especial filbo 2012
El escritor mexicano Enrique Krauze estuvo en la FILbo 2012 presentando su libro Redentores: Ideas y poder en América Latina
HOY:Cierre:Los múltiples oficios del escritor.3:pm.Salón Manuel Mejía Vallejo.El territorio de la novela.3:pm. Salón León de Greiff. Hacer revistas que hablen de libros.3:pm. Salón Porfirio Barba Jacob. Narrar la historia. 4.30:pm. Salón José Asunción Silva. Ché.Marcelo Ferroni. 6:pm. Salón José Asunción Silva. El arte de la biografía. 7:pm. Salón José Asunción Silva.
HOY:Cierre:Los múltiples oficios del escritor.3:pm.Salón Manuel Mejía Vallejo.El territorio de la novela.3:pm. Salón León de Greiff. Hacer revistas que hablen de libros.3:pm. Salón Porfirio Barba Jacob. Narrar la historia. 4.30:pm. Salón José Asunción Silva. Ché.Marcelo Ferroni. 6:pm. Salón José Asunción Silva. El arte de la biografía. 7:pm. Salón José Asunción Silva.
Crítico y criticado, Krauze sostiene la estructura narrativa de ese
volumen en la vida y obra de Octavio Paz, con quien mantuvo una
entrañable amistad de más de dos décadas, al tiempo que se permite una
suerte de paralelo entre escritores políticamente contrarios como
Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa.
Fernando
Vallejo dijo que la biografía es un
género literario menor y nunca dejará de serlo. ¿Lo es?
Yo
creo que tiene razón. Claro que hay grandes biógrafos, como Boswell o
el Dr. Johnson. El propio Vallejo aceptará que se trata de obras que han
trascendido los tiempos. Es un género que nos ha venido desde los
clásicos: los romanos, los griegos. Tiendo a creer que frente a la
literatura es un género menor, pero frente a la historia ocupa un lugar
importante y siempre lo ocupará. Francamente pienso que en nuestros
países, en el tronco ibérico, es un género necesario y muy poco
frecuentado.
¿En qué medida es necesario?
Porque
la impronta de nuestros países, los personajes de la política, la
literatura y el arte, en la historia, es grande. Y en el caso de la
política ha sido para mal. Los políticos, los dictadores, los
redentores, los guerrilleros, los comandantes, han hecho mucho mal y
poco bien. Muchas veces se puede entender mejor y hasta prevenir un poco
los prejuicios históricos sobre estas sociedades si se entiende a esas
personas. Ha sido un género poco frecuentado y en ese sentido los
ingleses llevan una inmensa delantera a todos. ¿Quién puede negar que
nos hace falta una biografía de Ortega y Gasset, Unamuno, Machado, o de
los grandes escritores, poetas, místicos? Nos ha hecho falta ese género
modesto del árbol de la literatura.
A Onetti se le
preguntó en una entrevista cuál era la función social del escritor, a lo
que respondió que la única responsabilidad del escritor es tener
talento. En su libro ‘Redentores’ aparecen las estrechas relaciones
entre varios escritores y la política…
Creo que hay un
nivel en el que el gran Onetti tenía razón: la primera obligación de un
escritor es escribir bien. Si no tiene el talento, que se dedique a otra
cosa, pero si lo tiene, que lo cultive con toda la belleza de esa
vocación, pero también con su enorme dificultad. Pero es un hecho que en
países donde el poder arbitrario, y aun el no arbitrario, ha ocupado un
espacio tan grande de la historia, igual que en Rusia, los escritores
necesariamente se vuelven como sacerdotes laicos, como figuras de
referencia cívica, que tienen autoridad moral. Y no hay por qué
avergonzarse de esto, al contrario, creo que es algo que hay que asumir,
porque ese es el caso de Tolstoi o Dostoievski, una historia frente al
orden represivo del poder absoluto. Los escritores, aún los más puros,
no han podido ni han querido esquivar su compromiso con la vida pública.
Ni siquiera en el caso de Borges, que tuvo momentos de gran valentía en
la Argentina peronista. Yo creo que los escritores latinoamericanos
hemos estado, por necesidad, por obligación, implicados en la vida
pública. Pero otra cosa es sacrificar la obra al poder, y eso sí es
criticable y no ha habido pocos que lo han hecho.
¿Quiénes?
Bueno,
ninguno de los que trato en este libro. Quienes lo hacen son casos
menores, y el hecho de que no me vengan ahora mismo a la mente es porque
no son tan importantes. Un escritor, por ejemplo, que acepta un puesto
público en México para defender un gobierno, eso es sacrificar la
autoridad intelectual y moral en el altar de un poder mucho mayor.
Claro, ya sé que estás pensando en García Márquez (risas)… pero él nunca
sacrificó su obra extraordinaria a la Revolución Cubana.
Y sin embargo, en ‘Redentores’ usted es duro con García Márquez y suave con Vargas Llosa.
Es
verdad, he estado más cerca de Vargas Llosa porque este es un libro con
el que tengo una identificación con Octavio Paz y Vargas Llosa. Creo
que tuvieron la valentía de ver de frente el carácter redentorista,
opresivo, de las revoluciones socialistas del siglo XX en las que
creyeron de manera militante, mucho más militante de lo que ellos mismos
han asegurado, para ir renunciando poco a poco a ellas y quedarse en un
lugar que es la democracia.
En cuanto a García Márquez, he leído
una buena parte de su obra, una y otra vez, con una inagotable
fascinación. Y sin embargo encuentro criticable el que haya apoyado a
todo lo largo la dictadura de Castro a cuenta de una amistad, a una
revolución que costó a tres generaciones de cubanos todas las
libertades.
¿No cree que la obra de un escritor se
sacrifica si acepta un puesto público en la misma medida en que, por
ejemplo, un escritor aspira a ser presidente de un país?
Yo
creo que Vargas Llosa se vio a sí mismo como la figura de un redentor… y
se equivocó. Y se vio a sí mismo como la figura de un redentor porque
traía esa mitología. La ventaja es que Vargas Llosa superó su derrota y
la convirtió en una obra altamente valiosa. El poder hay que mantenerlo a
distancia, de eso no cabe duda. Si un escritor quiere conservar su
sentido crítico, tiene que mantenerlo a distancia.
¿Usted
militó en el movimiento estudiantil y para hacerlo debió tener una
posición política muy clara. ¿En qué momento toma distancia?
El
del 68 no fue un movimiento marxista, fue un movimiento libertario. Es
un momento central de mi vida. Y yo no cambié. Simplemente no creo que
un movimiento libertario, democrático, tenga que volverse marxista. A
los países les ha hecho muchísimo daño abandonar una tradición
republicana, democrática y liberal, y les ha hecho más daño esta
división geométrica entre la derecha y la izquierda. Entonces vamos a
decir, Bertrand Russell era de derecha, Isaiah Berlin era de derecha. Si
todo lo que no es de izquierda es de derecha, entonces simplemente
hemos renunciado a pensar. Es como decir, como tú no eres bueno, eres
malo. No es allí, no es eso. ¿Qué tan pertinentes son las categorías del
liberalismo político, de la democracia, en las circunstancias de
nuestros países? Yo creo que estamos obligados a luchar por un momento
democrático con libertades y leyes.
Parece
que sí se vio a sí mismo y a su gobierno en la figura de un redentor.
Digamos que hay una línea muy delgada entre el redentorismo y el
liderazgo. El liderazgo puede ser muy firme, muy fuerte, muy decidido,
pero tiene que ocurrir en un marco estrictamente democrático. Entonces,
¿hasta qué grado Uribe traspasó ese marco democrático? Creo que intentó
hacerlo en cierta forma porque intentó la tercera reelección. Finalmente
las instituciones colombianas se lo impidieron, y ahí tengo una voz
avalando un poco la admiración que siento por alguna institucionalidad
colombiana, que funcionó en este caso.
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