Joao Ricardo Pedro quedó sin empleo a los 39 años y se animó a escribir una novela. El resultado fue O teu rostro será o último y ganó el premio de mayor dotación . El libro se ha convertido en la obra literaria de la temporada en su país
A mediados de 2008 el ingeniero de telecomunicaciones portugués João
Ricardo Pedro, de 39 años, fue despedido de su empresa, junto a un
puñado de compañeros (y como muchos portugueses en estos años) y se
quedó en casa con una indemnización y el futuro temblando delante de él.
Durante unos días no supo qué hacer. Pero una mañana dejó a sus dos
hijos en el colegio, recogió la casa y, una vez solo en su habitación
(su mujer trabaja de economista) se dijo: “Ahora o nunca”. “Y esa mañana
comencé a escribir. Lo hice por lo más evidente, una especie de relato
de las cosas que hacía: la compra, la casa, la comida… Durante seis
meses eso me sirvió de entrenamiento. Después, ya iba dando cuenta de
los personajes que fueron saliendo”.
Todos los días, tras dejar a los niños en el colegio y salvando las
horas que dedicaba a dar clases particulares de matemáticas, João
Ricardo Pedro, de ocho y media a cuatro de la tarde, invariablemente,
escribía una narración de capítulos cortos e historias imbricadas, sin
plan preconcebido ni notas preliminares ni mucho orden ni concierto,
confiando sólo en su instinto de novelista novato y en sus muchas
lecturas. El resultado es O teu rostro será o último, una
deliciosa novela, ganadora del último Premio Leya de novela en Portugal,
el de mayor dotación del país, con 100.000 euros. El libro, además, se
ha convertido en el volumen más vendido en la recientemente terminada
Feria del libro de Lisboa y en el fenómeno literario de la temporada.
"Y esa mañana comencé a escribir. Lo hice por lo más evidente, una especie de relato de las cosas que hacía: la compra, la casa, la comida… Durante seis meses eso me sirvió de entrenamiento. Después, ya iba dando cuenta de los personajes que fueron saliendo”
Su autor jugueteó siempre con la idea de convertirse en novelista: “A
los veintitantos lo pensé, pero no me decidí. Después, llegaron los
trabajos, los hijos, y ya no se podía. Yo no era capaz de dedicarle dos
horas después del trabajo, como hacen otros. Tal vez porque me faltaba
el coraje y me sobraba miedo a darme cuenta, en cuanto empezara, de que
no servía”.
Pero el ERE le dejó sin excusas. “Es curioso, porque lo que más me
atraía de todo era el hecho de pensar que podía pasarme las mañanas en
casa, escribiendo, sin hacer otra cosa. Eso es lo que me decidió”.
Ricardo Pedro es amable, cercano, acogedor y simpático. Vive en un piso
de clase media lisboeta, con juguetes de niños pequeños recogidos en las
esquinas y muchos libros y discos compactos apilados por las
estanterías. “Fui haciendo todos los capítulos al mismo tiempo. Así que
lo vi crecer en bloque, y el primer sorprendido de todo era yo”,
explica.
O teu rostro será o último, una deliciosa novela, ganadora del último Premio Leya de novela en Portugal, el de mayor dotación del país, con 100.000 euros. El libro, además, se ha convertido en el volumen más vendido en la recientemente terminada Feria del libro de Lisboa y en el fenómeno literario de la temporada.
Después, su mujer, Isabel, le convenció para que se diera prisa en
acabar a fin de enviarlo al multimillonario premio Leya. “Así que me
puse a escribir a todas horas, incluidos los fines de semana. Y lo
envié”.
Y ganó. Y el país, Portugal, abocado a una crisis cada vez más honda,
con la troika vigilándolo todo, con un desempleo creciente del 15% y
miles de jóvenes obligados a emigrar a Angola, a Brasil o a Francia,
acogió con interés una buena noticia por fin: la historia del parado que
aprovecha que vienen mal dadas para cambiar de rumbo y salir así del
hoyo. Ricardo Pedro salió, pues, en todos las televisiones y despachó
multitud de entrevistas en las que contaba su vida y daba así cierto
aliento a una sociedad asfixiada.
En la entrega del premio, hace unas semanas, el mismo Ricardo Pedro
aludió irónicamente a la dramática situación del país, ante el primer
ministro, el conservador Pedro Passos Coelho, el adalid del recorte y la
contención del gasto: “Mi mujer, Isabel, aunque es economista, no se
puso a mirar los intereses ni la prima de riesgo y, contraviniendo las
leyes de la austeridad, me dio toda la libertad, el tiempo y la
confianza necesarios para poder terminar el libro”.
"Fui haciendo todos los capítulos al mismo tiempo. Así que lo vi crecer en bloque, y el primer sorprendido de todo era yo"
Ahora, desde la mesa del despacho de su casa en la que escribe su
segunda novela, de la que no sabe nada todavía (“aún estoy en fase muy
preparativa, me dejo llevar”) Ricardo Pedro, que aún conserva una alumna
a la que da clases particulares, extrapola su ejemplo y lo convierte en
regla de política internacional: “Tal vez lo que haga falta es
confianza en nosotros mismos y confianza en los otros para poder salir
de esta. Pero da la sensación de que los Gobernantes no confían unos en
otros. De que el alemán no se fía del griego y viceversa. Y sin esa
confianza, no hay nada que hacer”.
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