No es lo mismo ostentoso que ostentóreo, ni pifiar que piciar, ni formica que fornica. José Antonio Pascual, vicedirector de la Real Academia, los aclara en La azarosa vida de las palabras
José Antonio Pascual, filólogo español, de La azarosa vida de las palabras./abc.es |
José Antonio Pascual, vicedirector de la Real Academia Española,
publica No es lo mismo ostentoso que ostentóreo. La azarosa vida de
las palabras (Espasa) para contribuir, desde la ironía y el buen humor,
a una mejor comprensión de algunas palabras del español en cuyo uso
tropezamos una, dos, tres, cuatro, cinco... e infinidad de veces. "La
lengua no es una enemiga a la que debamos combatir", plantea el
especialista. Ofrecemos una veintena de ejemplos de los errores más
comunes.
1. Pifia/picia
"A causa de una confusión entre dos sonidos, tenemos hoy en español dos palabras: pifia y picia.
El verbo pifiar, que en principio significaba “hacer que se oiga
demasiado el soplo del que toca la flauta”, desarrolló un sentido
“fallar”, que se ve bien en: “La ha pifiado”, aplicado, por ejemplo, al
tenista que ha fallado una jugada. De este verbo se ha derivado el
sustantivo pifia “error, desacierto”. De pifia se ha terminando creando
una picia en determinadas regiones españolas, por esa confusión vulgar que lleva a algunas personas a pronunciar celpa por felpa, o celipe por felipe".
2. Líbido/livido
"Lo he oído a varias personas cultas que hablan francamente bien: se trata del empleo de la líbido, acentuada así, en lugar de la libido
que le corresponde, porque, tratándose de una palabra que no es de uso
corriente, se contamina por el adjetivo lívido, que tampoco es una voz
que empleemos a menudo".
3. Enjugar/enjuagar
"He oído también cruzársele a alguien enjugar una deuda con enjuagarla, con el consiguiente pitorreo de sus amigos. Las neuronas del equivocado,
que era además filólogo, no se habían movido -permítaseme que lo
explique así- a la velocidad suficiente para darse cuenta de que enjugar
procede de un latín ex-sucare (sacar el jugo), que es como si dijéramos
que a uno le exprimen cuando se ve obligado a pagar una deuda. Tengo
la impresión de que los bancos prefieren que enjuguemos nuestras
deudas, es decir, que las saquemos, a que les lavemos la cara (a las deudas, claro está), haciendo como que las pagamos".
4. Formica/fornica
"Formica,
marca registrada que se refiere a un conglomerado de madera, que un
carpintero al que encargué el arreglo de un mueble cambiaba en fornica porque se veía interferido por el verbo fornicar, poco usado, pero que él había aprendido cuando le enseñaron los mandamientos de la ley de Dios".
5. Destornillarse/desternillarse
¿No habrá oído el curioso lector alguna vez destornillarse de risa por desternillarse?,
en una imagen en que se piensa que de tanto reírse a una persona se le
salen los tornillos, en lugar de relacionarlo con la ternilla. Supone el
vicedirector de la Real Academia Española que tantas veces como habrá
visto escrito en la prensa el Naranjo de Bulnes, en lugar del Naranco de Bulnes.
6. Cinecólogo/ginecólogo
En el ámbito médico, se confunde cinecólogo por ginecólogo; espinal del rosal por espina dorsal;
dolor asiático por dolor asmático; algún paisaje le comunica al galeno
que le han cambiado los oprimidos "comprimidos" por unos opositorios "supositorios"; o que en urgencias les hicieron un escarnio de la cabeza, o un escaño, por un escáner.
7. Inflamación/inflación
"Hemos de andarnos con cuidado, sobre todo si tratamos de ponernos estupendos, lo que facilita, por ejemplo, emplear inflamación por inflación, error con que Juan Carlos Onetti -”es la inflamación y a todos perjudica”- caracteriza a un grupo de hablantes de medio pelo", anota José Antonio Pascual.
8. Brete/membrete
"Para practicar se ha de contar con el apoyo de maestros
que no se rían solo al oír que a alguien lo han puesto en un membrete,
sino que se hubieran decidido a explicar, antes de que surgiera el
disparate, que el brete es el cepo con el que se trababan las manos o los pies de una persona para que no se pudiera escapar".
9. Coreografía/ecografía
Una contaminación no tiene por qué estar originada por una
equivocación, sino que puede deberse a la intención del hablante o
escribiente de ser expresivo, Cita así José Antonio Pascual a Fernando Navarro,
de quien toma prestados en su libro unos cuantos ejemplos sobre
equivocaciones de los enfermos cuando se sirven de términos médicos,
añade otros que proceden de la jerga de los propios profesionales de la
medicina, pues curar a la gente no exige perder el sentido del humor. A
eso contribuye utilizar lo que, si no se hubiera creado en broma, sería
un disparate: pederastas (por pediatras), ginecópatas (por ginecólogos), linternistas (por internistas).
10. Ostentoso/ostentóreo
"Si tomamos en consideración contaminaciones como las
anteriores no debería sorprendernos que una persona mezclara los
adjetivos ostentoso y estentóreo, manteniendo el significado del
primero: “que hace ostentación” (derivado de ostentar); no era ostentoso
una palabra rara, a diferencia de la otra, desconocida para la mayor
parte de la gente, que se trata de una voz exclusivamente literaria,
creada en el Barroco como una derivación adjetiva de Esténtor, un personaje de La Ilíada, cuya voz era tan fuerte como la de cincuenta personas juntas. Ortega y Gasset fue más lejos, adoptando como sustantivo el nombre del héroe griego: “Un ujier, con voz de esténtor...”
En esas condiciones, abunda José Antonio Pascual, se entiende "que aquel dicharachero personaje Jesús Gil y Gil,
que tuvimos que padecer tiempo atrás en nuestro país, pudiera
equivocarse y contaminar ostentoso por estentóreo creando un engendro
del que se han mofado los periodistas como, por ejemplo, Francisco Umbral
proponiendo de coña la introducción de este “hermoso vocablo” en el
diccionario. Pensemos qué habría ocurrido si en una novela de un
escritor de prestigio un personaje muy pagado de sí mismo apareciese en
escena hablando muy alto, en una forma como la siguiente: “Don
Tertuliano, con su ostentórea presencia...” Un lector culto
reaccionaría, a mi juicio, muy bien ante esta forma tan expresiva de
presentar al personaje, sobre todo si cae en la cuenta de que el ejemplo
procede de una obra de Juan Benet, escrita creo que con antelación a la
equivocación del Sr. Gil y Gil y sin ninguna relación con ella, desvela
el vicedirrector de la RAE.
"La azarosa vida de las palabras", editado por Espasa,
convoca la pasión de José Antonio Pascual por la lengua española y
también "es fruto de una tristeza: la muerte de mi hermana Carmina, con
la que, a lo largo de muchos veranos junto al mar, hablábamos de dudas y
errores lingüísticos, y los anotaba en fichas".
11. Escuchar/oír
Este paladín del idioma se detiene en otro que cometen muchísimas personas: utilizar "escuchar" con el significado de "oír".
Es tan frecuente que caen en ello escritores como Vargas Llosa,
Benedetti, Ricardo Piglia, Pérez-Reverte, Miguel Delibes, Juan Marsé,
Rosa Montero o Manuel Vicent, y el libro contiene ejemplos de todos
ellos.
12. Mirar/ver
Idéntico error que los autores que confunden mirar y ver: "Mirando llover por los vidrios", escribe Piglia.
13. Detentar/retener
Detentar es otro verbo que induce a error. Significa "retener
y ejercer ilegítimanente algún poder o cargo público", y no se puede
decir por tanto "detentar una cátedra". El error está tan extendido que
Pascual pide que se incluya en el diccionario el significado que le da
ya tanta gente.
14. Pavés/pavesa
Hay escritores de primera fila -"son humanos también", dice José Antonio Pascual-, fieramente humanos, que confunden pavés (un escudo) con pavesa (partículas ardientes que se desprenden de un fuego); égida (un tipo de escudo con que se representa a Júpiter) con "hégira", la era de los musulmanes.
15. Recordar/despertar
En "La azarosa vida de las palabras" a las que mete el
bisturí José Antonio Pascual el curioso lector comprobará que "recordar"
es sinónimo de "despertar", y de ahí el comienzo de las Coplas a la muerte de su padre,
de Jorge Manrique: "Recuerde el alma dormida,/ avive el seso y
despierte". Ese "recordar" por despertar se oye hoy en algunos pueblos
españoles y americanos, y está en Borges ("Hubiera preferido recordarse
con el sol ya bien alto").
16. Aderezar/enderezar
Hoy se "adereza" una ensalada, pero en el Quijote se podía "aderezar" una lanza que estuviera estropeada, o "aderezar" a un niño
para que saliese presentable a la calle, comenta el experto Pascual.
17. Avieso/malo
Curiosa evolución de la de "avieso", que procede del latín "aversus" (desviado, apartado, torcido) y ese desvío es el que explica que hoy signifique "malo".
O la del adjetivo "ejido" (el terreno que está a la salida del pueblo)
cuando adquiere el significado de "loco", es decir "el que está fuera de
sí mismo". El verbo "divertir" significaba "apartar" y "apartarse",
como el latín "divertere", y ese es el sentido que tiene cuando, en el
ámbito de la guerra, se dice que hubo "una acción de diversión hacia el
enemigo".
18. Atesorar cualidades/desgracias
La definición de la palabra atesorar es reunir. Se puede
combinar con cualidades, nunca con desgracias. Los hablantes llegan a
olvidar esta constricción, en palabras de José Antonio Pascual, que
origina el contexto en casos como "El cúmulo de desgracias que atesora
este año el Osasuna".
19. Acarrear daño/felicidad
Algunos verbos de la lengua española han perdido el rasgo negativo o positivo que tuvieran, aunque hay "combinaciones imposibles", explica José Antonio Pascual, como "sufrir mejoras" o "conseguir derrotas", y tampoco conviene olvidar que se acarrea daño, no felicidad, y se propina una paliza, pero nunca aplausos.
20. Contraer enfermedad/méritos
Hablando de propinarle collejas a las palabras, hay que
recordar que se contrae una enfermedad, no méritos; se incurre en un
error pero no en mal comportamiento; se perpetra un crimen, pero no
negocios; alguien está plagado de heridas, pero no de triunfos. No se
puede tachar de honesto a alguien ni tampoco se perpetra un accidente.
«Y al contrario pasa lo mismo: se atesoran cualidades, no desgracias; y
se celebra la victoria, no la muerte. No es correcto por tanto "celebrar el trigésimo aniversario de la muerte de Kennedy", subraya José Antonio Pascual.
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