En su última novela, Philip Kerr pone a trabajar a su personaje fetiche, el detective Bernie Gunther. El telón de fondo: la siniestra sombra de Reinhard Heydrich, el diseñador del Holocausto
El escritor inglés Philip Kerr presenta su nueva novela, Praga mortal. foto: Marcel Lí. Sáenz. fuente:elpais.com |
En feliz coincidencia con el 70º aniversario de la muerte de uno de
los peores nazis, Reinhard Heydrich, asesinado en Praga por
paracaidistas checoslovacos adiestrados por los servicios secretos
británicos, llega a Barcelona Philip Kerr con su última novela bajo el
brazo, una novela en la que precisamente juega un papel central ese frío
criminal adjetivado como "la bestia rubia" o, de manera más ajustada a
su trabajo, "el verdugo de Hitler". Heydrich, general de las SS, jefe de
los servicios de seguridad del III Reich y planificador técnico del
Holocausto, entre otras siniestras actividades, resultó herido en el
atentado perpetrado de manera bastante chapucera por los paracaidistas
Kubis y Gabcik el 27 de mayo de 1942 y murió el 4 de junio de septicemia
en el hospital en el que permanecía ingresado.
En Praga mortal (RBA,
en catalán en La Magrana), la octava novela protagonizada por su
detective Bernie Gunther, Kerr pone al investigador a trabajar por
cuenta de Heydrich, a la sazón gobernador de la Checoslovaquia ocupada
por los nazis, en un caso de asesinato. Gunther tiene que descubrir al
culpable de la muerte de un oficial de las SS entre sus compañeros de la
hermandad de la calavera reunidos por Heydrich en la capital.
Le pregunto a Kerr las causas del renovado interés por ese déspota,
criminal y villano (y violinista, esgrimista y aviador de combate), al
que se le dedican novelas como HHhH, de Laurent Binet, o una nueva biografía —la interesantísima Hitler’s hangman,
de Robert Gertwarth (Yale, 2012)—. "Es la esencia del nazismo",
responde el escritor, que ha adelgazado de manera extraordinaria y se
muestra satisfecho de ello, aunque su expresión pícara se ha endurecido
considerablemente. "Era además un tipo muy inteligente, valiente y
eficiente, muy alemán; hay que añadir a eso que fue asesinado, lo que
siempre agrega atractivo. Hay una calidad operística en su vida".
Heydrich actuó empujado por una necesidad de ser más nazi que nadie.
"Sí, en parte por las sospechas sobre sus raíces judías, que yo no creo
que fueran ciertas, pero que a él le causaron muchos quebraderos de
cabeza”.
Kerr asegura no leer novelas sobre el nazismo sino solo libros de
historia acerca del periodo, aunque hizo excepciones con las de Hans
Fallada —al que publica ahora en España Maeva— y la canónica La noche de los generales de Hans Helmunt Kirst, con la que de alguna manera arranca la novela policiaca ambientada en la II Guerra Mundial.
A Kerr le ha interesado enormemente, por supuesto, que Heydrich fuera
un grandísimo lector de novelas policiacas (Gertwarth habla de un
"insaciable apetito por el género"). "De hecho fue ese conocimiento
literario de lo que echó mano para impresionar a Himmler y conseguir que
este lo fichara a fin de crear el departamento de inteligencia de las
SS, el SD". El novelista opina que Heydrich, gran oportunista, hubiera
llegado lejos de no haber sido asesinado. Es difícil evitar un
escalofrío. ¿Habrían sido 12 millones los judíos exterminados en lugar
de seis? "Es concebible. Hubiera inyectado más eficacia aún a la
maquinaria criminal". Entonces, estuvo bien matarlo, pese a las
consecuencias… "En mi opinión, fue una decisión correcta, Heydrich era
el más letal de los nazis, asesinarlo provocó terribles represalias, fue
desde luego una desgracia para el pueblo de Lidice, arrasado por las
SS, pero sin duda evitó muchísimas más muertes. Y sirvió de advertencia
para los nazis, y de motivo de estímulo para la Resistencia en
Checoslovaquia y en toda la Europa ocupada".
Se ha dicho que en la muerte de Heydrich, que pareció recuperarse en
el hospital, pudo haber una mano negra, movida por las envidias y
rivalidades en el seno del III Reich. A Kerr le encanta el tema. "Es un
buen asunto narrativo, aunque en realidad creo que no hubo ese juego
sucio. Heydrich era de una lealtad absoluta a Himmler y ambos estaban
más cercanos de lo que se ha sugerido. Donde hay un misterio aún es en
la posibilidad de que se usara en el atentado toxina botulínica, en las
granadas suministradas a los paracaidistas por el servicio secreto
británico. Es lo que habría provocado el envenenamiento de las heridas
de metralla de Heydrich. Habría sido el primer acto de guerra biológica
de la historia, pero, claro, eso se habría mantenido en estricto
secreto".
¿De dónde cree que viene la fascinación que provoca el personaje? "Es
la fascinación del mal absoluto, con mayúscula, igual que Drácula.
Heydrich es el Drácula de los nazis, el Hannibal Lecter de los nazis".
Con su cinismo y su brillante inteligencia que lo elevan por encima de
sus burdos camaradas nazis, Heydrich, como Hannibal el caníbal, puede
provocar no simpatía pero sí cierta empatía, empathy with the devil.
¿Veía ese peligro en la novela, en la que Gunther tiene tantos diálogos
ingeniosos con Heydrich? "Creo que los capítulos finales impiden
cualquier tipo de inclinación favorable hacia Heydrich por parte del
lector, ahí aparece definitivamente con toda su maldad. Desde el
principio sabía que habría algo insoportable al final que mostraría sin
ambages y sin la mínima duda la verdadera naturaleza del fascismo".
Praga mortal, salvando el contexto, recuerda las novelas canónicas tipo Diez negritos
de Agatha Christie. "Sí, es de esa clase, tiene mucho de las novelas de
misterio rurales. El argumento apareció durante una visita a Praga,
estuve en la antigua casa de Heydrich y me sugirió una casa de campo
inglesa. Fue al ver el lugar que tuve la asociación de ideas. Aquí
Bernie Gunther es un personaje tipo Poirot". Y, claro, la gracia es que
los sospechosos son todos asesinos, tipejos de las SS culpables de
crímenes mucho mayores que el que investiga Gunther… "Ese es el tema
vertebral de toda la serie de novelas y lo que hace tan interesante
escribirla: que los crímenes que resuelve Bernie, su investigación, se
realizan sobre el telón de fondo de las atrocidades del nazismo y de la
II Guerra Mundial. El asesinato en primer plano de una persona mientras
se está matando a millones".
Gunther no permanece inactivo: se prepara una serie de televisión
sobre sus aventuras y Kerr está escribiendo ya la siguiente novela, A man without breath,
en la que el detective deja la Kripo y es reclutado por la Oficina de
Crímenes de Guerra alemana. "Poca gente lo sabe y parece increíble, pero
durante la II Guerra Mundial funcionó esa agencia para investigar y
penalizar casos de comportamiento criminal de los soldados, como forma
de mostrar que la Wehrmacht era ajena a las brutalidades de las SS y
luchaba limpiamente. Se llegó a fusilar a militares que habían cometido
violaciones o asesinatos, aunque a veces se les ejecutaba a poca
distancia de donde los Einsatzgruppen, las escuadras móviles de la
muerte, perpetraban sus matanzas masivas".
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