Nueve tomos de notas. En ellos, el gran expedicionario alemán "inventarió" la Vida americana ante la que se maravilló, admiró y llevó a los oídos europeos
Alexander von Humboldt en su biblioteca (Eduard Hildebrandt 1856). |
Distribución de la vegetación. De su libro “Cosmos” (1848-1858). |
Ahora todos pueden llevarse a casa el fabuloso mundo del
naturalista alemán Alexander von Humboldt y leer, revisar, agrandar o
analizar las casi cuatro mil páginas de sus Diarios de Viaje Americanos.
Han sido digitalizados por la Biblioteca Estatal de Berlín y publicados
sin restricciones de acceso en la web:http://humboldt.staatsbibliothek-berlin.de/werk/. Durante tres días
los Diarios estuvieron exhibidos al público antes de volver a ser archivados.
“El
ser humano debe atreverse a lo grande y a lo bueno”, escribía el noble
Humboldt a los 29 años. Era el 5 de junio de 1799 y estaba a punto de
zarpar en la fragata Pizarro desde La Coruña, España, hacia las
Américas. Regresaría a Europa en agosto de 1804, tras haber atravesado
durante cinco años el territorio de las actuales Venezuela, Cuba,
Colombia, Ecuador, Perú y México, además de pasar por Estados Unidos,
invitado por el presidente Thomas Jefferson.
En su viaje, junto al
médico y botánico Aimé Bonpland, Humboldt establecerá el sistema de los
ríos Orinoco y Amazonas, cruzará los Andes cuatro veces, examinará y
dibujará pirañas, anguilas, cocodrilos y monos, ascenderá parcialmente
la cumbre entonces considerada la más alta del mundo (el volcán
Chimborazo, en Ecuador, uno de los pasajes más famosos de sus Diarios
) y utilizará los instrumentos más modernos de la época para las
mediciones que le permitieron, por ejemplo, reconocer el vínculo entre
vegetación y altura o determinar las propiedades del guano.
“En
Europa no se conoce la majestad de estas noches”, constataba en francés
un Humboldt maravillado por la “delicia” de los cielos del trópico. “Qué
serenidad, qué luz suave y tranquila de las estrellas que parecen
cuerpos planetarios, y la luna en el centro del firmamento, expandiendo
una masa de luz sobre las ondas plateadas”, relató en el diario número
VIII, describiendo su viaje desde Lima hasta el volcán Cotopaxi, a fines
de 1802.
Cronista incansable, sus observaciones y mediciones quedaron plasmadas en estos Diarios
que pese a su largo derrotero se encuentran en excelente estado. En la
Biblioteca Estatal de Berlín se conservan nueve tomos que el propio
Humboldt rotuló y mandó a encuadernar en cuero de cerdo poco antes de
morir en 1859 en la misma capital prusiana. Había nacido allí en 1769,
en el seno de una familia de la pequeña nobleza, y recibido –como su
hermano, el humanista Wilhelm von Humboldt– una educación privilegiada.
“Aquí
está el aura de los originales que nunca va a tener lo digital”,
suspiró emocionada Jutta Weber, directora del Departamento de
Manuscritos de la biblioteca berlinesa, al exhibirlos brevemente al
público entre el 4 y el 6 de diciembre. “Exponemos los originales sólo
tres días porque ya están restaurados y digitalizados, y deben volver al
archivo. Pero creemos que su publicación en Internet va a dar lugar a
muchas ideas, proyectos, conferencias”, destacó Weber en conversación
con Ñ. “Espero que se utilicen en clases y que se abran nuevos caminos hacia los Diarios
a gente que nunca podría venir físicamente”, destacó. La página se va a
seguir ampliando y será traducida próximamente al inglés y al francés.
“Todavía
teníamos fuerza suficiente pese a casi no sentir los pies por el frío,
porque el aguanieve nos entraba en las botas”, escribe Humboldt en su
“Diario VII”, al relatar el frustrado ascenso al Chimborazo en junio de
1802. “Ningún ser vivo, ningún insecto, ni siquiera el cóndor que en
Antisana planeaba sobre nuestras cabezas”, se queja el naturalista, que
no puede seguir hasta la cumbre por el mal tiempo. “El 25 fue el día más
bello del mundo. Qué lástima que no hayamos subido entonces”, se
lamenta.
Más de dos siglos después, embajadores de países
sudamericanos como el de Perú, profesores de escuela, estudiantes
universitarios e interesados en general se inclinaron y doblaron largos
ratos para ver en las vitrinas de la Biblioteca Estatal de Berlín estos
textos de letra casi ilegible, ilustraciones, mapas y diagramas que
muestran el río Orinoco, como si Humboldt lo hubiese podido ver desde el
aire. Existen también notas antropológicas, datos sobre minería (una de
sus especialidades) o confesiones sobre la imposiblidad de escribir de
día “porque duele la mano por las picaduras de los mosquitos”.
Julia
Bispinck-Roßbacher, a cargo de la digitalización de los documentos en
la Biblioteca Estatal de Berlín, armó el rompecabezas para unir los
nueve tomos a nueve carpetas separadas con notas y hojas sueltas sin
clasificar. Si encontraba “un punto rojo que indicaba huella de
pegamento”, lo confirmaba “pasándolo por un filtro, para comprobar
después que tuviera relación con el contenido del texto o dibujo y
ordenarlo junto a la página correspondiente”, explicó la experta.
“También hicimos visibles los sellos de agua con una cámara
termográfica, lo que nos permite saber dónde y cuándo compró el papel”,
subrayó Bispinck-Roßbacher, que analizó asimismo la tinta que utilizó
Humboldt gracias a la tecnología de fluorescencia de rayos X.
Es
la primera vez que los diarios americanos se publican en completo en
versión digital y también que se exponen al público en su larga y
accidentada historia. Guardados en el castillo de la familia von
Humboldt en Tegel, en el noroeste de Berlín, tras la Segunda Guerra
llegaron a la biblioteca Lenin de Moscú como parte del llamado “botín de
guerra”. En 1958, por un acuerdo entre la Unión Soviética y la
República Democrática Alemana (RDA), los diarios regresaron a la
Academia de Ciencias de Berlín oriental, donde durante una década se
trabajó en interpretar la letra de Humboldt y transcribirlo en diversas
publicaciones.
Tras la reunificación alemana en 1990, también se
reunificaron las bibliotecas, devolviéndose unos años más tarde los
textos a la familia Heinz, heredera de Humboldt, que a su vez decidió
subastarlos en la casa londinense Christie’s en 2013. Multimillonarios
mexicanos, entidades estadounidenses y bibliotecas de toda Sudamérica
(desde Buenos Aires hasta México pasando por Lima) expresaron su interés
por los textos originales. Pero finalmente la Fundación Patrimonio
Cultural Prusiano los compró a Ulrich Heinz en diciembre de 2013 por
unos 16 millones de dólares, con aportes públicos y privados.
Las
bibliotecas hoy deberían ser “prestadoras de servicios científicos y
socias en investigación”, declaró el director de dicha institución,
Hermann Parzinger, al poner los Diarios americanos online. En los
próximos tres años, el resto de las 60 mil páginas del legado de
Humboldt también serán digitalizadas y puestas en la web, con el fin de
provocar nuevas preguntas sobre el “conocimiento completo del mundo, del
mundo como un todo” que intentó describir el erudito. Esto incluye
también la parte de los archivos que permanece en la Biblioteca
Jaguelónica de Cracovia, Polonia, institución que suscribió un acuerdo
de cooperación con las autoridades de Berlín.
Escritos en varios
idiomas (sobre todo alemán y francés pero también en latín y español),
los “Diarios americanos” no siguen un orden cronológico. “No son objetos
convertidos en archivos, porque Humboldt siempre volvía, corregía, como
en un diálogo constante. Por eso, el orden (o el desorden) tiene un
motivo”, subrayó Thobias Kraft, investigador de la Universidad de
Postdam. Estos textos tampoco son una narración lineal, sino que
contienen anotaciones al margen, correcciones, vínculos, como en un
“mind-map” que parece demostrar, una vez más, lo avanzado del
pensamiento del naturalista prusiano.
El barón, que no se conformó
con el rol asignado a los intelectuales de su época, fue “el primer
teórico de la globalización“, según la definición del profesor Ottmar
Ette, máxima autoridad en materia humboldtiana. Ette considera a
Humboldt y su compañero Bonpland (quien en 1816 llegaría a la Argentina y
permanecería en la región hasta su muerte en 1858) dos “locos”, presas
de un “espíritu de inquietud moral” que sacaron la ciencia del salón
para ponerla a disposición de la sociedad.
En los próximos tres
años, el profesor Ette y un equipo de investigadores de la Universidad
de Potsdam volverán a poner bajo la lupa los Diarios Americanos .
Durante otros 18 años los textos se analizarán en un proyecto de largo
plazo de la Academia de Ciencias de Berlín-Brandeburgo. “No se puede
leer en ocho días lo que Alexander von Humboldt escribió en una hora”,
habría dicho su contemporáneo Johann Wolfgang von Goethe.
El gabinete de un clasificador
Hallazgos. Con sus notas, Humboldt trazó mapas, armó cuadros biológicos y compuso estadísticas
Entre 1799 y 1804 Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland recorrieron
gran parte de la América española, una iniciativa financiada con fondos
privados pero con la autorización del rey para visitar las tierras y los
archivos americanos. La magnitud de los datos recopilados fue tan
grande que Humboldt trabajó en ellos durante los siguientes treinta
años. En ese viaje se condensaban los saberes de las disciplinas más
importantes de fines del siglo XVIII: geología, cartografía, minería,
economía, estadística, botánica e historia natural. Su encuentro con la
América ecuatorial modeló el archivo de una empresa científica novedosa,
una manera de ordenar y de clasificar el mundo y nuevas formas para
procesar y registrar los datos ligadas a los nacientes medios de la
administración. No sólo eso: la estructura forjada por Humboldt para
clasificar los datos configuró una escala hasta entonces desconocida. El
uso y la coordinación de los instrumentos de medición, la tendencia a
controlar el error y a establecer una relación entre éste y las leyes
matemáticas, el uso de la estadística, la cuantificación de la
naturaleza y de la sociedad, los procedimientos del cálculo y la
representación, los diagramas y las tablas se compararon con las
mediciones y los mapas realizados anteriormente por los ingenieros
militares españoles y los datos existentes en los archivos novohispanos.
Calibrados, Humboldt los incorporó en una matriz que contribuyó a la
creación de aquel “espacio común” del saber al que se refiere Michel
Foucault en Las palabras y las cosas . No por nada lo llamaban el “Colón de los datos”.
Hasta
entonces, la naturaleza no se presuponía uniforme: las variaciones
locales se ajustaban a la idea de un mundo fragmentado por la
diferencia. La comparación de espacios lejanos, la confirmación de esta
discontinuidad. Humboldt, por el contrario, montó un verdadero gabinete
con libros e instrumentos de medición que debían servir en el sur y en
el norte, en el llano y en las alturas: un reloj de longitudes de Luis
Berthoud, un medio cronómetro de Seyffert, un anteojo acromático de
Dollond, un anteojo y un horizonte artificial de Caroché, un anteojo de
prueba, un sextante de tabaquera, un cuadrante de Bird, una brújula de
inclinación, una brújula de declinación de Le Noir, una aguja, un
péndulo invariable, un cianómetro de Paul, dos hidrómetros de Saussure y
de Deluc, dos aparatos barométricos, varios termómetros, dos
electrómetros de Bennett y de Saussure, un eudiómetro de Fontana y otro
de fósforo de Reboul, un aparato de Paul, una sonda termométrica de
Dumotier, dos areómetros de Nicholson y de Dollond, un microscopio
compuesto de Hoymann, un patrón métrico, una cadena de agrimensor, una
balanza de ensayo, tubos de absorción, aparatos electroscópicos, un
horizonte artificial de mercurio, botellas de Leyden, aparatos
galvánicos, reactivos y útiles para repararlos, además de dos
barómetros, un sextante y un grafómetro de Jesse Ramsden, aquel
constructor inglés de instrumentos que aparece retratado en la escena
del gabinete del príncipe de Lampedusa en el Gatopardo de
Luchino Visconti. Lejos del gesto retórico, esta lista de instrumentos
de física, geodesia y astronomía es el núcleo del viaje, la condición de
lo que se podía hacer, los medios para pensar. Humboldt los había
comprado para usar en Argel y Túnez. Su empleo en otro continente no se
basa en el ahorro sino en la confianza en esa posibilidad de poder
describir lo local con las herramientas que podría haber utilizado en
cualquier otra parte del globo. La capacidad de observar, registrar y
comparar los Andes, los Alpes y el Atlas a través de los mismos medios
abría los ojos para describir el Cosmos en toda su complejidad.
Humboldt
y Bonpland amasaron tres colecciones diferentes: dos que iban
despachando durante la marcha y una tercera que los acompañaba y crecía
con el número de mulas que transportaban las cuarenta y dos cajas con
los instrumentos, los libros, el herbario, las muestras de rocas, los
insectos, los peces y los reptiles en alcohol, los lápices y el papel.
Asímismo, Humboldt intercambió ideas con los naturalistas y los
ingenieros de minas, visitó los archivos mexicanos y cubanos y se
mantuvo en comunicación permanente con sus corresponsales de París,
Madrid, Inglaterra y EE.UU. La eficacia y la rapidez de los correos
marítimo y terrestre establecidos en los dominios españoles permitió que
sus cartas –recorriendo la misma distancia que había de París a Siam–
fueran despachadas desde y hacia las misiones del Orinoco a y de
cualquier punto de Europa. Como él mismo relata, esos avances desde el
campo publicados en los periódicos le servirían como presentación: al
llegar a cualquier ciudad americana, se lo reconocía por las noticias
que lo precedían, enviadas desde el Chimborazo vía París.
De
regreso, al mismo tiempo que trataba –vanamente– de replicar el calor
húmedo al que se había habituado en los trópicos, Humboldt inició la
publicación de sus observaciones en los Cuadros de la Naturaleza (1808) y en los veintitrés tomos del Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente (1805- 1834)
. En 1807 Humboldt definió los diferentes niveles que resultaban de la
clasificación de sus datos, un orden que debería reflejarse en la
aparición sucesiva de los libros. La narración humboldtiana sólo tendría
sentido si se combinaban los tres estratos surgidos del procesamiento
jerárquico de los datos: el primero resultaba de la compilación de los
datos y de los objetos y de su inscripción en un espacio estandarizado.
De allí, los dos tomos del Recueil d’observations astronomiques, d’opération trigonométriques et de mesures barométriques
. Los mapas geográficos y las descripciones del viaje debían seguir al
tomo con las determinaciones astronómicas: como segundo estrato,
Humboldt publicó en 1811 un atlas con los mapas de México, la
representación estadística de los datos tomados en el terreno. Recién
entonces empezarían a aparecer las Relaciones y las narrativas que, sin
ese sustrato previo de la estadística y la geodesia, hubiesen sido un
mero cúmulo de palabras: “Para qué sirven –preguntaba Humboldt al
cartógrafo Heinrich Berghaus en 1852– todas las narraciones sobre las
maravillas de los reinos de la naturaleza y del hombre, si no puede
demostrarse el sitio al que estas maravillas están ligadas mediante su
posición bajo un determinado meridiano.” Por eso, la narración
humboldtiana exige el estudio de las ciencias y los medios técnicos, de
los procedimientos puestos en acción en la escritura de sus libretas de
campo y en el trazado y diseño de esas tablas trigonométricas, surgidas
entre el calor de Carúpano y el frío de Berlín.
La preocupación por la vida en común
Ottmar Ette, editor de "Humboldt en la Red" y director de la investigacion sobre los "Diarios de viajes americanos".
Estudioso y principal conocedor de Alexander von Humboldt desde
hace décadas, el profesor Ottmar Ette no concuerda en calificarlo como
“el segundo descubridor de América”. “Humboldt no quería descubrir sino
relacionar las cosas”, explica el catedrático de la Universidad de
Potsdam. “No le gustaba el concepto de descubridor, que tiene además una
carga previa. Sobre la corriente oceánica que lleva su nombre dijo por
ejemplo que él no había descubierto nada, que todo niño peruano sabía
desde siempre que existía”, subraya Ette, editor de la revista online
“Humboldt en la Red” y director del proyecto de investigación sobre los
ahora digitalizados Diarios de viaje americanos .
–¿Por qué cree que Alexander von Humboldt sigue siendo hoy tan relevante en América Latina?
–Su actualidad hoy es más que nada política, debido a que reconoció muy pronto el proceso de independencia sudamericano, discutió sus posibilidades en todos sus aspectos y escribió sobre ello. Además, la dirección de la obra de Humboldt está relacionada con transportar el hemisferio americano al pensamiento europeo. Fue él quien inventó un discurso sobre un nuevo mundo que tiene vigencia en lo político y lo cultural.
–¿Es actual para la identidad latinoamericana?
–Para la identidad como construcción política. Creo que en Sudamérica están presentes aspectos de Humboldt distintos, mientras en Alemania fue olvidado durante mucho tiempo y recién ahora se recupera su significado en términos tanto de teoría científica como estéticos.
–¿Qué investigación llevará adelante en los próximos tres años?
–Analizaremos por ejemplo la relación entre imagen y texto. La imagen puede ser desde un mapa geográfico hasta un diagrama de volcanes o un dibujo de una planta o un animal. Lo interesante es cómo se vincula con el texto, el nexo entre la visualización de lo que es visible y la visibilización de lo que no se ve.
–¿Qué nos aportan hoy los “Diarios americanos”?
–Por un lado muestran lo adelantado del proceso de conocimiento de Humboldt, son un documento sobre su desarrollo y el de su ciencia. Por el otro dan un panorama cautivante sobre los distintos grupos de pobladores, las situaciones sociales, los métodos de cultivo, los problemas ecológicos, la geografía, la geología de las entonces colonias españolas, aspectos que todavía no han sido trabajados en su totalidad. Interesantes son además las dimensiones históricas de muchos temas como la esclavitud o las relaciones dentro de las sociedades, por ejemplo entre las elites española y criolla.
–Humboldt fue también un precursor políticamente...
–Sin duda. Muchas de sus declaraciones eran más adelantadas que las discusiones públicas o políticas que se llevan adelante hoy. Sus ideas sobre la esclavitud iban mucho más allá de la “tolerancia”. Lo que se trataba era buscar cómo vivir juntos en un sistema global.
–¿Cree que se lo instrumentalizó?
–Hasta los nazis quisieron hacerlo con programas de radio para América Latina, clubes de Humboldt, pero sin éxito. Fracasó y esto habla bien de su obra porque para toda instrumentalización –desde distintos intereses– se podía encontrar una declaración, una cita contraria.
–¿Por qué cree que Alexander von Humboldt sigue siendo hoy tan relevante en América Latina?
–Su actualidad hoy es más que nada política, debido a que reconoció muy pronto el proceso de independencia sudamericano, discutió sus posibilidades en todos sus aspectos y escribió sobre ello. Además, la dirección de la obra de Humboldt está relacionada con transportar el hemisferio americano al pensamiento europeo. Fue él quien inventó un discurso sobre un nuevo mundo que tiene vigencia en lo político y lo cultural.
–¿Es actual para la identidad latinoamericana?
–Para la identidad como construcción política. Creo que en Sudamérica están presentes aspectos de Humboldt distintos, mientras en Alemania fue olvidado durante mucho tiempo y recién ahora se recupera su significado en términos tanto de teoría científica como estéticos.
–¿Qué investigación llevará adelante en los próximos tres años?
–Analizaremos por ejemplo la relación entre imagen y texto. La imagen puede ser desde un mapa geográfico hasta un diagrama de volcanes o un dibujo de una planta o un animal. Lo interesante es cómo se vincula con el texto, el nexo entre la visualización de lo que es visible y la visibilización de lo que no se ve.
–¿Qué nos aportan hoy los “Diarios americanos”?
–Por un lado muestran lo adelantado del proceso de conocimiento de Humboldt, son un documento sobre su desarrollo y el de su ciencia. Por el otro dan un panorama cautivante sobre los distintos grupos de pobladores, las situaciones sociales, los métodos de cultivo, los problemas ecológicos, la geografía, la geología de las entonces colonias españolas, aspectos que todavía no han sido trabajados en su totalidad. Interesantes son además las dimensiones históricas de muchos temas como la esclavitud o las relaciones dentro de las sociedades, por ejemplo entre las elites española y criolla.
–Humboldt fue también un precursor políticamente...
–Sin duda. Muchas de sus declaraciones eran más adelantadas que las discusiones públicas o políticas que se llevan adelante hoy. Sus ideas sobre la esclavitud iban mucho más allá de la “tolerancia”. Lo que se trataba era buscar cómo vivir juntos en un sistema global.
–¿Cree que se lo instrumentalizó?
–Hasta los nazis quisieron hacerlo con programas de radio para América Latina, clubes de Humboldt, pero sin éxito. Fracasó y esto habla bien de su obra porque para toda instrumentalización –desde distintos intereses– se podía encontrar una declaración, una cita contraria.
Alexander von Humboldt
básico Berlín, 1769-1859.
Geógrafo, astrónomo, humanista, naturalista.
Recibió una educación extraordinaria en el castillo de Tegel y se formó
intelectualmente en Berlín, Frankfurt del Oder y en la Universidad de
Gotinga. Apasionado por la botánica, la geología y la mineralogía, tras
estudiar en la Escuela de Minas de Freiberg y trabajar en un
departamento minero del gobierno prusiano, en 1799 recibió permiso para
embarcarse rumbo a las colonias españolas de América del Sur y
Centroamérica.
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