Comenzó el Diálogo de escritores latinoamericanos, una serie de mesas redondas que reúnen a quince escritores de la región hasta el 3 de mayo en la Feria de Buenos Aires: FILba 2012
Explique, maestro. Cohen es observado por el chileno Zambra y la mexicana Nettel durante su disertacióN.foto.fuente:Revista Ñ |
No siempre fue igual, esto de estar tan distantes de los que son tan cercanos. Tanto es así que existió el boom latinoamericano a finales de los años 60 y el continente se pobló de voces que hablaban la misma lengua con acentos distintos, y fueron capaces de crear universos literarios que sortearon fronteras. Pero después la región fue asolada por dictaduras que fragmentaron la geografía literaria.
Esto
podría funcionar como un intento de síntesis inicial de la primera
jornada del “Diálogo de Escritores Latinoamericanos” que ayer comenzó en
la 38° Feria del Libro y que reunirá, en diversas mesas y hasta el 3 de
mayo, a 15 autores de América latina. De esta primera charla fueron
parte los escritores Marcelo Cohen y Claudia Piñeiro, de Argentina;
Alejandro Zambra, de Chile; Guadalupe Nettel, de México, y Tomás
González, de Colombia, coordinados por Patricio Zunini. Hubo lecturas de
fragmentos de la obra de todos ellos, a cargo de legendaria librera
Natu Poblet, y de Carlos Clérici. En los próximos días, se reunirán
consagrados, como Martín Kohan y Matilde Sánchez. con nuevos talentos
como Oscar Fariña, Leandro Avalos Blacha, Esteban Castromán y Selva
Almada, entre otros.
Cohen, –autor entre muchos otros libros de La Balada
, Premio de la Crítica de esta edición– trazó un cuadro de situación
sobre su aproximación a “lo latinoamericano en los años 70: Uno trataba
de entenderlo a través de un pensamiento vibrante que recorriera lo
mejor de la historia del mundo”.
América llegaba con sus
escritores y sus libros a España, que comenzaba a despertar de la larga
noche de la dictadura franquista, y con ella emergía su necesidad de
sacar a la luz a autores y libros silenciados. Ello fue en detrimento
de la circulación de los autores latinoamericanos, confinados al
realismo mágico y la denuncia, reseñó Cohen.
Mientras esto ocurría
del otro lado del océano, “Latinoamérica comenzaba a gestar otra
literatura. Muchos países que habían visto quebrarse sus democracias, se
enfocaba hacia sus conflictos políticos, sus fracasos. Era una
literatura que venía a resolver la falsa dicotomía entre literatura
realista y literatura fantástica”, dijo Cohen.
Claudia Piñeiro –autora de Las viudas de los jueves , entre otros– cree que en la actualidad no hay nada igual a lo que provocó Gabriel García Márquez en Europa cuando publicó Cien años de soledad
. Por eso, dijo, “uno tiene que derramar lo que lee en otros lados, a
los autores cuya obra va conociendo cuando viaja”. Contó luego que en
2007 luego de la convocatoria “Bogotá 39”, que reunió en Colombia a 39
autores hispanohablantes menores de 39, pudo comprender las dificultades
de conseguir los títulos de esos autores en la Argentina, lo que tiene
que ver con el funcionamiento del mercado editorial.
Tomás González –autor de Manglares
, entre otros– fue rotundo: “Yo siempre sentí a Cortázar como un
compatriota. Hubo un tiempo en que esta entidad Latinoamérica se quebró
pero el péndulo está moviéndose otra vez en la dirección contraria.
Vamos hacia la integración otra vez. A mí, cuando escribo, me es
imposible pensarme como colombiano porque vivo en el país
latinoamericano”.
Zambra –célebre por su Bonsai – ponderó
la pasión que le inspiran las librerías de Buenos Aires. Y, en tren de
comparar el mercado editorial chileno y el argentino, dijo que tanto
Buenos Aires como el D.F. mexicano tienen una autonomía que no se ve en
otros lados. “El libro existe si se publica en la Argentina”, dijo para
señalar la importancia cultural que ello conlleva.
Guadalupe Nettel – El huésped
– contó su propio derrotero. Criada en un hogar con varias bibliotecas,
pero en una época en que “lo mexicano” estaba por debajo de otras
literaturas, ella comenzó a nutrirse por la literatura universal y
descubrió más adelante, en el final de su adolescencia a los escritores
latinoamericanos, de la mano de Borges de quien una tía suya, “neurótica
y solterona” decía que era su “novio”.
García Márquez, Bioy
Casares, Cortázar, Onetti, Quiroga quizá no la formaron, dijo, pero sí
los asumió como su propia causa y entonces se preguntó: “¿Cómo no los
descubrí antes?”. La escritora puso de relieve que en cada país donde
acude es una alegría ver que las editoriales pequeñas, como las que hay
en la Argentina o México, van ganando espacio y pueden exhibir su
literatura.
Al final del encuentro coorganizado por el ministerio
de Cultura porteño y la Feria del Libro, su directora Gabriela Adamo
dijo: “Este encuentro hacía falta. Así lo demuestran la presencia y el
entusiasmo del público. Escuchar los distintos acentos del español es
una fiesta en sí. Ahora, como dijo Claudia Piñeiro, hay que salir a la
caza de los libros”.
Mucho antes, al comienzo del encuentro, el
ministro Hernán Lombardi había dicho: “No hay apuesta al futuro más
trascendente que un hombre leyendo un libro”.
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