El periodista y ensayista, experto en la Teoría del Caos, publica La información. Historia y realidad
James Glick marcando el paso informativo en la Gran Vía.foto:Ángel de Antonio.fuente:abc.es
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Información por aquí, información por allá.
Según los más conspicuos sabios y hasta el más imberbe tuitero vivimos
sumergidos (algunos dicen que ahogados) en un océano de información como
nunca conoció el género humano.
En esas aguas más o menos turbulentas nada el periodista, biógrafo y ensayista James Gleick en su nuevo libro, «La información. Historia y realidad»
(Ed. Crítica), relato de una idea, un concepto una sensación tan
antigua como el género humano y, probablemente también tan antigua como
la llamada Teoría del Caos (sí, la del efecto mariposa) , a la que Gleick dedicó hace veinticinco años un esclarecedor ensayo, «Caos», que ahora se reedita, también por Crítica.
¿Existe algún momento determinado en el que podamos hablar de nacimiento de la información tal como la entendemos hoy?
Sí y no. Por un lado existe el dato concreto de que en 1948 empezó la llamada era de la información, cuando se acuñó el termino «byte».
Ahora, todo el mundo dice que vivimos en la Era de la Información, un
cliché que se acuñó hace tiempo y que todo el mundo repite y repite,
pero fue en ese 1948 cuando la Ciencia pudo crear la Teoría de la
Información, y crear un término que situaba a la información dentro de
un marco matemático, de forma que nos permitió entenderla con exactitud
así como cuantificarla.
Da la impresión de que la información es un organismo vivo, en continuo crecimiento.
Sí,
absolutamente. Esta palabra, información, no se había usado hasta el
siglo XX en el sentido que ahora conocemos. Anteriormente, información
solo era sinónimo de cotilleo, noticias, hecho, suceos. Sobre todo, la
idea de que la información viaja es totalmente nueva. Porque hay
máquinas que pueden almacenar esa información y de esta manera la
información se vuelve independiente de nosotros. Literalmente, nosotros
mismos estamos construidos con información. En realidad, nuestro ADN no es más que información, instrucciones, un código que dictan cómo crear un organismo.
¿Este organismo podría llegar a convertirse en un parásito, en un virus maligno?
No,
no lo creo. La gente tiene una preocupación constante sobre un mundo en
el que todo va tan deprisa, en el que existe tanta sobreabundancia de
información y piensa que podría darse la vuelta y en nuestra contra.
Incluso, muchos creen que los ordenadores se llegarán a volver más
listos que nosotros. Yo soy más optimista y creo que aunque cada vez
habrá más y más información y puede plantearnos algún problema, creo que
sabremos hacerlo.
¿La información es un instinto básico, como la comida o el sexo?
La
diferencia entre los seres humanos y los animales es que nosotros
amamos la información, nos gusta, tenemos tenemos un apetito casi tan
primario de ella como del alimento, del sexo, del sueño.
¿Internet
puede albergar desde un cotilleo hasta la Enciclopedia Británica.
¿Dónde está la frontera entre la información y el chisme?
Yo
no trazo una frontera entre ambas. A cada cual le importa una cosa.
Evidentemente, hay una enorme distancia entre la sabiduría y el mero
cotilleo, pero sinceramente creo que a todos nos gusta un poco de las
dos. Twitter que parece la plataforma social más tonta
que existe y que solo nos permite usar ciento cuarenta caracteres (una
cantidad en la que muchos dudan de que se pueda contar algo que valga la
pena) puede parecer ridícula, pero todos vamos gravitando hacia ella
como imantados, incluido yo mismo. Esto nos habla de que cualquier
bocado de información, por pequeño y trivial que parezca, siempre es
nutritivo.
El
poder siempre ha manipulado la información. Stalinistas y nazis fueron
maestros en la materia. ¿Cómo cree que están las cosas hoy por hoy?
Creo
que es un buen momento. El estalinismo y el nazismo fueron las cotas
más altas del control del Estado sobre la información. Desde luego, en
la llamada Primavera Árabe han jugado un papel importante las redes
sociales y los nuevos modos de transmitir información, pero no caigamos
en la tentación de decir: «Facebook, muchísimas
gracias por liberar a estos pueblos de los dictadores», Facebook no
diría nada sin la gente que participa, ella es la que verdaderamente
hace las revoluciones. Pero no cantemos victoria, el peligro de la
manipulación siempre existirá. Ahí está el caso de China.
Vivimos
una crisis angustiosa, en la que la parece que nos engañaran, y que
todo fuera culpa de una entelequia llamada mercado. ¿Es un mensaje
manipulado?
La
idea del mercado como una fuerza todopoderosa es antigua, desde Adam
Smith. Pero hoy en día, lo que creo que sucede y es lo que resulta
completamente nuevo es que la economía sea cada vez más electrónica y
digitalizada. Hoy en día, el mercado es una abstracción alejada de la
calle, de la gente. La nueva economía financiera es algo inexplicable,
algo que nadie puede entender. Antes pedías un préstamo y te comprabas
una casa. Ahora, se desatan toda una serie de extraños movimientos
alrededor de las hipotecas, unos instrumentos tan complejos que nadie
conoce, que aumenta el riesgo, por supuesto el de la gente, no el de las
entidades financieras. Los gobiernos deberían haber prestado más
atención, pero no lo hicieron. Prefirieron dejar hacer. No creo que los
mercados sean los villanos de la película, pero tampoco podemos esperar
que nos socorran en todo momento.
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