11.5.13

El pasado no perdona

La amarga y sangrienta realidad colombiana de la reciente historia sigue siendo  explorada con visos de novela negra

Portada de Casi nunca es tarde, de Juan David Correa./Laguna libros.
Juan David Correa, es un escritor que he seguido desde su Todo pasa pronto, ópera prima que recuerdo vivamente  una frase de esa novela, se resuelve una condición muy paisa, que se pone en situación de vida o muerte toda lógica de convivencia.
Ahora nos llega con su segunda novela Casi nunca es tarde,  donde logra entregarnos una versión muy  panorámica del endémico conflicto armado colombiano, valiéndose del asesinato enigmático del rector de un liceo, recurso viejo del esquema policiaco.  En un tono casi seco y conciso nos cuenta las minucias de Juan, y su padre Samuel, un activo sindicalista desaparecido, por causas ideológicas.  Mientras su madre, Amanda Rey descree del país, Colombia; odia a Bogotá, su suciedad, su gente. Se sienten pinceladas muy poéticas de sus calles, y los lugares donde transitan los personajes. En esto el autor le da un viso casi sociológico a esa condición de los colombianos que reniegan y creen que es mejor vivir en un país extraño que en el propio; y se enfrenta desolada y árida al obligado autoexilio francés pero regresa al acontecer de la realidad más  brutal de las bombas del narcoterrorismo de Pablo Escobar en los aciagos días de 1989.
Y Correa se adentra con rigor y vigoroso en los personajes que son llenos de vida, con profundas contradicciones existenciales y morales. Amanda que tiene su mente en París, y el orden y la limpieza francesas, enfrentada al subdesarrollo ramplón y chambón de los colombianos; y al descubrimiento de su nueva condición sexual con una amiga. Juan, el joven que es acusado pero que  se le siente en profundidad la culpa y el dolor con el recuerdo perenne de su padre desaparecido.  Los detectives, Henry Lizarazo, Olimpo Piedrahíta;  para mí, el mejor personaje de la novela, por su humanidad, y no sé si se deba a su origen campesino,  y Luis Carlos López. El autor nos da vistazos de esas vidas cruzadas de sangre y convividores de las violencias más crueles, que tienen la ternura a flor de piel frente a sus propios hijos y por los animales. Aunque el autor se resuelve por contarnos desde el omnisciente dios todopoderoso de la tercera persona.  En un ritmo ágil y ameno va desatando el nudo gordiano de las andanzas sangrientas e intringulis de todos los actores armados del conflicto que seguimos padeciendo desde hace cincuenta años, donde el pasado no perdona…

Casi nunca es tarde
Juan David Correa
Laguna  Libros
249 páginas

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