La publicación, es una de las tres obras que dejó sin publicar
El escritor argentino, Rodolfo Enrique Fogwill, durante una entrevista en 2010. /Claudio Álvarez./elpais.com |
Aunque fue presentado la semana pasada, la primera obra póstuma de
Fogwill será uno de los libros más atractivos para comprar en la 39°
Feria del Libro de Buenos Aires, que comenzó el pasado jueves 25. La gran ventana de los sueños, editado por Alfaguara, es una de las tres obras que dejó sin publicar quien se llamaba Rodolfo Enrique Fogwill,
uno de los tres más grandes escritores de la Argentina reciente, junto
con César Aira y Ricardo Piglia. "En este libro, lo que encontramos, me
parece, es un Fogwill que efectivamente se dedicó a recopilar en un
diario los sueños que anotaba cuando se despertaba y luego él mismo
generó una edición de estos relatos”, contó el poeta Guillermo Saavedra
en la presentación de la obra la semana pasada en el Museo de Arte
Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA). “Porque no son los sueños
anotados de primera mano por Fogwill, sino más bien un trabajo, una
determinación, una especie de inevitable sinceridad", agregó Saavedra.
“Para los que ya hemos tenido ocasión de tomar contacto con este
libro, la palabra que más se impone, sin ponerse demasiado tangueros, es
conmovedor", relató Saavedra, autor de Mi animal imposible y Pancitas argentinas. "Porque si bien es inequívocamente fogwilliano,
es un Fogwill al que uno accedía en contadas ocasiones, entre los
pliegues de puteadas, chicanas, ironías y todo ese repertorio de
aparentes maldades con las que Quique disfrazaba esa enorme capacidad de
contener, acompañar y leer al otro", opinó el poeta, que presentó la
obra junto al músico Adrián Dárgelos, líder del grupo Babasónicos y autor de la banda de sonido de la película de la hija de Fogwill, Vera, y Martín Desalvo, Las mantenidas sin sueños;
el escritor Fabián Casas y Jorge Palant, uno de los cuatros
psicoanalistas que trataron al genial autor argentino y a los que él les
dedicó La gran ventana de los sueños.
Fogwill, a secas, como él firmaba, había entregado esta obra poco
antes de morir a los 69 años en 2010 a dos integrantes del grupo de arte
al que pertenecía, Mondongo, a Juliana Laffitte y Manuel Mendanha.
Cuando falleció, ellos dos dieron la obra encuadernada a los hijos de
Fogwill. El autor de Los pichiciegos, Vivir afuera y Muchacha Punk también dejó listos para publicar otras dos novelas: Nuestro modo de vida y La introducción.
En la presentación del nuevo libro, el músico y poeta Dárgelos
observó: "Una gran parte de los relatos de Quique están narrados en
primera persona. Atrás de esa primera persona se presupone que está él:
un héroe que con sarcasmo atraviesa sus aventuras. Creo que Quique es el
generador de esas aventuras y no el protagonista. En este libro, en
cambio, me parece que la primera persona se parece más a él". Casas, autor del poemario Tuca,
aportó su visión: "El libro funciona como una intelectualización de los
sentimientos. Lo primero que me pasó leyéndolo fue que empezó a
funcionar esa voz de Fogwill tan precisa. Me remitió inmediatamente a
eso que pasa cuando uno se inunda por un autor y no puede salir de ahí: querés escribir como él porque es mejor que vos, no podés metabolizarlo por completo".
El libro finaliza con un capítulo llamado "Sueño de hospitales" y
dice así: "Quilmes, París, Italiano con el coya karateca con manos de
goma y unas de acero inoxidable". Nada más. Pero no todo el libro es tan
onírico como parece.
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