Este artículo es una recopilación de las costumbres a la hora de escribir de conocidos autores de ciencia ficción, o generalistas que han escrito obras del género, así como algunas de sus manías personales
Nulla dies sine linea: ni un día sin una línea, lema del escritor./netwriters.es |
Comenzamos por el más popular. Asimov trabajaba ocho horas al día, siete
días a la semana, de manera implacable. No descansaba ningún festivo o
fin de semana, y su horario era inmutable. Cuando estaba dedicado a
escribir, su media era de 35 páginas al día. No le gustaba revisar más
de una vez sus escritos, porque lo consideraba una pérdida de tiempo.
Era claustrofílico: le gustaba trabajar en espacios cerrados y pequeños,
sin ventanas y con luz artificial. En el apartado de las manías
personales, le tenía miedo a las alturas y pánico a volar. Solamente
voló en dos ocasiones en su vida. Tenía miedo a las agujas y a la
sangre.
En general se puede dividir las rutinas de los escritores en dos
tipos: metódico y variable. Stephen King es de los metódicos. Según él,
igual que cuando te vas a acostar sigues la misma rutina (lavarse los
dientes, beber agua,…), él sigue una rutina para empezar a escribir:
“Comienzo a las 8-8:30, me tomo mi píldora de vitaminas, me pongo mi
música. Me siento en el mismo asiento, y los papeles están en el mismo
lugar”
Otro escritor de ese estilo es Haruki Murakami. Se levanta a las 4 de
la mañana, trabaja 6 horas. A la tarde corre 10 km o nada 1.500 m, lee,
escucha música y se va a la cama a las 9. Sigue esa rutina sin ninguna
variación. Dice que termina siendo una especie de hipnosis, que le
permite alcanzar un profundo estado mental.
En el lado contrario está Philip Roth. Vive solo y es muy irregular
en sus hábitos. Escribe cuando le viene inspiración o cuando le ataca el
insomnio.
No son escasos los escritores que pasan del ordenador a la hora de
escribir, y que lo usan poco en general. Joe Haldeman, por ejemplo, cree
que manteniéndose alejado de las distracciones de ordenador e Internet,
puede escribir más rápido. El autor de La guerra interminable escribe a
mano. “Me gusta la acción física de escribir con la mano”. Le gustan
los cuadernos de anillas. Tiene siempre a mano un cuaderno de notas para
apuntar todo lo que se le pueda ocurrir al momento. En cuanto a su
rutina, se levanta a las 4:30. Se hace algo de café y se va a escribir
al porche de su casa. Allí no tiene electricidad y por eso usa lámparas
de aceite. “Todo está tranquilo y con una luz suave”.
Entre los que no usan el ordenador está Harlan Ellison, que escribe
todos sus textos con una máquina de escribir. Como anécdota con respecto
a este autor, contar que en una ocasión fue contratado como escritor
para los estudios Walt Disney. Pero fue despedido en el primer día de
trabajo, tras escuchar el director del estudio a Ellison haciendo una
broma acerca de hacer una película pornográfica con los personajes de
Disney.
Un autor que empleó un curioso método para mejorar sus escritos fue
Cyril M. Kornbluth. Decidió auto-educarse leyendo una enciclopedia
entera, de la A a la Z. Luego introducía en sus relatos palabras nuevas,
según la letra en la que iba en su lectura de la enciclopedia. Tal y
como relata su compañero de escritura Frederik Pohl, cuando Kornbluth
escribía una historia que incluía una palabra extraña que empezaba por
C, él ya sabía que éste había terminado el estudio de la B, y ya estaba
en la C. A nivel personal, Kornbluth era una persona excéntrica y con
hábitos extraños. Por ejemplo, nunca se lavaba los dientes, por lo que
llegaron a estar auténticamente verdes. Muy avergonzado por ello,
desarrolló la costumbre de mantener una mano frente a la boca,
cubriéndosela, cuando hablaba con alguien.
Volviendo a los autores contemporáneos, Robert J. Sawyer escribe en
su casa, en un despacho lleno de plantas. Su esposa, Carolyn, trabaja a
tiempo completo como ayudante (fotocopias, fax, búsquedas en Internet,
etc,..). Sawyer nunca escribe en fin de semana. Reserva esos días para
la familia y los amigos. En cuanto a la escritura en si, todavía trabaja
con WordStar para DOS: “me gusta, porque te permite teclear todo,
incluso las ordenes”. Se suele marcar unos objetivos muy concretos de
trabajo al día. Por ejemplo, cuando está escribiendo el primer borrador
se marca 2000 palabras para ese día. “Cuando llego a esas 2000, que me
suele costar mucho, lo dejo, incluso en mitad de una frase”. Trabaja 6-7
horas al día efectivos, pero, como hace muchas paradas, se alarga
muchas veces hasta las 14.
Uno de los escasos escritores del género que consiguió convertirse en
un bestseller fue Michael Chrichton. Este autor era un auténtico adicto
al trabajo. Y cuando no estaba escribiendo, continuaba pensando en la
escritura. Se casó cinco veces y se divorció cuatro. Su cuarta esposa
Anne-Marie Martin, declaró tras el divorcio que las costumbres de
trabajo de Chrichton le dejaban abandonada. “Era como vivir con un
cuerpo inerte. Michael estaba siempre en otra parte.”
Por su parte el escritor Amitav Gosh, autor de El cromosoma Calcuta,
es bastante obsesivo es su trabajo. Dice que cada frase que aparece en
sus libros ha sido revisada al menos 20 veces. Es también muy especial
con la escritura. Sólo escribe con un bolígrafo Pelikan negro, y sobre
un papel elaborado por un fabricante francés.
Un autor clásico del que tenemos información acerca de sus hábitos es
Fredric Brown. No fue un escritor prolífico. Su promedio diario era de
tres páginas. A veces escribía seis o siete páginas, pero eso era algo
excepcional. Cuando urdía un argumento, Brown caminaba de una habitación
a otra de su casa. Puesto que habitualmente él y su esposa estaban en
casa buena parte del tiempo, tuvieron el problema de que ella le hablaba
mientras caminaba, interrumpiendo entonces el hilo de sus pensamientos.
Después de probar varias soluciones que no dieron resultado, decidieron
que se pusiera una gorra de algodón rojo cuando no quería ser
molestado. Así, cada vez que su mujer le quería decir algo, le miraba
automáticamente a la cabeza antes de abrir la boca. Según su esposa,
Brown “odiaba escribir, pero adoraba haber escrito”. Hacía todo lo
posible para postergar el momento de sentarse ante la máquina de
escribir: tocaba la flauta, leía algo, iba a recoger el correo o a jugar
a ajedrez. Cuando regresaba a casa, pensaba que era tarde para empezar y
lo dejaba para el día siguiente. Cuando llevaba varios días así le
entraba el remordimiento de conciencia, y se sentaba por fin frente a la
máquina de escribir. Si se le atascaba un argumento, muchas veces se
iba unas horas de viaje en autobús. Algunas veces pasaba varios días
fuera, pero volvía con la trama resuelta. En el apartado de las manías,
odiaba que escribiesen mal su nombre. Era frecuente que figurara
Frederic o Frederick. Brown era una gran defensor de la exactitud
ortográfica, no en vano se dedicó profesionalmente en una época de su
vida a depurar gazapos de los periodistas del Milwaukee Journal.
Lo peculiar en el caso de James Tiptree, Jr. no fue ninguna manía,
sino precisamente su nombre. Era el seudónimo que utilizó la escritora
Alice Sheldon cuando publicaba ciencia ficción. Eligió un nombre
genérico como James, y luego sacó el apellido de la marca de un tarro de
mermelada. “Sentía que un hombre pasaría desapercibido. Había tenido
demasiadas experiencias en mi vida por ser la primera mujer en una
ocupación determinada”. Años después, la mayoría de los aficionados ya
sabía que era un seudónimo, pero se decía que era para proteger la
identidad de un oficial de inteligencia. “Tiptree” nunca hizo una
aparición pública, pero sí se comunicaba con los aficionados por correo.
Cuando se le preguntaba por su vida, proporcionaba datos verdaderos,
salvo información acerca de su sexo. Se terminó descubriendo en 1976,
cuando falleció su madre. Dio datos sobre vida y profesión de la
fallecida, que ayudaron a descubrir su identidad.
Y para terminar incluyo dos listados de reglas para escribir de
sendos escritores de género. En primer lugar las normas de oro del
escritor de Robert A. Heinlein:
Debes escribir
Debes terminar aquello que escribes
Tienes que abstenerte de reescribir, excepto por mandato del editor
Tienes que colocar tu trabajo en el mercado
Tienes que mantener tu trabajo en el mercado hasta que lo vendas (más
tarde Heinlein admitió que sí terminó revisando y reescribiendo los
textos antes de enviarlos al editor)
Por su parte, las 5 cosas que un aspirante a escritor debe saber, según Kevin J. Anderson son:
La persistencia es más importante que el talento
Siempre habrá alguien con menos merecimientos que consiga un éxito que tu nunca lograrás
Los editores tardan una eternidad en pagar.
El teléfono sonará cuando estés en el momento de más profunda concentración
Nunca lograrás encontrar el tiempo que necesitas para escribir. Tienes que crearlo por ti mismo.
Algunos datos acerca de algunos de los autores citados en el
artículo. Asimov o Michael Chrichton son muy conocidos fuera del género.
Pero sobre el resto os doy breve información
Joe Haldeman es un escritor de cf, que obtuvo sus mayores éxitos en
los 70-80, aunque ahora sigue escribiendo. Sus novelas más conocidas son
“La Guerra interminable” y “Mundos”
Harlan Ellison es uno de los escritores que dio comienzo a lo que se
llamó “La nueva ola” en los 60 donde se trataban temas de política,
religión y sexo en plan de denuncia, y además se experimentaba con temas
y estilos. Algunos de sus cuentos son auténticos clásicos
Cyril M Kornbluth es un autor de los 60, conocido sobre todo por las
novelas co-escritas con Fredrik Pohl, en especial “Mercaderes del
espacio”
Robert J. Sawyer es un autor actual, con novelas y novelas cortas en
las que mezcla los temas científicos tratados de manera sencilla con
tramas de best-seller. La serie “Flash Forward” está basada en una
novela suya.
Fredric Brown escribió policiacas y ciencia-ficción entre los 40 y
los 70. Es uno de los clásicos de la cf humorística, y muy conocido por
sus relatos de una o dos páginas
Robert A. Heinlein uno de los clásicos escritores de cf, autor, entre
otras muchas de “Tropas del espacio”, que se llevó al cine como
“Starship Troopers”. Otra de sus novelas “Forastero en tierra extraña”
se convirtió en uno de los textos de referencia de la época hippy
Kevin J. Anderson es un autor contemporáneo, experto en secuelas y precuelas y spin-off de conocidas series literarias de cf
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