Brasil en Francfort
La realidad brasileña y de su literatura la cuentan Fonseca, Lins,Melo, Da Silva, Ruffato, Lacerda, Hatoum, Salem-Levy, Joao Antonio...
Fotograma de Ciudad de Dios, adaptación de la novela homónima de Paulo Lins./elpais.com |
La narrativa brasileña fue conocida internacionalmente, a mediados
del siglo pasado, gracias a la denominada novela regionalista, que
exploraba el mundo de las grandes plantaciones, de los desheredados y de
los terratenientes. Este género dio a los lectores importantes títulos y
grandes escritores, entre los que se encuentran José Lins do Rêgo, Graciliano Ramos, Rachel de Queiroz o Jorge Amado, el novelista brasileño más popular del siglo pasado. No se debe tampoco olvidar la figura de João Guimarães Rosa,
autor de una geografía rural y mítica, símbolo y reflejo del cosmos,
que es, sin duda, uno de los importantes creadores de la literatura
brasileña de todos los tiempos. Sin embargo, esta temática ha derivado,
en la última década del siglo pasado y en la primera del actual, hacia
una literatura de carácter fundamentalmente urbana. Sin duda, aquellos
autores, que retrataron su tiempo y las grandes contradicciones de una
sociedad arcaica anclada en la tradición, han quedado relegados ante la
presencia insoslayable del nuevo paisaje, extraordinariamente agresivo y
voraz, de las grandes ciudades Tal vez, para comprender la nueva
realidad brasileña y su reflejo literario se deba acudir a autores como Rubem Fonseca, bastante conocido en España, o a João Antônio
(João Antônio Ferreira Filho), quien, en relatos cortos de gran fuerza
narrativa, describió la dura vida de São Paulo o de Rio de Janeiro, que
experimentaron a lo largo del siglo XX un incremento desproporcionado de
su población con la consiguiente marginalidad social y la proliferación
de las favelas.
Este mundo urbano por el que deambulan
delincuentes, prostitutas, traficantes de drogas, policías corruptos,
empresarios sin escrúpulos y matarifes de toda índole y condición, que
ya poblaban las novelas y cuentos de Fonseca, son hoy la materia
narrativa de muchos de los actuales escritores brasileños
Este mundo urbano por el que deambulan delincuentes, prostitutas,
traficantes de drogas, policías corruptos, empresarios sin escrúpulos y
matarifes de toda índole y condición, que ya poblaban las novelas y
cuentos de Fonseca, son hoy la materia narrativa de muchos de los
actuales escritores brasileños. Este es el caso de Paulo Lins (Río de Janeiro, 1958), quien describe en Ciudad de Dios, la vida diaria en la favela
del mismo nombre. La novela sirvió de guión para la película dirigida
por Fernando Meirelles, que consiguió un gran impacto mediático dentro y
fuera de Brasil.
Una realidad igualmente salvaje puede encontrarse en las obras de un autor como Reginaldo Ferreira da Silva, conocido como Ferréz, de quien se ha publicado en español su novela Manual práctico del odio.
Ferréz –nacido en 1975- retrata la crudeza urbana con un estilo
directo, cotidiano y descarnado, que algunos críticos han calificado
propio del ‘rap’. Quizás en una línea más próxima a la de Fonseca esté
la narrativa de Patrícia Melo, nacida en 1962. La
escritora es autora de media docena de novelas negras y otros tantos
libros de relatos, donde se narran las formas de supervivencia en la
selva de asfalto y ladrillo, en los pasadizos laberínticos de sus
avenidas, calles y callejas malolientes y sucias, llenas de peligros o
de oportunidades para los más aventajados y audaces. Patrícia Melo es
conocida en España por su novela Matador, traducida al castellano por Killer, donde se describe la jornada de un asesino a sueldo.
La narrativa brasileña confirma en estos
primeros años del siglo XXI su vitalidad, autenticidad y coraje al
presentar los grandes y graves problemas de un país continental, así
como de sus grandes ciudades, que son similares a los de otras
megalópolis del mundo.
Este paisaje de marginados que habitan las ciudades, convertidas en
megalópolis, tiene su origen en la emigración masiva nacional, resultado
del hambre y la miseria descritos en las novelas regionalistas. Las
narraciones de Luiz Ruffato (1961) retratan la vida de
los emigrantes que, en oleadas, desembocan en una ciudad como São Paulo
incapaz de absorber a tantos como llegan a ella sin medios, huyendo del
hambre. Ruffato, de origen italiano, conoce bien la idiosincrasia de
unas gentes que se niegan a perder sus señas de identidad, pero que
sucumben ante el anonimato de la gran urbe inhóspita y hostil. Su
proceso narrativo en obras como Eles eram muito cavalos (Ellos eran muchos caballos) y, fundamentalmente, en Inferno provisorio
(Infierno provisional), consiste en un conjunto de relatos cortos
unidos por unos personajes y espacios narrativos, que acaban por
componer un caleidoscopio de experiencias entrecruzadas, de ilusiones
truncadas y sueños hechos pedazos. Se trata de una colectividad
desclasada, sumida en el olvido, a la que sólo la literatura es capaz de
dar voz, sentimiento e identidad. Quizás sea en el impresionante friso
narrativo de Inferno provisdorio, obra dividida en cinco
volúmenes, donde mejor se manifieste su áspera visión de la realidad.
Otro autor, cuyos personajes deambulan perdidos por la gran ciudad, es Rodrigo Lacerda
(Río de Janeiro, 1969). Sus novelas exploran sicológicamente los
comportamientos de unos seres humanos sacudidos por los avatares de la
cotidianidad, algo que les obliga a moverse y actuar lejos de sus
propios objetivos humano y éticos.
La emigración como problema y trasfondo de la acción se aborda también en las novelas de Milton Hatoum
(Manaos, 1952), escritor de origen libanés, que describe los esfuerzos
por conservar las tradiciones atávicas de su pueblo en la región
amazónica, un territorio tan diferente como distante de su lugar de
origen. La emigración, en este caso la judía, sirve así mismo de telón
de fondo a la novela A chave de casa (La llave de casa), de la joven autora Tatiana Salem-Levy,
nacida en Lisboa en 1979, pero de una sensibilidad plenamente
brasileña, que enlaza con la personalidad y la obra de Clarice
Lispector.
En definitiva, la narrativa brasileña confirma en estos primeros años
del siglo XXI su vitalidad, autenticidad y coraje al presentar los
grandes y graves problemas de un país continental, así como de sus
grandes ciudades, que son similares a los de otras megalópolis del
mundo.
* Antonio Maura es escritor y miembro de la Academia Brasileña de las Letras.
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