Opinión
Hace unos días tuve la oportunidad de asistir a una charla
especializada del periodista y escritor
Juan David Correa, dentro del marco de los programas que genera Biblored, en la
biblioteca pública Virgilio Barco, donde a vuelo de pájaro nos ubicó en un
recuento histórico con la implementación
del suplemento cultural que dio en
llamarse Arcadia, hoy por hoy la única revista informativa de la variedad
cultural colombiana sobreviviente al embate de los tiempos, como de esta fiebre planetaria con el internet, y
su desarrollo tan vertiginoso, que ya
está generando profundos cambios en el periodismo tradicional.
La crisis arrecia, ya no sólo de la parroquia colombiana,
sino del mundo. Hace unas semanas El País, el periódico español, que es fuente
propia casi de la lengua española , y su esencia de cultura y de un saber hacer
periodismo, botó; cómo decirlo menos
duro: sacó a cien periodistas a la calle.
El periódico inglés The Guardian,
dejó de imprimirse para concentrase sólo en su portal del ciberespacio, y
Newsweek, la revista gringa dejará de imprimirse desde enero. Frente a esta
decisión, su rival, Time respondió que seguirá imprimiéndose como asimismo mantendrá su página web al
descubierto de quien la quiera seguir. Pero si las crisis ponen en situación a
las personas, o sobreviven o se mueren, así de simple, o por la propia sinergia
de la crisis, se genera un ingenio personal, particular más apremiante para
sobrevivir, en un mundo cada vez más incrementado a las cifras, que no es otra
cosa que el lucro incesante que
despierta todo modo de producción, tratándose de los viejos postulados del
capitalismo más salvaje, hoy arropado en
un derrotero filosófico del llamado neoliberalismo más de ultranza y ultrajante
de toda la actividad económica que involucra millones de personas como naciones.
Pero esto es harina de otro costal como dijera el panadero.
La pregunta quedó
flotando en el espacio del auditorio, que aquí traigo ahora a estas glosas:
¿Desapareció el periodismo cultural de las páginas de los periódicos? Pues ni se diga, que ya los suplementos
literarios dejaron de existir hace décadas, y los remedos que hoy se hacen, son
apenas conatos de nostalgia de lo que fueron en un glorioso pasado, donde en esas
páginas se descubrían los nuevos escritores y ensayistas. La crónica sobrevive
en nichos de revistas especializadas, que para no morir definitivamente tienen
que revolverle culos y tetas en sus portadas para venderlas. Ya no, los
periódicos de la otrora llamada gran prensa se dedicaron al negocio de la
publicidad, de la pauta, y es que de esos viven. Además, se configuraron en esos gigantescos conglomerados multidiversos
de medios y pasaron a manos de hacer y
qué hacer a otros dueños, más fríos para las cifras de los negocios como son
los banqueros sin alma, que si eso no produce, prefieren apagar y vámonos, digo
yo.
En resumen sucinto: hoy no se hace periodismo cultural
masivo de la gran prensa, este se está desarrollando en pequeños medios del
periodismo alternativo y creciente que representan comunidades deseosas de
expresión propia y directa. Y cabe ir preguntando también, que habrá de ir
educando compañero, para que el lector nuevo y ávido de saber, se deje de
pensar que porque su noticia no está desplegada dentro de un gran medio
tradicional, es que no existe socialmente, porque esto, del ninguneo que fue
sometido otrora, hoy definitivamente viene la revancha como en el billar, donde siempre nos decimos, en
juego largo hay desquite. Hoy por hoy, y debido al desarrollo creciente de los
medios alternativos, de las redes sociales, el periodismo cultural se está
desarrollando de otro modo, más personal, más apegado a su comunidad, y por
tanto más directo, donde los grandes medios, tendrán que abrir sus espacios
para hacer decir que también existimos.
Pie de página: Para verdaderamente comunicar no hace falta
sino un chisme de voz a oreja. Radio bemba dicen los caribeños. Y funciona…
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