Testimonio en Chicago relata el delirante proceso abierto contra Allen Ginsberg
Jean Genet y William Burroughs, en una manifestación. foto: Ratmond Depardon. fuente:elmundo.es |
No hay nada más cierto que el pasado, convertido muchas veces en un
espejo idóneo para percibir el reflejo de los males y las carencias del
presente. Cuántas veces nos acercamos a las zigzagueantes momentos
de la Historia para comprender lo que está suceciendo y cuántas veces
comprobamos lo poco que avanza la sociedad y lo mucho que cuesta
introducir cambios en las mentalidades.
Esta última reflexión es la que provoca la lectura de un
interesantísimo libro que acaba de publicar una pequeña editorial, Gallo
Nero. Su título: 'Testimonio en Chicago'. Su gran protagonista, el
poeta 'beat', Allen Ginsberg, quien fue sometido a un interrogatorio
para decidir la culpabilidad de siete activistas que
promovieron manifestaciones a favor de la paz (eran los tiempos de la
guerra de Vietnam) y en contra del sistema capitalista durante la
celebración de la convención del Partido Demócrata en 1968. Unas
manifestaciones que pretendían ser un festival de la paz y del amor y
que terminaron en un baño de sangre ante la fuerte represión policial.
Existe un impresionante material gráfico de aquellos momentos.
Imágenes en las que se ve a la plana mayor de la contracultura
norteamericana y no sólo norteamericana: Ginsberg, Jean Genet, Burroughs...
mezclados entre la gente, expandiendo proclamas, librándose del efecto
de los gases lacrimógenos, mientras que audaces reporteros, impulsores
del neuvo periodismo como Norman Mailer afilaban sus plumas para dejar
constancia de todo ello.
Escuchar al autor de 'Aullido' resulta hoy, en tiempos en los que la
temperatura de la protesta social aumenta en toda Europa, un auténtico
aldabonazo en las conciecias. Volver a sus palabras ante un juez y un
jurado a los que tuvo que explicar lo que era el movimiento ecologista,
el yoga o las técnicas de meditación, es como asistir a
una lucha entre el conservadurismo y las ganas de cambio de una época
ya mítica, ajena a la resignación.
"Actualmente el planeta Tierra se encuentra amenazado por la
violencia, la sobrepoblación, la contaminación y la destrucción
ecológica provocada por nuestra propia codicia", se explicaba, arremetiendo contra
el egoísmo delos políticos, incapaces de pensar "ni por un momento en
qué necesitarán sus hijos en las generaciones futuras".
No tienen desperdicio estas páginas en las que el escritor, al que el
periodista Jason Epstein describe en la crónica que hizo para 'The New
York Review of Books' "calzado con zapatillas blancas de deporte
y con un gran bolso de punto que le llegaba a la cadera colgado del
hombro izquierdo", intenta convencer a "un jurado mayoritariamente de
amas de casa del condado de Cook" de que todo lo sucedido fue fruto del
ejercicio de la fuerza; de que se había dado pie a "una insólita y
violenta puesta en escena de censura, un ejemplo del abuso que desde la
noche de los tiempos inflinge el lobo de la costumbre al cordero de la
verdad", escribe Epstein.
Fue real este interrogatorio ante el que el lector actual asiste atónito y que podría ser fruto de la más absoluta ficción por su cáracter surrealista.
Ginsberg no dudó en recitar sus poemas más lascivos a petición de un
juez que pretendía desacreditarlo y ante quien explicó que las imágenes
más obscenas respondían a experimentos oníricos. Ni tuvo reparos en
cantar el 'Hare Krishna' ni en entonar el célebre mantra Om de los
budistas cuando se le pidió que explicara sus búsquedas espirituales, sus experiencias con el yoga y la meditación.
Merece la pena recuperar este trozo del pasado que tanto nos recuerda
al presente. Merece la pena preguntarse por qué los intelectuales de
hoy (frente a los de ayer) han renunciado hoy a la combatividad, a estar
fuera del debate público, como critica Mario Vargas Llosa en su último ensayo.
Pese a todo, hay puentes. Si con algo enlazan las verdades de
Ginsberg, de la contacultura, de todo lo que significó mayo del 68, es
con el movimiento de los indignados promovido por el veterano Stephen
Hessel, así como con la búsqueda de nuevas vías, de nuevos caminos
abiertos por filósofos como Péter Sloterdijk o Edgar Morin.
"No puede negarse: el único hecho de importancia ética universal en
el mundo actual es el reconocimiento, cada vez mayor y difusamente
omnipresente, de que así no se puede continuar",
sostiene el primero en su ensayo 'Has de cambiar tu vida', mientras que
Morin propone una existencia más acorde con el ser que con el tener,
sentencia: "El gran desafío del presente es salvar la Humanidad".
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