Porque no ha leído nada, que prefiere acometer toda su obra cuando cese lo que califica el homenaje fúnebre
Carlos Fuentes dice que Cervantes abrió el camino a todos los novelistas. foto.fuente:aviondepapel.tv
El escritor mexicano publica el ensayo La gran novela latinoamericana, un personal canon que recorre los grandes mitos del boom, ensalza a la generación mexicana de 'El Crack' y nombra a los posibles jóvenes herederos de la gran literatura del continente. Roberto Bolaño es el gran ausente de este ensayo.
La gran novela latinoamericana (Alfaguara, 2011) es el personal homenaje con el que Carlos Fuentes rinde honores a los grandes mitos de la literatura de su continente. Su ensayo atraviesa las grandes obras y figuras de las letras de allá, además del boom latinoamericano, como Alejo Carpentier, Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Julio Cortázar o los dos premios Nobel Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa.
Sin embargo, en su libro también brillan las ausencias. No están, por ejemplo, ni Sergio Pitol (al que menciona brevemente), ni Guillermo Cabrera Infante, ni Ernesto Sábato, ni Manuel Puig; pero, sobre todo, no está Roberto Bolaño, autor de Los detectives salvajes o 2666.
La justificación la ha dado Carlos Fuentes a los medios de comunicación durante su periplo de promoción del libro a un lado y otro del Atlántico. Fuentes confesó que no ha leído nada de Bolaño y que prefiere acometer toda su obra cuando cese lo que califica como el "homenaje fúnebre" (o éxito literario póstumo) que rodea al escritor chileno en Iberoamérica y Estados Unidos.
Ausencias aparte, lo que aborda Carlos Fuentes en su ensayo es una breve retrospectiva que data desde el descubrimiento del Nuevo Mundo, la explosión del boom, sus herederos y la generación de jóvenes (y no tan jóvenes) autores que ya suenan para el Olimpo literario en esta y aquella orilla.
Su libro no es un tratado amplio, docto y grueso, como lo fuera El canon literario (Harold Bloom) o el Curso de Literatura Europea (Vladimir Nabokov). Más bien es un ensayo de casi 500 páginas, en el que hilvana, en breves capítulos temáticos, principalmente la obra cumbre de autores míticos como Cortázar (Rayuela), Onetti (La vida breve), Borges (El Aleph –relatos-), García Márquez (Cien Años de Soledad) o Vargas Llosa (La fiesta del chivo).
No obstante, quizás lo más novedoso de La gran novela… es el personal canon del siglo XXI que Fuentes regala a sus lectores. El autor apadrina aquí a los que podrían ser los nietos del boom latinoamericano. Nombra a Santiago Roncagliolo (Abril Rojo), Juan Gabriel Vásquez (Historia secreta de Costaguana) y Santiago Gamboa (El síndrome de Ulises).
Del escritor peruano Roncagliolo, por ejemplo, Fuentes destaca que es su literatura es "una caja de Pandora" que hermana la novela histórica con la política. Del autor colombiano Vásquez, dice que su escritura aúna a "Conrad y Altamirano". De Gamboa, que su novela El síndrome de Ulises es un Ulises colombiano comparable a algunas obras de George Orwell.
Previo a esta enunciación de las promesas del siglo XXI, Carlos Fuentes mira a su país e incrusta en un capítulo amplio a otra generación anterior. Si Roncagliolo, Vásquez y Gamboa pueden denominarse los nietos del boom, existe una generación nacida y crecida en México anterior a ellos y que renegó de sus progenitores literarios. Las malas lenguas dicen que fue el propio Fuentes quien también los apadrinó: es llamado grupo del Crack.
Aparecen, por tanto, escritores mexicanos que se apartaron del boom y se autonombraron con ese anglicismo de ruptura (crack) para que nadie los etiquetara. Son los ya conocidos Jorge Volpi, Ignacio Padilla, Pedro Ángel Palou, Eloy Urroz, Cristina Rivera y Xavier Velasco.
"La del crack es la primera generación literaria que se da un nombre después del boom. Hizo bien en establecer un espacio, no para negar una tradición, sino para hacernos ver que había una nueva creación", escribe Fuentes.
Pese a ser éste un recorrido "personal" por la gran novela de Latinoamérica, tal vez, y con razón, la crítica literaria le achaque a Fuentes que, si bien su ensayo toque los nombres cumbre del boom y post-boom, (además de nombrar a escritoras como Nelida Piñón, Ángeles Mastreta o Luisa Valenzuela, apenas abarque con más detalle otras geografías (Argentina, Brasil, Colombia o Chile). Y prefiera Fuentes que su libro pivote, casi en exclusiva, hacia el epicentro actual y cronológico de la literatura mexicana.
Quizás por este motivo, y adelantándose a las críticas, Carlos Fuentes fije en la última parte de su libro un párrafo anticipatorio de respuesta.
"Se me acusará, con justicia, de darle un lugar preferente a mi propio país y a sus escritores. (…) Y que si abundan los mexicanos es porque los conozco mejor, los he leído más y ¡qué chingado!, como México no hay dos", escribe Fuentes en sus palabras finales.
Finalmente, un aviso a lectores interesados. Existe un único autor español en este micro canon literario latinoamericano. Es el escritor barcelonés, afincado en Marruecos, Juan Goytisolo (Paisajes después de la batalla). De él, dice Carlos Fuentes que aúna lo español, lo árabe y lo judío dentro de una tradición cervantina que no entiende España sin esas tres culturas.
La gran novela latinoamericana (Alfaguara, 2011) es el personal homenaje con el que Carlos Fuentes rinde honores a los grandes mitos de la literatura de su continente. Su ensayo atraviesa las grandes obras y figuras de las letras de allá, además del boom latinoamericano, como Alejo Carpentier, Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Julio Cortázar o los dos premios Nobel Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa.
Sin embargo, en su libro también brillan las ausencias. No están, por ejemplo, ni Sergio Pitol (al que menciona brevemente), ni Guillermo Cabrera Infante, ni Ernesto Sábato, ni Manuel Puig; pero, sobre todo, no está Roberto Bolaño, autor de Los detectives salvajes o 2666.
La justificación la ha dado Carlos Fuentes a los medios de comunicación durante su periplo de promoción del libro a un lado y otro del Atlántico. Fuentes confesó que no ha leído nada de Bolaño y que prefiere acometer toda su obra cuando cese lo que califica como el "homenaje fúnebre" (o éxito literario póstumo) que rodea al escritor chileno en Iberoamérica y Estados Unidos.
Ausencias aparte, lo que aborda Carlos Fuentes en su ensayo es una breve retrospectiva que data desde el descubrimiento del Nuevo Mundo, la explosión del boom, sus herederos y la generación de jóvenes (y no tan jóvenes) autores que ya suenan para el Olimpo literario en esta y aquella orilla.
Su libro no es un tratado amplio, docto y grueso, como lo fuera El canon literario (Harold Bloom) o el Curso de Literatura Europea (Vladimir Nabokov). Más bien es un ensayo de casi 500 páginas, en el que hilvana, en breves capítulos temáticos, principalmente la obra cumbre de autores míticos como Cortázar (Rayuela), Onetti (La vida breve), Borges (El Aleph –relatos-), García Márquez (Cien Años de Soledad) o Vargas Llosa (La fiesta del chivo).
No obstante, quizás lo más novedoso de La gran novela… es el personal canon del siglo XXI que Fuentes regala a sus lectores. El autor apadrina aquí a los que podrían ser los nietos del boom latinoamericano. Nombra a Santiago Roncagliolo (Abril Rojo), Juan Gabriel Vásquez (Historia secreta de Costaguana) y Santiago Gamboa (El síndrome de Ulises).
Del escritor peruano Roncagliolo, por ejemplo, Fuentes destaca que es su literatura es "una caja de Pandora" que hermana la novela histórica con la política. Del autor colombiano Vásquez, dice que su escritura aúna a "Conrad y Altamirano". De Gamboa, que su novela El síndrome de Ulises es un Ulises colombiano comparable a algunas obras de George Orwell.
Previo a esta enunciación de las promesas del siglo XXI, Carlos Fuentes mira a su país e incrusta en un capítulo amplio a otra generación anterior. Si Roncagliolo, Vásquez y Gamboa pueden denominarse los nietos del boom, existe una generación nacida y crecida en México anterior a ellos y que renegó de sus progenitores literarios. Las malas lenguas dicen que fue el propio Fuentes quien también los apadrinó: es llamado grupo del Crack.
Aparecen, por tanto, escritores mexicanos que se apartaron del boom y se autonombraron con ese anglicismo de ruptura (crack) para que nadie los etiquetara. Son los ya conocidos Jorge Volpi, Ignacio Padilla, Pedro Ángel Palou, Eloy Urroz, Cristina Rivera y Xavier Velasco.
"La del crack es la primera generación literaria que se da un nombre después del boom. Hizo bien en establecer un espacio, no para negar una tradición, sino para hacernos ver que había una nueva creación", escribe Fuentes.
Pese a ser éste un recorrido "personal" por la gran novela de Latinoamérica, tal vez, y con razón, la crítica literaria le achaque a Fuentes que, si bien su ensayo toque los nombres cumbre del boom y post-boom, (además de nombrar a escritoras como Nelida Piñón, Ángeles Mastreta o Luisa Valenzuela, apenas abarque con más detalle otras geografías (Argentina, Brasil, Colombia o Chile). Y prefiera Fuentes que su libro pivote, casi en exclusiva, hacia el epicentro actual y cronológico de la literatura mexicana.
Quizás por este motivo, y adelantándose a las críticas, Carlos Fuentes fije en la última parte de su libro un párrafo anticipatorio de respuesta.
"Se me acusará, con justicia, de darle un lugar preferente a mi propio país y a sus escritores. (…) Y que si abundan los mexicanos es porque los conozco mejor, los he leído más y ¡qué chingado!, como México no hay dos", escribe Fuentes en sus palabras finales.
Finalmente, un aviso a lectores interesados. Existe un único autor español en este micro canon literario latinoamericano. Es el escritor barcelonés, afincado en Marruecos, Juan Goytisolo (Paisajes después de la batalla). De él, dice Carlos Fuentes que aúna lo español, lo árabe y lo judío dentro de una tradición cervantina que no entiende España sin esas tres culturas.
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