11.10.12

La Feria de Frankfurt, entre el reto digital y la cosmogonía maorí

Nueva Zelanda es el país invitado de este año, y hay un cierto pesimismo con respecto a la situación de las librerías

ESPIRITU MAORI. En la inauguración, un espectáculo en el pabellón neozelandés mostró el misterio de esa cultura.
PABELLON. Las canastas colgantes de David Trubridge serán parte del pabellón de Nueva Zelanda en la feria.
LLUVIA EN LA FERIA. Frases sobre el origen del mundo, de autores neozelandeses, y luego a una lluvia tormentosa en el show de apertura.fotos/Revista Ñ.

La Feria del Libro de Frankfurt se inauguró ayer entre las discusiones ya consuetudinarias sobre los retos que implica la revolución digital y la cosmogonía maorí, que Nueva Zelanda, país invitado de este año, ha puesto en el centro de su presentación. Tras la clásica conferencia de prensa inaugural, en la que el presidente de Asociación de Libreros de Alemania, Gottfried Honnefelder, habló de la situación actual del sector, se hizo una presentación para la prensa del pabellón neozelandés. Los periodistas se reunieron junto a la entrada, alguien les saludó en maorí y luego empezó a cantar en ese mismo idioma para, después de un rato, pasar al inglés con un lacónico "you are welcome".

El pabellón estaba en tinieblas. Se alcanzaba a ver un foso, con agua, que separaba la parte exterior del mismo con un centro lleno de pantallas gigantes en las que se podían leer frases en inglés describiendo a Nueva Zelanda como una isla mítica y misteriosa. Simultáneamente se oían cantos en maorí que venían desde alguna esquina del pabellón y en otras, que parecían cuevas, algunos libros colgaban del techo como si fueran frutos de un árbol. Poco a poco, alguien guió a la gente hacia el lugar desde donde salían los cantos en maorí y la situó ante un escenario donde se siguió cantando y recitando durante un buen rato.

"Si alguien me ha entendido algo que levante la mano", dijo uno de los maoríes, con el rostro pintado con dibujos rituales. "No importa, lo que quería era transmitirles el espíritu de mi lengua", añadió. Luego, otro de los miembros de la delegación neozelandesa pronunció unas palabras en inglés en las que citó a Katherine Mainsfield, quien decía que al empezar a hablarle a Europa de un país como Nueva Zelanda era inevitable comenzar en un tono misterioso. "El comienzo de esta experiencia tiene que ser el misterio, pero espero que al final de esta semana la cultura de Nueva Zelanda ya no sea tan misteriosa para muchos", agregó.

Más tarde, se volvió a la zona de las pantallas gigantes donde de repente apareció una pareja haciendo el amor que luego se desvaneció para dar origen a frases sobre el origen del mundo, presumiblemente de autores neozelandeses, y luego a una lluvia tormentosa. Mientras tanto, en el foso que rodea el pabellón, una ducha, que simulaba una lluvia, caía sobre un maorí que cantaba. "Es la historia de cómo surgió el mundo según la mitología maorí", explicó posteriormente uno de los miembros de la delegación. "La pareja haciendo el amor representa la unión del cielo y la tierra que luego tienen que separarse porque no hay espacio para todo y entonces el cielo llora y surge la lluvia", detalló.

Luego, tras la lluvia van surgiendo otras cosas. Imágenes de gente con vestimentas europeas, retazos de cómic, bibliotecas, películas, gente leyendo en las más diversas circunstancias. Curiosamente antes, en la conferencia de prensa, el director de la Feria, Jürgen Boos había comparado la situación actual del sector no con el comienzo del mundo según la mitología maorí pero sí con el "bigbang". "Estamos en el primer pictosegundo después de un 'bigbang' que cambiará la galaxia Guttenberg", dijo Boos refiriéndose a la situación del sector editorial con el avance de la digitalización.
"Todo cambia, el tablero de clase se convierte en un monitor y los libros ya no están en las bibliotecas sino en una nube digital", recordó Boos.

Sin embargo, dentro de la discusión sobre la digitalización, Boos volvió a mostrarse como uno de los representantes del optimismo. "Lo importante no es la discusión acerca de si los niños leen en papel o en un soporte electrónico, lo importante es que lean, que las historias les lleguen", dijo. Del lado de los libreros alemanes, Gottfried Honnefelder, en cambio, dejó entrever cierto pesimismo con respecto a la situación de las librerías, que luchan año tras año en todo el mundo con bajas en la facturación.

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