El método, afirma el autor, viene a responder dos preguntas: cómo empezar y cómo seguir. Es tanto una disciplina como la ocasión del desvío y supone elegir un modo de trabajar
Ilustración, Daniel Roldán./revista Ñ |
Los procedimientos que usaron ciertos escritores fueron las
llaves maestras que les permitieron escribir sus novelas, darles forma a
nivel rasante –frase a frase– y a nivel estructural. Bajo el paraguas
del método se guarecen técnicas, procesos, reglas, y la noción de método
ofrece dos ramificaciones principales: los sistemas de trabajo y los
trucos narrativos. Podría verse la historia de la literatura como una
tradición de métodos que se heredan y se adaptan. No pocas veces un
método propio ha resultado de la traducción de uno ajeno.
Los
ejemplos cunden y contagian: la maquinaria asociativa de Raymond
Roussel, los ejercicios y las constricciones que se propuso Georges
Perec. Las cartas de tarot en Italo Calvino y el uso de la fotografía en
Sebald. La apropiación de noticias recortadas en Wilcock. La recreación
y condensación del género biográfico en Schwob, Borges y Alberto
Savinio. William Burroughs y sus tijeras aleatorias para provocar lo
accidental. Tácticas de repliegue y expansión, como con Juan Emar y las
oraciones que se obligaba a añadir entre una y la siguiente. Las
escrupulosas fichas de Nabokov y las arborescentes de Arno Schmidt. Los
pareos o parejas que Michel Leiris armaba con su mazo de fichas. Las
tintas y lápices de distintos colores que empuñaban Claude Simon y
Samuel Beckett.
El método viene a responder dos preguntas, cómo
empezar y cómo seguir. El método está impedido de hablar de finales, un
método jamás provee un final. Hablar de método es hablar de orden, de
cómo ordenar una secuencia. Vale recordar que sintaxis significa el arte
de disponer. Método y montaje van de la mano. Godard decía que el sueño
de los escritores era hacer montaje en la página. No es difícil tener
la impresión de que el siglo XX fue el siglo de los métodos: collage , cut-up
, enumeración caótica, etc. Llegados al siglo XX, en apariencia estaba
todo hecho; el punto ahora consistía en inventar máquinas de inventar.
Hay
métodos más visibles que otros pero, idealmente, a un método no habría
que poder reconstruirlo. Quién puede adivinar o a quién puede
interesarle –durante la lectura– el plan que guió a Perec a escribir La vida instrucciones de uso . Un método se crea para traicionarlo. Una frase nace de un método determinado y en el mismo gesto borra su huella.
Un
método es un dispositivo, un artefacto que genera frases. En Proust,
Beckett, Thomas Bernhard o Juan Benet, estilo y método son uno y lo
mismo. Estos casos insinúan que a lo que conviene aspirar es a que un
método se vuelva irresistible. A veces, lo que el método desnuda es que
más que encontrar una buena solución lo preferible es encontrar un buen
problema.
Un método literario es un proceso de aceleración, un
atajo. ¿Un método hace ganar tiempo a costa de falsificar el contenido
de una narración? Una advertencia: un método alienta la ilusión de que
le da a un escritor un libro servido. Lo metódico pertenece al mundo de
la novela; un cuentista no tiene el tiempo suficiente para embarcarse en
un método. En verso, ¿sólo se requiere método cuando se trata de poesía
narrativa o rimada?
Un método crea su propia lógica, a menudo
zigzagueante, que sólo se ve en retrospectiva. Un método es una
disciplina y a la vez el desvío, el desvarío, la locura que se incorpora
a esa disciplina para que un relámpago encienda otra cosa en un
escrito. “Todos los desvíos le pertenecen”, sostenía Valéry. La
sentencia se vuelve una incógnita: qué es lo que entra o no en la zona
de una novela. Un método crea un campo, traza un mapa cuyo itinerario,
cuyo hilo, será la novela. El método pone a prueba el alcance de una
obra, su potencia. El método es una forma de hospitalidad en la
intemperie absoluta de la creación.
Trabajar con un método
significa elegir una forma de trabajar. El ensayista Adrian Stokes fue
quien mejor definió modos posibles de tratar con un material: tallar o
modelar. “La comunión con el material es la esencia del tallado,” afirma
Stokes, “el tallado es una articulación de algo que ya existe en el
bloque de piedra”. El modelado, en cambio, no revela algo que ya existe,
sino que construye. En el tallado el material brilla con una luz
propia, en el modelado brilla con una luz impuesta desde afuera, por el
creador.
Un método apunta a la singularidad absoluta, intenta
escribir una novela que no se parezca a ninguna otra. Entre el método y
la inspiración existen conexiones y rupturas. ¿La inspiración desdeña el
método? ¿El genio está excluido de cualquier método o es el propietario
del método menos imitable? En sus investigaciones sobre mecánica
cuántica, Max Born descubrió que experimentos idénticos podían ofrecer
resultados diferentes. También en literatura la experiencia es
intransmisible. Donald Barthelme, escritor estadounidense reconocido por
sus ficciones cortas, apuntaba: “No se puede enseñar a escribir, se
puede enseñar a editar”.
El método es un modo violento –directo–
de acercarse a problemas centrales de la escritura. A un método, para
hacerlo genuino y eficaz, habría que volverlo autobiográfico
–espiritual, no literariamente autobiográfico–, de lo contrario se
consolida en un plano meramente funcional. A la vez, el método es una
vía para quitarse del camino. Hay una dimensión en la que el libro
debería hacerse solo. El método es la muerte, simulada, del autor. A
propósito, el historiador italiano Carlo Ginzburg asegura que donde el
control se relaja, en los detalles secundarios, emergen los rasgos más
individuales de un artista.
A menudo un método sólo consiste en
ponerse bajo los espíritus tutelares más serviciales. Es decir, qué se
elige leer mientras se escribe. Como si la “la ley del buen vecino” que
proponía Aby Warburg para quien rastrea en una biblioteca tuviera su
adaptación a la escritura. Ya que se roza la cuestión de la lectura, ¿un
método se pone en marcha en función de una obra soñada o en función de
un lector ideal?
No es de ingenuos ser optimistas: un método se
crea a partir de las debilidades, las dificultades, los impedimentos.
Con un método uno vuelve a enseñarse a sí mismo. Podría pensarse que se
buscan métodos cuando no se han tenido buenos maestros.
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