9.12.14

María Kodama: cuando Borges le dijo adios al Nobel

La viuda del autor de  El Aleph  dio una charla a sala llena en la Feria del Libro de Guadalajara
 
Laberintos. "Borges era una persona especial, muy querible, con gran sentido del humor", dijo Kodama./revista Ñ

“Mis amigos me decían, ¿cómo salís con el viejo de los laberintos? Y yo les contestaba: conózcanlo, es muy divertido y, además, los laberintos me gustan. No soy masoquista. Borges era una persona especial, muy querible, con gran sentido del humor”. La anécdota contada por María Kodama, viuda del autor de El Aleph, en la FIL de Guadalajara, fue uno de los momentos más simpáticos de la charla que dio, a sala llena. Fanatismo que llevó a una de las asistentes a contar: “Yo me hice una playera (remera) que dice: ‘Si Borges es Dios, yo soy su serafina’”, ocurrencia que divirtió a los asistentes, entre los que estaban la escritora brasileña Nélida Piñón, Pilar del Río, viuda de Saramago, y Carles Álvarez Garriga, experto en Cortázar.
¿ Añoró el Nobel alguna vez? ¿Cómo era su relación con México? ¿ Por qué no escribió nunca una novela?, fueron algunas de las inquietudes en el encuentro de 50 minutos que presentó Magdalena Faillace, directora general de Asuntos Culturales de la Cancillería argentina.
México estuvo representado por su amistad con Alfonso Reyes y su respeto por Juan Rulfo. Sobre el Nobel, Kodama rebobinó dos historias: un llamado previo a un viaje a Chile, en 1976, donde Borges recibiría un Honoris Causa. “Sonó el teléfono y era un periodista de Estocolmo”, contó. “Yo inferí lo que le decían por su respuesta: ‘Le agradezco señor, pero hay dos cosas que un hombre no puede hacer. Sobornar y dejarse sobornar. Después de lo que usted me dice, mi obligación es ir a Chile”. Ese día, dijo Kodama, supo que nunca le iban a dar el premio por razones políticas. Pero lo tomó con humor: “Una vez en la calle alguien le dijo: ‘Maestro, voy a rezar para que se lo den’. Y él respondió: ‘Si me lo dan soy uno más en una lista. Así soy el gran mito escandinavo’”.
¿Desdeñaba la novela? “No le gustaba. Decía que de pronto aparecían tazas de té, sombreros de señora y otras cosas para llenar espacio. El cuento, en cambio, tenía para él tensión, como una flecha que debe dar en el blanco”. Orfebre del idioma y de las tramas, “Borges buscaba la perfección”, definió Kodama “y casi siempre se acercaba a ella”. Le preguntaron por el día en que se conocieron. “Los tímidos se reconocen como animales en la selva y cuando lo vi por primera vez en una conferencia pensé, ‘es más tímido que yo’”. La aplaudieron a rabiar.

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