Empieza a imponerse un cambio de modelo de la feria, hasta ahora básicamente comercial, por otro que prime las actividades culturales de calidad
Aspecto, ayer al mediodía, de las casetas de la Feria del Libro de Madrid. foto: Uly Martín.fuente:elpais.com |
Cuando poder pasear por la feria del libro no es una buena noticia. Así podría ser el titular de esta información debido a dos hechos coincidentes y que, aunque uno no es consecuencia del otro, están más relacionados de lo que parece y guardarían parte del futuro de la cita madrileña: su reinvención.
Algunos expositores no ponen muy buena cara ante la pregunta de cómo
han empezado las ventas: “Muy despacio”, “¿...?”, “Poco apoco”, “Ummm”,
“Hay que esperar” son algunas de las expresiones escuchadas. El año
pasado las ventas bajaron un 10% con respecto a 2010 y este año se habla
de lo mismos frente a 2011.
Segundo capítulo. Después de 71 ediciones, la feria
buscaría un cambio de modelo. Uno que fuera más allá del meramente
comercial y de las firmas de los escritores. Uno que aportara y
contribuyera al diálogo, a la divulgación y al debate cultural y
literario con actividades cuya calidad media fuera mucho más alta de la
que ofrece. Sobre todo, cuando cada día se habla más de la ausencia de
ideas y debates, de la falta de compromiso de los intelectuales y de los
creadores y la industria cultural. Este año, la cita literaria ha
quedado en evidencia ante una muy irregular programación de eventos. Una
queja en aumento en los últimos años por parte de libreros, editores,
distribuidores, escritores y visitantes.
Dos episodios que recuerdan la crisis en diferentes ámbitos y la
necesidad de convivencia de los mundos analógico y digital que obliga a
replantear eventos como el madrileño. Mientras el primer capítulo
obedece a circunstancias ajenas a la organización, el segundo depende de
ella. “La Feria programa lo que los expositores ofrecen. Dejamos en sus
manos las actividades y quizás sea bueno plantear un modelo mixto en el
que esté más involucrado el Comité organizador de la Feria para dar más
calidad a los contenidos”, afirma el director del evento, Teodoro
Sacristán. Una idea que comparte Fernando Valverde, director de CEGAL
(Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros): “Tal vez
hay que replantear el actualmodelo y estudiar uno que tenga un
contenido de más calidad. Vamos a llevar esta reflexión para que la
Feria se implique más”.
Una situación que podría empezar a cambiar una vez acabe esta edición
el 10 de junio. ¿La razón? Todo indica que antes del verano la Feria
pasaría a ser una fundación lo que conlleva un cambio de reglamento y
coordenadas. Se reforzarán y añadirán intereses más allá de la prioridad
comercial, asegura Ramón Alba Sanz, editor de Polifemo y uno de los
nueve miembros del Comité Organizador. Para el editor, “sería clave que
la feria modernizara su ambiente” y estuviera más acorde a los tiempos y
a la propia naturaleza del libro a la que se le presupone un plus de
aportaciones.
Ante la pregunta: ¿Qué aporta la Feria de Madrid a la reflexión, el
diálogo y el debate de la cultura y la literatura?, Sacristán y Valverde
responden que es el encuentro entre el autor y el lector. La fiesta de
los lectores que van a comprar. Centenares de autores en 17 días,
millares de lectores haciendo colas para que les firmen un libro. Y, al
fondo, actividades como mesas redondas, diálogos, conferencias,
coloquios o entrevistas a las que asiste poquísima gente. En el
imaginario colectivo, esta feria es firma de libros y más firma de
libros, lo cual ha derivado en una especie de competición de quién tiene
más gente en la fila. “Muy pocas personas asisten a las actividades
culturales. Puede haber grandes nombres y temas interesantes, pero el
público no suele asistir, salvo excepciones, ni los medios de
comunicación los registran”, se lamentan Sacristán y Valverde.
La explicación a la apatía de los madrileños por los eventos
literarios se podría deber a dos factores: a la oferta diaria que ofrece
la ciudad durante todo el año por lo cual la gente iría a la feria con
más ánimo de comprar y pasear que de otra cosa; y al bajo índice de
lectura en España, un 61% lee un libro al año y solo el 29% lo hace de
manera regular. “Hay que recordar que hasta hace poco, durante el
franquismo, el índice de analfabetismo era alto. Y despertar el interés
por la cultura y el pensamiento requiere tiempo”, según el director de
la Feria.
Durante varios años algunos libreros y editores han pedido el cambio
de este modelo tan comercial, por uno que alterne y contribuya más a la
divulgación y reflexión de la literatura y los temas culturales, asegura
Antonio Méndez, de la Librería Méndez. “Tiene que haber un cambio
radical en muchas cosas y esta es una. Debe haber un sesgo más cultural
que no sea pura y llanamente la venta, y organizar mejor las vías de
comunicación de dichas actividades. Para empezar hay que crear un lugar
en condiciones donde se pueda hacer un evento importante sin que la
gente se muera del calor o del frío y participe de manera cómoda”.
Ese espacio tendría que sacarse físicamente del Paseo de Coches,
asegura el director de la Feria. ¿El motivo? “Los actuales pabellones
están en mitad del Paseo, es decir entre las hileras de casetas,
recibiendo mucho ruido externo del público y de los altavoces que no
paran de anunciar las firmas de los escritores”, señalan Sacristán y
Valverde. Para todos estos posibles cambios ellos tienen dos miedos: el
factor económico y que se necesita tiempo para que cuaje un nuevo
modelo.
“Es una inversión, y debería haber una programación más pensada y
cohesionada y mejor organizada y clara”, reclama Santiago Tobón, de la
editorial Sexto Piso. Si eso se hace bien, agrega, es un gancho para
traer más gente a la feria y aumentar los posibles compradores. “Aquí al
lado, donde termina la feria”, dice Ramón Alba, “podría instalarse una
especie de anfiteatro para eventos musicales o recitales”.
Tercer capítulo. La cita madrileña desaprovecha el
potencial de sus miles de visitantes que además de comprar también
podrían asistir a eventos y los que, atraídos por la actividad cultural,
podrían compar libros.
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