Límites en desintegración. Según Sassen la esfera privada asume el poder Sobre las fronteras. Las ciudades y redes digitales desafían a los Estados Nación
Divisoria. Un piquete corta la avenida General Paz el lunes 17 de noviembre por falta de luz en la zona./revista Ñ |
Saskia Sassen es reconocida en las áreas social, económica y política, así como en temas de globalización y estrategias urbanas. |
Mi argumento es que lo que marca esta época no es tanto la
apertura de las fronteras como el hecho de que lo global también se
constituye en el interior de lo nacional y, por lo tanto, forma nuevas
delimitaciones en el territorio nacional. La era actual no está signada
sólo por alguna batalla entre lo global y lo nacional. Algunos
componentes particulares del Estado han ganado poder porque han
concretado la tarea de instrumentar políticas necesarias para una
economía empresarial global. Un efecto es la privatización parcial del
poder Ejecutivo y la disminución del poder de la Legislatura. Otro
efecto es que las grandes empresas globales han obtenido derechos en la
mayor parte del mundo, mientras que las firmas locales y los ciudadanos
han perdido derechos.
Esas tendencias desestabilizan el sentido de
la frontera tradicional y nos invitan a pensar en nuevos tipos de
capacidades de demarcación. La pregunta, entonces, pasa a ser quién
tiene el poder de establecer fronteras. No es sólo el Estado. De hecho,
el propio Estado puede ser el lugar de lo global y la conformación de
proyectos globales.
Aquí me concentro en la formación de
alineaciones globales, en parte territoriales, que desintegran los
territorios estatales nacionales y que, en segundo lugar, comienzan a
incorporar las protecciones que comprendían antes los regímenes de
fronteras. Así como el Estado ha tenido históricamente la capacidad de
delimitar su territorio mediante instrumentos administrativos y legales,
tiene también la capacidad de cambiar esos límites mediante, por
ejemplo, la desregulación de sus fronteras para una apertura a empresas e
inversiones extranjeras. Eso, a su vez, abre el territorio nacional a
la inserción de una creciente cantidad de nuevos regímenes y espacios
delimitados, muchos de ellos constituidos en un plano subnacional.
Descomposición de la frontera
Los múltiples regímenes que constituyen la frontera como institución
pueden agruparse, por un lado, en un aparato formalizado que es parte
del sistema interestatal y, por el otro, en una disposición mucho menos
formalizada de nuevos tipos de delimitaciones que residen en su mayor
parte fuera del sistema interestatal. El primero reside en el cuerpo de
regulaciones que cubre una variedad de flujos internacionales, flujos de
diferentes tipos de mercancías, capital, personas, servicios e
información. Esos múltiples regímenes tienden a unificarse en torno de:
a) la autoridad unilateral del Estado para definir e imponer
regulaciones, y b) la obligación del Estado de respetar y mantener las
regulaciones producto del sistema internacional de tratados o de
acuerdos bilaterales. El segundo gran componente, el nuevo tipo de
dinámica de demarcación que surge fuera del marco del sistema
interestatal, no necesariamente implica un cruce evidente de fronteras.
Comprende dinámicas que surgen de acontecimientos contemporáneos, en
especial los sistemas legales globales y una creciente variedad de
dominios digitales interactivos relacionados.
Los sistemas legales
globales no están centrados en la ley del Estado; vale decir, que debe
diferenciárselos de la ley nacional e internacional. En cuanto a los
dominios digitales interactivos globales, son en su mayor parte
informales, por lo cual están fuera del sistema de tratados existente y
con frecuencia incorporados en localidades subnacionales que forman
parte de las redes transfronterizas. La formación de esos sistemas
legales globales o de dominios interactivos relacionados de manera
global supone una multiplicación de espacios delimitados. Pero la idea
nacional de las fronteras como delimitadoras de dos estados
territoriales soberanos no es lo que opera aquí. El establecimiento de
demarcaciones opera a una escala trans o supranacional o en un plano
subnacional. Por otra parte, si bien esos espacios pueden atravesar las
fronteras nacionales, no necesariamente forman parte de los nuevos
regímenes de fronteras abiertas centrados en estados como, por ejemplo,
los del sistema global de comercio o la inmigración legal. En la medida
en que son dominios globales limitados, implican una nueva instancia de
la idea de fronteras.
A continuación examinaré brevemente algunas
de las distinciones analíticas clave que podríamos usar para descomponer
los regímenes de fronteras centrados en el Estado y para localizar un
sitio determinado en una red global de espacios delimitados.
Regímenes de fronteras centrados en Estados: Localización de la frontera
Hoy observamos regímenes múltiples con localizaciones y contenido
variables. Por ejemplo, los flujos transfronterizos de capital exigirán
una secuencia de intervenciones que a) difiere de aquella para
productos, y b) tiene lugares institucionales y geográficos muy
diferentes. El cruce de la frontera geográfica forma parte del flujo
transnacional de productos, pero no necesariamente de capital, excepto
si se transporta dinero. Cada intervención de control fronterizo puede
concebirse como un punto en una cadena de lugares. En el caso de los
productos que se intercambian, podrían comprender una inspección
prefronteriza o un punto de certificación. En el caso de los flujos de
capital, la cadena de lugares comprenderá bancos, mercados bursátiles y
redes electrónicas. La frontera geográfica es sólo un punto de la
cadena. Los puntos institucionales de intervención de control fronterizo
pueden formar largas cadenas en el interior del país.
Una imagen
que podría usarse para plasmar ese concepto de múltiples lugares es que
los sitios de imposición de los regímenes de fronteras van desde bancos
hasta cuerpos. Cuando un banco ejecuta la más elemental transferencia de
dinero a otro país, el banco es uno de los lugares de imposición del
régimen fronterizo. Un producto certificado representa un caso en que el
cruce de la frontera del propio objeto es uno de los lugares de
imposición: el caso emblemático es un producto agrícola certificado.
Pero también comprende el caso del turista con visa de turista y el del
inmigrante con la certificación necesaria. En realidad, en el caso de la
inmigración es el propio cuerpo del inmigrante el que es al mismo
tiempo portador de buena parte del régimen y sitio crucial de la
imposición; y en el caso de un inmigrante no autorizado es nuevamente el
cuerpo del inmigrante el portador de la violación de la ley y del
correspondiente castigo (detención o expulsión).
Un efecto directo
de la globalización, en especial de la globalización económica
empresarial, ha sido la generación de una creciente divergencia entre
regímenes de fronteras diferentes. Así, el levantamiento de controles
fronterizos a una creciente variedad de flujos de capital, servicios e
información tiene lugar incluso mientras otros regímenes de fronteras
mantienen la clausura y se fortalecen los impedimentos a los flujos
transfronterizos, como en el caso de la migración de trabajadores de
bajos ingresos. También observamos la construcción de “delimitaciones”
específicas para contener y controlar flujos emergentes, a menudo
estratégicos o especializados, que atraviesan las fronteras nacionales
tradicionales, como pasa, por ejemplo, con los nuevos regímenes en el
NAFTA y los GATT para la circulación transfronteriza de profesionales de
alto nivel. Si antes esos profesionales podían formar parte del régimen
general de inmigración de un país, ahora tenemos una creciente
divergencia entre éste y el régimen especializado que gobierna a los
profesionales.
Separación de la frontera de su marco nacional
Un componente en aumento del campo más amplio de fuerzas en el cual
operan los estados en la actualidad es la proliferación de tipos
especializados de autoridad privada. Comprenden la expansión de sistemas
anteriores, tales como arbitraje comercial, a nuevos sectores
económicos e incluyen nuevas formas de autoridad privada muy
especializadas y orientadas a sectores económicos específicos, tales
como el sistema de reglas que rige las operaciones internacionales de
las grandes empresas de construcción e ingeniería. La proliferación de
regímenes de autorregulación se hace especialmente evidente en sectores
dominados por una escasa cantidad de firmas muy grandes.
Un
resultado de aspectos clave de esas distintas tendencias es la aparición
de un campo estratégico de operaciones que representa una
desarticulación parcial de las operaciones de delimitación específicas
del universo institucional mayor del Estado orientado a las agendas
nacionales. Se trata de un campo muy enrarecido de transacciones
transnacionales que apunta a abordar las nuevas condiciones que produce y
exige la globalización económica. Las transacciones son estratégicas,
atraviesan fronteras e implican interacciones específicas entre actores
privados, y en ocasiones funcionarios u organismos gubernamentales. No
comprenden al Estado como tal, como en los tratados internacionales.
Estas transacciones consisten en las operaciones y objetivos de actores
privados; en este caso, en su mayor parte firmas y mercados que buscan
la globalización de sus operaciones. Son transacciones que atraviesan
fronteras en el sentido de que se relacionan con los estándares y
regulaciones impuestos a firmas y mercados que operan en el plano
global, proceso en el cual esas transacciones impulsan la convergencia
en el nivel de las leyes y regulaciones nacionales que apuntan a crear
las condiciones necesarias para la globalización.
Dos
características de ese campo de transacciones me llevan a plantear que
podemos concebirlo como un espacio desarticulado que está en proceso de
estructurarse. Una de esas características es que al tiempo que operan
en medios familiares –el Estado y el sistema interestatal para
funcionarios y organismos de gobiernos y el sistema supranacional y el
“sector privado” para los actores económicos no estatales–, las
prácticas de esos agentes constituyen un campo que integra espacios de
territorio, autoridad y derechos en nuevos tipos de estructuras
especializadas y de elevada particularización. El campo de prácticas que
se constituye no puede confinarse al universo institucional del sistema
interestatal. La segunda característica es la proliferación de reglas
que comienzan a conformarse como sistemas especializados parciales de
leyes. Aquí ingresamos en un nuevo dominio de autoridades privadas:
fragmentadas, especializadas, cada vez más formalizadas pero que no
traspasan la ley nacional. Las implicaciones de esa proliferación de
sistemas de leyes especializados, en su mayor parte privados o
supranacionales, consisten en que indican la desestabilización de la
concepción convencional de las fronteras nacionales.
En las dos
últimas décadas hemos observado una multiplicación de sistemas
transnacionales que manifiestan una autonomía variable respecto de las
leyes nacionales. Por un lado, hay sistemas de clara concentración en lo
que emerge como dominio público transnacional. Por el otro, hay
sistemas que son por completo autónomos y en su mayor parte privados.
Algunos académicos ven en ese desarrollo la emergencia de una ley
global. Podríamos pensarlo como un tipo de ley que se desarticula de los
sistemas de leyes nacionales. En el centro de la idea de algo como una
ley global reside la posibilidad de una ley que no se centre en la ley
nacional, como pasa en la actualidad con el derecho internacional, y que
vaya más allá del proyecto de armonizar las diferentes leyes
nacionales, como pasa con buena parte del sistema supranacional
desarrollado para abordar la globalización económica, los temas
medioambientales y los derechos humanos. De hecho, en las últimas
décadas hay un rápido crecimiento de esos sistemas autónomos y muy
diferenciados de reglas, algunos relacionados con el sistema
supranacional pero no centrados en la ley nacional, y otros privatizados
y autónomos.
Esos y otros regímenes e instituciones
transnacionales indican un desplazamiento de la autoridad de lo público a
lo privado en lo que respecta a gobernar la economía global. Pero
también muestran un desplazamiento de la capacidad para establecer
normas, y en ese sentido plantean preguntas sobre los cambios en la
relación entre la soberanía del Estado y el gobierno de los procesos
económicos globales. El arbitraje comercial internacional es ante todo
un sistema de justicia privado, las agencias de calificación crediticia
son sistemas de portería privados, y la lex constructionis es un
régimen de autorregulación en un amplio sector económico dominado por
una cantidad limitada de grandes empresas. Junto con otras instituciones
de ese tipo, han emergido como importantes mecanismos de gobierno cuya
autoridad no se centra en el Estado. Cada uno es un sistema con
fronteras, una condición clave para su efectividad y validez. Pero la
capacidad de delimitación no forma parte de las fronteras nacionales del
Estado.
Formaciones digitales de los débiles
El
acceso público a Internet ha permitido un nuevo tipo de política
transnacional que puede pasar por encima de la política interestatal y
constituir su propio espacio delimitado específico. El hecho de que
personas y organizaciones con escasos recursos puedan participar de
redes electrónicas globales señala la posibilidad de un marcado
crecimiento de la política transnacional a cargo de actores que no son
Estados. Eso produce un tipo específico de red global centrada en
múltiples lugares pero conectada digitalmente a una escala mayor que la
local, que en muchas instancias alcanza una escala global. Lo que me
interesa especialmente aquí es que a través de Internet, las iniciativas
localizadas pueden convertirse en parte de redes transnacionales, y que
de estar sometidas a leyes nacionales/locales específicas pueden pasar a
un plano global en el cual esas leyes dejan de ser operativas en tanto
que lo que rige es la presencia colectiva de la cantidad de que se trate
de diferentes localidades nacionales comprendidas en la red global. Una
pregunta que eso plantea es qué tipo de “territorio” se constituye a
través de esa red global de múltiples localidades.
Esas formas de
activismo contribuyen de múltiples formas mínimas a una incipiente
desarticulación de la autoridad exclusiva –incluida la autoridad
simbólica– sobre el territorio y la población que tradicionalmente
relacionamos con el Estado nacional. Esa desarticulación de la autoridad
del Estado nacional bien puede ocurrir cuando las personas involucradas
no necesariamente problematizan la cuestión de la nacionalidad o de la
identidad nacional. Puede tratarse de una desarticulación de facto de la
autoridad formal, que no se predique sobre el rechazo consciente de lo
nacional. Es probable que entre las instancias más estratégicas de esa
desarticulación se cuente la ciudad global, que opera como plataforma
parcialmente desnacionalizada para el capital global y, al mismo tiempo,
emerge como lugar clave de concentración de una enorme variedad de
personas de todo el mundo. La creciente intensidad de las transacciones
entre esas ciudades crea una geografía transnacional estratégica que en
parte sortea los estados nacionales. Las nuevas tecnologías de red
fortalecen aún más esas transacciones, ya se trate de transferencias
electrónicas de servicios especializados entre firmas o de
comunicaciones vía Internet entre los miembros de grupos de interés y
diásporas en el mundo.
Las nuevas tecnologías de red han ampliado
esas posibilidades y, en cierta medida, han proporcionado a los
activistas el vehículo esencial necesario para el resultado. Sin
embargo, la tecnología en sí no podría haber producido el resultado. La
posibilidad de que ciudades y redes digitales globales emerjan como
hitos de esos tipos de espacios transfronterizos es resultado de una
compleja combinación de desarrollos institucionales, entre los cuales
tal vez sean centrales la globalización –como infraestructura y como
imaginario– y el régimen internacional de derechos humanos. Han
contribuido a crear aperturas operativas formales e informales para que
actores no estatales ingresen a ámbitos internacionales que alguna vez
fueron de dominio exclusivo de los Estados nacionales. Varios hechos,
con frecuencia muy menores, indican que el Estado ya no es el sujeto
exclusivo del derecho internacional ni el único actor en las relaciones
internacionales. Otros actores –desde ONG y pueblos originarios hasta
inmigrantes y refugiados que se convierten en sujetos de fallos en
decisiones de derechos humanos– emergen cada vez más como sujetos del
derecho internacional y actores en las relaciones internacionales. Esos
actores no estatales, por lo tanto, pueden cobrar visibilidad como
individuos y como colectividades, y salir así de la invisibilidad de la
pertenencia colectiva a un Estado Nación representado exclusivamente por
la autoridad soberana.
Esa compleja imbricación de lo digital y
lo no digital conlleva una desestabilización de las anteriores
jerarquías de escala y reposicionamientos de escala a menudo drásticos,
las cuales, a su vez, desestabilizan el sentido de las fronteras
convencionales. Funciona en por lo menos dos niveles, uno
político-administrativo; el otro, más teórico, a través de la
reconstitución de las territorialidades. A medida que la escala nacional
pierde importancia junto con la pérdida de componentes clave de la
autoridad formal del Estado, otras escalas cobran una importancia
estratégica, en especial las escalas subnacionales como la ciudad global
y las escalas supranacionales como los mercados globales. Las
jerarquías anteriores, que datan del período que presenció el ascenso
del estado-nación, continúan operando, y son las organizadas en términos
de dimensión institucional y función territorial: de lo internacional
hasta lo nacional, lo regional, lo urbano, lo local. La dinámica actual
de reposicionamiento atraviesa la dimensión institucional y las
delimitaciones institucionales de territorio producto de la formación de
estados nacionales. Eso no significa que las viejas jerarquías
desaparecen, sino que distintas prácticas y disposiciones
institucionales producen un reposicionamiento de por lo menos algunas de
las viejas jerarquías de escalas. Las nuevas escalas con frecuencia
pueden imponerse a las anteriores.
Esas transformaciones de los
componentes de las relaciones internacionales y la desestabilización de
las jerarquías de escala anteriores también pueden, de forma más
teórica, producir nuevos tipos de territorio. Más precisamente, son
territorialidades porque conllevan marcos subjetivos, operativos o
políticos específicos que pueden formalizarse o seguir siendo
informales. Por ejemplo, buena parte de lo que podríamos seguir
experimentando como lo “local” (un edificio de oficinas, una casa o una
institución en nuestro barrio o en el centro de la ciudad) es en
realidad algo que prefiero pensar como un microentorno con alcance
global debido a que tiene un profundo trabajo de Internet. Ese
micromedio es en muchos sentidos una entidad localizada, pero también
forma parte de las redes digitales globales que le dan un amplio alcance
inmediato. Seguir pensándolo como algo simplemente local no es muy
útil. Lo más importante es que la yuxtaposición entre la condición de
ser una materialidad situada y tener alcance global, plasma la
imbricación de lo digital y lo no digital e ilustra la falta de
adecuación de una lectura puramente tecnológica de las propiedades
técnicas de la digitalización, lo cual podría llevarnos a plantear la
neutralización de la delimitación espacial de aquello que precisamente
posibilita la condición de ser una entidad con alcance global.
Más
información en los textos de S. Sassen: Territorio, autoridad y
derechos (Katz); “When Territory Deborders Territoriality”
(www.tandfonline.com/doi/pdf/10.1080/21622671.2013.769895); “Land Grabs
Today: Feeding the Disassembling of National Territory”
(www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/14747731.2013.760927). En 2015
publicará en la Argentina el libro Expulsiones: brutalidad y complejidad en la economía global (Katz)
© Saskia Sassen. Traducción: Joaquín Ibarburu
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