industria cultural tan importante, en todos los sentidos.
Italia es este año el país invitado de la Feria del Libro de Madrid.
¿Por qué Italia? Italia es una de las grandes literaturas europeas que
aún no había sido invitada en la gran fiesta del Retiro. Un país que
merece ser considerado Patrimonio de la Humanidad (por
algo ostenta el primer lugar en la lista de la UNESCO como país con más
lugares que tienen tal consideración, seguida de cerca, por cierto, por
España). Su influencia cultural desde la antigüedad es comparable a la
griega: ambas culturas conformaron Occidente. Después vivió su
fructífera Edad Media, fue cuna del Renacimiento y hasta hoy, Italia ha
seguido produciendo un arte y una literatura incomparables, orlada de
nombres que merecen veneración. Tras la unificación se produce en Italia
un portentoso período literario, entre finales del siglo XIX y
principios del XX, que alumbra a los 'scapigliati' Tarchetti y Dossi, a
Verga, Svevo, Pirandello...
Albert Camus escribió en una ocasión que para él, España Francia e Italia eran, en un cierto sentido, un mismo país
Durante el siglo XX, Italia sigue generando una literatura y un cine magistrales, ajenos a la inestabilidad política,
y da lugar a una fabulosa generación tras la segunda guerra mundial que
arranca con el neorrealismo: Vittorini, Pratolini, Morante, Bassani y
Brancati, para seguir con nombres del calibre de Pavese, Cassola,
Malerba, Calvino, Sciascia, Buzzati, Tabucchi o Magris, por nombrar a
algunos de los mejores.
Albert Camus escribió en una ocasión que para él, España Francia e Italia eran, en un cierto sentido, un mismo país.
Uno suscribe plenamente esa afirmación, que merece ser objeto de
análisis profundo en un contexto como el actual: tratemos de aglutinar,
buscar raíces comunes en lugar de buscar diferencias. Y sin embargo la
grandeza de la cultura italiana y la proximidad geográfica social y
cultural entre España e Italia no siempre se ha reflejado en un
conocimiento mutuo entre nuestros dos países. Desde la Revolución
Industrial, la cultura sajona ha dominado el mundo y junto a la gran
influencia intelectual francesa de los dos últimos siglos, ello se
reflejó en la abundante traducción al español de autores franceses y
sajones, pero relativamente pocos italianos.
Es cierto también que Italia ha sufrido desde su unificación una inestabilidad política que ha podido mermar su influencia intelectual
en el mundo. Pero nada de esto justifica el desconocimiento de su
extraordinaria cultura, de su maravillosa literatura, ni lo escaso de la
atención que se le ha prestado en España.
Esto es algo que ha tenido su reflejo en el mundo editorial. Desde
los años 70, ha habido en España esfuerzos encomiables por dar a conocer
lo mejor de la literatura italiana: sellos como Bruguera, Seix Barral,
Tusquets, Anagrama o Siruela abrieron caminos que otros hemos continuado.
No importa quien lo haga, lo importante es que se publique la gran
literatura italiana, entendiendo por ello lo que generalmente se aleja
del ruido, la fama efímera o la actualidad inmediata y nos deja lo
mejor, lo grande, ese elenco de autores cuya lectura realmente nos hace
mejores y nos ayuda a conocer el mundo y a nosotros mismos, de los que
Italia cuenta con muchos. La mayoría, por cierto, y como suele ocurrir,
no son los que más suenan en estos días. Es un mal de nuestro tiempo el frecuente éxito de lo trivial,
también en literatura, y el olvido de lo sublime, de lo que realmente
vale la pena, y no menos en el caso de la literatura italiana.
Recomiendo, a manera de ejemplo, dos grandes novelas cuya traducción
española hubo de esperar más de un siglo y que han pasado desapercibidas
pese a merecer figurar entre las grandes de la literatura: los
'Cuadernos de Serafino Gubbio', de Pirandello, y 'Eros', de Giovanni
Verga. Son sólo dos ejemplos, cabría hablar de otros,
pero viendo el olvido en el que caen obras tales nada más ser
traducidas, hay que preguntarse dónde está la crítica literaria
española, que a menudo presta atención a nimiedades.
Cuando a uno le preguntan, con frecuencia, por qué publica tanta literatura italiana, suele responder ¿y cómo no?
Lo cierto es que la acogida, la difusión que tiene la gran literatura
italiana no es generalmente la que merece y eso hace más costoso el
esfuerzo, más incierto el resultado, más quijotesco el empeño, pero por
eso mismo más necesario. Ojalá esto empiece a cambiar. Stendhal, gran
amante de Italia, escribió en una ocasión: "Si se tiene sensibilidad y
una camisa hay que vender la camisa para irse a Italia". Les aconsejo
que vayan a Italia cuanto puedan y, entretanto, disfruten de su gran
literatura, conózcanla, profundicen en ella, les dará mucho.
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